Neo-Iglesia

Madiran: Prologo

Madiran: Prologo on octubre 3, 2020

En el Prólogo de su libro sobre La Herejía del Siglo XX, Jean Madiran comienza con la audaz afirmación de que son los obispos católicos los responsables de la herejía del siglo XX (p.17 en la reedición del libro en 2018 por via.romana@yahoo.fr). Sabiendo que será acusado como un simple laico de hablar fuera de lugar, afirma desafiantemente (28) que como católico bautizado no necesitaba pedir ni recibir ningún mandato para defender la Fe, cuando los pastores o los obispos se han convertido en lobos, o herejes que destruyen la Fe.

Y hace (26) una distinción crucial que anuncia la tesis de todo su libro. Herejía en el sentido estricto de la palabra significa la negación intencional de lo que uno sabe que es una proposición definida de la Fe, pero en el sentido amplio significa la aceptación de una mentalidad radicalmente ajena a la Fe. La herejía que atacará es en este sentido amplio, que va mucho más allá de la contradicción de cualquier proposición particular de la Fe. La “herejía del siglo XX” se encuentra más bien “en la noche, en el vacío, en la nada”.

¿Y cómo se vaciaron los obispos franceses? Madiran escribe (20) que durante 100 años, desde mediados del siglo XIX, habían estado fuera de contacto con Roma, en esa época della Roma verdaderamente católica de Pío IX y el Syllabus, porque toda su mentalidad (21) se había alejado de Roma. La suya era la disciplina católica sin convicción, la obediencia católica sin entender para qué servía la obediencia. Madiran golpea en pocas palabras la esencia de la Iglesia pre-conciliar: bajo la influencia del mundo moderno, una pérdida progresiva de la fe católica resultaba en una Iglesia donde las apariencias seguían en pie pero la sustancia detrás de las apariencias había desaparecido. Cómo la verdadera Iglesia necesitaba resistir ese nuevo mundo Revolucionario, los Papas anti-liberales lo establecieron, sobre todos los Papas Pío IX, León XIII y Pío X en su enseñanza social, pero de sus Encíclicas sociales Madiran (23) dice que los obispos en los años ‘50 no sabían virtualmente nada.

Aún más grave para Madiran, prefigurando toda la Parte VI del libro por venir, la herejía del siglo XX de estos obispos fue su mentalidad general y sin fe, que niega que exista tal cosa como la ley natural (24). Magnetizados por el mundo moderno, infectados por su liberalismo, durante mucho tiempo se habían alejado mentalmente de Roma y rechazado su doctrina social, pero en los años ‘50 seguían citando ciertas fórmulas del antiguo catecismo. Sin embargo, en sus corazones se estaba perdiendo todo el sentido de la ley natural, lo que significaba que en los años inmediatamente posteriores al Concilio estaban dispuestos a tocar y corromper el dogma y el catecismo que habían dejado hasta entonces exteriormente intactos. Así, su desacuerdo con Roma sobre la doctrina social antes del Concilio llevaba consigo el desarraigo total de la religión cristiana que sufrió toda la Iglesia después del Concilio (25).

Porque si no hay una ley natural u orden racional arraigado por Dios en toda la Creación que nos rodea, entonces toda la razón y la fe naufragan, y aunque las fórmulas del Evangelio y las definiciones dogmáticas pueden ser recitadas y repetidas con precisión por un tiempo, su sustancia ha sido vaciada y toda la religión ha sido radicalmente subvertida. Los obispos sin ley natural ya no tienen acceso al Evangelio ni a las definiciones dogmáticas. Ya no pueden conservar ni transmitir nada (26). Están maduros para deslizar a la izquierda hacia la religión sustituta de la modernidad, que es el comunismo (26).

Y para concluir el prólogo, Madiran apela a un compatriota que previó esta decadencia en el clero incluso antes de la Primera Guerra Mundial. Charles Péguy (1873–1914) escribió en 1909 que el clero (30) estaba destruyendo con éxito el cristianismo al querer que progresara con los tiempos. Ellos mismos estaban perdiendo la fe (32), aceptando su desaparición como algo natural.

Kyrie eleison.

