Autoridad Católica

La Autoridad del Arzobispo – II

La Autoridad del Arzobispo – II on febrero 22, 2020

DCLV – en teoría, la autoridad del Papa es indispensable para la Iglesia. DCLVI – en teoría, los sacerdotes necesitan absolutamente al Papa para unirlos. DCLVII – en la práctica, la autoridad de Monseñor Lefebvre se vio seriamente perjudicada por no tener al Papa viviente detrás de él. DCLVIII – en la práctica, el Arzobispo ejerció la autoridad que aún tenía al menos de tres maneras diferentes, dependiendo de los sujetos sobre los que la ejerció: aquellos que le pidieron que ejerciera la autoridad sobre ellos en sus términos de él, o aquellos que sólo pidieron una autoridad parcial en sus propios términos, o aquellos que no pidieron ninguna.

Fíjese primero en cómo la clasificación no es hecha por la autoridad, sino por los que están bajo ella. En otras palabras, los súbditos son los que “llevan la voz cantante”. Esta situación anormal en la Iglesia es el resultado directo del Vaticano II, donde la Autoridad Católica se socavó a sí misma radicalmente por su traición a la Verdad Católica, cuando intentó reemplazar la religión objetiva de Dios con un sustituto hecho por el hombre, y cambiar la Iglesia Católica centrada en Dios por la Neo-iglesia centrada en el hombre. Por este Concilio todos los sacerdotes católicos fueron esencialmente desacreditados, como lo siguen siendo hasta hoy, y lo seguirán siendo, hasta que los eclesiásticos vuelvan a decir la Verdad de Dios. Entonces recuperarán su plena autoridad.

Quienes pidieron al Arzobispo que ejerciera su autoridad en sus términos de él fueron, naturalmente, los miembros de las Congregaciones Católicas que él mismo fundó, en particular la de los Sacerdotes seculares, pero también la de los Religiosos y Religiosas y la de los Terciarios. Estas Congregaciones las hizo lo más normales posibles, con grados de obediencia a sí mismo como Superior General, con votos en las ordenaciones para los sacerdotes, y promesas solemnes en la entrada formal de los Sacerdotes, Hermanos o Hermanas en sus correspondientes Congregaciones. Los votos fueron a Dios, y en caso de necesidad han sido a veces disueltos (discretamente) por la autoridad romana, como es normal. Las promesas han dependido más bien de la elección de quienes las hicieron, y aquí la autoridad del Arzobispo fue seriamente socavada, como se dijo en los “Comentarios” de la semana pasada, al ser condenado oficialmente por el Papa y sus cofrades obispos. Si un sacerdote decidía dejar la Fraternidad por el liberalismo de la izquierda o por el sedevacantismo de la derecha, el Arzobispo no podía, como él decía, hacer nada más que cortar todo contacto futuro, para que tales sacerdotes no pudieran pretender que todavía estaban en buenos términos con la Fraternidad. Habían elegido estar por su cuenta.

Aquellos que, en segundo lugar, pidieron al Arzobispo que ejerciera su autoridad en sus propios términos de ellos, por ejemplo, para recibir el sacramento de la Confirmación, él lo hacía gustosamente, en la medida de lo posible dentro de las normas de la Iglesia, debido a la crisis de la Iglesia que hace cuestionable la validez de las Confirmaciones conferidas con el Neo-rito de la Confirmación. Por un lado, decía, los católicos tienen derecho a sacramentos ciertamente válidos, y si por otro lado no querían tener más nada que ver con él, esa era su elección y su responsabilidad ante Dios.

Y en tercer lugar, para aquellos que no le pidieron que ejerciera autoridad sobre ellos de modo alguno, como un gran número de sacerdotes Tradicionales que simpatizaban con su Fraternidad pero que nunca quisieron unirse a ella, él siempre fue generoso con cualquier contacto, amistad, estímulo o consejo que le pudieran haber pedido, pero nunca fingió ni se comportó ni remotamente como si tuviera alguna autoridad sobre ellos. Y lo mismo con los laicos. Muchos católicos nunca estuvieron de acuerdo con la postura que tomó, aparentemente opuesta al Papa, pero fue impecablemente cortés y listo para responder a las preguntas, si tan solo el que preguntaba era remotamente merecedor de una respuesta. Y fue la objetividad y lo razonable de sus respuestas lo que convirtió a muchos neo-eclesiásticos en Tradicionalistas que se pondrían bajo su ministerio o bajo la guía de sus sacerdotes.

