Papas Conciliares – V
Papas Conciliares – V on julio 18, 2015
El “Comentario” de la semana pasada fue tan lejos como para sugerir que empezar a comprender la mentalidad liberal es una ayuda importante para mantener la Fe hoy en día. Viendo como el liberalismo disuelve la Verdad, uno comprende como él esta socavando la Fe y destruyendo a la Iglesia. Al mismo tiempo, viendo como corrompe las mentes, uno comprende cómo los hombres de Iglesia de hoy están “diabólicamente desorientados” sin necesariamente estar completamente conscientes de cómo están destruyendo a la Iglesia. Entonces, uno no necesita ser ni liberal ni sedevacantista. Así que miremos a otro texto clásico de Monseñor Lefebvre donde él examina “La Mentalidad Católico-Liberal” en el Capítulo XVI de Le Destronaron:—
“Una enfermedad del espíritu. Más que una confusión, el catolicismo liberal es una ‘enfermedad del espíritu’ (Padre A. Roussel en su libro “Liberalismo y Catolicismo” ): El espíritu no consigue sencillamente descansar en la verdad. Apenas se atreve a afirmar algo, se le presenta la contra-afirmación, que también se ve obligado a admitir. El Papa Pablo VI fue el prototipo de este espíritu dividido, de este ser de doble faz – incluso se podía leer esto físicamente, en su rostro – en perpetuo vaivén entre los contradictorios y animado de un movimiento pendular, que oscilaba regularmente entre la novedad y la Tradición. Dirán algunos: ¿esquizofrenia intelectual?
“Creo que el Padre Clérissac vio más en profundidad la naturaleza de esta enfermedad. Es una ‘falta de integridad del espíritu’, escribe (Humbert Clérissac, o.p. “El Misterio de la Iglesia” Cap.7), de un espíritu que no tiene ‘suficiente confianza en la verdad. Esta falta de integridad del espíritu en las épocas del liberalismo, se explica del lado psicológico por dos rasgos manifiestos: los liberales son receptivos y febriles. Receptivos porque asumen con demasiada facilidad los estados de espíritu de sus contemporáneos; febriles porque por miedo de contrariar esos diversos estados de espíritu, se encuentran en continua inquietud apologética; parecen sufrir ellos mismos las dudas que combaten; no tienen suficiente confianza en la verdad; quieren justificar demasiado, demostrar demasiado, adaptar o incluso disculpar demasiado’.
“Ponerse en armonía con el mundo. ¡Disculpar demasiado! ¡Qué expresión oportuna! Quieren disculpar todo el pasado de la Iglesia: las Cruzadas, la Inquisición, etc.; en cuanto a justificar y demostrar, lo hacen bien tímidamente, sobre todo si se trata de los derechos de Jesucristo; pero adaptar, por cierto que lo hacen, ese es su principio. Parten de un principio práctico y de un hecho que juzgan innegable: que la Iglesia no podría concebirse en el ambiente concreto en que debe cumplir su misión divina sin armonizarse con él”.
Desde el tiempo del Padre Clérissac y de Monseñor Lefebvre, la disolución de las mentes y de los corazones por el liberalismo ha solamente hecho grandes avances. En el siglo 21ero hay aún menos trazas que hayan quedado del antaño marco de verdad objetiva y de moralidad objetiva que las que había en el siglo 20mo. Esto siendo así, la adaptación de la Iglesia a sus ambientes deviene más y más mortal para la Fe Católica y para la moral, las cuales no son nada si no son objetivas. ¡Cuánto hemos tenido que sufrir recientemente a causa de una mente continuamente alternando afirmaciones con contra-afirmaciones, continuamente ansiosa por convencer a ambos dos partidos completamente opuestos el uno al otro, para reconciliar lo irreconciliable, careciendo no solamente de confianza en la verdad sino incluso, tal como parece, de cualquier conocimiento de la verdad, si no fuera que esta mente puede hacer una tan buena imitación de la verdad! Tal mente se decía ayer que pertenecía a un “mentiroso”. ¿Y hoy?
Solamente podemos gritar como el Salmista: Señor, tus propios Católicos han devenido una burla para los no Católicos. Por tu propio honor y gloria, ¡apresúrate a rescatarnos!
Kyrie eleison.