Siete Edades de la Iglesia

FIN de los TIEMPOS, FIN del MUNDO

FIN de los TIEMPOS, FIN del MUNDO on junio 1, 2024

Por la propia visión de Dios de estos dos Testamentos,

En Romanos leemos cómo Pablo vio los eventos.

Pertenece a la sabiduría de Dios dejarnos a los seres humanos ignorantes de su calendario exacto o programa de los acontecimientos que conducen al fin del mundo, pero en el más inmediato de esos acontecimientos todos nosotros estamos implicados, y no nos está prohibido especular sobre ellos. Al contrario, para salvar mi alma puede ser prudente pensar en lo que Dios Todopoderoso tiene en mente, a fin de evitar ciertos errores importantes.

Por ejemplo, Dios puede guiarnos a los seres humanos para que hagamos lo que Él quiere, pero nunca nos quitará nuestra libre albedrío para que lo hagamos, y por eso es imposible una Edad de Oro de mil años de aquí al fin del mundo. Él tendría que estar constantemente anulando las elecciones de los hombres. Lutero (1483–1546) sabía que estaba destruyendo la Cristiandad. Le tomó 450 años hasta el Vaticano II, por así decirlo (1517–1965), pero al final de ese tiempo los hombres se habían corrompido cada vez más. Ahora puede haber una corta Edad de Oro como el triunfo del Corazón Inmaculado de Nuestra Señora, pero no puede durar mucho. En La Salette en 1846, Nuestra Señora dijo que sólo 25 años de buenas cosechas verán volver el pecado, es decir, el fin de la Edad de Oro y el comienzo del descenso al Anticristo. El milenarismo, una supuesta Edad de Oro de mil años antes del fin del mundo, es un error condenado por la Iglesia.

Otro error importante que debe evitarse es que la Iglesia llegará a su fin en la tierra en un resplandor de gloria humana. Una sola cita de Nuestro Señor pone fin a esa ilusión – Lc. XVIII, 8: «Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?” En otras palabras, al final del mundo la Iglesia casi habrá desaparecido de la vista, presumiblemente como resultado de su persecución por el Anticristo, la persecución más feroz de toda su historia. Ese mundo que tiene al diablo por soberano (Jn. XIV, 29) verá en esa persecución una tremenda derrota para la Iglesia, pero Dios verá en ella las últimas gotas de santidad que le serán en forma de algunos de los más grandes mártires y santos de toda su historia, en otras palabras una de sus mayores victorias. No es de extrañar que el final de la Iglesia se parezca a la cruz de Nuestro Señor, porche la victoria universal de la Iglesia sigue inmediatamente en la forma del Juicio General, o universal.

Otro error que hay que evitar con toda seguridad es confundir el fin de los «tiempos» (véase Lc. XXI, 24) con el fin del mundo. En términos del comentario del venerable Holzhauser sobre los capítulos 2 y 3 del Apocalipsis, donde divide la historia de la Iglesia en siete Edades, el «fin de los tiempos», o fin de los tiempos para que los gentiles entren en la Iglesia de Dios, con el fin de reemplazar a toda la antigua raza elegida que decidió ya no ser pueblo de Dios (Mt. XXVII, 25), llega al final de la quinta Edad. Por el contrario, el fin del mundo llega al final de la séptima Edad. En efecto, la antigua raza elegida se convertirá de nuevo a Nuestro Señor, su propio Mesías, al fin del mundo (Rom. XI, 26), pero hasta entonces los judíos conversos seguirán siendo la excepción en lugar de la regla, en otras palabras, serán demasiado pocos para el propósito de Dios de poblar su cielo. De ahí todo el plan de salvación de Dios mediante los dos Testamentos – véase Romanos, capítulos IX, X, XI.