En resumen, el Concilio paralizó a la Autoridad de la Iglesia, pero donde había voluntad había un camino, o al menos un camino sustituto, para que las almas buscaran la salvación eterna, lo cual es extremadamente difícil sin los sacerdotes. A través del Arzobispo, especialmente pero no únicamente, Dios garantizó este camino sustituto para las almas, el cual todavía está ahí.

Kyrie eleison.

La Autoridad del Arzobispo – I

La Autoridad del Arzobispo – I on febrero 15, 2020

Ilustremos la relación entre la Verdad Católica y la Autoridad Católica con el ejemplo concreto del Atanasio de los tiempos modernos que Dios nos dio para mostrarnos el camino durante nuestra crisis pre-apocalíptica: Monseñor Lefebvre (1905–1991). Cuando la multitud de los líderes de la Iglesia fueron persuadidos en el Vaticano II de cambiar la naturaleza de la Fe, y unos años más tarde en nombre de la obediencia de abandonar el verdadero rito de la Misa, por la fuerza de su fe el Arzobispo permaneció fiel a la Verdad inmutable de la Iglesia y mostró que ella es el corazón y el alma de su Autoridad divina. Como dice el proverbio español, “La obediencia no es la sierva de la obediencia”.

Ciertamente el Arzobispo creía en la autoridad que posee Iglesia para dar órdenes a sus miembros en todos los niveles para la salvación de sus almas. Por eso, en los primeros años de la existencia de la Fraternidad San Pío X (1970–1974) se preocupó de obedecer al Derecho Canónico y al Papa, Pablo VI, en la medida de sus posibilidades, pero cuando los oficiales enviados desde Roma para inspeccionar su Seminario en Écône se alejaron de la Verdad Católica en las cosas que dijeron a los seminaristas, escribió su famosa Declaración de noviembre de 1974, en protesta contra el abandono de la fe católica por parte de toda Roma en favor de la nueva religión conciliar, y esta Declaración sirvió como una hoja de ruta para lo que surgió como el movimiento Tradicional en la Misa de Lille en el verano de 1976.

El Arzobispo mismo siempre negó resueltamente que él era el líder de la Tradición, porque hasta el día de hoy la Tradición Católica es un movimiento no oficial y no tiene ningún tipo de estructura oficial. Tampoco era el único líder entre los Tradicionalistas, ni todos ellos estaban de acuerdo con él o le rindieron homenaje. Sin embargo, un gran número de católicos vieron en él a su líder, confiaron en él y lo siguieron. ¿Por qué? Porque en él vieron la continuación de la fe católica solo mediante la cual ellos podían salvar sus almas. En otras palabras, el Arzobispo puede no haber tenido autoridad oficial sobre ellos, porque la jurisdicción es prerrogativa de los funcionarios de la Iglesia debidamente elegidos o nombrados, pero construyó hasta su muerte una enorme autoridad moral por su fidelidad a la verdadera Fe. En otras palabras, su verdad creó su autoridad, extraoficial pero real, mientras que la falta de Verdad de los oficiales ha estado minando su Autoridad desde entonces. La dependencia de la autoridad, al menos la Autoridad católica, en la verdad, era tan clara como podía serlo.

Sin embargo, con la Fraternidad San Pío X que el Arzobispo fundó en 1970, las cosas fueron ligeramente diferentes, porque aquí recibió de la Iglesia oficial alguna jurisdicción por parte de Mons. Charrière de la Diócesis de Ginebra, Lausana y Friburgo, una jurisdicción que él apreciaba porque demostraba que no se estaba inventando las cosas sobre la marcha sino que estaba haciendo una obra de la Iglesia. Así que hizo todo lo posible para gobernar la FSSPX como si fuera el jefe normal de una congregación católica normal bajo Roma, lo que la defensa de la verdadera fe le daba todo el derecho a hacer. Sin embargo, los romanos públicos y oficiales usaron toda su jurisdicción para darle la mentira, alejando así de él a una multitud de católicos que de otra manera lo hubieran seguido.

