condenación

¿Condenacion Eterna? – II

¿Condenacion Eterna? – II on mayo 25, 2013

Es en vano pretender que cualquiera de nosotros, seres humanos, puede sondear el misterio de la condenación de una única alma, menos aún la de la mayoría de los seres humanos que viven y mueren. Pero hay ciertas cosas que pueden decirse y que facilitan el aceptar que hay un misterio más allá de nuestra posibilidad humana de conocer.

La clave del misterio es seguramente la infinita grandeza, o el sin límite, de Dios. Si El es infinito, entonces ofenderlo es cometer una ofensa que de alguna manera es ilimitada. Pero el único camino para que un ser humano finito sufra infinitamente es por medio del sufrimiento que no tenga límite o fin en el tiempo. Por consiguiente hay una cierta proporción entre cualquier ofensa grave cometida contra Dios y el castigo eterno.

En cuanto a la infinidad o el sin límite de Dios, no es muy difícil para nuestra razón asirlo en abstracto. Existen todo alrededor nuestro, efectos que requieren una causa. Pero, una cadena de causas no puede continuar por siempre, así como una serie sin fin de eslabones en una cadena no se puede colgar sin un gancho en el techo. Entonces debe existir una Causa Primera, que llamamos Dios. Pero si esta Causa Primera fuera compuesta, o fuera formada de partes puestas juntas, entonces el que sea o lo que sea que las puso juntas tendría que haber sido anterior a la Causa Primera – imposible. Por consiguiente, de ninguna manera Dios es compuesto; El no puede ser otro que simple y pura Existencia. Pero la existencia no es por sí misma, como tal, limitada. Cualquier límite en el Ser de Dios tendría que haber sido puesto en El por un limitador anterior, de nuevo imposible. Por consiguiente, la Causa Primera no tiene límite para su Ser; Dios es Existencia Infinita.

En lo concreto, sin embargo, no es fácil para nuestras mentes concebir la infinidad de Dios. Nuestras mentes humanas están trabajando a lo largo de todo el día con, y a partir de, criaturas limitadas o finitas. Solamente cuando volvemos nuestros corazones y nuestras mentes a Dios, estamos pensando en lo infinito. De allí la dificultad común en la oración, porque solamente podemos pensar en lo que es bondad ilimitada pensando en alguna bondad limitada alrededor nuestro y luego pensar más allá de sus límites. Por ejemplo, Dios es tan hermoso como una puesta de sol, solo que infinitamente más hermoso aún.

Se sigue que, más nos permitimos a nosotros mismos estar inmersos en la vida diaria, menos posibilidades tienen nuestras mentes y nuestros corazones de asir quien o que es el Dios presente detrás de todos los seres limitados que hacen nuestra vida diaria. Al contrario, más volvemos nuestras mentes y nuestros corazones al conocimiento y al amor de la Bondad Ilimitada, necesariamente presente detrás de todas las cosas buenas limitadas en nuestras vidas diarias, mejor el acceso que tendremos al misterio de la infinita Bondad de Dios y al correspondiente misterio de la ingratitud de tantas de sus criaturas humanas.

Por consiguiente, para disminuir – sin remotamente sondear – el misterio de la condenación eterna de las almas, yo necesito seguir el ejemplo de Santo Domingo, y rezar. Eso no significa engañarme a mí mismo fingiendo que Dios esté correcto cuando en realidad esté equivocado. Significa yo hallando la verdad, es decir que El está correcto y que yo – ¡estoy equivocado!

Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio ayudan sumamente a volver el corazón y la mente a Dios. Un Santo rezaba en este sentido: “Oh, Amor, Tu no eréis amado. Fueseis Tu amado. Solo dadme amarte a Ti como Tu necesitáis ser amado y entonces haz conmigo lo que Tu quisiereis.”

Kyrie eleison.