He aquí por qué el Nuevo Testamento tuvo que reemplazar al Antiguo; por qué la raza elegida en razón de la raza tuvo que dar lugar a la raza elegida en razón de la fe y dotada de dones sobrenaturales; es por eso qué los judíos tuvieron que ceder el paso a los gentiles, y por eso es qué les han hecho la guerra desde entonces (I Tesalonicenses II, 14–16), especialmente a los palestinos. Pero los católicos nunca debemos olvidar lo mucho que debemos a los héroes de Dios de antaño, del Antiguo Testamento. Sin ellos no habríamos tenido la encarnación de Jesús.

Kyrie eleison

La Iglesia Sepultada – I

La Iglesia Sepultada – I on abril 11, 2020

Si creemos a Nuestra Señora de La Salette y al Venerable Bartolomé Holzhauser, lo que vivimos hoy es sólo el fin de la Quinta Edad del mundo, no es aún el fin de la Séptima y última Edad del mundo. La Quinta Edad está lista para terminar en un gran castigo, preludio de la breve Sexta Edad que será el más grande y glorioso triunfo de la Iglesia en toda su historia, preludio a su vez de la Séptima Edad que verá el surgimiento del Anticristo, la mayor persecución de toda la historia de la Iglesia y el ocaso del mundo tal como lo conocemos, para ser misteriosamente reemplazado por “nuevos cielos y una nueva tierra” (II Pedro III, 13). Si esto es lo que San Pedro, el Venerable Holzhauser y Nuestra Señora de La Salette querían decir, entonces ciertamente la Iglesia se levantará de nuevo de su actual tumba mucho antes de que despegue en el fin del mundo hacia el Cielo. La pregunta es, ¿cómo sobrevivirá y saldrá de su actual tumba?

El punto esencial que hay que comprender es que la Iglesia pertenece a Dios, que la Iglesia está dirigida por el Espíritu de Dios, y que la acción de este Espíritu Santo es comparable a la del viento que sopla donde quiere, sabemos que está allí porque podemos oírlo, pero no sabemos de dónde viene ni a dónde va (Juan III, 8). Por lo tanto, los pensamientos de Dios van a estar muy por encima de nuestros pensamientos como hombres, y tenemos que acostumbrarnos, por ejemplo, a que los primeros sean los últimos y los últimos los primeros (Mt. XX, 16). Así, desde 1970, cuando se fundó la Fraternidad San Pío X, hasta 2012, cuando sus líderes establecieron las condiciones para que la Fraternidad volviera bajo los romanos conciliares, la Fraternidad fue una vanguardia en la defensa de la Fe, pero desde 2012 ha sido oficialmente como un perro faldero de los romanos. El Sistema se tragó a la Fraternidad, y de ser uno de los primeros, comenzó a convertirse en uno de los últimos, porque el Diablo no dejará que se detenga a mitad de camino.

En este punto, muchos católicos de la Tradición deseaban con todo su corazón que una pos-Fraternidad surgiera para tomar el lugar de la Fraternidad. Pero una pos-Fraternidad podría bien no haber sido la voluntad de Dios. Los años 2010 ya no eran los 70 u 80 cuando Monseñor Lefebvre pudo construir la Fraternidad mundial. La desintegración de los corazones y las mentes estaba mucho más avanzada que en los años 70, y desde 2012, si cabe, se está acelerando. Vean el poco sentido común que tienen los hombres hoy en día, cada vez menos. Por supuesto que la gracia de Dios puede hacer católicos integrales a los seres humanos desintegrados, pero Dios raramente forzará el libre albedrío de los hombres, y así, si los hombres insisten en convertir su interior en una especie de pantano fangoso, el helicóptero de la gracia sobrenatural de Dios puede que ni siquiera intente aterrizar, por miedo a desaparecer en el barro.