Además, la Neo-Iglesia que estaban creando a su alrededor significaba que, incluso dentro de la Fraternidad, su autoridad estaba seriamente debilitada. Por ejemplo, si antes del Concilio un sacerdote descontento con su obispo diocesano solicitaba entrar en la diócesis de otro, el segundo obispo naturalmente consultaba al primero sobre el solicitante, y si el primero aconsejaba al segundo no tener nada que ver con él, ese era el fin inmediato de la solicitud. Por el contrario, si un sacerdote de la Fraternidad, insatisfecho con ella, solicitaba entrar en una diócesis de Neo-Iglesia, el obispo de la Neo-Iglesia podía muy bien “acogerlo de nuevo en el redil oficial” como fugitivo del “cisma Lefebvrista”. Así que el Arzobispo no fue apoyado por sus hermanos obispos, lo que significaba que no podía disciplinar a sus sacerdotes dentro de la Fraternidad como debería haber podido. Su autoridad caminaba sobre cáscaras de huevo, en la medida en que no tenía a su disposición ninguna sanción con la que mantener a raya a los sacerdotes descarriados. Así, la falta de verdad en la Neo-Iglesia dejó la verdad en la Fraternidad sin la autoridad católica que le correspondía para protegerla.

Por lo tanto, para compensar la falta de unidad en la Verdad que viene de la jerarquía, los sacerdotes Tradicionales de hoy deben ejercer una tolerancia más que normal hacia los demás, y los católicos Tradicionales deben rezar más que de costumbre para que sus sacerdotes encuentren esta tolerancia. No es imposible.

Kyrie eleison.

El Papa Es Indispensable – II

El Papa Es Indispensable – II on febrero 8, 2020

Es a la infidelidad de la Autoridad Católica a la Verdad Católica en el Segundo Concilio Vaticano que estos “Comentarios” de la semana pasada (DCLV, 1 de febrero) atribuyeron la crisis sin precedentes de la Iglesia Católica, que ya tiene más de 50 años. La conclusión lógica fue que la crisis sólo llegará a su fin cuando la Autoridad Católica vuelva a la Verdad, porque la Verdad no cambia, y por lo tanto no puede moverse para volver a unirse al Papa y a los obispos que se supone que la defienden. Además se dijo que el Papa debe restaurar a los obispos, y que sólo Dios Todopoderoso puede restaurar al Papa, y que Dios pondrá al Papa de nuevo en pie sólo “cuando hayamos aprendido la lección”. Porque si Dios nos levantara demasiado pronto del fango, nosotros, los seres humanos malos, nos beneficiaríamos sólo para volver a caer. Dios no puede permitirse ser demasiado generoso con nuestra perversa generación. Entonces, ¿qué lección o lecciones necesitamos que nos enseñen?

Entre otras cosas, que el mundo no puede prescindir de una Iglesia sana, y la Iglesia para estar sana debe tener un Papa sano, y el Papa sano debe ser obedecido. Por ejemplo, cuando el Vaticano II llegó a su fin a finales de 1965, los eclesiásticos estaban en plena apostasía. Sin embargo, Dios le dio a la humanidad otra oportunidad. Delante de Pablo VI estaba la cuestión apremiante de los medios artificiales de control de la natalidad, la anticoncepción para abreviar. Las condiciones de las ciudades modernas convencían a una multitud de obispos, sacerdotes y laicos catolicos de que había que relajar la estricta y antigua condena de la Iglesia, que la ciudad moderna tenía razón y que el inmutable gobierno de la Iglesia, es decir, Dios, estaba equivocado. También Pablo VI quiso hacer más fácil la regla.

