Alma bajo Ataque

Las revelaciones del arzobispo Viganò de una grave corrupción moral entre los más altos funcionarios de la Iglesia, sin excluir al propio Papa Francisco, pueden ser una dura prueba para la fe de los católicos que han confiado en los eclesiásticos oficiales durante los últimos 50 años porque no han visto – o no han querido ver – ningún problema esencial en el Concilio Vaticano II (1962–1965). Hace tres semanas estos “Comentarios” citaban palabras de un católico llevado a una virtual desesperación, incluso antes de la publicación de la carta de Viganò, por el Fiscal General del Estado de Pensilvania, revelando escándalos similares de la Neo-Iglesia en ese Estado. Como la amenaza de una avalancha de tales escándalos es ahora real, que los “Comentarios” de esta semana muestren cómo el Diablo está volviendo su artillería pesada contra un otro católico para hacerle perder la fe. Aquí están los proyectiles del Diablo, tal como las relata esta alma, con breves respuestas ofrecidas por estos “Comentarios”, con la esperanza de fortificar a otras almas cuya fe será sacudida en un futuro previsible –

* En mi ciudad natal asistí a una misa celebrada para unas religiosas por un obispo auxiliar local. Su sermón sobre el Sagrado Corazón fue doctrinalmente irreprochable y altamente edificante. ¡Sin embargo, un amigo mío con sus propios ojos vio una vez al mismo obispo besando a un seminarista! Este obispo me plantea un problema angustioso: ¿cómo puede este obispo creer en el Sagrado Corazón sobre cuyo amor predica tan bien?

Él es un modernista, como la mayoría de los eclesiásticos de la Iglesia “renovada” por el Vaticano II, o, como podemos llamarla, la “Neo-Iglesia”. Ahora bien, el modernismo significa adaptar la Iglesia Católica al mundo moderno anti-católico, y esto lo hace mediante un proceso de hacer que la realidad objetiva dependa del sentimiento subjetivo. Pero el proceso de subjetivización de la realidad puede llevar tiempo, de modo que un eclesiástico que se enamora de la modernidad no tiene por qué perder inmediatamente la fe católica objetiva, aunque ya esté subjetivamente socavada en su alma. Sólo Dios es quien sabe exactamente cuando un hombre de Iglesia pierde la fe. Así que si este obispo cree en el Vaticano II, ciertamente está en camino de perder la fe, lo bastante como para permitirse cometer un pecado grave contra el Sexto Mandamiento, pero no lo suficiente como para haber perdido toda noción del Sagrado Corazón.

* Pero para destruir la Verdad Católica tan exitosamente como lo están haciendo ahora los impostores romanos, ellos deben haberla conocido. Si la conocían, debían conocer su fuerza. Si conocían su fuerza, ¿cómo podrían haber dejado de creer en ella, a menos que sea un cuento de hadas, falsa como todas las demás religiones, con la Iglesia Católica no siendo de ninguna manera superior, y con el hombre no teniendo acceso a la Verdad de Dios?

Para creer en la fe católica, la mente de un hombre debe aceptar muchas verdades sobrenaturales que no son irrazonables, pero que están por encima del alcance natural de su mente. Para aceptar y someterse a estas verdades su mente debe ser empujada por su voluntad. Si su voluntad deja de empujar, o empuja en una dirección contraria, puede perder la fe. Ahora bien, el modernismo es orgulloso, porque en la Neo-Iglesia el hombre ocupa el lugar de Dios. Por lo tanto, los impostores romanos, como usted los llama con razón, pueden haber sido masones o infiltrados comunistas desde el principio, o pueden haber creído en un principio, como Judas Iscariote, pero el orgullo de tomar el lugar de Dios y de rehacer Su Iglesia venció sus voluntades, y sus mentes perdieron la fe. Dios sabe el come y el cuando.

* Entonces, ¿no podríamos ser engañados, peleando una guerra sin fin por una frágil promesa del Cielo, incapaces de saber nada acerca de Dios? ¿No estaríamos mejor si Dios no existiera? En medio del caos actual, no puedo evitar pensar que la Iglesia es un asunto puramente humano, por lo que hay momentos en los que no puedo evitar envidiar a las personas que llevan vidas felices sin Dios.

Querido amigo, una vida feliz sin Dios es una ilusión, por muy “felices” que pretendan ser los impíos. Nosotros los seres humanos somos todos de Dios, nuestras almas son creadas directamente por Dios para que vayamos a Dios, cuerpo y alma. El mundo y la Iglesia de hoy están en caos precisamente porque están tratando de vivir sin Él.

* Parecería que estamos predestinados al Cielo o al Infierno, y el libre albedrío no puede hacer mucho al respecto.

“El veneno está en la cola”, dijeron los Latinos. Esta conclusión pesada suya, una herejía horrorosa, es la prueba de que el diablo le está lanzando todo para sacudir su fe. Rece el Rosario para obtener la ayuda de la Madre de Dios. Le envío mi bendición.

Kyrie eleison.