Ciertamente Dios mantendrá la Iglesia a lo largo de los años 2020. Por medio de un movimiento de “Resistencia” sin estructura ni organización, y con luchas endémicas entre los miembros que se resisten unos a otros? Sin embargo si todos los resistentes comparten al menos la misma verdadera Fe, su movimiento puede ser todavía una estrella en la defensa de la Fe, y su falta de estructura puede ser incluso una ventaja si significa que no hay una cabeza cuya captura sea demasiado susceptible de significar la caída de toda la estructura, porque el hombre moderno no sabe ni cómo obedecer ni como desobedecer. Y si los que se resisten tienen además un mínimo de sentido común y de caridad, entonces pueden incluso llevarse bien sin tener que devorarse unos a otros. Y si la “Resistencia” no es una etiqueta de la cual estar orgulloso, tampoco es algo malo, porque la situación ha ido mucho más allá de las meras etiquetas.

En cualquier caso, lo que es vitalmente necesario para los católicos que desean salvar sus almas manteniendo la Fe es ver cómo y por qué el mundo que nos rodea socava y corrompe su Fe Católica. No es necesariamente por falta de buena voluntad o de buenas intenciones, al contrario. Mientras que los protestantes originales eran enemigos abiertos y amargos de la Fe, sus sucesores, los liberales del mundo entero, pueden ser sinceramente amistosos con los católicos, siempre que éstos compartan su profundo principio de que la verdad sólo puede ser subjetiva; que sólo hay un Dogma, según el cual todos los demás dogmas son opcionales; que las ideas no importan; que “Todo lo que necesitas es amor”; que todas las religiones tienen el mismo y único Dios, y así sucesivamente. Este Dogma se ha vuelto tan instintivo que ya ni siquiera se discute, por lo que es tan peligroso. La verdad es descartada fuera de la corte incluso antes de que pueda poner un pie en la sala. Pero si no hay verdad, ¿cómo puede haber un Dios verdadero?

Kyrie eleison.

Dios Recluta

Dios Recluta on abril 29, 2017

Sobre problemas candentes de hoy el Padre Jean-Michel Gleize, Profesor de Teología en el Seminario en Ecône de la Fraternidad San Pío X, ha escrito dos artículos que vierten interesante luz sobre sus soluciones. En primer lugar, ¿puede el Papa caer en herejía formal? Respuesta, puede ser, porque no siempre a los Papas se les ha mantenido como estando tan libres de error como ellos lo han sido en los últimos pocos siglos. Y, en segundo lugar, ¿muestra el documento Papal Amoris Laetitia que el Papa Francisco ha caído en herejía formal? Respuesta, estrictamente hablando, no, pero en efecto uno puede decir eso porque el neo-modernismo socava a la doctrina mientras que pretende mantenerla. Esta segunda pregunta tendrá que esperar a otro número de estos “Comentarios” pero si el Padre Gleize no quería estar atrapado entre el sedevacantismo y el liberalismo, él tenía que abordar primero la primer pregunta.

En el primer y más corto artículo, él dice que desde la “Reformación” Protestante en adelante, los teólogos Católicos en general, notablemente San Roberto Bellarmino, han mantenido que el Papa no puede caer en negación consciente y pertinaz de un dogma de la Iglesia, es decir en herejía formal. Ellos citan a Nuestro Señor diciéndole a Pedro que confirme a sus hermanos en la Fe (Luc.XXII,32) lo cual presupone que Pedro no puede perderla. Y ellos argumentan que nunca en la historia de la Iglesia un Papa ha caído en herejía formal. Por otro lado, previo a la revolución Protestante, dice el Padre Gleize, los teólogos Católicos desde el siglo 12do hast el 16to generalmente juzgaron que un Papa puede caer en herejía formal, y esta opinión ha continuado en los tiempos modernos, aunque menos comúnmente.

El Padre Gleize concluye que especialmente en vista de los Papas Conciliares, los últimos teólogos mencionados no han probado su tesis. En cuanto a Pedro estando siempre protegido de herejía formal por Nuestro Señor, la fe es un acto de la mente empujado por el libre albedrío, y Dios raramente interfiere con el libre albedrío. Y en cuanto a los Papas en la historia, Honorio por ejemplo fue anatematizado por sus sucesores por haber favorecido la herejía Monotelita. Esta conclusión es seguro disputable y disputada, pero si uno mira a la cuestión desde el punto de vista histórico de las Siete Edades de la Iglesia, ella sí tiene sentido.