Sin embargo, cuando la comisión de expertos que nombró para estudiar la cuestión presentó su informe, él mismo vio que la norma no podía relajarse. Sus últimos argumentos para mantener la norma no tienen la fuerza de los viejos argumentos basados en la ley natural inmutable, pero, sin embargo, Pablo VI defendió la ley esencial en su Encíclica “Humanae Vitae” de 1968. Pero cuando la publicó, todo el infierno se desató rápidamente en la Iglesia. Y en 1969 impuso a toda la Iglesia la misa del Novus Ordo. ¿Es una especulación vana que si los obispos y sacerdotes hubieran obedecido al Papa en lugar de rechazar la ley invariable de Dios, Dios podría haberles ahorrado la Nueva Misa? Tal como fue, desobedeciendo al Papa cuando era fiel a la ley de Dios, todos contribuyeron a la ruptura de la Autoridad en la Iglesia. Todas las apuestas se cancelaron y el caos se apoderó de la Iglesia.

He aquí un ejemplo clásico de que la Verdad necesita de la Autoridad, de que el mundo necesita de la Iglesia y de que la Iglesia necesita del Papa. Especialmente en la gran ciudad de hoy, los hombres casi no pueden ver lo que está mal con la anticoncepción, al contrario, parece ser mero sentido común. Por lo tanto, si no hay una Autoridad divina que prohíba la anticoncepción, nada ni nadie podrá hacer frente a las pasiones humanas que la impulsan. De esta manera el Vaticano II (Gaudium et Spes #48) sugirió que en el acto del matrimonio la recreación viene antes de la procreación, y abrió las compuertas al divorcio, al adulterio, al aborto antes del nacimiento y después del nacimiento, a la eutanasia, a la homosexualidad, al cambio de género, y a horrores aún desconocidos, pero todos implícitos en la ruptura de la subordinación de la recreación a la procreación. La Madre Iglesia siempre supo que destrozar el acto del matrimonio es destrozar sucesivamente el matrimonio, la persona individual, la familia, la sociedad, la nación y el mundo. Este caos es donde estamos hoy. Tal es la necesidad de la Autoridad.

Y la autoridad más importante es la de la Iglesia, para imponer sobre las mentes erradas de los hombres la verdad infalible de Dios, y sobre sus voluntades descarriadas la ley eterna de Dios, para que puedan llegar a Su cielo y evitar su infierno. Y para encarnar esa Autoridad y proyectarla ante los hombres, el Dios Encarnado instituyó Su Única Iglesia Católica como una monarquía cuyo único gobernante es el Papa Romano, quien es el único que tiene la misión y la gracia de gobernar y mantener unidos, en la Verdad Católica, a todos los miembros de la Iglesia. De ello se deduce que cuando él abandona la Verdad, como en el Vaticano II, entonces las ovejas están necesariamente dispersas, porque nadie más que el Papa tiene de Dios la misión o la gracia de unirlas (cf. Lc. XXII, 32).

Kyrie eleison.

Restaurando la Autoridad

Restaurando la Autoridad on abril 22, 2019

Mientras que el pagano post-cristiano Jean-Jacques Rousseau (1712–1778) afirmaba que el hombre es por naturaleza un animal antisocial, de modo que la sociedad humana es esencialmente artificial, el pagano pre-cristiano Aristóteles (384–322), un hombre mucho más sabio, sabía que la sociedad es natural porque el hombre es por naturaleza un animal social – observe cómo se reúne con sus semejantes desde el amanecer hasta el anochecer, en todas las formas de sociedades humanas, en particular en las de la familia humana. Pero todo hombre tiene libre albedrío, de modo que todos esos tipos de sociedades deben tener a alguien en autoridad para coordinar esos libre albedríos que por sí mismos son susceptibles de dis ociarse. Por lo tanto, toda sociedad necesita autoridad, tan natural y tan necesaria para el hombre como lo es la sociedad. Vea cómo el centurión romano reconoce a Nuestro Señor como un hombre en autoridad por su propio ejercicio de autoridad en el ejército romano (Mt. VIII, 8–9).

