¡Hablad!
Si ha habido grandes mentes del pasado, es porque habrán estado pensando en grandes cuestiones, lo que significa, explícita o implícitamente, cuestiones de Dios, y si eran verdaderamente grandes mentes, su pensamiento no habrá sido sólo destructivo. Una de esas mentes fue ciertamente el Shakespeare de Inglaterra. Como católico, lidió con la apostasía de su país que se estaba cumpliendo justo cuando él estaba llegando a su mejor momento, alrededor de 1600. Pero ese giro de Inglaterra hacia el protestantismo significó que si él no quería ser colgado, arrastrado y descuartizado, tenía que disfrazar su mensaje católico, como lo demostró Clare Asquith en su libro de 2005, “Shadowplay”, donde llevó la literatura inglesa muy por encima de los “patriotas” ingleses y los enanos de la crítica literaria.
Para tomar sólo un ejemplo, en el Apéndice del libro acerca del Soneto 152 de Shakespeare, ella muestra cómo de principio a fin, debajo de la aplicación obvia a una mujer que Shakespeare ha conocido, hay un segundo significado completo de aplicación mucho más amplia para él mismo como escritor que no ha logrado advertir a sus compatriotas como debería haberlo hecho. Aquí están las 14 líneas del soneto junto con su obvio significado:—
In loving thee thou know’st I am forsworn
But thou art twice forsworn to me love swearing,
In act thy bed-vow broke and new faith torn,
In vowing new hate after new love bearing.
But why of two oaths’ breach do I accuse thee,
When I break twenty? I am perjured most,
For all my vows are oaths but to misuse thee,
And all my honest faith in thee is lost;
For I have sworn deep oaths of thy deep kindness,
Oaths of thy love, thy truth, thy constancy,
And, to enlighten thee, gave eyes to blindness,
Or made them swear against the thing they see.
For I have sworn thee fair: more perjured eye,
To swear against the truth so foul a lie
Sabes que rompo una promesa al amarte, pero
jurando que me amas, rompes dos promesas: tú
abandonaste la cama de tu marido, luego regresaste a él
(“nueva fe”, “nuevo amor”) sólo para abandonarlo de nuevo.
Pero ¿por qué te acuso de romper dos juramentos cuando
¿Yo rompo veinte? Soy yo el mayor perjurador, porque
Para tu propio daño he jurado sobre juramento acerca de
tu bondad cuando yo sabía que no eras buena.
Así que he estado jurando que eres muy gentil,
muy cariñosa, muy veraz, muy constante, y para ponerte
en una buena luz, me he hecho ver lo que yo
No vi, o, he jurado que no vi lo que el ojo vio.
Porque he jurado que eras buena. ¡Qué terrible
Perjurio por mi parte, cuando eso es tan falso!
Curiosamente, el texto del soneto tiene más sentido en su significado oculto, refiriéndose a la Inglaterra infiel, que en su significado aparente, refiriéndose a la amante infiel de Shakespeare. Así, “Merrie Englande” había sido una fiel esposa de la Iglesia Católica durante 900 años. Por el Acto de Supremacía de Enrique VIII (1534), (“In Act”) Inglaterra rompió su matrimonio (“bed-vow”) con la Iglesia Católica y tomó al protestantismo como su amante. Luego se volvió a casar con la Iglesia Católica bajo María Tudor (1553, “nueva fe”, “nuevo amor”), sólo para volver a caer en el adulterio con el protestantismo bajo Isabel I (1558, “regresaste ”, “nuevo odio” a la Iglesia Católica). Pero Shakespeare (1564–1616) se culpa de una infidelidad mucho peor, porque a lo largo de estos años ha glorificado repetidamente (“para ponerte en buena luz”) a Inglaterra con sus infieles gobernantes Tudor, por ejemplo en sus Dramas Historicas, glorificando para mal a Inglaterra (“para tu proprio daño”), porque como católico sabía muy bien que el protestantismo sería la ruina de Merrie Englande. ¡Claro que sí!
¿Y hoy? El patrón se repite: durante más de 1900 años los católicos del mundo estuvieron fielmente casados con la verdadera Iglesia, pero con el Vaticano II (1962–1965) la mayoría de ellos siguieron a los malos líderes hasta llegar más o menos al adulterio con el mundo moderno (“bed-vow broke”). Luego Mons. Lefebvre (1905–1991) llevó a muchos de vuelta a la Iglesia verdaderamente católica (“nueva fe”, “nuevo amor”, o renovación de la vieja fe y el viejo amor), sólo para ver a sus sucesores a la cabeza de la Sociedad de San Pío X, que fundó en 1970, caer de nuevo en un adulterino anhelo de un reencuentro con la Roma conciliar, por un “nuevo odio” a la verdad pre-conciliar.
¿Conclusión? Cualquier Shakespeare entre nosotros, o cualquier católico, debe decir fuerte y claro que, como tal, la Roma de la Pachamama no es otra cosa que una abominación que debe ser evitada.
Kyrie eleison.