Vida de Fábrica
Vida de Fábrica on enero 9, 2016
He aquí otra buena carta de un lector de estos “Comentarios”. Él tiene una visión sana de una escena insana. Los lectores pueden estar desanimados por lo que él describe, o pueden estar animados por cómo él lo describe. Un número de lectores deben reconocer aquí lo que enfrentan cada día cuando van al trabajo, y podrán tal vez ver mejor aquí sobre porqué y cómo su lugar de trabajo de ellos está erosionando su Fe católica. Él escribe:—
He trabajado en una fábrica de autos por más de dos años ahora y, si bien paga bien, el ambiente es una especie de microcosmos del mundo en general. Me explico . . .
1) Mezclando los sexos – Hombres y mujeres trabajan juntos en proximidad cercana. Tal trabajo destruye completamente la femineidad de una mujer. Por supuesto hay ciertas tareas que las mujeres no pueden hacer pero, debido a este falso sentido de igualdad, la compañía necesita permitir que las mujeres trabajen allí. Las historias que he escuchado sobre transgresiones contra el 6to y 9no mandamientos son verdaderamente perturbadoras. No preciso elaborar. Pero, ¿qué más podía cualquiera esperar? ¿Porqué una mujer querría incluso trabajar en tal lugar?
2) Las mentes de los hombres están incapacitadas de hacer juicios morales – Por supuesto generalizo, pero la mayoría de los hombres con los que he hablado no piensan en términos de moralidad (es decir de bien y mal), sino en términos de qué placeres pueden mantenerles a ellos entretenidos. He hablado con varios compañeros de trabajo y he tratado de abordar cuestiones de moralidad en una manera que ellos pudieran comprender, pero parece que les entra por un oído y les sale por el otro. Cuando un hombre se ha sumido a sí mismo en las cosas de la carne, está incapacitado para pensar en el alma. Peor, algunos de estos compañeros de trabajo no tienen absolutamente ninguna verguenza en jactarse de sus pecados. Érase una vez en que los hombres tenían verguenza. Ya no más, parece.
3) Yo soy mi propio dios – La falsa libertad es exaltada como el principio guía en la vida de los hombres. He tenido unas pocas discusiones con algunos de mis compañeros de trabajo y lo que he obtenido una y otra vez es que la verdad y la moralidad son un asunto puramente subjetivo. Lo que usted cree ser la verdad está bien con usted, pero usted no puede imponer su forma de pensar en ningún otro. Le dije a un supervisor mío que tal pensamiento es absurdo. Dije, ¿qué hay si alguien piensa que tener más de una esposa está bien? Él dijo, la creencia depende del individuo. Sin embargo, si un hombre niega un principio tan básico como el que la verdad no es subjetiva, desde allí ya no tiene sentido hablar con él. En esencia, cada individuo deviene su propio dios porque ÉL ha construído su propia realidad en lugar de someterse a lo que está fuera de él.
El ambiente en una fábrica moderna exuda una especie de ateísmo. No espero que trabajadores de una fábrica sean ejemplos de virtud estelar, pero diría que las fábricas modernas son exponencialmente peores de lo que describió Charles Dickens en su tiempo. Puedo seguir y seguir, pero el punto que estoy tratando de hacer es el siguiente: ¿cómo puede la gracia operar en vidas que están destruidas por pecado y por una vida de búsqueda de placer? ¿Cómo hace uno para llegar a hombres que ni siquiera pueden asir las más elementales normas de moralidad? Es frustrante, lo menos que se puede decir. Por favor rece por nosotros en las trincheras.
Mujeres liberándose de femineidad y familia, hombres liberándose de moralidad y de verdad objetivas – de hecho, ¿cómo puede uno llegar a, o aún hablar con, una tal “generación incrédula y perversa” (Lc.IX,41)? No sirven sino el ejemplo, la caridad y la oración. Aconsejé al escritor llevar al trabajo un rosario decena para poder rezar discretamente década tras década por sus compañeros de trabajo y para protegerse espiritualmente a sí mismo de su ambiente de trabajo. Pero tendrá que ser discreto.
Kyrie eleison.