Argumento Emocional
Una comparación del ayer tiene la ventaja de ser muy clara: en el lomo de una mula una carga pesada puede ser difícil de balancear. Si se desplaza a la izquierda, uno debe empujarla a la derecha. Si se inclina a la derecha, debe ser empujada a la izquierda. Pero ese doble empuje no es contrario – tiene el único propósito de mantener la carga balanceada. De modo semejante, el que estos “Comentarios” argumenten repetidamente contra el sedevacantismo no significa empujar hacia el liberalismo, ni tampoco sugieren que el sedevacantismo sea tan malo como el liberalismo. Meramente es reconocer que las ultrajantes palabras y actos del presente ocupante de la Santa Sede están tentando a muchos buenos Católicos a renunciar a su razón y a juzgar la realidad por sus emociones. Esa es una práctica muy común hoy en día, pero no es católica.
Por ejemplo, los argumentos sedevacantistas, al examinarse, no son nunca tan fuertes como pudieran parecerlo. Miremos a dos que cruzaron recientemente a mi atención, ambos de Católicos devotos fuertes en la Fe. Aquí está el primero: los Papas Conciliares, especialmente Francisco, no han confirmado a su rebaño en la Fe. Pero, es a la esencia de un Papa hacerlo. Por consiguiente los Papas Conciliares no son esencialmente Papas. En respuesta, uno debe distinguir un Papa en su serlo de un Papa en su acción. Un Papa deviene esencialmente Papa en su serlo por su elección válida en un Cónclave de Cardenales o por su elección, si ella hubiera sido inválida en sí, siendo convalidada por su subsiguiente aceptación como Papa por la Iglesia Universal (que puede haber sido el caso para más de un Papa Conciliar, Dios sólo lo sabe). Por el contrario, confirmando a su rebaño en la Fe, un Papa es esencialmente Papa en su acción. Las dos cosas, serlo y acción, son diferentes y pueden ser separadas. Por consiguiente, un Papa puede fallar en acción sin necesariamente dejar de ser Papa en su serlo. Ese es seguramente el caso de varios, sino todos, los Papas Conciliares.
Y aquí está el segundo argumento: para el Católico individual y falible ponerse a sí mismo como juez de error del Magisterio infalible de la Iglesia, es ridículo. Enfrentado entonces al error obvio (por ejemplo el Conciliarismo) de ese Magisterio (por ejemplo los Papas Conciliares), este Católico puede sólo concluir que ellos no han sido Papas verdaderos. Pero, en respuesta, el Papa no es necesariamente el Magisterio infalible de la Iglesia. Si él no compromete todas las cuatro estrictas condiciones del Magisterio Extraordinario, ni enseña de acuerdo con el Magisterio Ordinario de la Iglesia, entonces es falible, y si por añadidura contradice ese Magisterio Ordinario, entonces está ciertamente en el error, y puede ser juzgado de ser tal por cualquier Católico (¡o no-Católico!) que esté haciendo el correcto uso de su mente que Dios le dio. De otra manera, ¿cómo pudo Nuestro Señor habernos prevenido todos para que nos guardáramos de los falsos profetas y de los lobos disfrazados de ovejas (Mt.VII,15–20)?
De hecho, ambos argumentos pueden provenir de un rechazo emocional a los Papas Conciliares: “¡Ellos han maltratado a la Iglesia de tal manera que yo simplemente no puedo aceptar que hayan sido Papas!” Pero ¿qué tal si yo hubiera sido un espectador observando el Via Crucis original? – “¡Este es maltrato tal de Jesús que yo simplemente no puedo aceptar ya más que Él es el Hijo de Dios!” ¿No es que mi rechazo emocional al maltrato hubiera sido correcto y, sin embargo, mi conclusión equivocada? Hay un misterio involucrado en los Papas Conciliares que es vaciado o anulado por el sedevacantismo.
Ahora bien, puede ser que, cuando la Iglesia un día recobre sus sentidos, la sola autoridad competente declarará que los Papas Conciliares no eran Papas, pero entre ahora y ese momento los argumentos hasta ahora presentados para probar que la Sede de Roma esté vacante no son tan contundentes como se pueden presentar para parecerlo.
Kyrie eleison.