¿Condenacion Eterna? – I

¿Condenacion Eterna? – I on mayo 18, 2013

Un lector ha hecho resurgir el clásico problema que ha surgido algunas veces en estos “Comentarios” directa o indirectamente, pero que es tan serio que merece ser tratado nuevamente por sí mismo. El escribe: “Encuentro difícil ser el católico que quiero ser debido a la doctrina de condenación eterna. No me parece que yo pueda aceptar la idea de que un alma pueda ser atormentada incesantemente por toda la eternidad. Simplemente es demasiado horrible. Tiene que existir una doctrina católica que no sea tan tajante.” Brevemente, ¿cómo puede ser que incluso una sola alma sea condenada con toda justicia a toda una eternidad de espantosos tormentos?

Noten que en una cueva que uno puede todavía visitar en Segovia, España, un gran Santo como lo fue San Dominico, pasó una noche agonizando en oración preguntándose sobre esta cuestión. Pero, dejemos sentado inmediatamente que es absolutamente fuera de discusión poner a Dios Todopoderoso en el banquillo de los acusados, como si El mereciera ser condenado o necesitara ser absuelto. Si su Iglesia enseña, como lo hace, que un solopecado mortal puede condenar a un alma al fuego infernal eterno y, si yo estoy en desacuerdo, entonces soy yo el equivocado y no su Iglesia. ¿Por qué estoy equivocado?

Por una o ambas de dos razones conectadas. O bien yo no aso la grandeza y bondad de Dios, lo cual es fácil de hacer, porque mi pequeña mente es finita y Dios es infinito. O bien no aso la gravedad del pecado, lo cual también es fácil de hacer porque el pecado ofende primariamente a Dios, solamente secundariamente a mi mismo y en tercer lugar a mi prójimo. Entonces, si fracaso en asir la grandeza del Dios ofendido por el pecado, naturalmente no asiré la gravedad del pecado.

La pregunta entonces deviene, ¿ha dado el Gran y Buen Dios a cada ser humano que alguna vez vivió y que El creó, suficientes medios durante su corta vida en la tierra como para saber que El existe, que El puede ser ofendido, qué es lo que básicamente Lo ofende y cuán grave es ofenderlo? La respuesta solo puede ser afirmativa en todos los cuatro encabezamientos.

* No necesito Fe sobrenatural para conocer la existencia de Dios. La recta razón basta para decirme que atrás de todas las cosas buenas en la vida de un hombre hay un Ser Supremamente Bueno. La razón apartada fuera de la verdad por el orgullo o cegada por el pecado, puede no decirnos de este Ser, pero cualquier apartamiento y ceguera son por mi culpa, no la de Dios, y ellos merecen un castigo proporcionado a todas las bondades que he experimentado en esta vida y que no me dejan”excusa” (Rom. I, 20) de mi parte si yo no las atribuyo a Dios.

* La realidad del libre albedrío es una experiencia diaria y cada uno de nosotros tiene la luz natural de la conciencia para decirnos que le debemos culto al Ser Supremo y que rechazar ese culto es ofenderlo. Tal es el Primer Mandamiento, y no precisa Fe para saberse.

* La conciencia natural también me dice de los otros nueve Mandamientos, que meramente deletrean la ley natural. También me dice que romperlos ofende no solamente a mi prójimo pero también, y aún primariamente, al Ser Supremo.

* Y, finalmente, lo más limpia que esté mi conciencia, lo más claramente me dice cuán serio es ofenderlo a El. El problema es que todos somos pecadores, y cualquier pecado ayuda a enceguecer nuestra conciencia. Pero nuestro pecado es nuestra propia culpa, no la de Dios, y El es totalmente justo en castigarnos por cuan nosotros enceguecemos nuestras mentes.

De acuerdo, entonces, uno puede objetar, todos los hombres en esta vida reciben como para conocer suficiente de Dios y como para merecer castigo luego de esta vida en proporción a cuanto lo han ofendido a El. Pero, ¿como puede cualquier mero hombre ofenderlo tan gravemente como para hacer que un castigo eterno e inimaginable sea justo? Intente el “Comentario” de la próxima semana acercarse a un misterio que es casi tan profundo como Dios es profundo.