Por tres Edades (Apóstoles 33–70, Mártires 70–312, y Doctores 312 a cerca de 500 DC) la Iglesia escaló a la Cuarta Edad, el triunfo de 1,000 años del Cristianismo (cerca 500–1517). Pero por los finales de la Edad Media, el Diablo y el pecado original estaban comiendo en el Cristianismo y los hombres se lanzaron a la Quinta Edad de la Apostasía (1517-?), en la cual Cristianos degenerándose inventaron una forma de hipocresía tras otra (Protestantismo, Liberalismo, Comunismo entre otras) para rendir homenaje a la virtud y civilización Cristianas aún mientras se “liberaban” a sí mismos per gozar del último vicio, por ejemplo ahora “casamiento” del mismo sexo. Ahora, Dios habría podido hacer que la Edad Media continúe para siempre, pero Él hubiera tenido que interferir con el libre albedrío. Como fue, Él dio a Su Iglesia un cultivo especial de Santos para liderar la Contra-Reformación y durante el siguiente medio-milenio, Él obtuvo para variar la población de Su Cielo, una cosecha de Santos post-medievales. Pero para contrarrestar la corrupción del hombre post-medieval, Dios eligió reinforzar la autoridad de Su Iglesia de manera que las almas deseando la salvación pero ello ya no más suficiente por virtud interna, pudieran al menos ser dirigidas hacia el Cielo por autoridad externa. Luego por supuesto el Diablo se puso a trabajar especialmente en los hombres de Iglesia en altas posiciones de autoridad y luego de casi medio milenio es como si Nuestro Señor dijo, “Si ustedes no quieren Mi Iglesia, entonces tengan su propia Neo-Iglesia”, y eso fue el Vaticano II.

Entonces ahora, la autoridad en la Iglesia está dañada más allá de toda reparación humana y Dios usará algunos otros medios para exprimir a partir de nuestro mundo espiritualmente exhausto, aún otra cosecha de almas. Un Castigo asegurará la brillantez inicial de la Iglesia de la Sexta Edad pero el Diablo y el pecado original tendrán una naturaleza humana sobre la cual trabajar que está debilitada en profundidad por el liberalismo de la Quinta Edad, así que no va a tomar mucho tiempo para traer la Séptima Edad del Anticristo. Pero será una Edad de algunos de los más grandes Católicos de toda la historia de la Iglesia – un cultivo de especialmente grandes Santos.

Kyrie eleison.

Divinidad Trascendente

Divinidad Trascendente on abril 8, 2017

Si hay un momento del año que es especialmente apropiado para contemplar el sufrimiento y la muerte de Nuestro Señor Jesucristo, ese momento es seguramente hoy, en la víspera del Domingo de Ramos, justo antes de la Semana Santa. Y esa contemplación se ha vuelto más necesaria cada año por los últimos 50 años porque el sufrimiento de la Madre Iglesia que apareció con el Vaticano II se ha vuelto más y más escandaloso, más y más misterioso. Todos necesitamos recordarnos a nosotros mismos que Dios es misterioso, en otras palabras que Él va infinitamente más allá de nuestras pequeñas mentes humanas. De otro modo nos arriesgamos a recortarlo a un tamaño adecuado para que Él encaje dentro de esas pequeñas mentes. “Pues mis pensamientos no son vuestros pensamientos, y vuestros caminos no son mis caminos, dice Yahvé. Así como el cielo es más alto que la tierra, así mis caminos son más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos que vuestros pensamientos” (Is. LV,8–9).

