Dos Obispos

Dos Obispos on diciembre 21, 2019

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Desde el verano y el otoño de 2012, cuando se volvió evidente que dos de los tres obispos de la Fraternidad San Pío X ya no sostenían la posición respecto a las relaciones de la Fraternidad con Roma que sustentaron en su carta dirigida a la Casa General del 7 de abril; seguidores de la Fraternidad, sacerdotes y laicos, se han preguntado por qué. Pocas personas, entonces o desde entonces, habrán tomado el cambio de posición de los obispos como una cuestión de personas o personalidades. Dado que la carta advertía severamente en contra de abandonar el claro rechazo de Monseñor Lefebvre a los contactos con la Roma inconversa, la mayoría de la gente tomó el cambio de los dos obispos por lo que era, a saber, un asentimiento con el nuevo principio del Superior General de contacto antes de la conversión. Sin embargo, como la Roma conciliar no había cambiado, excepto para peor entre 1988 y 2012, ¿por qué cambiaron los dos obispos?

La cuestión mantiene toda su importancia hasta hoy. ¿Qué debe ganar la Fraternidad para la Fe – ¡no la Fe para la Fraternidad! – a través de los contactos amistosos de la Fraternidad con los romanos conciliares que todavía están empeñados en su ecumenismo del Vaticano II, hasta el punto de incluir la veneración de los ídolos Pachamama por parte del Papa en los mismos jardines del Vaticano? Una cosa parece cierta: durante los últimos 20 años la Fraternidad ha arriesgado su futuro en esa amistad, y renunciar a ella ahora significaría admitir que todos estos 20 años han sido un gran error. Por lo tanto, la Fraternidad, en grave necesidad de nuevos obispos para su apostolado Tradicional en todo el mundo, no puede elegir y consagrar su propia elección de obispos Tradicionales, porque estos ciertamente disgustarían a los conciliares romanos. Así que en 2012 los dos obispos se pusieron una cruz pesada sobre sus propias espaldas, más pesada cada año – ayudaron a conducir a la Fraternidad por un callejón sin salida: en 2019 esta no puede tener, y no puede no tener, sus propios obispos.

Se dispone de información reciente que arroja algo de luz sobre la decisión de los dos obispos de abandonar la posición del arzobispo de conversión antes de los contactos, a la que se adhirieron tan recientemente. En cuanto a Monseñor de Galarreta, nos enteramos de que casi tan pronto como la carta del 7 de abril apareció en Internet, se apresuró a ir a la Casa General de la FSSPX para disculparse ante el Superior General por su aparición, a la que renunció rotundamente. ¿Pero cómo podía renunciar a la publicación sin disociarse también del contenido? Parece que la publicación le hizo temer la inminente implosión de la Fraternidad más de lo que el contenido le hizo temer el callejón sin salida de la Fraternidad, su abandono esencial de la defensa de la fe por parte del Arzobispo. ¿Fue la supervivencia de la Fraternidad más importante que la de la fe?

Monseñor Tissier de Mallerais tardó más en retractarse de su firma, por así decirlo, de la carta del 7 de abril, pero a principios de 2013 esa retractación también estaba clara. A un amigo le dio la siguiente orientación episcopal: La conversión de Roma no puede ocurrir hoy de golpe. El reconocimiento oficial nos permitirá trabajar mucho más eficazmente desde dentro de la Iglesia. Necesitamos paciencia y tacto para tomarnos nuestro tiempo y no molestar a los romanos a los que todavía no les gusta nuestra crítica al Concilio, pero estamos abriéndonos paso poco a poco, ¿no es eso lo que hicieron los Santos? Debemos seguir denunciando los escándalos y acusando al Concilio, pero debemos ser inteligentes para entender la forma de pensar de nuestros adversarios, que después de todo incluyen la Sede de Pedro. La política de Monseñor Fellay no ha fracasado realmente: nada se firmó el 13 de junio de 2012, nada catastrófico, nada extraordinario ha sucedido en los últimos 17 meses. Algunos sacerdotes nos dejaron, lo que me parece deplorable, por su falta de ellos de prudencia y de juicio, pero fue todo culpa suya. En resumen, trate de confiar más en los demás y menos en usted mismo. Ponga su confianza en la Fraternidad y en sus líderes. Bien está lo que bien acaba. Ese debe ser el espíritu de sus próximas decisiones y escritos.

Aquí terminan las razones del obispo recomendando a su amigo que siga a Monseñor Fellay. Pero, ¿han entendido bien Mons. de Galarreta, Mons. Tissier de Mallerais o Mons. Fellay las razones por las que el arzobispo rompió el contacto con los conciliares romanos? ¿No subestiman los tres gravemente la crisis sin precedentes causada por la traición pre-apocalyptica de los eclesiásticos conciliares a la Verdad y a la Fe? ¿Cómo puede el compromiso doctrinal o la política meramente humana con Roma resolver esa crisis?

Kyrie eleison.