Kyrie eleison.

El Libre Albedrio Valorado

El Libre Albedrio Valorado on agosto 11, 2012

En lo que se refiere al drama de las almas que caen al Infierno (y muchas eligen hacerlo: Mt.VII,13; XXII,14), un lector presenta un problema clásico que puede ser resumido brevemente como sigue. O bien Dios quiere que las almas sean condenadas o no lo quiere. Si lo quiere, realmente es cruel. Si no lo quiere y sin embargo ocurre, entonces no es todopoderoso. Entonces ¿es cruel o no es todopoderoso? ¿Cuál de las dos cosas?

Digamos inmediatamente que Dios no manda ningún alma al Infierno. Cada una de las numerosas almas condenadas se lanza ella misma al Infierno por una serie de elecciones que ella ha hecho libremente mientras vivía en la tierra. Dios le había dado la vida, el tiempo y el libre albedrío, así como un gran número de ayudas naturales y gracias sobrenaturales para convencerla a elegir el Cielo, pero si ella las rehusó, Dios entonces la dejó tener lo que quiso, a saber una eternidad sin El. Y esta pérdida de Dios para un alma hecha por Dios solamente para poseer a Dios, es de lejos su sufrimiento más cruel en el Infierno. Así, Dios deseó que el alma hubiera elegido el Cielo (como se ve en I Tim.II, 4), pero El quiso permitir el mal de su elección por el Infierno con el propósito de sacar de este mal un bien mayor.

Observen el uso empleado aquí de las dos palabras “desear” y “querer.” “Querer” algo es mas categórico que solamente “desearlo.” Así, un padre de familia bien puede no desear que su hijo sufra duras experiencias en la vida, pero en vista de todas las circunstancias, él puede querer dejarlo sufrir porque sabe que es la única manera por la cual su hijo aprenderá. De un modo similar en la parábola del Hijo Pródigo, el padre no deseaba dejar a su hijo mas joven salir de la casa y dilapidar su herencia, pero quiso dejarlo hacerlo porque es lo que el padre de hecho hizo, y un bien realmente salió de ello – la vuelta a la casa del hijo ahora arrepentido, un joven mas triste pero mas sabio.

De la misma manera Dios desea que por un lado todas las almas se salven porque por eso las creó y por eso murió para todas en la Cruz, donde una gran parte de su sufrimiento fue precisamente el saber que tantas almas no elegirían aprovechar de su Redención para ser salvadas. ¡Un tal Dios no puede ser de ninguna manera considerado o llamado cruel! Por otro lado, Dios no quiere que todas las almas se salven, si ellas mismas no lo quieren, porque si lo quisiera, todas serían salvadas, porque El es todopoderoso u omnipotente. Pero, dadas todas las circunstancias, esto significaría en realidad despreciar la libre elección de aquellos que, dejados a sí mismos, elegirían no ser salvados, y eso significaría pisotear su libre albedrío. Pero vemos cuan apasionadamente los hombres ellos mismos valoran su libre albedrío cuando observamos como les disgusta recibir órdenes o cuanto les gusta ser independientes. Ellos saben que su libre albedrío es la prueba de que ellos no son simplemente animales o robots. Asimismo Dios, El también, prefiere que su Cielo sea poblado de hombres y no de animales o robots, y por eso El no quiere que todos los hombres sean salvos, si no lo quieren ellos mismos.

Sin embargo, Dios no quiere que las almas sean condenadas porque, otra vez, sería crueldad de su parte. El sólo quiere permitir que ellas se condenen, en vista de las circunstancias que estas almas tendrán así la eternidad de su propia elección, mientras que El tendrá un Cielo de seres humanos y no de animales o de robots.

Así su deseo de salvar todas las almas significa que El no es de ninguna manera cruel, mientras que la condenación de numerosas almas no prueba de su parte una falta de omnipotencia, sino una elección de valorar el libre albedrío de sus criaturas y el placer infinito que El tiene al recompensar con el Cielo, almas que han elegido amarle sobre la tierra.