Pero siendo la autoridad tan natural para los hombres como su naturaleza social, y su naturaleza social viniendo de Dios, entonces toda la autoridad entre los hombres debe venir en última instancia de Dios (cf. Efesios III, 15), razón por la cual en este ocaso del mundo en el que casi toda la humanidad le da la espalda a Dios, los hombres también se rebelan contra todo tipo de autoridad, y todas las clases de autoridad se vuelven cada vez más frágiles. Por ejemplo, ¿no es cada vez más común hoy en día que las esposas declaren su independencia de sus maridos y que los hijos dirijan a sus padres? Esto no es natural en ningún sentido verdadero de la palabra, pero hoy en día es cada vez más común, porque la revuelta contra la autoridad está en el torrente sanguíneo de todos nosotros. Entonces, ¿cómo puede ser restaurada la autoridad? Tenemos un ejemplo divino en el libro de Números (Cap. 16) en el Antiguo Testamento.

Moisés y su hermano Aarón eran los líderes político y religioso respectivamente del pueblo de Israel para sacarlos de Egipto a la Tierra Prometida. Ambos habían sido nombrados por Dios, como bien sabía el pueblo, pero los israelitas eran un pueblo orgulloso y de dura cerviz, y llegó el momento en el desierto cuando Coré, primo hermano de Aarón y celoso de sus privilegios, levantó a otros 250 levitas y a dos rubenitas principales, Datán y Abirón, para que se rebelaran, y el pueblo se levantó en un tumulto detrás de ellos en contra de la autoridad de Moisés y Aarón. Estos dos inmediatamente apelaron al Señor, quien les dijo que reunieran a la gente al día siguiente frente al Tabernáculo. Entonces Moisés le dijo al pueblo que se alejara de las tiendas de Datán y Abirón que estaban allí con todas sus familias extendidas, con lo cual la tierra se abrió y se tragó a los revolucionarios directamente al Infierno. Otro fuego de Dios devoró entonces a Coré y a sus 250 levitas exigiendo privilegios y prestigio dados por Dios sólo a la familia de Aarón.

De esta manera, Dios mismo demostró a quién había dado autoridad sobre los israelitas. La autoridad era muy importante para los israelitas en el desierto porque a pesar del milagroso cruce del Mar Rojo (Éxodo XIV), seguían ansiando las cebollas de Egipto, y Datán se quejaba de las penurias del desierto (Núm. XVI, 13–14). Pero Moisés no era un tirano, sino el más gentil de los hombres (Núm. XII, 3), y Aarón no había hecho daño al pueblo (Núm. XVI, 11). Sin embargo, si Dios no hubiera recurrido a un castigo extremo de los rebeldes, uno podría preguntarse si Moisés y Aarón habrían sido capaces de guiar a los israelitas a la Tierra Prometida. ¿Habría podido algo menos que eso restaurar su autoridad? Como fue, ¡es fácil imaginar que después del doble castigo milagroso ningún israelita tenía prisa por desobedecer a Moisés o a Aarón!

En 2019, el materialismo desenfrenado en todo el mundo está haciendo que cada vez menos seres humanos crean en Dios, por no decir que Lo tomen en serio. La ciencia y la tecnología parecen garantizar la buena vida para todos nosotros, así que ¿quién necesita a Dios? Y sin Él, todas las bases de la autoridad han desaparecido, y la autoridad en todas las formas de la sociedad humana se está desvaneciendo en el aire, pero especialmente en la Iglesia Católica. Además, el neo-modernismo mantiene a sus víctimas en tal control que son virtualmente inconvertibles, estando persuadidos de que siguen siendo católicos. ¿Cómo puede sobrevivir la Iglesia? Si la autoridad católica ha de ser restaurada antes del fin del mundo, ¿no será necesario otro milagroso y mortal fuego del Cielo, como con Datán, Coré y Abirón? De Dios nadie se burla (Gál. VI, 7).

Kyrie eleison.

