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La Femineidad Redescubierta

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Cuando un pueblo amurallado está siendo asediado, y el enemigo está continuamente atacando una parte de sus muros, los habitantes deben continuar defendiendo ese sector de la muralla. Hoy en día el enemigo de la humanidad, Satanás, está permanentemente atacando a la verdadera femineidad, porque sin verdaderas mujeres no pueden existir verdaderas madres, ni una vida de familia verdadera, ni niños verdaderamente felices y por ende tampoco seres humanos verdaderos. Quisiera citar el testimonio completo de otra ex feminista, quien me escribió hace algunos meses para agradecerme por “afirmar y sostener nuestra naturaleza verdadera como mujeres,” de acuerdo a cómo ahora ella lo percibe. Lo que sigue es un escueto resumen de su carta, que debe ser considerada un clásico por su contenido:

Nacida a mediados de los años 60?, tuve un padre violento y abusivo, y he carecido de una figura paterna desde entonces. Después de que el murió, cuando yo tenía 14 años, rechacé mi fe Católica y me alejé de la Iglesia . . . es difícil creer en un Dios de amor cuando no eres amada por tus propios padres. Lejos de la Iglesia abracé al feminismo radical y al paganismo, y terminé odiando los vestidos porque estos eran retratados como una forma inferior de vestir a la que usaban los varones. Me pregunto ¿de dónde saqué la idea de que las mujeres son débiles? Ahora entiendo que las mujeres no son para nada débiles, sino que somos fuertes en aspectos diferentes a los de los hombres.

Fui a la Universidad determinada a demostrar que podía hacer cualquier cosa que un hombre hiciera, pero en mis próximos siete años como oficial de policía, me di cuenta de que la agresividad y el dominio requeridos por aquel trabajo no se me daban naturalmente, y que nunca podría ser tan fuerte físicamente como los hombres. Así es que equiparé cualquier signo de femineidad en mí, con una debilidad. Al mismo tiempo, como feminista radical, odiaba a los varones y deseaba no necesitar a ninguno de ellos; y debido a toda esa basura feminista, casi no llegué a casarme. Pero al promediar los treinta años, me di cuenta de que corría el riesgo de quedarme sola por el resto de mi vida, así es que decidí comenzar a salir con muchachos. Poco tiempo después conocí a mi futuro esposo.

Cuando él me pidió que usara un vestido porque era más atractivo, ¡exploté! Sin embargo, me lo probé únicamente para darle gusto. Fue entonces que mi comportamiento empezó a cambiar lentamente, y a medida que empecé a actuar y a sentirme más femenina, descubrí que me gustaba sentirme así porque lo sentía natural para mí. Cuando después de algún tiempo nos casamos, mis prioridades cambiaron, y deseaba intensamente quedarme en casa. En el trabajo puedo ser positiva, pero no es algo que disfrute. Entiendo perfectamente ahora que es normal para mí, como mujer, preferir no ser el líder, porque esa es la manera en que Dios me diseñó. He pasado toda mi vida de trabajo tratando de competir con hombres e intentando ser como ellos, y esto me ha hecho infeliz y sentirme fracasada, porque por más que lo intentaba, no soy como los hombres ni nunca podré serlo, porque no soy un hombre.

Fue el amor de mi esposo que me permitió, después de 26 años, volver a la Iglesia a regañadientes; ¡pero Dios me llamaba! Allí encontré todo algo diferente de lo que recordaba, y para empezar no estuve de acuerdo con la postura de la Iglesia en todas las cuestiones que involucran a las mujeres. Pero a medida de que leía más, mis ojos se abrieron y me di cuenta, entre otras cosas, de cómo la manera en que visto da forma a mis sentimientos e inclusive a mi personalidad. Cuando me pongo vestidos o faldas me siento gentil y femenina, más natural. Mi educación continua en las enseñanzas de la Iglesia, que incluye las «Cartas del Rector,” me ha ayudado a respetarme a mí misma como mujer y no como un pseudo-varón. Es en detrimento de todos que el feminismo haya echado raíces en nuestra cultura.” (Fin del testimonio).

Madre de Dios, por favor consigue para nosotros hombres viriles, sin los cuales difícilmente tendremos mujeres femeninas.

Kyrie eleison.