sacramentos, ritos sacramentales

Para Mitigar la Confusion

Para Mitigar la Confusion on diciembre 12, 2009

Nos ha tomado tres ediciones de los “Comentarios Eleison” el poder desenmarañar por qué el presunto testimonio del Cardenal Lienart en su lecho de muerte (“Comentario Eleison” 121) podría fácilmente considerarse verdadero, dado que corresponde exactamente a la manera por la cual la validez de los sacramentos Católicos ha sido puesta en peligro por los ritos sacramentales conciliares que fueron introducidos después del Vaticano II (“Comentarios Eleison” 124, 125 y 126). Un amable crítico piensa que me he preocupado demasiado por defender la validez de los sacramentos conciliares, pero no quiero más exagerar su validez, tanto como su invalidez.

Es evidente que ninguna persona razonable que ame la verdad, quiere hacer otra cosa que alinear su mente con la realidad, porque la verdad se define como “la adecuación entre la mente y la realidad.” Si una situación es negra, quiero llamarla negra. Si es blanca, diré que es blanca. Y si está conformada por una variada gama de grises, quiero que tome esa exacta tonalidad de gris en mi mente; ni un gris más oscuro ni más blanquecino que el que es en realidad.

Ahora, es cierto que cualquier sacramento que se haya administrado en la vida real habrá sido válido ó inválido. No existen más matices entre válido e inválido, que las que hay entre estar embarazada o no estarlo. Pero si consideramos en su totalidad los sacramentos conciliares que se administran a través de la Nueva Iglesia, sólo podemos decir que algunos son válidos y algunos inválidos; todos ellos han sido puestos en una pendiente hacia la invalidez por la idea básica de los ritos conciliares de reemplazar la religión de Dios con la religión del hombre. Esta es la razón por la cual la Nueva Iglesia está en camino de desaparecer completamente y la razón por la que la FSSPX no puede, de ninguna manera, permitirse ser absorbida por aquella.

Pero ¿en qué punto exactamente de ese declive, un determinado sacerdote o grupo de sacerdotes, por ejemplo, ha perdido la idea de lo que la Iglesia es, a tal grado que ya no pueden tener más la intención de hacer lo que la Iglesia hace? Solo Dios sabe. Bien podría ser que llegar a ese punto pueda exigir más que lo que sugerí en el “Comentario Eleison” 125; quizás tome menos, como sugiere nuestro crítico. Cualquiera que sea el caso, ya que solamente Dios puede tener la certeza de ello, yo no necesito saberlo. Solamente necesito tener en mi mente bien claro que los ritos conciliares han puesto a los Divinos Sacramentos en una pendiente que los aleja de Dios, y una vez que me sea evidente que están ayudando a destruir la Iglesia —porque para eso fueron diseñados— debo mantenerme alejado de tales ritos.

Mientras tanto, en cuanto a en qué punto exacto en la caída de la pendiente se encuentra éste o aquel sacerdote, o inclusive la Nueva Iglesia como un todo, aplicaré el gran principio de San Agustín: “En las cosas ciertas, la unidad; en las dudosas, la libertad; y en todas, la caridad.” Y como en un marco de certidumbres tal, dentro de la Nueva Iglesia no todo es Católico, ni todavía todo ha dejado de serlo, quiero otorgar a mis compañeros Católicos la misma libertad de juzgar las cosas inciertas como espero que ellos me lo permitan también. Madre de Dios, ¡obtén el rescate de la Iglesia!

Kyrie eleison.

Delincuencia sin Semejanza – III

Delincuencia sin Semejanza – III on diciembre 5, 2009

Para que un sacramento Católico sea administrado válidamente, el Ministro debe tener la Intención “de hacer lo que la Iglesia hace” (“Comentario Eleison” 124). Dicha Intención requiere que el Ministro tenga por lo menos una idea mínimamente correcta de lo que la Iglesia es y hace (“Comentario Eleison” 125). Ahora solamente falta por mostrar que el Vaticano II debilitó dicha Intención corrompiendo esa idea, y de una forma como nunca antes fue corrompida en toda la historia de la Iglesia.

