Mane, Thecel, Phares
¿Debería un obispo Católico hacer a un lado los asuntos de economía basándose en el entendido de que debe de limitarse a temas religiosos? ¡De ninguna manera! Cuán limitado entendimiento de la religión debemos de tener para no darnos cuenta de que la economía, o el arte de administrar los bienes materiales necesarios para la vida, está en su totalidad gobernada por la percepción que uno tiene de la vida, y la percepción que uno tiene de la vida depende de la religión. Porque ¿cómo puede la religión (o la falta de la misma) ser adecuadamente entendida sino como la percepción total de la vida por la cual el hombre se obliga(o se niega a obligarse) al Dios que le dio la vida?
Si una multitud de hombres piensan hoy en día que la economía no tiene nada que ver con Dios, es únicamente porque de antemano piensan que El no existe o que es insignificante. Y suponiendo que hay una vida después de la muerte, piensan ellos, sin embargo o el Infierno no existe (“Todos vamos al Cielo”) o no es importante (“Por lo menos todos mis amigos estarán ahí,” dicen bromeando). A partir de estas suposiciones se transforma la economía de ayer, economía del ahorro, a la de la actualidad, una economía del despilfarro.
En el pasado, no se gastaba más de lo que se ganaba. Ahorra, y no pidas prestado, para invertir. No resuelvas deudas con más deudas. Hoy en día, el gastar es algo patriótico. Todo el mundo tendrá prosperidad si gastas sin que importe lo que ganas. No ahorres, porque el dinero sin utilizar no beneficia a nadie. Pide prestado a toda costa para realizar inversiones rentables. Y si tus deudas se vuelven amargas, pide prestado nuevamente para salir de ellas.
Esta economía del coma, beba y sea feliz fue intelectualizada en particular por el muy influyente economista Británico, John Maynard Keynes (1883–1946), cuya frase famosa decía “Al final todos morimos.” Ya en los años 1970’s, el Presidente Nixon (1913–1994) decía, “Todos somos ya Keynesianos.” Y desde entonces las economías Keynesianas han ido continuamente avanzando hasta llegar en los años 2000 a las orgías de prestar dinero, pedir prestado y gastar, lo que se hizo posible únicamente porque la gente se ha olvidado del viejo sentido común de no gastar más de lo que gana, evitando la deuda – “No debáis á nadie nada, sino amaros unos á otros,” dice la Palabra de Dios (Romanos XIII,8) y “el que toma prestado, es esclavo del que presta” (Proverbios XXII,7).
Al día de hoy el mundo se está esclavizando a sí mismo a los hombres de dinero, la orgía se está colapsando y el colapso de ninguna manera ha terminado. El desempleo está muy por encima de lo que los políticos pueden admitir reconocer, sin embargo aún siguen ganando votos prometiendo empleos y comidas gratis para la gente. Los políticos han propiciado estas expectativas irreales que los han ayudado a llegar al poder pero que no serán capaces de cumplir. La gente está a punto de levantarse, se está levantando, encolerizada. Los políticos tendrán que propiciar guerras foráneas para distraer las mentes y que la gente no esté pensando en los problemas domésticos. La guerra está a la vuelta de la esquina para continuar, si Dios así lo permite, con el Gobierno Mundial de los usureros. Y todo esto porque las personas pensaron que Dios no tenía nada que ver con la vida, y la vida nada que ver con Dios.
Pero ¡tómense un momento para revisar en las escrituras a Daniel V, 5–6 y 24–28! El Señor Dios ha medido a nuestra sociedad (“Mane”), hemos sido pesados en su balanza y no hemos dado la medida (“Thecel”), nuestro mundo de diversión ha sido condenado (“Phares”). Solo nos resta tomar nuestra medicina.
Kyrie eleison.