Arzobispo Transferido

Arzobispo Transferido on septiembre 26, 2020

Hace dos días, los restos mortales de Mons. Lefebvre fueron trasladados de la bóveda junta al Seminario de Écône donde habían descansado temporalmente desde su muerte en 1991, a un espléndido sarcófago en la cripta debajo de la Capilla del Seminario especialmente preparado para su reposo permanente. Todo el esplendor es apropiado para el lugar de sepultura del más grande hombre de Dios, el más grande héroe de la Fe Católica, de los tiempos modernos, el Arzobispo que prácticamente por sí solo salvó la doctrina católica, los sacramentos y el sacerdocio de su corrupción y eliminación por parte de hombres modernos que ya no creían en ellos, por lo menos así como habían sido transmitidos por la fiel Iglesia Católica a lo largo de casi dos mil años.

Y se puede decir que después de su muerte sus sucesores continuaron su trabajo más o menos fielmente por otros 20 años, pero luego en 2012 se produjo un cambio en su Fraternidad San Pío X que obligó a muchas almas a hablar de una Neo-fraternidad, algo así como los cambios en la Iglesia después del Concilio Vaticano II (1962–1965) obligaron a muchos católicos a hablar de una Neo-iglesia, tan radicales fueron los cambios. Desgraciadamente, la ceremonia de traslado de los restos del Arzobispo reflejó este traslado de su obra de la Fraternidad a la Neo-fraternidad, porque no fue celebrada por el actual Superior General, el P. David Pagliarani, sino por su predecesor como Superior General, el principal responsable del traslado de la Fraternidad a la Neo-Fraternidad. Esta elección del predecesor del P. Pagliarani para celebrar un acontecimiento tan destacado en honor del Fundador de la Fraternidad no es ni un buen augurio ni un accidente. Nos recuerda la cita de Nuestro Señor (Mt. XXIII):

29 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque edificáis las tumbas de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, 30 diciendo: “Si hubiéramos vivido en los días de nuestros padres, no habríamos participado con ellos en el derramamiento de la sangre de los profetas “.

Puede ser que hoy en día la hipocresía universal de todo un mundo que rechaza a Nuestro Señor sea tan profunda que muchas de las almas que participaron en la ceremonia de hace dos días no eran hipócritas conscientes, Dios lo sabe, ni tan severos para ser condenados como Nuestro Señor condenó a aquellos que Él sabía que estaban a punto de crucificarlo. Porque, en efecto, los líderes de la Fratenidad del Arzobispo fueron hábiles en engañar a los católicos que fielmente seguían al Arzobispo en su “desobediencia” a los líderes normales de la Iglesia. Estos, de hecho, los habían estado llevando de la religión católica de Dios a la religión conciliar del hombre. Sin embargo, objetivamente hablando, el paralelo es claro.

* Los fariseos construyeron monumentos en honor a los profetas que ellos mismos también habrían matado. La Neo-Fraternidad construye un sarcófago para su Fundador cuando ella misma se hace amiga de los pachamamistas a los que ya abominaba.

* A los fariseos Nuestro Señor prometió enviar mensajeros para denunciar su infidelidad, pero a éstos los matarían igualmente. A la Neo-iglesia y a la Neo-fraternidad envía a un arzobispo Viganò para recordarles su infidelidad. La Neo-iglesia lo mataría. La Neo-fraternidad hace todo lo posible por no prestarle atención.

* Los fariseos fueron advertidos por Nuestro Señor de las graves consecuencias de su infidelidad, y de hecho en el año 70 d.C. Jerusalén fue completamente destruida. En cuanto a la Neo-Fraternidad, ha reducido el trabajo del Arzobispo a una impotencia radical, porque la red mundial de la Fe que él construyó está en absoluta necesidad de nuevos obispos para mantener esa Fe, pero por la negativa de la Neo-Fraternidad a consagrar nuevos obispos sin el consentimiento de los pachamamistas, está rechazando nuevos obispos que mantengan la fe de Mons. Lefebvre, porque los pachamamistas nunca consentirán a obispos que defiendan esa fe.

En resumen, los miembros de la Neo-fraternidad permitieron que el predecesor del P. Pagliarani honrara el lugar de sepultura de su Fundador, quien hizo más que nadie para enterrar su obra. ¿Se dan cuenta que estan contribuyendo al traslado de una obra de heroes en un parque de Neo-phariseos, obedientes al NOM?

Kyrie eleison.

Madiran Introducido

Madiran Introducido on septiembre 19, 2020

Como hija mayor de la Iglesia, Francia siempre ha tenido pensadores y escritores en la vanguardia de la defensa de la Iglesia, y los tiempos modernos no son una excepción. En la confusión y el desorden de los católicos que surgieron inmediatamente después de la clausura del Concilio Vaticano II en 1965, un destacado pionero de lo que vendría a ser el pensamiento “tradicional” fue el francés Jean Madiran (1920–2013), creador y editor de la revista mensual derechista y nacionalista ” Itinéraires ” (Itinerarios) de 1956 a 1996. Ya un auténtico defensor de la fe antes del Concilio, hizo de su revista un elemento central de esa defensa después del Concilio, cuando se convirtió en una lectura esencial para muchos católicos que trataban de no perder la cabeza ni la fe.

