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Un Verdadero Héroe

Un Verdadero Héroe on noviembre 10, 2018

El 21 de octubre murió en Francia uno de los pocos héroes reales de los que nuestro pobre mundo moderno todavía puede presumir, el profesor Robert Faurisson, en Vichy, Francia. Fue un verdadero héroe porque en un mundo de mentiras se mantuvo firme en su valentía y en su escrupulosa precisión por la verdad, en un asunto de importancia decisiva para toda la humanidad. Fue recompensado con la pérdida de su trabajo, con el sufrimiento de su familia, con diez ataques personales y físicos, uno de los cuales lo dejó para morir, con el aislamiento en su profesión y con una implacable serie de ataques judiciales por parte de sus amargos enemigos, y sin embargo mantuvo hacia ellos una constante cortesía y respeto. Este estilo de vida lo mantuvo durante más de 40 años, sin vacilar nunca en su servicio a la verdad.

Murió en el campo de batalla, justo después de regresar a casa después de dar una última conferencia pública que iba a ser su canto de cisne, en Shepperton, Inglaterra, la ciudad donde nació hace casi noventa años. Allí habló con un amigo de Italia, que nos ha dejado este relato de su conversación: “El profesor estaba tan clarividente, tan equilibrado e incólume como siempre, pero estaba cansado, muy cansado, tan frágil que parecía casi transparente, con la sensación de que su tarea había terminado. De hecho, este hombre súper valiente había logrado todo lo que se suponía que debía lograr”. Y el amigo continúa: “Él ha dejado una inmensa contribución a la causa revisionista [ . . . ] Enemigos llenos de odio trataban de impedir que escribiera, que viviera, pero siempre se levantaba de nuevo, sin desviarse ni un milímetro de su intrépida búsqueda de la verdad”.

Muchos lectores de estos “Comentarios” saben lo que es el “revisionismo” y por qué es tan importante para todos los hombres, incluidos los católicos. Como dijo George Orwell, “La manera más efectiva de destruir a la gente es negar y aniquilar su comprensión de su historia”. Los revisionistas son historiadores que ven a personas de todo el mundo ser destruidas hoy por una versión falsa de su historia, especialmente de la Segunda Guerra Mundial, por lo que hacen lo que pueden para restaurar la verdad de la historia. Porque – de nuevo Orwell – “Quien controla el pasado controla el futuro . . .” lo que significa que quien escribe los libros de historia controla el futuro, por la influencia que la historia tiene en las mentes de las personas, “. . . y quien controla el presente controla el pasado”, lo que significa que si los amos de la política del momento usan su poder para controlar los libros de historia, entonces ellos controlan el futuro.

Ahora bien, la gente que detenta el poder mundial hoy en día sobre la política y los medios de comunicación son personas que quieren el Nuevo Orden Mundial sin Dios, y ellos entienden perfectamente a George Orwell. Por lo tanto, han fabricado una versión enormemente falsa de la historia de la Segunda Guerra Mundial para que vaya con una religión completamente fabricada para reemplazar al cristianismo. Ahora bien, si la verdad no importara, y si el cristianismo no importara, como mucha gente piensa hoy en día, entonces no deberían tener ningún problema con que el Nuevo Orden Mundial tome el control, pero de hecho sufrirán una tiranía mundial como resultado, un preludio del Anticristo. Al contrario, Solzhenitsyn, iluminado por los horrendos 72 años de sufrimiento de Rusia bajo el comunismo sin Dios, advirtió contra la construcción de una nación, un continente o un mundo sobre mentiras. Del mismo modo, el profesor Faurisson tenía horror de que la gente construyera sobre mentiras, y dio su vida para restablecer la verdad. La persecución que sufrió durante décadas por decir la verdad fue la prueba por parte de sus miserables enemigos de la importancia y eficacia de lo que estaba haciendo.

Tampoco se prometió ninguna recompensa celestial por su dedicación a la verdad, porque se declaraba ateo. Sin embargo, amaba a los niños, se alegraba de las bendiciones y nunca las repudiaba. Ahora, como señaló una hermana suya, después de ir delante de una serie de jueces injustos quienes casi todos se han doblegado ante el Nuevo Orden Mundial, él ha ido delante del Justo Juez Supremo, Nuestro divino Señor en Persona. ¿Cómo lo habrá juzgado Nuestro Señor? Dos cosas son ciertas: una, nada en el resto de su vida habrá sido remotamente tan importante como ese juicio, y dos, él tuvo un gran mérito para los hombres, pero eso no es lo mismo que merecer para Dios. Que en el último momento se le haya concedido una gracia especial de conversión, no es imposible para Dios. Mt. XXI. 28–29 nos da más que el derecho de esperar y de rezar por el descanso de su alma.