Eso es debido a que el Vaticano II fue la oficialización, o el reconocimiento oficial dentro de la misma Iglesia Católica, del humanismo anti-Católico que se remonta por lo menos al Renacimiento de los años 1400. Por siglos posteriormente, los sacerdotes Católicos que adoraban al único Dios verdadero se habían resistido fuertemente a sustituirlo por la adoración del hombre del mundo moderno, pero a medida que ese mundo, a través de 500 años se fue haciendo más y más pagano, dichos sacerdotes finalmente se rindieron en los ‘60 del siglo pasado, y con el Vaticano II comenzaron a seguir al mundo moderno en lugar de guiarlo. Siempre habían existido dentro de la Iglesia seguidores del mundo, ¡pero nunca antes ese rumbo se había hecho oficial en la Iglesia Universal!

Sin embargo, los padres del Concilio no querían ni podían dar la espalda a la religión antigua de un solo tajo, en parte porque todavía creían en ella y en parte porque tenían que guardar las apariencias. Esta es la razón por la cual los documentos del Concilio se caracterizan por su ambigüedad, mezclando la religión de Dios en el lugar de Dios, con la religión del hombre en el lugar de Dios. Esta ambigüedad significa que los Católicos conservadores bien pueden apoyarse en los textos del Concilio para aseverar que el Vaticano II no excluye la religión antigua, así como los Católicos progresistas pueden apoyarse en el espíritu implícito de esos mismos textos para aseverar que el Concilio estaba promoviendo la nueva religión; y con estos documentos, tanto los conservadores como los progresistas ¡tienen razón! Es así como la religión antigua aún estuvo presente en el Vaticano II, pero sus cimientos ya habían sido dañados, y desde entonces ha venido desapareciendo.

Una ambigüedad similar aqueja a los Ritos sacramentales “reescritos” bajo el espíritu del Concilio, asamblea que rendía tributo hacia el exterior a la religión de Dios, pero hacia su interior abrazaba ya la religión del hombre. La religión antigua aún puede subsistir ahí debido a que las Formas sacramentales (las palabras que son esenciales para su validez) no son, por regla, automáticamente inválidas, pero al mismo tiempo todos los Ritos que rodean dichas Formas se están deslizando hacia la nueva religión. Por lo tanto, debido a la presión suave pero feroz del mundo moderno para ubicar al hombre en el lugar de Dios, y dado que todos los Ministros sacramentales poseen nuestra pobre naturaleza humana, la cual, al sentirse bajo presión fácilmente se inclina hacia el camino menos difícil, se tiene como resultado que estos nuevos Ritos son hechos a la medida para debilitar eventualmente la Intención sacramental de los Ministros y, con ello, la validez de los sacramentos.

Católicos, mientras evitan ustedes los nuevos Ritos, mantengan el equilibrio de la verdad. No digan que estos Ritos son automáticamente inválidos; ni tampoco, porque puedan ser válidos, que son inofensivos. Aún si son válidos, debilitan la Fe. Con respecto a los sacerdotes que los utilizan, no digan que han perdido la Fe, ni que son inofensivos si los emplean. Estos Ministros pueden bien conservar la Fe, pero pueden correr el riesgo de dañarlos a ustedes si utilizan Ritos diseñados para debilitar su Fe. Busquen los Ritos antiguos y los sacerdotes que utilizan estos ritos. Al hacerlo estarán ayudando a salvar el honor de Dios, su verdadera Religión y muchas almas que están perdiéndose sin esa religión.

Kyrie eleison.

Delincuencia sin Semejanza – II

Delincuencia sin Semejanza – II on noviembre 28, 2009

“Comentarios Eleison” de la semana pasada se comprometió a demostrar que el Vaticano II fue diseñado para invalidar los sacramentos de la Iglesia introduciendo Ritos sacramentales cuya deliberada ambigüedad corrompería, en el largo plazo (“después de 50 años,” comentaba el Cardenal Lienart en su lecho de muerte), la Intención sacramental indispensable de los Ministros. Pero el Vaticano II tendrá que esperar hasta la próxima semana. Esta semana necesitamos analizar con detenimiento el mecanismo de la intención humana para poder entender que el Ministro sacramental necesita tener en su cabeza una idea fundamentalmente sana de lo que la Iglesia es y hace.

