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¿Condenacion Eterna? – II

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Es en vano pretender que cualquiera de nosotros, seres humanos, puede sondear el misterio de la condenación de una única alma, menos aún la de la mayoría de los seres humanos que viven y mueren. Pero hay ciertas cosas que pueden decirse y que facilitan el aceptar que hay un misterio más allá de nuestra posibilidad humana de conocer.

La clave del misterio es seguramente la infinita grandeza, o el sin límite, de Dios. Si El es infinito, entonces ofenderlo es cometer una ofensa que de alguna manera es ilimitada. Pero el único camino para que un ser humano finito sufra infinitamente es por medio del sufrimiento que no tenga límite o fin en el tiempo. Por consiguiente hay una cierta proporción entre cualquier ofensa grave cometida contra Dios y el castigo eterno.

En cuanto a la infinidad o el sin límite de Dios, no es muy difícil para nuestra razón asirlo en abstracto. Existen todo alrededor nuestro, efectos que requieren una causa. Pero, una cadena de causas no puede continuar por siempre, así como una serie sin fin de eslabones en una cadena no se puede colgar sin un gancho en el techo. Entonces debe existir una Causa Primera, que llamamos Dios. Pero si esta Causa Primera fuera compuesta, o fuera formada de partes puestas juntas, entonces el que sea o lo que sea que las puso juntas tendría que haber sido anterior a la Causa Primera – imposible. Por consiguiente, de ninguna manera Dios es compuesto; El no puede ser otro que simple y pura Existencia. Pero la existencia no es por sí misma, como tal, limitada. Cualquier límite en el Ser de Dios tendría que haber sido puesto en El por un limitador anterior, de nuevo imposible. Por consiguiente, la Causa Primera no tiene límite para su Ser; Dios es Existencia Infinita.

En lo concreto, sin embargo, no es fácil para nuestras mentes concebir la infinidad de Dios. Nuestras mentes humanas están trabajando a lo largo de todo el día con, y a partir de, criaturas limitadas o finitas. Solamente cuando volvemos nuestros corazones y nuestras mentes a Dios, estamos pensando en lo infinito. De allí la dificultad común en la oración, porque solamente podemos pensar en lo que es bondad ilimitada pensando en alguna bondad limitada alrededor nuestro y luego pensar más allá de sus límites. Por ejemplo, Dios es tan hermoso como una puesta de sol, solo que infinitamente más hermoso aún.

Se sigue que, más nos permitimos a nosotros mismos estar inmersos en la vida diaria, menos posibilidades tienen nuestras mentes y nuestros corazones de asir quien o que es el Dios presente detrás de todos los seres limitados que hacen nuestra vida diaria. Al contrario, más volvemos nuestras mentes y nuestros corazones al conocimiento y al amor de la Bondad Ilimitada, necesariamente presente detrás de todas las cosas buenas limitadas en nuestras vidas diarias, mejor el acceso que tendremos al misterio de la infinita Bondad de Dios y al correspondiente misterio de la ingratitud de tantas de sus criaturas humanas.

Por consiguiente, para disminuir – sin remotamente sondear – el misterio de la condenación eterna de las almas, yo necesito seguir el ejemplo de Santo Domingo, y rezar. Eso no significa engañarme a mí mismo fingiendo que Dios esté correcto cuando en realidad esté equivocado. Significa yo hallando la verdad, es decir que El está correcto y que yo – ¡estoy equivocado!

Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio ayudan sumamente a volver el corazón y la mente a Dios. Un Santo rezaba en este sentido: “Oh, Amor, Tu no eréis amado. Fueseis Tu amado. Solo dadme amarte a Ti como Tu necesitáis ser amado y entonces haz conmigo lo que Tu quisiereis.”

Kyrie eleison.