Kyrie eleison.

Sonata Hammerklavier

Sonata Hammerklavier on septiembre 12, 2009

La música, la historia y la teología están íntimamente relacionadas, debido a que existe un solo Dios y todos los hombres fueron creados por El para tender a Él. La historia relata las acciones de estos hombres entre sí de acuerdo a su tendencia hacia El o lejos de Él, mientras la música expresa la armonía o falta de ella en sus almas al hacer su historia hacia El, o no. La música de Beethoven (1770–1827), tomada como divisoria en tres periodos, es una clara ilustración.

Su primer periodo, que contenía las obras relativamente tranquilas de su magistral aprendizaje de Mozart (1756–1791) y Haydn (1732–1809), corresponde a los últimos años de la Europa pre-Revolucionaria. El segundo periodo contiene la mayoría de sus gloriosas y heroicas obras por las cuales Beethoven es mejor conocido y apreciado, y corresponde al periodo de levantamientos y guerras esparcidas de la Revolución Francesa a lo largo de toda Europa, y aun más allá. El tercer periodo, que contiene obras maestras profundas pero un tanto desconcertantes, corresponde al intento de Europa, después del Congreso de Viena (1814–1815), de reconstruir el antiguo orden pre-Revolucionario sobre bases post-Revolucionarias, intento ciertamente desconcertante.

La “Heroica” (1804), que es la Tercera Sinfonía de Beethoven, se considera la obra crucial entre el Primer y Segundo Periodo. Esta le otorgo primordialmente una expresión total a su humanismo heroico de un nuevo mundo. Semejante es su 29a Sonata para Piano, el “Hammerklavier” (1818), inquanto es la obra crucial entre el Segundo y Tercer Periodo. Es una pieza enorme, majestuosa, distante, admirable pero extrañamente inhumana . . . El primer movimiento abre con una fanfarrea resonante seguida de una variedad de ideas en la Exposición, una lucha climactica en el Desarrollo, una Recapitulación variada y una Coda nuevamente heroica, tratos que son típicos del Segundo Periodo, sin embargo vivimos en un mundo diferente: las armonías son frescas, por no decir frías, mientras que la línea melódica raramente es cálida o melodiosa. El breve segundo movimiento difícilmente es más amigable: un apuñalante cuasi-Sherzo, un estruendoso cuasi-Trío. El tercer movimiento, el movimiento lento más largo de Beethoven, es un lamento profundo y casi absoluto, en donde los momentos de consolación apenas destacan el ambiente prevalente de desesperanza total.

Una introducción meditabunda es necesaria para hacer la transición al último movimiento de la Sonata, usualmente veloz y reconfortante, pero en este caso veloz y sombrío: un tema principal recortado se retoma, se hace más lento, se voltea de atrás hacia adelante y de arriba hacia abajo en una sucesion de episodios desangelados de una fuga de tres partes. A la pena sin limites del movimiento lento responde una energía sin limites en una lucha musical más brutal que armoniosa, nuevamente con la excepción de un breve interludio melódico. Justo como en el movimiento del cuarteto de cuerdas, la “Grosse Fuge” (Gran Fuga), Beethoven augura la música moderna. “Es magnífica,” el General francés de le guerra de Crimea pudo haber dicho, “pero no es música.”

El mismo Beethoven descendió de este Monte Everest de sonatas para piano para componer en sus últimos diez años algunas otras obras maestras, particularmente la Novena Sinfonía, pero todas ellas de alguna manera opacadas. La exaltación desinhibida del héroe del Segundo Periodo es generalmente cosa del pasado. Es como si Beethoven hubiera primeramente abrazado el orden devoto de antaño, para luego luchar para conquistar su independencia humana, para en tercer lugar acabar preguntándose: ¿Qué significado tiene todo esto? ¿Qué significa el hacerse independiente de Dios? Los horrores de la “música” moderna son la respuesta, augurada en el “Hammerklavier.” Sin Dios, tanto la historia como la música mueren.

Kyrie eleison.