Mozart

Polémica Sobre Mozart

Polémica Sobre Mozart on junio 2, 2018

Después de que el número 550 de estos “Comentarios” elogiara a Mozart (27 de enero de 2018), un lector escribió en privado para decir que tenía un problema con el famoso compositor: Mozart fue un masón entusiasta, en la segunda mitad de su vida no realizó ninguna obra importante para la Iglesia Católica, y sus óperas tratan las relaciones hombre-mujer y la moral de una manera muy casual. Ahora bien, la música es tan importante en el alma de las personas que las objeciones de este lector merecen ser contestadas en público, para que las personas que aún no conocen a Mozart puedan ser alentadas, obviamente no forzadas, a hacer de él la música de sus momentos de esparcimiento. Así que vamos a destacar algunos principios para cada una de las tres objeciones del lector.

El hecho de que Mozart fuera masón plantea un principio muy importante: el artista y su arte no están separados, sino que son distintos. Lo que hace la bondad moral del artista como persona no es lo mismo que lo que hace la bondad artística de los artefactos que produce (Summa Theologiae, 1a 2ae, Q57, Art. 3). Así pues, Picasso era un sinvergüenza personal, pero su arte, puramente artístico, es brillante, mientras que incontables pintores victorianos pueden haber sido personalmente muy morales, pero sus pinturas son aburridísimas. Así, la masonería ciertamente entró en parte de la música posterior de Mozart, notablemente la “Flauta Mágica”, pero la música se sostiene sobre sus propios pies, y ciertamente debe su belleza no a la guerra de la masonería contra Dios, sino a los padres católicos de Mozart y a su temprana educación en la Austria altamente católica de la emperatriz María Teresa.

Que, en segundo lugar, el maduro Mozart nunca completó otra obra mayor para la Iglesia es cierto en la medida en que la Misa en Do Menor y el Réquiem están inconclusos, pero ¡cuán a menudo se tocan esas dos obras, y con qué efecto religioso! Además, ¿hay alguna pieza musical tan a menudo tocada o cantada en iglesias y capillas católicas como el “Ave Verum Corpus” de Mozart? Y si distinguimos la música implícitamente de la explícitamente católica, ¿puede alguien negar que Mozart, como Shakespeare, es un tremendo portador de valores católicos, en el caso de Mozart los valores de armonía, orden, belleza y alegría para innumerables oyentes? ¿Y no son estos grandes artistas, implícitamente y por herencia católicos, una misericordia de Dios para que los post-católicos puedan disfrutar de los valores católicos sin darse cuenta? Si los pos-católicos se dieran cuenta de ello, ¿no repudiarían esos valores como los liberales que actualmente “de-construyen” a Shakespeare en las supuestas “universidades”, y sin duda a Mozart en los “conservatorios de música”? De hecho, ¿pueden los actores y músicos liberales de hoy en día acercarse al corazón de Shakespeare o Mozart? ¿Qué dice esto de ese corazón? ¡No liberal!

Y en tercer lugar, el hecho de que algunas óperas de Mozart sean en parte tan desenfadadas que hayan provocado el desprecio de Beethoven – “Nunca podría yo escribir óperas tan frívolas”, dijo – deja fuera de la vista la parte seria de las mismas óperas. Junto a los coqueteos de Zerlina están las llamas de la condenación de Don Giovanni; junto a las aventuras amorosas del Conde está su sincera disculpa a su sufrida Condesa; junto al Seraglio está el resplandor del perdón. La vida real en un mundo caído es a la vez cómica y seria. Vea cómo al principio de “Don Giovanni”, Mozart combina musicalmente el duelo y la muerte de un duelista con el pánico burbujeante del criado-conejo de Don Giovanni, Leporello. Seguramente Mozart, como Shakespeare, “veía la vida con firmeza y la veía completa”, como decía Matthew Arnold de Sófocles.

Sin embargo, un lado de Mozart sigue siendo el de un niño malcriado (cf. la película “Amadeus”), y es parte integrante de una cristiandad ya decadente a finales del siglo XVIII. Pero cuando se compara con la caída de la música desde entonces, ¿no es su música casi angélica, sin que esté tan alejada de nuestros tiempos que pueda parecer inaccesible? Cualquier hombre daña su alma acostumbrándose a escuchar música que es basura, con poco o ningún valor intrínseco de melodía, armonía o ritmo. No dañará normalmente su alma acostumbrándose a Mozart, al contrario.