En los años sesenta, Madiran contribuyó ciertamente a mantener en Francia este público instruido que serviría de apoyo esencial en los años setenta para que Monseñor Lefebvre pudiera dirigir un movimiento “tradicional” en Francia para oponerse a la destrucción de la Iglesia desde el interior por el clero conciliar. Madiran y su revista pueden haber ayudado seriamente al Arzobispo a llegar a su trascendental decisión, a finales de los años sesenta, de fundar en la Suiza francesa la Fraternidad San Pío X, destinada a hacer su decisiva contribución a la salvación de la Tradición Católica durante los próximos 40 años. La única vez que este escritor puede recordar haber visto correr al Arzobispo fue cuando Madiran visitó una vez el seminario de Écône, y el Arzobispo tuvo que alcanzarlo justo antes de que regresara a París.

Desgraciadamente, la colaboración de ellos llegó a su fin cuando Juan Pablo II se convirtió en Papa, y Madiran pensó que rescataría a la Iglesia, pero en lo que respecta al Arzobispo, Madiran había tenido su buena influencia, y la “Tradición” desde ahora estaba bien establecida. Hoy debemos recordar lo impensable que era en los años ‘50 y ‘60 que los católicos dudaran de su clero. Aquí está el enorme mérito de Madiran: una verdadera fe no sacudida por una casi entera jerarquía católica descarriada, junto con el valor de levantarse y escribir en público contra la multitud de gente que o seguía “fielmente” a esa jerarquía por “obediencia”, o que sin fe se regocijaba en el socavamiento de la Iglesia por la masonería. El hecho de que Madiran se dejara engañar posteriormente por Juan Pablo II sólo atestigua la fuerza del magnetismo de Roma que durante un período crucial de tiempo Madiran mismo abia logrado superar al servicio de la Verdad Católica.

Que hubo en él algo que nunca vaciló es sugerido por el hecho de que entre todos los libros que escribió en una larga y productiva vida, aquel en el que él mismo dijo que lo mejor dijo lo que esencialmente quería decir era el libro que vamos a ver en estos “Comentarios Eleison” – L’hérésie du vingtième siècle, La Herejía del Siglo XX. Apareció por primera vez en 1968, en otras palabras, en el fragor de la controversia en torno al Vaticano II. Contiene un Prólogo y seis Partes, haciendo quizás siete números de estos “Comentarios”, porque el libro es un clásico, aunque no haya tenido muchas – o ninguna – traducción.

Es un clásico porque se necesita un filósofo tomista para reconocer y corregir al modernismo – ¿cómo se analiza una niebla? – y Madiran era un filósofo tomista. Pero no cualquier filósofo tomista, porque la mayoría de los obispos del Vaticano II habían sido entrenados en su seminario o congregación en los principios de la filosofía de Santo Tomás de Aquino. Pero no habían aprendido o entendido cómo esos principios se aplican a la realidad. Esto se debe a que es relativamente fácil enseñar esa filosofía como una guía telefónica coherente, es decir, independentemente de la realidad. Los alumnos católicos son dóciles y se lo beben todo, sin comprender necesariamente que el tomismo es el único relato posible de la única realidad que nos rodea. ¿Pero quién puede enseñar la realidad a los alumnos nacidos en la calefacción central, y criados en la televisión? Madiran era de una generación anterior, lo que ayuda, pero incluso entonces, para ver el modernismo tan claramente como él, necesitaba una gracia especial de realismo, como para de Corte, Calderón y algunos otros selectos.

Abróchense los cinturones. Madiran vale la pena. En las semanas que vienen, su Prólogo.

Kyrie eleison.

La Autoridad del Arzobispo – I

La Autoridad del Arzobispo – I on febrero 15, 2020

Ilustremos la relación entre la Verdad Católica y la Autoridad Católica con el ejemplo concreto del Atanasio de los tiempos modernos que Dios nos dio para mostrarnos el camino durante nuestra crisis pre-apocalíptica: Monseñor Lefebvre (1905–1991). Cuando la multitud de los líderes de la Iglesia fueron persuadidos en el Vaticano II de cambiar la naturaleza de la Fe, y unos años más tarde en nombre de la obediencia de abandonar el verdadero rito de la Misa, por la fuerza de su fe el Arzobispo permaneció fiel a la Verdad inmutable de la Iglesia y mostró que ella es el corazón y el alma de su Autoridad divina. Como dice el proverbio español, “La obediencia no es la sierva de la obediencia”.