Defendiendo a Menzingen – II

Defendiendo a Menzingen – II on marzo 3, 2018

Sin duda algunos lectores de estos “Comentarios” no están tan interesados en leer acerca de lo que les parece a ellos meramente riñas internas entre relativamente pocos sacerdotes católicos. Que tales lectores se guarden de restarle importancia a estas “riñas”. La religión dirige el mundo porque Dios existe, y la forma en que los hombres están respecto a Él (religión) gobierna la forma en que están respecto a sus semejantes (política). La Iglesia Católica dirige la religión porque desde la Encarnación de Cristo el catolicismo es la única religión fundada por el único Dios verdadero. Y la Tradición Católica dirige a la Iglesia Católica porque esa Iglesia es tan esencialmente inmutable como Nuestro Señor mismo. Y durante 42 años (1970–2012) la Fraternidad San Pío X estuvo en primera línea de la defensa de la Tradición Católica porque fue la única organización católica mundial que resistió eficazmente la modernización infiel de la Iglesia por el Concilio Vaticano II. Por lo tanto, todos los hombres vivos, ateos o protestantes o conciliaristas, especialmente sacerdotes y seguidores de la FSSPX, están preocupados por el problema de la infidelidad a la Tradición Católica dentro de la FSSPX. ¡Sigan leyendo, todos!

Otro campeón de Menzingen, el Padre B., ha bajado en el circo para defender su política de reintegración a la Roma conciliar – llamémosla los Reconciliaristas – con un artículo en la revista mensual oficial de la FSSPX en los Estados Unidos. Desde el Vaticano II, que separó de la Verdad Católica la Autoridad Católica que sólo existe para defenderla y mantenerla, todos los católicos han necesariamente estado más o menos esquizofrénicos – o bien siguen la Autoridad y abandonan la Verdad, o bien siguen la Verdad y abandonan la Autoridad, o bien eligen cualquiera de una variedad de combinaciones intermedias.

El Fundador de la FSSPX, Mons. Lefebvre, escogió la Verdad, pero guardó tanto respeto por los poseedores de la Autoridad Católica como fue compatible con la fidelidad a la Verdad, y como resultado sufrió una seria persecución y condena por parte de todos los católicos que más o menos preferían la Autoridad. Por el contrario, sus sucesores al frente de su Fraternidad quieren devolverla a la autoridad conciliar, de modo que a partir de 2012 la Fraternidad ha sido oficialmente Reconciliarista. Con este vuelco de la FSSPX de la Verdad de su Fundador hacia la Autoridad Conciliar, han llenado la Fraternidad de esquizofrenia, provocando un movimiento de “Resistencia” a su “Reconciliarismo”.

Para la gran parte de su artículo, el P. B. es católico en sus principios, pero al final es Reconciliarista en su aplicación de ellos. Por lo tanto, tal vez para ayudar al actual Superior General Reconciliarista de la Sociedad a ser reelegido en julio, ataca a la “Resistencia” no por su apego a la Verdad, que es su punto fuerte, sino por su desprendimiento de la Autoridad Católica, tanto en Roma como en Menzingen. Así, el P. B. dice, hacia Roma la “Resistencia” está, por su propia “facilidad y conveniencia”, en peligro de ignorar al Papa y de no reconocer su autoridad, mientras que hacia Menzingen rechaza el debido respeto y obediencia, y al criticar cada palabra pronunciada por el Superior General está sembrando sospechas y bloqueando los canales de la gracia.

Pero, Reverendo Padre, entre sus principios católicos usted mismo reconoce la primacía de la Fe. Ahora bien, el Vaticano II fue un desastre para la Fe, al tratar de poner al hombre moderno en el lugar de Dios. Por lo tanto, el Conciliarismo y el Reconciliarismo son ambos desastrosos, y tanto los funcionarios de Roma como el actual Superior General de la Sociedad deben ser juzgados en consecuencia. El problema no es la “Resistencia” que no “ignora” al Papa y ciertamente no busca su propia facilidad y conveniencia, porque es muy incómodo para los católicos el ser privados de todo el apoyo de los oficiales católicos de arriba. Por lo tanto, la “Resistencia” no está cayendo en “una actitud esencialmente cismática”, ni está bloqueando los canales de la gracia. El problema es que el Concilio causa cisma, el Concilio envenena a los Papas y el Concilio estrangula la gracia de Jesucristo. Si algo de la verdadera Fraternidad tiene que sobrevivir, el actual Superior General no debe en absoluto ser reelegido. Y no debe ser reemplazado por otro Reconciliarista.

Kyrie eleison.

