Eleison Comments

Arzobispo, Comentado – I

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Para las autoridades de la Iglesia hoy en día “no hay verdad fija, no hay dogma. Todo está evolucionando”. Así dijo Monseñor Lefebvre (1905–1991) en 1991 (ver el “Comentario Eleison” de la última semana). Pues, al final de su vida, Monseñor vio más claramente que nunca a lo que él se había estado enfrentando en su heroica defensa de la Fe. Desde su muerte, los liberales (¿desconocidos como tales por si mismos?) que tomaron posesión de su Fraternidad San Pío X tan pronto como él se hubo ido, no han aún comprendido la gravedad del problema tal como lo identificó Monseñor. Por consiguiente, que estos “Comentarios” abran el Nuevo Año intentando una vez más poner al descubierto la herida mortal en la Iglesia y el mundo de hoy en día.

Cuando Emanuel Kant (1724–1804) erigió en un sistema filosófico el rechazo del hombre a la realidad de Dios, sistema basado en su proclamación absolutamente falsa que la mente humana no puede conocer al objeto tal como éste es en sí mismo, entonces el departamento de filosofía de las universidades de todo el mundo empezaron a derramar locura en las calles porque la gente quería hacer de la libertad, su dios, y Kant les ofreció la liberación suprema, aquella de la mente con respecto a su objeto.

Ahora bien, los Católicos aún no contaminados por la fantasía Kantiana saben que Dios y Su Cielo existen bien fuera de, e independientemente de, sus mentecitas y, entonces, si quieren ser felices por la eternidad, más les vale que sus mentes traten con la realidad objetiva y no con la fantasía subjetiva. Por consiguiente, por un siglo y medio, Dios dio una serie de Papas anti-liberales que se levantaron contra el mundo liberal que se hacía constantemente más loco todo alrededor, y éstos protegieron a la Iglesia del prestigioso y popular subjetivismo. Pero, por los años 1950, los Cardenales y obispos de la Iglesia no estaban rezando lo suficiente para mantener esta protección de sus mentes y corazones, de la locura conocida dentro de la Iglesia como “modernismo” y, así, en el cónclave de 1958 eligieron a uno de ellos mismos, el supuestamente “bueno” Juan XXIII, un liberal (¿desconocido como tal por si mismo? – Dios lo sabe) quien debidamente lanzó en 1962 el desastroso Concilio Vaticano Segundo.

¿Por qué desastroso? Porque la locura del subjetivismo (el rechazo de la realidad objetiva) en lugar de ser todavía absolutamente condenado por las autoridades más elevadas de la Iglesia, fue ahora adoptada por ellas, y fue hecha (¿consciente o inconscientemente? Dios lo sabe) la base oficial de la doctrina y acción de la Iglesia. El problema no podía ser más grave. Los oficiales de la verdadera Iglesia de Dios, nombrados para proclamar y defender las verdades objetivas de Dios para la salvación, de aquí en adelante las fueron filtrando a través de sus mentes subjetivistas. Imaginen no tener más que botellas mugrientas en las cuales almacenar el mejor de los vinos. Sólo puede ser arruinado. Los oficiales de la Iglesia Conciliar de hoy en día sólo pueden arruinar la verdad de Dios.

He aquí por que Monseñor dijo en 1991, “ Estamos tratando con personas (en la cúpula de la Iglesia) que tienen una filosofía diferente a la nuestra, una manera de ver diferente, que están influenciados por todos los filósofos modernos subjetivistas. Para ellos no hay verdad fija, no hay dogma fijo. Todo está evolucionando. Esto es realmente la destrucción Masónica de la Fe. Afortunadamente, nosotros (Tradicionalistas) tenemos la Tradición para apoyarnos en ella”.

Pero, ¿qué le ha pasado a la Tradición sin Monseñor que la guíe? ¡Ay!, las autoridades en la cúpula de su Fraternidad San Pío X, la cual por algunos 40 años encabezó la defensa de la Fe objetiva, no pueden haber estado rezando seriamente lo suficiente para proteger sus mentes y sus corazones de ser a su vez infectados por el subjetivismo. Ellos también han perdido la primacía de la verdad objetiva, y así ellos están haciéndose juguete de los Romanos como un pez es juguete de un pescador. Monseñor Lefebvre, ¡reza por nosotros!

Kyrie eleison.