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La Iglesia Sepultada – I

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Si creemos a Nuestra Señora de La Salette y al Venerable Bartolomé Holzhauser, lo que vivimos hoy es sólo el fin de la Quinta Edad del mundo, no es aún el fin de la Séptima y última Edad del mundo. La Quinta Edad está lista para terminar en un gran castigo, preludio de la breve Sexta Edad que será el más grande y glorioso triunfo de la Iglesia en toda su historia, preludio a su vez de la Séptima Edad que verá el surgimiento del Anticristo, la mayor persecución de toda la historia de la Iglesia y el ocaso del mundo tal como lo conocemos, para ser misteriosamente reemplazado por “nuevos cielos y una nueva tierra” (II Pedro III, 13). Si esto es lo que San Pedro, el Venerable Holzhauser y Nuestra Señora de La Salette querían decir, entonces ciertamente la Iglesia se levantará de nuevo de su actual tumba mucho antes de que despegue en el fin del mundo hacia el Cielo. La pregunta es, ¿cómo sobrevivirá y saldrá de su actual tumba?

El punto esencial que hay que comprender es que la Iglesia pertenece a Dios, que la Iglesia está dirigida por el Espíritu de Dios, y que la acción de este Espíritu Santo es comparable a la del viento que sopla donde quiere, sabemos que está allí porque podemos oírlo, pero no sabemos de dónde viene ni a dónde va (Juan III, 8). Por lo tanto, los pensamientos de Dios van a estar muy por encima de nuestros pensamientos como hombres, y tenemos que acostumbrarnos, por ejemplo, a que los primeros sean los últimos y los últimos los primeros (Mt. XX, 16). Así, desde 1970, cuando se fundó la Fraternidad San Pío X, hasta 2012, cuando sus líderes establecieron las condiciones para que la Fraternidad volviera bajo los romanos conciliares, la Fraternidad fue una vanguardia en la defensa de la Fe, pero desde 2012 ha sido oficialmente como un perro faldero de los romanos. El Sistema se tragó a la Fraternidad, y de ser uno de los primeros, comenzó a convertirse en uno de los últimos, porque el Diablo no dejará que se detenga a mitad de camino.

En este punto, muchos católicos de la Tradición deseaban con todo su corazón que una pos-Fraternidad surgiera para tomar el lugar de la Fraternidad. Pero una pos-Fraternidad podría bien no haber sido la voluntad de Dios. Los años 2010 ya no eran los 70 u 80 cuando Monseñor Lefebvre pudo construir la Fraternidad mundial. La desintegración de los corazones y las mentes estaba mucho más avanzada que en los años 70, y desde 2012, si cabe, se está acelerando. Vean el poco sentido común que tienen los hombres hoy en día, cada vez menos. Por supuesto que la gracia de Dios puede hacer católicos integrales a los seres humanos desintegrados, pero Dios raramente forzará el libre albedrío de los hombres, y así, si los hombres insisten en convertir su interior en una especie de pantano fangoso, el helicóptero de la gracia sobrenatural de Dios puede que ni siquiera intente aterrizar, por miedo a desaparecer en el barro.

Ciertamente Dios mantendrá la Iglesia a lo largo de los años 2020. Por medio de un movimiento de “Resistencia” sin estructura ni organización, y con luchas endémicas entre los miembros que se resisten unos a otros? Sin embargo si todos los resistentes comparten al menos la misma verdadera Fe, su movimiento puede ser todavía una estrella en la defensa de la Fe, y su falta de estructura puede ser incluso una ventaja si significa que no hay una cabeza cuya captura sea demasiado susceptible de significar la caída de toda la estructura, porque el hombre moderno no sabe ni cómo obedecer ni como desobedecer. Y si los que se resisten tienen además un mínimo de sentido común y de caridad, entonces pueden incluso llevarse bien sin tener que devorarse unos a otros. Y si la “Resistencia” no es una etiqueta de la cual estar orgulloso, tampoco es algo malo, porque la situación ha ido mucho más allá de las meras etiquetas.

En cualquier caso, lo que es vitalmente necesario para los católicos que desean salvar sus almas manteniendo la Fe es ver cómo y por qué el mundo que nos rodea socava y corrompe su Fe Católica. No es necesariamente por falta de buena voluntad o de buenas intenciones, al contrario. Mientras que los protestantes originales eran enemigos abiertos y amargos de la Fe, sus sucesores, los liberales del mundo entero, pueden ser sinceramente amistosos con los católicos, siempre que éstos compartan su profundo principio de que la verdad sólo puede ser subjetiva; que sólo hay un Dogma, según el cual todos los demás dogmas son opcionales; que las ideas no importan; que “Todo lo que necesitas es amor”; que todas las religiones tienen el mismo y único Dios, y así sucesivamente. Este Dogma se ha vuelto tan instintivo que ya ni siquiera se discute, por lo que es tan peligroso. La verdad es descartada fuera de la corte incluso antes de que pueda poner un pie en la sala. Pero si no hay verdad, ¿cómo puede haber un Dios verdadero?

Kyrie eleison.