Esta gran lección es enseñada en el quinto Misterio Gozoso del Santo Rosario, cuando a la edad de 12 años Nuestro Señor se permitió estar perdido para Su Madre y San José a fin de recordarles que Él tenía que ocuparse de los asuntos de Su Padre. Su Madre no pudo comprender – “Hijo, ¿porqué has hecho así con nosotros?” Él había causado tres días de intensa ansiedad a sus padres humanos – “Tu padre y yo te estábamos buscando con angustia”. Nuestro Señor respondió como si ellos hubieran estado ansiosos sin razón – “¿Cómo es que me buscábais? ¿No sabíais que conviene que Yo esté en lo de mi Padre?” Pero tan intensa había sido la ansiedad de Sus padres que humanamente esta respuesta no tuvo ningún sentido para ellos – “Pero ellos no comprendieron las palabras que les habló”. Sin embargo, Su Madre sabía que era mejor no preguntar más nada a Su Hijo. En su lugar, Ella “conservaba todas estas palabras en su corazón” (Luc. II,48–51) para ver por que Dios estaba en lo correcto aunque Ella no pudiera entender.

A la futura cabeza de la Iglesia, Piedra sobre la cual Ella sería construida, la misma lección sobre los caminos de Dios trascendiendo por mucho los nuestros necesitaba ser enseñada, aunque algo más rudamente que a la gentil Madre de Nuestro Señor. Demasiado humanamente, Pedro reprende a Nuestro Señor por atreverse a decirle a los Apóstoles que Él está yendo a Jerusalén para sufrir y morir. La respuesta de Nuestro Señor es punzante: “¡Apártate de Mí, Satanás!”, pero la explicación es esencialmente la misma que a Su Madre, “¡porque no sientes las cosas de Dios, sino las de los hombres!” (Mat. XVI,21–23). Pedro, recién nombrado Piedra de la Iglesia (Mat. XVI,18–19) es al que menos se le puede permitir pensar humanamente en lugar de divinamente cuando será cuestión de gobernar a la Iglesia.

Pero, por supuesto, Nuestro Señor sí reconoce el problema de los seres humanos pensando demasiado humanamente cuando se trata de las cosas de Dios. Es por eso que, pronto después de la reprimenda a Pedro, Él lo llevó con Santiago y Juan al Monte Tabor para, por medio de Su Transfiguración, dejar que la divinidad de la Deidad brillara desde dentro de la naturaleza humana Así, los Apóstoles estarían pronto sacudidos hasta lo más profundo de sus corazones por el terrible deicidio en Jerusalén, pero tres de ellos iban a poder dar testimonio de lo que habían visto con sus propios ojos (cf. II Pedr. I,16–18), antes de la Pasión, de la Divinidad brillando desde dentro de aquel hombre crucificado en el Calvario.

Y, ¿en nuestros días? Los Católicos saben que la vida de la Iglesia Católica es la continuación en la tierra de la vida Encarnada de Cristo en la tierra, así que en principio ellos saben que así como los 33 años de Cristo terminaron en Su Pasión y Muerte, así la Iglesia puede terminar su tiempo en la tierra sangrando de todas las heridas hasta que esté prácticamente extinguida. Sin embargo, verlo en la práctica, ocurriendo delante de los ojos de uno, puede sacudir la fe de muchos hombres buenos – “¿Cómo es posible que estos Papas, estos Cardenales y estos Obispos sean los portadores de la autoridad de Dios en la estructura de Su única verdadera Iglesia?” Por supuesto que ellos en general no son sus fieles portadores, pero, ¿dónde más si no están sus portadores estructurales? Paciencia. Dios estaba todavía allí, siendo arrastrado al Calvario, y así Él todavía está allí, siendo arrastrado al Nuevo Orden Mundial. ¡Pero Él no ha dicho Su última palabra!

Kyrie eleison.