Ciertamente el Arzobispo creía en la autoridad que posee Iglesia para dar órdenes a sus miembros en todos los niveles para la salvación de sus almas. Por eso, en los primeros años de la existencia de la Fraternidad San Pío X (1970–1974) se preocupó de obedecer al Derecho Canónico y al Papa, Pablo VI, en la medida de sus posibilidades, pero cuando los oficiales enviados desde Roma para inspeccionar su Seminario en Écône se alejaron de la Verdad Católica en las cosas que dijeron a los seminaristas, escribió su famosa Declaración de noviembre de 1974, en protesta contra el abandono de la fe católica por parte de toda Roma en favor de la nueva religión conciliar, y esta Declaración sirvió como una hoja de ruta para lo que surgió como el movimiento Tradicional en la Misa de Lille en el verano de 1976.

El Arzobispo mismo siempre negó resueltamente que él era el líder de la Tradición, porque hasta el día de hoy la Tradición Católica es un movimiento no oficial y no tiene ningún tipo de estructura oficial. Tampoco era el único líder entre los Tradicionalistas, ni todos ellos estaban de acuerdo con él o le rindieron homenaje. Sin embargo, un gran número de católicos vieron en él a su líder, confiaron en él y lo siguieron. ¿Por qué? Porque en él vieron la continuación de la fe católica solo mediante la cual ellos podían salvar sus almas. En otras palabras, el Arzobispo puede no haber tenido autoridad oficial sobre ellos, porque la jurisdicción es prerrogativa de los funcionarios de la Iglesia debidamente elegidos o nombrados, pero construyó hasta su muerte una enorme autoridad moral por su fidelidad a la verdadera Fe. En otras palabras, su verdad creó su autoridad, extraoficial pero real, mientras que la falta de Verdad de los oficiales ha estado minando su Autoridad desde entonces. La dependencia de la autoridad, al menos la Autoridad católica, en la verdad, era tan clara como podía serlo.

Sin embargo, con la Fraternidad San Pío X que el Arzobispo fundó en 1970, las cosas fueron ligeramente diferentes, porque aquí recibió de la Iglesia oficial alguna jurisdicción por parte de Mons. Charrière de la Diócesis de Ginebra, Lausana y Friburgo, una jurisdicción que él apreciaba porque demostraba que no se estaba inventando las cosas sobre la marcha sino que estaba haciendo una obra de la Iglesia. Así que hizo todo lo posible para gobernar la FSSPX como si fuera el jefe normal de una congregación católica normal bajo Roma, lo que la defensa de la verdadera fe le daba todo el derecho a hacer. Sin embargo, los romanos públicos y oficiales usaron toda su jurisdicción para darle la mentira, alejando así de él a una multitud de católicos que de otra manera lo hubieran seguido.

Además, la Neo-Iglesia que estaban creando a su alrededor significaba que, incluso dentro de la Fraternidad, su autoridad estaba seriamente debilitada. Por ejemplo, si antes del Concilio un sacerdote descontento con su obispo diocesano solicitaba entrar en la diócesis de otro, el segundo obispo naturalmente consultaba al primero sobre el solicitante, y si el primero aconsejaba al segundo no tener nada que ver con él, ese era el fin inmediato de la solicitud. Por el contrario, si un sacerdote de la Fraternidad, insatisfecho con ella, solicitaba entrar en una diócesis de Neo-Iglesia, el obispo de la Neo-Iglesia podía muy bien “acogerlo de nuevo en el redil oficial” como fugitivo del “cisma Lefebvrista”. Así que el Arzobispo no fue apoyado por sus hermanos obispos, lo que significaba que no podía disciplinar a sus sacerdotes dentro de la Fraternidad como debería haber podido. Su autoridad caminaba sobre cáscaras de huevo, en la medida en que no tenía a su disposición ninguna sanción con la que mantener a raya a los sacerdotes descarriados. Así, la falta de verdad en la Neo-Iglesia dejó la verdad en la Fraternidad sin la autoridad católica que le correspondía para protegerla.