Madre de Dios, ¡ahora y en la hora de mi muerte ayúdame a amar a tu Hijo y a elegir el Cielo!

Kyrie eleison.

¿Pocos Escogidos?

¿Pocos Escogidos? on enero 22, 2011

¿Por qué es aparentemente tan difícil salvar nuestra alma? ¿Por qué – como se nos dice – son pocas las almas que se salvan comparadas con el número de almas condenadas? Ya que Dios desea que todas las almas se salven (I Tim. II,4), ¿por qué no lo hizo un poco más fácil, como seguramente podría haberlo hecho?

La respuesta rápida y simple es que no es tan difícil salvar nuestra alma. Parte de la agonía de las almas en el Infierno es el conocimiento claro de lo sencillo que hubiera sido evitar la condenación. Los no-Católicos condenados podrían decir “Yo sabía que había algo de cierto en el Catolicismo, pero decidí nunca preguntármelo porque podía ver que en el futuro tendría que cambiar mi estilo de vida.” (Winston Churchill una vez dijo que cada hombre se topa con la verdad en algún momento de su vida, pero la mayoría de ellos decide dar vuelta hacia el otro lado.) Los Católicos condenados podrían decir, “Dios me dio la Fe y yo sabía que lo único que necesitaba era hacer una buena confesión, pero creí que era más conveniente posponerla y así es como morí con mis pecados . . .” Cada una de las almas en el Infierno sabe que se encuentra ahí por su propia culpa, por su elección. A Dios no se le puede culpar por ello. De hecho cuando miran hacia atrás sus vidas aquí en la tierra, ven claramente lo mucho que Él hizo para intentar detenerlos de lanzarse al Infierno, pero libremente escogieron su propio destino, y Dios respetó su elección . . . Sin embargo, permitámonos ahondar un poco más sobre el tema.

Siendo infinitamente bueno, infinitamente generoso e infinitamente feliz, Dios escogió – no estaba de ningún modo obligado – crear seres que fuesen capaces de compartir su felicidad. Ya que Él es espíritu puro (Juan IV,24), esos seres tenían que ser espirituales y no solamente materiales, como los animales, vegetales o minerales. De ahí la creación de los ángeles sin materia alguna, y de los hombres, con un alma espiritual en un cuerpo material. Pero ese mismo espíritu por el cual los ángeles y los hombres son capaces de compartir Su Divina felicidad necesariamente incluye razón y libre albedrío, de hecho es por el libre albedrío que libremente escogen a Dios y se hacen capaces y partícipes de Su felicidad. ¿Pero cómo puede ser esa elección de Dios verdaderamente libre si no existe alternativa alguna que nos haría darle la espalda? ¿Qué merito tiene un niño al escoger comprar un volumen de Cervantes si únicamente tienen a Cervantes en venta en la librería? Y si la alternativa mala existe, y si el libre albedrío es real y no únicamente ficción, ¿cómo es que no habrá ángeles u hombres que escogerán lo que no es bueno?

La pregunta puede aún ser formulada, ¿cómo puede Dios haber previsto para permitir que la mayoría de la almas (Mateo VII, 13–14; XX, 16) sufran el terrible castigo de rechazar su amor? Respuesta, más el Infierno es terrible, y más es cierto que a cada hombre que vive Dios le ofrece la gracia, la luz y la fuerza necesaria para evitarlo. Sin embargo, como explica Sto. Tomás de Aquino, la mayoría de los hombres prefieren el ahora y los deleites conocidos de los sentidos a los futuros y desconocidos gozos del Paraíso. Entonces ¿por qué Dios acompañó a los sentidos de deleites tan fuertes? En parte sin duda para asegurar que los padres tuvieran niños para poblar su Cielo, pero también seguramente para hacer más meritorio el que un ser humano ponga la búsqueda del deleite en esta vida por debajo de los verdaderos gozos en la próxima vida, ¡gozos que son nuestros para desearlos! ¡Únicamente necesitamos desearlos con suficiente arrebato (Mateo XI, 12)!

