Neo-Iglesia

Delincuencia sin Semejanza – I

Delincuencia sin Semejanza – I on noviembre 21, 2009

Para hacer resaltar una vez más la delincuencia sin semejanza del Concilio Vaticano Segundo (1962–1965), dos semanas no serán demasiadas para responder a la objeción razonable de un lector al argumento de “Comentarios Eleison” de hace tres semanas (31 de octubre). Dicho argumento sostenía que los Ritos sacramentales de la Iglesia Conciliar, introducidos por el post-Concilio, son de tal naturaleza que a largo plazo invalidarán los sacramentos de la misma, debido a que fueron diseñados para que a través de su ambigüedad puedan erogar la Intención sacramental del Ministro (sea obispo, sacerdote o laico), sin la cual no puede haber sacramento.

El lector se objetó tomando como base la enseñanza clásica de la Iglesia que dice que las fallas personales del Ministro sacramental, aún su falta de Fe, pueden ser compensados por la Fe de la Iglesia en cuyo nombre él está suministrando el sacramento (cf. Summa Theologiae, 3a, LXIV, 9 ad 1). Siendo así – un ejemplo clásico – un Judío que no posee en lo más mínimo la Fe Católica puede, sin embargo, válidamente bautizar a un amigo en su lecho de muerte siempre y cuando el Judío sepa que la Iglesia Católica realiza algo cuando bautiza, y tenga la intención de realizar esa misma cosa que la Iglesia realiza. Esta Intención de hacer lo que la Iglesia hace lo demuestra al pronunciar las palabras y al hacer las acciones establecidas en el Rito de la Iglesia para el sacramento del bautismo.

Por lo tanto, argumentaba nuestro lector, la Iglesia Conciliar puede haber corrompido la fe del Ministro Católico, pero la Iglesia Eterna compensará cualquier falta de su fe, y los sacramentos que él administre seguirán siendo válidos. Para lo cual, la primera parte de la respuesta a la objeción es que si los Ritos sacramentales de la Iglesia Conciliar atacaran únicamente la fe del Ministro, la objeción sería válida, pero si también socavan su Intención sacramental, entonces no habrá sacramento alguno.

Otro ejemplo clásico debería de dejar este asunto muy en claro. Para que el agua fluya a través de una tubería de metal, sin importar si la tubería está hecha de oro o de plomo, ésta necesita estar conectada a la llave del agua, cualquiera que sea el caso. El agua es la gracia sacramental. La llave es la fuente principal de esa gracia, Dios per se. La tubería es el instrumento, llamado el Ministro sacramental, a través de cuyas acciones la gracia del sacramento fluye de Dios. El oro o el plomo representan la santidad o falta de santidad del Ministro. Por lo tanto, la validez del sacramento no depende de la fe personal o de la falta de fe del Ministro, pero si depende de que él se conecte a la fuente principal de la gracia sacramental que es Dios.

Esta conexión la realiza precisamente con la Intención de hacer lo que la Iglesia hace. Por medio de esa Intención se pone como instrumento en las manos de Dios para que Dios vierta la gracia sacramental a través de él. Sin esa Intención Sacramental él y su fe pueden ser de oro o de plomo, pero estara desconectado de la llave. Falta por demostrar la semana que entra cómo el Vaticano II fue diseñado para poder corromper no solo la fe del Ministro, sino también cualquier Intención sacramental que éste pudiera tener.

Kyrie eleison.

¿Obispos Válidos?

¿Obispos Válidos? on octubre 31, 2009

La semana pasada apareció una confirmación sorprendente de la posición balanceada de la Fraternidad Sacerdotal San Pio X, acerca de la validez de los sacramentos de la Nueva Iglesia, en una “fuente fidedigna.” Parece ser que la Francmasonería, vieja enemiga de la Iglesia, planeo el invalidar los sacramentos Católicos a través de la Revolución Conciliar, no buscando la alteración de su Forma en sí, resultando inmediatamente inválidos, sino a través de la ambigüedad de su Rito como un todo, debilitando a largo plazo la Intención sacramental necesaria del Ministro.

Esta “fuente fidedigna” se trata de un francés quien lo escucho en persona de un viejo y venerable sacerdote que le comentó algo de lo que el Cardenal Lienart, en su lecho de muerte, le había confesado. Sin duda temiendo las llamas del Infierno, el Cardenal le suplicó al sacerdote que lo revelara al mundo, liberándolo así del secreto de Confesión. De hecho, desde entonces el sacerdote actuó discretamente en público, pero en privado comunicaba más abiertamente lo que el Cardenal le había revelado acerca del plan de tres puntos de la Francmasonería para la destrucción de la Iglesia. Sea que el Cardenal se había integrado o no a la Francmasonería a la edad muy precoz de 17 años, de todas formas le había servido muy fielmente cuando a los dos días después de la inauguración del Vaticano II desvió el rumbo del Concilio, demandando sin derecho alguno que todos los documentos Tradicionales que fueron cuidadosamente preparados fuesen desechados.

Según revelo el Cardenal, el primer objetivo de la Francmasonería en el Concilio era el de deshacer la Misa al alterar el Rito de tal manera que a largo plazo la Intención del celebrante de “hacer lo que la Iglesia siempre ha hecho” se fuera debilitando. Gradualmente el nuevo Rito induciría a los sacerdotes y a los fieles a ver la Misa como una “remembranza” o una “cena sagrada” en lugar de reconocer su sacrificio propiciatorio. El segundo objetivo era el de romper la Sucesión Apostólica a través de un nuevo Rito de Consagración que eventualmente desharía el poder de Ordenación de los obispos. Esto lo haría con una Forma que no automáticamente invalidaría dicho poder pero sería suficientemente ambigua para sembrar la duda, y sobre todo con un nuevo Rito que como un todo, otra vez mas, acabaría por disolver la Intención sacramental del obispo que consagra. Esto tendría la ventaja de romper la Sucesión Apostólica tan delicadamente que nadie siquiera lo notaría. ¿No es a esto exactamente a lo que muchos Católicos creyentes le temen hoy en día?

Sea como sea lo que la “fuente fidedigna” ha revelado, en cualquier caso, los Ritos de la Santa Misa y de la Consagración Episcopal de la Nueva Iglesia corresponden exactamente a los planes Masónicos tal como fueron confesados por el Cardenal. Desde que estos nuevos Ritos fueron introducidos a finales de los 1960’s y principios de los 1970’s, muchos Católicos serios se han negado a creer que puedan ser usados válidamente. ¡Ay! no se invalidan automáticamente (sería mucho más simple si así fuese). ¡Es peor! Su Forma sacramental es lo suficientemente Católica como para persuadir a los celebrantes de que puede ser válidamente utilizada, pero estos nuevos Ritos como un todo son diseñados a ser tan ambiguos y tan sugestivos de interpretaciones no-Católicas como para invalidar al sacramento con el tiempo, por el hecho de corromper la Intención de cualquier celebrante ya sea “obediente” en demasía, o que no vigile y rece lo suficiente.

Tales Ritos suficientemente válidos como para ser aceptados por casi todos los Católicos en el corto plazo, pero también suficientemente ambiguos como para invalidar los sacramentos al largo plazo, constituyen una trampa de una sutileza propiamente satánica. Para evitarlo, los Católicos deben por un lado evitar todo contacto con estos Ritos, pero por el otro lado no deben restarle crédito a sus buenos instintos Católicos por hacer acusaciones teológicas exageradas que distan de la buena Doctrina Católica. No resulta siempre un balance fácil de mantener.

Kyrie eleison.