¿SE MUEREN LOS OBISPOS?
Hoy, parece, que tales puntos son exagerados?
Mañana podrían parecer anticuados!
En el otoño pasado recibí la siguiente carta de un antiguo colega, todavía sacerdote de la SSPX (quizá porque puede ser más una amenaza para ellos desde afuera que desde adentro de la Neofraternidad, mientras siga respetando su autoridad). Que Dios esté con el obispo Huonder, que murió antés de que se publicaran las líneas que siguen. Se puede pensar que era menos astuto que los criminales que lo instrumentalizaron.
La Fraternidad Sacerdotal de San Pío X, en comparación con lo que fue durante 21 años bajo Mons. Lefebvre (1970–1991), se ha vuelto muy liberal, y desde la cima hacia abajo, particularmente desde el año 2012 ha abandonado el curso que él estableció. Llamarla hoy la “Neofraternidad” es adecuar el nombre a la realidad. Ay. Y creo que todos los problemas de esta” Neofraternidad ” han llegado por un momento a un punto crítico con Mons. Huonder.
1. Fue ordenado sacerdote y obispo con los nuevos ritos de Ordenación y Consagración respectivamente. Este hecho ya no se considera un problema en la Neofraternidad. Un llamamiento para que se dejara reordenar condicionalmente y reconsagrar no tuvo ningún efecto. La Neofraternidad ha abandonado el principio clásico de la Iglesia del “tutiorismo”, es decir, tomar la vía ciertamente válida siempre que haya la menor duda seria sobre la validez de los sacramentos que se reciben, como ocurre con las consagraciones de obispos de la Nueva Iglesia, sino también con las ordenaciones de sacerdotes.
2. Monseñor Huonder sí critica -a medias- al papa Francisco, al Vaticano II y a la nueva misa. Y esto es suficiente para que una gran parte de nuestros laicos de la Neofraternidad le llamen “nuestro hombre, nuestro obispo”. Pero en realidad nunca ha condenado claramente ni el Vaticano II (la Revolución en la Iglesia Católica) ni la nueva misa (la misa de Lutero). Y Mons. Huonder dijo a una persona que él celebra la nueva misa con dignidad, que la considera una forma de misa totalmente digna. Esto muestra claramente su intención de reconciliar la misa antigua con la Nueva Iglesia, totalmente en el espíritu del Papa Benedicto XVI, pero en absoluto contraste con el difunto Monseñor Lefebvre.
3. En sus conferencias, Mons. Huonder admite abiertamente que todavía tiene la tarea de someter a la Neofraternidad bajo Roma. Por lo tanto, es un agente infiltrado del papa Francisco. Así como el papa Francisco al legitimar las confesiones de la Neofraternidad, luego matrimonios, luego ordenaciones, utilizó tácticas de salami durante tres años sucesivos (2015–2017) para atraer a la Neofraternidad a la Nueva Iglesia de Moloch, Mons. Huonder se propone exactamente la misma tarea. Y al igual que los Superiores de la Neofraternidad por la legitimación oficial de sus confesiones, ordenaciones y matrimonios gritaron a Roma: “¡Oh, Santo Padre, te damos gracias!”, así también nuestros Superiores se inspiran ahora en Mons. Huonder para alegrarse de que un obispo de la Nueva Iglesia haya encontrado su camino hacia la Neofraternidad, y viviendo en una de nuestras casas se está uniendo abiertamente a la Neofraternidad, como un submarino. Qué ciegos se han vuelto nuestros Superiores.
4. Monseñor Huonder escribió su tesis doctoral sobre el problema judío de la Edad Media. Mons. Huonder introdujo en la iglesia suiza una Jornada para los judíos. Ningún miembro de la Neofraternidad parece haberse preguntado si la relación del obispo con los judíos se corresponde con la visión tradicional de la Iglesia Católica sobre ellos.
5. Un colega me escribió que si el nuevo rito de consagración de los obispos resultaba inválido, tendría consecuencias nefastas. Desde principios de los años 70 ya no habría sacerdotes ni obispos válidos. Eso significaría que todas las congregaciones de rito tradicional reconocidas oficialmente dentro de la Nueva Iglesia, como San Pedro o Cristo Rey, no tendrían sacerdotes ni obispos válidos. Eso significaría que sólo en la Neofraternidad seguiría existiendo la Iglesia de Cristo. Ni el papa Benedicto XVI ni el arzobispo Vigano habrían sido obispos válidos. Estas conclusiones, de cierta lógica, deben ser tenidas en cuenta.
El Superior General de la Neofraternidad, el P. Pagliarani, planteó esta cuestión en su conferencia de Econe del 8 de septiembre del año pasado, pero si la Neofraternidad quiere absolutamente ser amada y reconocida por la Roma masónica y modernista, entonces tal pregunta simplemente no puede ser planteada. Por eso tomó una posición clara: las consagraciones de nuevo rito son válidas. ¿Es posible que una conclusión tan grave sea cierta? Constantemente escuchamos que Bergoglio quiere reformar la misa nueva, que en la reforma de la reforma ya no se dirán palabras de consagración sobre el pan o el vino, lo que significaría la completa extinción de la misa. Además, en mi opinion, algo así como dos de cada tres misas nuevas ya no son válidas, porque los sacerdotes ya no creen en la Presencia Real de Cristo. Pero si la extinción total de la misa es una posibilidad eventual, ¿por qué no la extinción total de los obispos verdaderamente consagrados?
Kyrie eleison.