Kyrie eleison.

Mozart en Broadstairs

Mozart en Broadstairs on enero 27, 2018

Entre las 18:00 hrs. de la tarde del viernes 23 de febrero y la mediodía del domingo 25 de febrero, se llevará a cabo en la Casa Reina de los Mártires en Broadstairs, un modesto fin de semana musical presentando exclusivamente música del famoso compositor austriaco de finales del siglo XVIII, Wolfgang Amadeus Mozart (1756–1791). ¿Por qué música, cuando el mismo tiempo y esfuerzo pueden utilizarse en algo más directamente religioso? ¿Y por qué Mozart en particular?

¿Por qué música? Porque la música es un don de Dios al mundo que Él creó, una expresión de la armonía en el centro de Su universo, al cual responden todos los miembros vivos de ese universo, no solo ángeles y seres humanos, sino incluso animales y plantas a su manera. En cuanto a las plantas, investigadores de Colorado en EUA, construyeron cuatro cajas con idéntica luz, aire, humedad, suelo y plantas en las cuatro, y hicieron sonar en tres de ellas canto gregoriano, música clásica o Rock, mientras que la cuarta fue dejada en silencio. Con el Rock la planta creció pero se marchitó, con el canto floreció, con la música clásica y el silencio el resultado estuvo en medio. En cuanto a los animales, muchos vaqueros ponen en sus establos, a la hora de ordeñar, música tranquila para aumentar la producción de leche, tal como en los supermercados se pone música tranquila para incrementar las compras de los consumidores humanos. ¿Sorprendente? Es Dios quien nos creó y no nosotros mismos (Sal. IC, 3), nosotros somos Sus creaturas con la parte armoniosa que Él diseñó para que desempeñáramos en Su universo como un todo.

Para los seres humanos, la música es el lenguaje supremo dado por Dios para acceder a esa armonía de Dios, aunque, como Brahms, uno no crea en Dios. Por lo tanto, la música es natural para los seres humanos y tiene una enorme influencia moral sobre ellos, para bien o para mal. Mientras la Madre Iglesia recurre al canto y a la polifonía para elevar las almas hacia el Cielo, el Diablo usa el rock y todo tipo de música moderna para arrojar almas al Infierno. “Dime cuál es tu música y te diré quién eres”, dice el dicho. Casi todo hombre tiene algo de música en él, y ¡ay de él si no la tiene! – dice Shakespeare (Mercador de Venecia, V, 1) –

“El hombre que no tiene música en sí

Es apto para traiciones, estratagemas y malignidades . . .

No os fieis jamás de un hombre así. Escuchad la música”.

Se podría decir que quien no tiene música en sí, no es confiable porque no está en sintonía con Dios.

Y el mundo moderno no está en sintonía con Dios, lo que corresponde al ruido espantoso que tan a menudo pasa hoy en día por música, y que la gente ama, porque la música es tan natural para el hombre y penetra tan profundamente en su alma. Y este feo ruido es lo que hay en el alma de incontables personas a nuestro alrededor, y a través de ellas sólo puede influir en nosotros y alejarnos de Dios, si lo permitimos.

La cuestión es religiosa después de todo. Cualquier cosa profundamente humana tiene que ver con Dios, y la música es ciertamente profundamente humana.

Por otra parte Mozart pertenecía a un mundo mucho más sano que el nuestro, y su música corresponde a un momento especial de armonía y equilibrio entre el viejo orden y la emotividad moderna. Mozart es el músico de los músicos. Estos son algunos de los testimonios de músicos famosos – Tchaikovsky dijo: “Encuentro consuelo y descanso en la música de Mozart. En ella expresa la alegría de vivir que formaba parte de su temperamento sano y saludable”. Schubert dijo:”¡Qué imagen de un mundo mejor nos has dado, oh Mozart!”. Gounod dijo: “Mozart, el cielo pródigo te dio todo, gracia y fuerza, abundancia y moderación, equilibrio perfecto”. Brahms dijo: “Es un verdadero placer ver música tan brillante y espontánea expresada con la facilidad y gracia correspondientes”.