Billot – III

Billot – III on enero 4, 2014

Los líderes actuales de la Fraternidad San Pio X están trabajando constantemente y astutamente para insertarla en el armazón de la Iglesia oficial, la cual está constantemente y astutamente adelantando a empujones las ideas Revolucionarias y Conciliares de libertad (libertad religiosa), igualdad (colegialidad) y fraternidad (ecumenismo). A pesar de ello, estos líderes seguramente toman en serio al Cardenal Billot. Ellos deberían meditar en las reflexiones que él hace sobre nuestra Quinta Edad de la Iglesia que se siguen de su exposición de las Siete Iglesias en el Epílogo del primer volumen de su celebrado Tratado de la Iglesia de Cristo. Aquí están algunas de esas reflexiones traducidas y adaptadas libremente del latino:—

“Nuestra propia edad sería entonces la Quinta Edad, la Edad de la deserción, la apostasía y el liberalismo, que viene entre el fin del Sacro Imperio Romano y lo que San Pablo llama una “vida de entre muertos” (Rom. XI, 15). ¡Que así sea! Ello nos da a todos en medio de nuestras tan muchas y tan grandes tribulaciones de hoy en día (El Cardenal escribió esto en 1927 – ¿Qué hubiera escrito en el 2013?) esperanza para una restauración futura y –perdonen la expresión- Contra-revolución. Ya hoy en día muchos líderes científicos, políticos y economistas están reconociendo y admitiendo con libertad cuán envenenados están los frutos de la Revolución Francesa de 1789 que proclamó que la única y sola fuente de todos los males del mundo fue el desdén de los “derechos del hombre.” ¡Que frivolidad! ¡Que tontería! ¡Que estupidez!

“La libertad de los Revolucionarios resulta en la tiranía de los fuertes sobre los débiles, su igualdad resulta en unos pocos millonarios enseñorándose aún más sobre las personas (¡uno piensa en Wall Street, 2013!), su fraternidad resulta en conflictos internos y un odio implacable de clases. Algunas personas asen esto, mientras que muchos no ven el carácter esencialmente diabólico de la Revolución. Sin embargo, aquellos que van más allá de la superficie ven que la cuestión religiosa subyace en todas las cuestiones que actualmente agitan a la humanidad: que la plaga del liberalismo político y económico se origina en el liberalismo ateo y anti-Cristiano expuesto arriba, que el orden social de ninguna manera puede ser restaurado a menos que los principios de la Iglesia una vez más dirijan la vida pública.

“¡Que este reconocimiento de la teoría conlleve frutos prácticos! De todo corazón, clamamos por tal restauración, sabiendo como las leyes paganas bajo las cuales vivimos hoy en día pueden aún permitir a los individuos ser Cristianos (en el 2013, ¿Por cuánto tiempo más?), pero hacen que una sociedad Cristiana sea del todo imposible. Por consiguiente, buscamos sobre todo el Reino de Dios y su justicia sin despreciar el resto que nos será agregado (cf. Mat. VI, 33). Dice San Pablo,’la piedad es útil para todo’. Así mismo lo es la influencia de la Iglesia ‘teniendo la promesa de la vida presente y de la venidera’” (cf. I Tim. IV, 8).

No es difícil ver aquí como el Cardenal no fue una de las muchas almas que él menciona que no ven a través del falso “glamour” del mundo moderno. Muy por el contrario, su firme asidero de la doctrina católica le permite describir nuestros propios tiempos, casi un siglo más tarde.

¡Cuartel General de la FSPX! Despertad de vuestro tonto sueño de convertir a los liberales que ahora controlan la Iglesia y parad de pretender con un flujo de Declaraciones ambiguas que vosotros estáis aún defendiendo la Tradición. Vuestras acciones prueban lo contrario y ¡las acciones hablan más que las palabras en Declaraciones! “Se os tiene por vivientes, pero estáis muertos. Os poned alertos y consolidad lo restante, que está a punto de morir. Recordad, pues, tal como recibisteis y oísteis del Arzobispo, y ponedlo en práctica y os arrepented.

Kyrie eleison.