Por lo tanto, para compensar la falta de unidad en la Verdad que viene de la jerarquía, los sacerdotes Tradicionales de hoy deben ejercer una tolerancia más que normal hacia los demás, y los católicos Tradicionales deben rezar más que de costumbre para que sus sacerdotes encuentren esta tolerancia. No es imposible.

Kyrie eleison.

Profesor Drexel – III

Profesor Drexel – III on enero 18, 2020

En el tercer y último extracto para estos “Comentarios” del admirable libro del profesor Drexel de los años ‘70 en Austria, “La fe es más grande que la obediencia”, tenemos derecho a pensar que es Nuestro Señor quien habla, porque en sí mismo, el mensaje es enteramente ortodoxo, y en el contexto de la confusión en la Iglesia que siguió al Vaticano II (1962–1965), es una clara señal de que la Iglesia oficial estaba yendo por el camino equivocado, como lo sigue haciendo, hasta bien entrado el siglo XX. Para el clero católico, el mensaje es una clara advertencia: si insiste en seguir la nueva dirección de los hombres para abandonar la verdadera religión de Dios, se enfrenta a una espantosa condena en el infierno cuando muera. Para los laicos católicos, el libro es un estímulo igualmente claro: si con fe y valor permanecen fieles a la verdadera Iglesia, su recompensa será grande en el Cielo. Tanto para el clero como para los laicos, el mensaje está totalmente vigente en el año 2020.

MAYO, 1974.

No os dejéis abatir por la confusión y las herejías de los sacerdotes infieles y apóstatas, cuyo cuerpo y disfrute sensual cuentan más que el amor de Mi Iglesia y de las almas inmortales. Que todos los creyentes verdaderos y auténticos sepan que los enemigos interiores y exteriores de la Iglesia perecerán – para siempre – a menos que vuelvan con arrepentimiento interior a la única doctrina de la Iglesia.

Te lo digo: Se levantarán sacerdotes, que aún ahora están siendo formados, escondidos en silencio para el futuro y para el tiempo – que vendrá pronto – en que con espíritu apostólico, siguiendo las huellas de los santos, por ese orden divino y por esa unidad de Mi Iglesia Católica que Yo deseo, darán un paso adelante con una santa reverencia por el misterio y el milagro de la Sagrada Eucaristía. (Esta es seguramente una profecía de los jóvenes sacerdotes de la Tradición que comenzarían a salir de Écône en pequeño pero significativo número en 1976).

JULIO, 1975.

Mi Iglesia vive en medio de la apostasía y la destrucción. Ella vive entre numerosas personas fieles y leales. En la historia de Mi Iglesia, siempre ha habido tiempos de decadencia, deserción y devastación, a causa de malos sacerdotes y pastores tibios. Pero el espíritu de Dios es más fuerte, y sobre las ruinas y el cementerio de la infidelidad y la traición ha levantado a la Iglesia y la ha hecho florecer de nuevo, sólo que más pequeña que antes. La obra de mi siervo Marcel en Écône no está a punto de perecer! (El “Marcel” aquí mencionado es, por supuesto, Mons. Lefebvre que fundó en 1970 el seminario tradicional de Écône).

MARZO, 1976.

Mi fiel hijo Marcel, que está sufriendo tanto por la Fe, está en el buen camino. Es como una luz y un pilar de la verdad, que muchos de mis sacerdotes ordenados están traicionando. La fe es más grande que la obediencia. Por lo tanto, es Mi voluntad que el trabajo para la educación teológica de los sacerdotes continúe, en el espíritu y de acuerdo a la voluntad de Mi hijo Marcel, para así contribuir poderosamente al rescate de Mi única y verdadera Iglesia. (Quien tenga oídos para oír, he aquí el respaldo más claro de la Tradición Católica).

DECIEMBRE, 1976.

Los que se preparan para el sacerdocio y entran en los seminarios bajo los obispos diocesanos, entran sin tener una fe íntegra y profunda en la Transubstanciación; y no pocos candidatos al sacerdocio coquetean con la idea de casarse algún día. Por lo tanto, no está lejos el tiempo en que la gente estará sin sacerdotes en muchos lugares.

Sin embargo, los sacerdotes que ven en el Sacrificio sacramental de la Misa el más verdadero y santo de los sacrificios, y que celebran con una santa reverencia el misterio de Mi Cuerpo y Sangre, como lo hace Mi digno servidor Marcel, son perseguidos, despreciados y proscritos.

Kyrie eleison.