Declaración de Obispos – II

Declaración de Obispos – II on abril 30, 2016

He aquí la segunda y última parte de la declaración de los obispos en la consagración de Monseñor Tomás de Aquino en Brasil el 19 de Marzo, seis semanas atrás:—

Sin embargo, lo más grave de todo en nuestro siglo 21ero es tal vez la masa de Católicos, tanto clérigos como laicos, quienes todavía siguen dócilmente a los destructores. En cuanto a los hombres de Iglesia, ¿cómo pueden algunos de los destructores no estar conscientes de lo que están haciendo? Debe ser por esa “desorientación diabólica” evocada ya antes del Concilio por la Hermana Lucía de Fátima. Y, en cuanto a los laicos, ¿cómo es que muchos de ellos todavía no ven que la Autoridad católica solamente existe para establecer la Verdad católica, y una vez que la Autoridad traiciona esa Verdad, pierde su derecho a ser obedecida? Debe ser por la misma “desorientación”. Entonces, ¿en qué consiste exactamente esta desorientación? En la pérdida de la Verdad, en la pérdida progresiva de todo sentido de la existencia misma de una verdad objetiva, porque los hombres han querido librarse de la realidad de Dios y sus creaturas, y reemplazar esa realidad con su propia fantasía, con el fin de poder hacer lo que les da la gana. Siempre la falsa libertad.

Pero Dios no abandona a Su Iglesia y entonces en los años 1970 Él suscitó a Monseñor Lefebvre para venir en su ayuda. Monseñor comprendió que en el Concilio, el Papa y sus hombres afines estaban abandonando la Tradición de la Iglesia en el nombre de la modernidad, y, haciendo esto, terminarían por destruir la Iglesia. Por una especie de milagro, él logró constituir dentro de la Iglesia una sólida resistencia a la destrucción en curso, bajo la forma de una Fraternidad Sacerdotal que él dedicó a San Pío X, un Papa muy perspicaz respecto a la corrupción de los tiempos modernos. Pero las autoridades Romanas no soportaban que alguien rechazara su supuesta “renovación” del Vaticano II, entonces hicieron todo lo que estaba en su poder para hacer que la resistencia del Arzobispo desapareciera.

Sin embargo, él los enfrentó y con el fin de garantizar que su obra de inmensa importancia para la defensa de la Tradición Católica sobreviviera, en 1988 procedió a consagrar cuatro obispos contra la voluntad expresa de las autoridades Romanas extraviadas, pero de acuerdo con la voluntad implícita de todos los Papas desde el inicio de la Iglesia, con la excepción de los últimos cuatro, todos ganados por el Concilio.

Esta heroica decisión de Monseñor Lefebvre estaba ampliamente justificada por los eventos, notablemente la decadencia ininterrumpida de las autoridades de la Iglesia, cuyo único deseo era conformar a la Iglesia con el mundo corrompido de hoy. De estos cuatro obispos, el que hablaba español debía instalarse en América del Sur para ocuparse de los fieles que querían conservar la Fe de siempre en todo este continente antes tan católico, pero donde ya no había obispos seguros para llevar las almas al Cielo.

Desgraciadamente la decadencia ha continuado desde entonces, sólo que ahora es la Fraternidad San Pío X la que a su vez está cayendo víctima de la corrupción universal por su Capítulo General del 2012, donde sus jefes, bajo su Superior General, la hicieron volcarse hacia el Concilio. En lugar de insistir sobre la primacía de la doctrina católica de siempre, de la Tradición, ellos abrieron la puerta a un acuerdo con la Roma oficial, consagrada al Concilio. Y así desde el 2012, la misma desorientación se abre paso dentro de la Fraternidad, en cuyos obispos, al menos por el momento, no se puede confiar más. Eso es muy triste pero totalmente normal en el estado actual de la Iglesia y del mundo. De ahí que, una vez más, un obispo confiable necesita ser consagrado para asegurar que la Fe inmutable sobreviva, especialmente en todo un continente de almas que necesitan un verdadero pastor para salvarse por la eternidad.

¡Que Dios esté con él! Roguemos a la Santísima Virgen María para que Ella lo conserve fiel bajo Su manto, fiel hasta la muerte.

Mons. Jean-Michel Faure.
Mons. Richard Williamson.