Billot – II

Billot – II on diciembre 28, 2013

No es solamente basado en los nombres de las siete iglesias de Asia (cf. “Comentario” # ), sino también basado en el contenido de las siete Cartas dirigidas a ellas (Apoc. II y III) que el Cardenal Billot establece la conexión entre las Cartas y siete períodos principales de la historia de la Iglesia. De especial interés en este sentido es la Carta a la iglesia de Sardes (Apoc.III, 1–6) que correspondería a nuestra propia Edad, la quinta, la Edad de la Apostasía. Después de evocar la riqueza, lujuria y prosperidad material asociadas con Creso, famoso gobernante de Sardes, Billot escribe:—

“Como es de esperarse, esta iglesia parece estar en un estado de declinación espiritual. La Apostasía y la decadencia están por todos lados, pero, mientras que la mayoría de las almas abandonan la religión, hay unas pocas que permanecen fieles a Cristo. El ángel dice, ‘Con todo, tienes en Sardes algunos pocos nombres que no han manchado sus vestidos’. Pero: ‘Se te tiene por viviente, pero estás muerto!’ El nombre (pero no la realidad) de la vida, del conocimiento, de la libertad, de la civilización, del progreso; y estás muerto, sentado en la oscuridad y a la sombra de la muerte porque, la luz de vida, la cual es Nuestro Señor Jesucristo, ha sido rechazada. De allí que al Obispo de Sardes se le dice: ‘Ponte alerta y consolida lo restante, que está a punto de morir’. Y, por sobre todo, se le recomienda aferrarse indefectiblemente a todas las tradiciones de los Santos Apóstoles, sin desviarse en lo más mínimo del significado que ellas tenían para los Padres de la Iglesia, con la excusa de, o bajo la apariencia de, un entendimiento más profundo: ‘Recuerda, pues, tal como recibiste y oíste; y, guárdalo, y arrepiéntete’. Eso basta en cuanto a la Quinta Edad. Pero lo que sigue es para regocijarse un poco más.” Y el Cardenal sigue su camino con las Sexta y Séptima Edades.

Los lectores que nunca han leído los siete primeros versículos del Apocalipsis III en conexión con nuestros propios tiempos, estarían interesados en hacerlo. La conexión es notable y no co-incidental.

Es notable porque “consolida lo restante, que está a punto de morir” corresponde exactamente a la Contra-reformación salvando del Protestantismo al Catolicismo, a los Papas anti-liberales salvando de la Revolución al remanente de la Iglesia, al Arzobispo Lefebvre (y otros) rescatando del Vaticano II a la Tradición, y, ahora, a la Resistencia batallando para salvar lo que se pueda salvar de su Fraternidad colapsando en el liberalismo. Seguramente los Católicos pueden sentirse animados desde esta perspectiva, que su larga y aparentemente desesperanzada acción de retaguardia viene de un pasado distante y encaja, ciertamente, en un futuro al final triunfante. Es por ello que Dios nos ha dado el libro del Apocalipsis.

Tampoco es la conexión co-incidental. Nuestro Señor prometió a Sus Apóstoles (Jn.XVI,12–14) que Su Espíritu, el Espíritu Santo estaría con ellos y con sus sucesores a lo largo de las edades para revelarles a ellos lo que ellos en aquel momento solamente necesiten saber. Fue solamente cuando la Guerra de los Treinta años (1618–1648) estaba estragando Alemania, que al Venerable Holzhauser se le fue dado el entendimiento de las Siete Edades escondidas dentro de las Cartas a las siete iglesias de Asia. Así mismo fue solamente cuando la Revolución Rusa estaba justo por estallar, que necesitamos a Nuestra Señora asegurándonos en Fátima que al final Su Corazón Inmaculado triunfará. Cierto, la Iglesia está siendo, en este preciso momento, eclipsada (ver en Internet los fragmentos de la película de la Misa pública celebrada recientemente en Brasil por el hombre de Iglesia en blanco), pero, aún así, no hay necesidad ni justificación para que nosotros devengamos liberales.

Kyrie eleison.