Mozart escribió todo tipo de música, pero sobresalen sus óperas y conciertos de piano. En Broadstairs no podemos manejar las óperas, pero John Sullivan que tocó en 42 horas la mitad de las sonatas de piano de Beethoven aquí en 2016 puede fácilmente manejar una hazaña similar con los conciertos de piano y las sonatas de Mozart. Háganos saber si usted planea venir, para que podamos tener una idea del número. No hay boletos que comprar. ¡Mozart no tiene precio!

Kyrie eleison.

Sonata Hammerklavier

Sonata Hammerklavier on septiembre 12, 2009

La música, la historia y la teología están íntimamente relacionadas, debido a que existe un solo Dios y todos los hombres fueron creados por El para tender a Él. La historia relata las acciones de estos hombres entre sí de acuerdo a su tendencia hacia El o lejos de Él, mientras la música expresa la armonía o falta de ella en sus almas al hacer su historia hacia El, o no. La música de Beethoven (1770–1827), tomada como divisoria en tres periodos, es una clara ilustración.

Su primer periodo, que contenía las obras relativamente tranquilas de su magistral aprendizaje de Mozart (1756–1791) y Haydn (1732–1809), corresponde a los últimos años de la Europa pre-Revolucionaria. El segundo periodo contiene la mayoría de sus gloriosas y heroicas obras por las cuales Beethoven es mejor conocido y apreciado, y corresponde al periodo de levantamientos y guerras esparcidas de la Revolución Francesa a lo largo de toda Europa, y aun más allá. El tercer periodo, que contiene obras maestras profundas pero un tanto desconcertantes, corresponde al intento de Europa, después del Congreso de Viena (1814–1815), de reconstruir el antiguo orden pre-Revolucionario sobre bases post-Revolucionarias, intento ciertamente desconcertante.

La “Heroica” (1804), que es la Tercera Sinfonía de Beethoven, se considera la obra crucial entre el Primer y Segundo Periodo. Esta le otorgo primordialmente una expresión total a su humanismo heroico de un nuevo mundo. Semejante es su 29a Sonata para Piano, el “Hammerklavier” (1818), inquanto es la obra crucial entre el Segundo y Tercer Periodo. Es una pieza enorme, majestuosa, distante, admirable pero extrañamente inhumana . . . El primer movimiento abre con una fanfarrea resonante seguida de una variedad de ideas en la Exposición, una lucha climactica en el Desarrollo, una Recapitulación variada y una Coda nuevamente heroica, tratos que son típicos del Segundo Periodo, sin embargo vivimos en un mundo diferente: las armonías son frescas, por no decir frías, mientras que la línea melódica raramente es cálida o melodiosa. El breve segundo movimiento difícilmente es más amigable: un apuñalante cuasi-Sherzo, un estruendoso cuasi-Trío. El tercer movimiento, el movimiento lento más largo de Beethoven, es un lamento profundo y casi absoluto, en donde los momentos de consolación apenas destacan el ambiente prevalente de desesperanza total.

Una introducción meditabunda es necesaria para hacer la transición al último movimiento de la Sonata, usualmente veloz y reconfortante, pero en este caso veloz y sombrío: un tema principal recortado se retoma, se hace más lento, se voltea de atrás hacia adelante y de arriba hacia abajo en una sucesion de episodios desangelados de una fuga de tres partes. A la pena sin limites del movimiento lento responde una energía sin limites en una lucha musical más brutal que armoniosa, nuevamente con la excepción de un breve interludio melódico. Justo como en el movimiento del cuarteto de cuerdas, la “Grosse Fuge” (Gran Fuga), Beethoven augura la música moderna. “Es magnífica,” el General francés de le guerra de Crimea pudo haber dicho, “pero no es música.”

El mismo Beethoven descendió de este Monte Everest de sonatas para piano para componer en sus últimos diez años algunas otras obras maestras, particularmente la Novena Sinfonía, pero todas ellas de alguna manera opacadas. La exaltación desinhibida del héroe del Segundo Periodo es generalmente cosa del pasado. Es como si Beethoven hubiera primeramente abrazado el orden devoto de antaño, para luego luchar para conquistar su independencia humana, para en tercer lugar acabar preguntándose: ¿Qué significado tiene todo esto? ¿Qué significa el hacerse independiente de Dios? Los horrores de la “música” moderna son la respuesta, augurada en el “Hammerklavier.” Sin Dios, tanto la historia como la música mueren.

Kyrie eleison.