Padre Bruehwiler

Padre Bruehwiler on octubre 26, 2019

El siguiente análisis de la situación actual de la Neo-Fraternidad San Pío X apareció en el boletín parroquial #3 del P. Aloïs Bruewihler en San Gallo en Suiza para el otoño de este año. El P. Bruewihler es un antiguo sacerdote de la Fraternidad, misma que abandonó en 2015 porque no pudo reconciliarse con la falsa dirección que está tomando la Neo-fraternidad, que sigue buscando el reconocimiento por parte de las autoridades de la Neo-iglesia en Roma, aunque éstas insisten siempre en la aceptación por parte de la Neo-Fraternidad de los documentos profundamente anticatólicos del Vaticano II como condición indispensable de dicho reconocimiento. El artículo del P. Bruewihler se adapta aquí a la extensión A4 de cada uno de estos “Comentarios”.

En una época de grave crisis, en la que los fundamentos mismos de la vida son atacados, sacudidos y hasta derribados, un católico debe con toda humildad y confianza en la protección de Dios Todopoderoso, concentrarse en “lo único necesario” (Lc. X, 42), sin cuestionar a Dios, sino aceptando humildemente la prueba que su Sabiduría Eterna ha permitido (¿o incluso establecido?) como un medio cargado de gracia para castigarnos o purificarnos o santificarnos o salvarnos, cuerpo y alma.

Puesto que la Madre Iglesia, humiliada y encadenada desde el Vaticano II, está tan ocupada e inundada como siempre por los siniestros poderes masónicos establecidos en el seno de la “Iglesia Conciliar”, la omnisapiente Providencia de Dios dio a los católicos un fiel sucesor de los Apóstoles, Monseñor Lefebvre, para garantizarnos, en nuestras extremas y continuas necesidades, una fuente de emergencia de la doctrina inalterada de Cristo. Cuanto más habla y actúa el Neo-vaticano bajo la influencia del “humo de Satanás”, más atención deben prestar los católicos a la herencia doctrinal que nos dejó el Fundador de la Fraternidad San Pío X si quieren salvar sus almas. Porque así como san Pablo advirtió a los Corintios que guardaran el Evangelio como él lo había predicado a ellos y como lo había recibido de Cristo (I Corintios XV, 1–3, etc.), así también hoy el abandonar la enseñanza del Arzobispo sobre la Nueva Misa y el Concilio es, en efecto, abandonar la enseñanza de Cristo.

Pero poco después de la muerte del Arzobispo en 1991, los líderes de la Fraternidad emprendieron un nuevo camino, por el cual se han empeñado desde entonces en “normalizar” la posición canónica de la Fraternidad en el seno de la Iglesia Oficial, como si fuera la Fraternidad del Arzobispo y no la Iglesia Conciliar la que era anormal. Este cambio de dirección comenzó a aparecer claramente con el intento de los líderes de la Fraternidad en 2001 de someterse a los Romanos Conciliares, y se centró aún más claramente con la Carta a esos líderes el 7 de abril de 2012, de tres de los cuatro obispos de la Fraternidad, uno de los cuales fue poco después excluido de la misma. La Fraternidad estaba siendo dividida en dos, y quien aprobó esa exclusión entonces debe estar aprobando ahora a los nuevos amigos de la Fraternidad, como el obispo suizo de la Neo-iglesia, cuya doctrina sobre el Concilio y la Misa está lejos de la doctrina de Monseñor Lefebvre. Así pues, la Neo-fraternidad se está formando sobre la base de la unidad práctica antes de la verdad doctrinal, lo cual es un principio francmasónico, no católico en absoluto. Sin embargo, cada vez más sacerdotes y laicos ciegos parecen esperar que se llegue a un acuerdo entre la Fraternidad y Roma.

El problema se remonta al Vaticano II (1962–1965) cuando los fieles católicos, en sus familias y en el trabajo, tuvieron que aprender a su costa lo que significa para los Oficiales de la Iglesia apartarse de la Verdad Católica. Los católicos ya no podían seguir u obedecer a los Papas, obispos y sacerdotes aunque tenían autoridad sobre ellos, porque la Autoridad Católica está al servicio de la Fe y la Justicia. Por el contrario, el “Motu Proprio” de Benedicto XVI de 2007, y el ambiguo y engañoso Comunicado de Prensa del Superior General de la FSSPX emitido al mismo tiempo, son dos ejemplos de un serio desprecio por la verdad y la justicia. Como dijo Mons. Tissier en 2016, “La misa ‘Motu Proprio’ no es la verdadera misa”. Podríamos añadir que la Neo-fraternidad, que se viene formando desde 1991, ya no es la verdadera Fraternidad.

Kyrie eleison.