Cuando un ser humano tiene la intención de algo, o pretende lograr alguna meta, necesita primero tener en su cabeza la idea de la meta que quiere alcanzar. De hecho, nadie puede perseguir una meta sin tener en principio la idea de ésta en su cabeza, y se puede perseguir esta meta solamente a través de la idea que se tiene de la misma. Pero las ideas dentro de la cabeza de una persona pueden o no corresponder a la realidad que impera fuera de su cabeza. Si su idea corresponde a la realidad, puede entonces alcanzar su meta. Si no corresponde, puede alcanzar su idea pero no alcanzará su meta.

Tomemos por ejemplo un padre de familia que tiene la intención de hacer felices a sus hijos, pero cuya idea de cómo lograr esto es a través de relajar toda clase de disciplina en su casa. ¡Dios mío!, la indisciplina hace a los niños infelices, no felices, así es que cuando el papá relaja la disciplina, logra dicha relajación pero no la felicidad de los pequeños. Él alcanzó su idea pero no alcanzó la realidad, porque su idea estaba desconectada de la realidad.

Ahora, para que un sacramento sea válido, el Ministro (obispo, sacerdote o laico) debe tener la intención de “hacer lo que la Iglesia hace,” como fue explicado la semana pasada, para lograr poner su acción instrumental debajo de la acción primordial de Dios, única fuente de toda gracia sacramental. Así es que antes de que él administre el sacramento, tiene que tener una idea de lo que “la Iglesia hace,” lo que requiere una idea previa de lo que la Iglesia es. Por lo tanto, si sus ideas de lo que la Iglesia es y hace no corresponden a las realidades Católicas, ¿cómo puede tener la intención de hacer lo que la Iglesia verdadera hace, y por lo tanto, cómo puede administrar sacramentos verdaderos? Si por ejemplo este Ministro cree verdaderamente que la Iglesia es una clase de “Club para Creyentes Sentimentalistas,” o que la Misa es el picnic de esa comunidad y el Bautismo el rito de iniciación para pertenecer a este Club, puede entonces alcanzar su objetivo de realizar el picnic o la iniciación, pero lo que realizará nunca podrá ser una Misa o un Bautismo Católico.

Ahora bien uno podria objectar que tiene un ministro semejante la intención implícita de “hacer lo que la Iglesia hace y siempre ha hecho,” pero su Intencion sacramental no sale necessariamente valida. Por ejemplo, de acuerdo a la “hermenéutica (interpretación) de la continuidad” que reina desde ahora dentro de la Nueva Iglesia, no tiene que verse ninguna ruptura entre la Iglesia Católica y la Nueva Iglesia, ni entre la Santa Misa y el picnic; sólo tiene que existir ¡un desarrollo armónico! Así es que la intención de celebrar la Santa Misa excluyendo el picnic, o la de disfrutar del picnic excluyendo a la Santa Misa, serían la misma intención, supuestamente de realizar ¡”Misapicnics”! Dicha “hermenéutica” puede reconciliar cosas que son, en realidad, ¡irreconciliables! Pero, ¿puede alguien que tenga esta “hermenéutica” en su cabeza, realizar sacramentos en realidad válidos? Como dicen los Norteamericanos “¡Ve tu a saber!” Sólo Dios sabe.

Esta manera de pensar es la razón por la cual existe una confusión casi sin esperanza en la Iglesia de hoy. ¿Qué se necesitará para que los sacerdotes vuelvan a ver a los gatos como gatos y no como perros, y a reconocer a los perros como perros y no como gatos? ¡O un milagro sobrenatural o un cataclismo natural!

Kyrie eleison.

Delincuencia sin Semejanza – I

Delincuencia sin Semejanza – I on noviembre 21, 2009

Para hacer resaltar una vez más la delincuencia sin semejanza del Concilio Vaticano Segundo (1962–1965), dos semanas no serán demasiadas para responder a la objeción razonable de un lector al argumento de “Comentarios Eleison” de hace tres semanas (31 de octubre). Dicho argumento sostenía que los Ritos sacramentales de la Iglesia Conciliar, introducidos por el post-Concilio, son de tal naturaleza que a largo plazo invalidarán los sacramentos de la misma, debido a que fueron diseñados para que a través de su ambigüedad puedan erogar la Intención sacramental del Ministro (sea obispo, sacerdote o laico), sin la cual no puede haber sacramento.

