Resurrección Argumentada

En la víspera del Día de Pascua, recordémonos cuán razonable es creer en tan extraordinario acontecimiento como es el de un ser humano muerto irrumpiendo fuera de la tumba desde atrás de una piedra suficientemente pesada como impedirle siquiera soñar con hacer una tal cosa. Primeramente, el “Cómo” teológico de la Resurrección y luego el histórico “Si” tuvo lugar.

Para los Católicos que por el don de la fe sobrenatural creen que en la Encarnación de la segunda Persona divina de la Santísima Trinidad, en plena posesión de la completa Naturaleza divina, unió a Sí Mismo una completa naturaleza humana, haciendo dos naturalezas en una Persona divina, no es difícil comprender cómo la Resurrección tuvo lugar. En la Cruz, la Persona divina verdaderamente murió, no en Su inmortal Naturaleza divina sino en su naturaleza humana, capaz de morir como la de cualquier otro hombre mortal por la separación de su alma humana de su cuerpo humano. Sin embargo, si bien estos dos en Jesucristo podían ser separados uno del otro, ninguno fue separado de la Persona divina, lo cual es el por qué los Católicos recitan en el Credo que Él (cuerpo y alma) “padeció y murió” y que Él (cuerpo) “fue sepultado” y que Él (alma) “descendió a los Infiernos” (no el Infierno de los condenados sino el Limbo de las buenas almas que murieron y esperaban la muerte redentora de Cristo que abriera para ellos las puertas del Cielo cerradas por Adán y Eva). Siendo que ambos, cuerpo humano y alma humana de Cristo permanecen cada uno de ellos unidos a la Persona divina, puede no haber sido fácil para esa Persona morir la atroz muerte en la Cruz, pero fue fácil reunir Su alma humana con Su cuerpo humano en el sepulcro para que Su naturaleza humana volviera a la vida. Y ninguna piedra en la tierra pudo haber sido suficientemente pesada como para detenerlo a Él de volar inmediatamente a Su Madre para consolarla.

Pero, ¿debe entonces un hombre tener el don sobrenatural de la fe para aceptar la realidad de la Resurrección? No necesariamente. Si una mente no creyente pero recta considerara los argumentos meramente naturales tomados de la psicología natural e historia humana, puede fácilmente concluir que solamente algún evento al menos tan sensacional como la Resurrección puede explicar los hechos tal como los conocemos (¡y que nadie diga que la Resurrección es tan dulce y pegajosa y agradable que nadie precisa argumentos! ¡Los hombres precisan argumentos! ¡Dios no puso nuestras cabezas arriba de todo por nada!).

En primer lugar, la psicología humana argumentando por los Apóstoles. Por tres años ellos han aprendido a creer, confiar y amar al divino Maestro. Entonces, Él es ejecutado en público como un criminal común, luego de que todos huyeron en el Jardín de Getsemaní. Y después de la Pasión ellos están totalmente descorazonados (cf. Juan XX,19), lo que es absolutamente normal dadas las circunstancias. Sin embargo, dentro de 50 días aquí están ellos de vuelta en Jerusalén, enfrentando a los Judíos frontalmente y convirtiéndolos a creer en Jesucristo, miles cada vez (cf. Hech. II,41; IV,4). Y dentro de otros 300 años, estos Apóstoles y sus sucesores habrán convertido al Imperio Romano mismo. Tales son los hechos de la historia. ¿ Qué pudo haber pasado, menos que algo tan sensacional como la Resurrección, para explicar tal transformación psicológica de perros azotados (por así decirlo) a conquistadores del mundo?

En segundo lugar, la historia humana argumentando por los judíos. Ellos odiaron a Cristo, y Lo mataron, así como han luchado por destruir a Su Iglesia desde entonces. Sin embargo, en 50 días aquí están Sus seguidores ordenándoles ser bautizados en el nombre de Jesucristo, usando la Resurrección como su argumento principal. ¿No hubiera sido la mejor manera de detenerlos el mostrar el cuerpo muerto de Cristo? Y, ¿podemos dudar que, entonces como ahora, ellos tenían todo el dinero, la policía y el poder a su disposición como para encontrar cualquier cuerpo, si solamente el cuerpo estuviera todavía allí para ser encontrado? Pero la Cristiandad en lugar de ser detenida, despegó. La única explicación que puede ser es que no había ningún cuerpo para ser encontrado. La Resurrección es verdad. Uno no necesita siquiera tener fe sobrenatural para aceptarla. Así que Pedro estaba en lo correcto – Hech. II,38 – “Arrepentíos y bautizaos cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo”.

Kyrie eleison.