Dios no es un Dios mediocre, y a las almas que lo aman desea ofrecerles un Paraíso tampoco mediocre.

Kyrie eleison.

Asisi-ismo – ¡No!

Asisi-ismo – ¡No! on enero 8, 2011

Algunas personas aún temen que la Fraternidad de San Pío X del Arzobispo Lefebvre esté en camino a un mal acuerdo con la Roma de Benedicto XVI, pero a través del Asisi-ismo del Papa entre otras cosas, uno puede decir que el mismo Benedicto XI está haciendo su mejor esfuerzo para prevenir tal ocurrencia.

Hace seis días argumentó en teoría que las “grandes religiones” del mundo pueden constituir “un factor importante de la paz y la unidad de la humanidad.”

Hace cinco anunció en práctica que en Octubre de este año irá como “peregrino” a Asís para conmemorar el 25 aniversario del Encuentro de Oración de las Religiones del Mundo, llevado a cabo en ese lugar por el Papa Juan Pablo II en 1986. Pero la teoría de todas “las grandes religiones del mundo” contribuyendo a la paz mundial fue rechazada por completo por el Arzobispo Lefebvre, y condenó la práctica del Encuentro de Oración de 1986 en Asís como una violación flagrante del Primer Mandamiento que, viniendo del Vicario de Cristo, constituía un escándalo sin precedentes en toda la historia de la Iglesia. Únicamente el temor de que un exceso de repetición pudiese ser contraproducente lo habría posiblemente detenido de castigar esta última locura del Asisi-ismo.

Sin embargo, el Arzobispo reconoció que en aquel momento muy pocos Católicos comprendieron la enormidad del escándalo. Esto se debe a que el mundo moderno en su totalidad marginaliza a Dios, deja entre paréntesis la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, hace a la religión una cuestión de libre elección y convierte la Tradición Católica en una simple cuestión de sensibilidad o sentimentalismo. Aún infectando a los Papas, esta manera de pensar se ha vuelto tan normal alrededor de nosotros que todos estamos amenazados en nuestra fe. Volvamos a algunos fundamentos:

Todo ser requiere una Primera Causa. Esa Causa, para ser la Primera, debe ser el Ser mismo, y debe ser un Ser completamente perfecto, porque cualquier dios secundario, para diferenciarse del Primero, tendría que tener alguna perfección que le faltaría al Primero. Así es que el verdadero Dios puede solamente ser uno. Este único Dios verdadero tomó naturaleza humana una vez y solamente una vez, en la divina persona de Nuestro Señor Jesucristo, quien probó su divinidad por una cantidad y calidad de milagros que no se han visto en la vida de ningún otro hombre jamás, pero que han acompañado a su Iglesia desde entonces: La Iglesia Católica Romana. La pertenencia a esa Iglesia es por la Fe, y está abierta a todos los hombres. Si creen, ese es el inicio indispensable de su eterna salvación. Si se rehúsan a creer, van camino a la eterna condenación (Marcos XVI, 16).

Por lo tanto si por sus eventos pasados y futuros en Asís, los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI han fomentado a las almas a pensar que el Catolicismo no es la primera y única manera para alcanzar una eternidad feliz, sino solamente una entre muchas otras (aún cuando sea la mejor) que promueven la “paz y unidad” de la humanidad en esta vida, se deduce que ambos Papas han hecho posible la atroz condenación de un sinfín de almas en la vida venidera. En lugar de tener parte alguna en dicha traición (por lo menos objetiva), el Arzobispo Lefebvre prefirió ser despreciado, rechazado, menospreciado, marginalizado, silenciado, “excomulgado,” etc.

Hay un precio que se debe pagar por adherirse a la Verdad. ¿Cuántos Católicos están listos para pagarlo?

Kyrie eleison.