El lector se objetó tomando como base la enseñanza clásica de la Iglesia que dice que las fallas personales del Ministro sacramental, aún su falta de Fe, pueden ser compensados por la Fe de la Iglesia en cuyo nombre él está suministrando el sacramento (cf. Summa Theologiae, 3a, LXIV, 9 ad 1). Siendo así – un ejemplo clásico – un Judío que no posee en lo más mínimo la Fe Católica puede, sin embargo, válidamente bautizar a un amigo en su lecho de muerte siempre y cuando el Judío sepa que la Iglesia Católica realiza algo cuando bautiza, y tenga la intención de realizar esa misma cosa que la Iglesia realiza. Esta Intención de hacer lo que la Iglesia hace lo demuestra al pronunciar las palabras y al hacer las acciones establecidas en el Rito de la Iglesia para el sacramento del bautismo.

Por lo tanto, argumentaba nuestro lector, la Iglesia Conciliar puede haber corrompido la fe del Ministro Católico, pero la Iglesia Eterna compensará cualquier falta de su fe, y los sacramentos que él administre seguirán siendo válidos. Para lo cual, la primera parte de la respuesta a la objeción es que si los Ritos sacramentales de la Iglesia Conciliar atacaran únicamente la fe del Ministro, la objeción sería válida, pero si también socavan su Intención sacramental, entonces no habrá sacramento alguno.

Otro ejemplo clásico debería de dejar este asunto muy en claro. Para que el agua fluya a través de una tubería de metal, sin importar si la tubería está hecha de oro o de plomo, ésta necesita estar conectada a la llave del agua, cualquiera que sea el caso. El agua es la gracia sacramental. La llave es la fuente principal de esa gracia, Dios per se. La tubería es el instrumento, llamado el Ministro sacramental, a través de cuyas acciones la gracia del sacramento fluye de Dios. El oro o el plomo representan la santidad o falta de santidad del Ministro. Por lo tanto, la validez del sacramento no depende de la fe personal o de la falta de fe del Ministro, pero si depende de que él se conecte a la fuente principal de la gracia sacramental que es Dios.

Esta conexión la realiza precisamente con la Intención de hacer lo que la Iglesia hace. Por medio de esa Intención se pone como instrumento en las manos de Dios para que Dios vierta la gracia sacramental a través de él. Sin esa Intención Sacramental él y su fe pueden ser de oro o de plomo, pero estara desconectado de la llave. Falta por demostrar la semana que entra cómo el Vaticano II fue diseñado para poder corromper no solo la fe del Ministro, sino también cualquier Intención sacramental que éste pudiera tener.

Kyrie eleison.

¿Obispos Válidos?

¿Obispos Válidos? on octubre 31, 2009

La semana pasada apareció una confirmación sorprendente de la posición balanceada de la Fraternidad Sacerdotal San Pio X, acerca de la validez de los sacramentos de la Nueva Iglesia, en una “fuente fidedigna.” Parece ser que la Francmasonería, vieja enemiga de la Iglesia, planeo el invalidar los sacramentos Católicos a través de la Revolución Conciliar, no buscando la alteración de su Forma en sí, resultando inmediatamente inválidos, sino a través de la ambigüedad de su Rito como un todo, debilitando a largo plazo la Intención sacramental necesaria del Ministro.

Esta “fuente fidedigna” se trata de un francés quien lo escucho en persona de un viejo y venerable sacerdote que le comentó algo de lo que el Cardenal Lienart, en su lecho de muerte, le había confesado. Sin duda temiendo las llamas del Infierno, el Cardenal le suplicó al sacerdote que lo revelara al mundo, liberándolo así del secreto de Confesión. De hecho, desde entonces el sacerdote actuó discretamente en público, pero en privado comunicaba más abiertamente lo que el Cardenal le había revelado acerca del plan de tres puntos de la Francmasonería para la destrucción de la Iglesia. Sea que el Cardenal se había integrado o no a la Francmasonería a la edad muy precoz de 17 años, de todas formas le había servido muy fielmente cuando a los dos días después de la inauguración del Vaticano II desvió el rumbo del Concilio, demandando sin derecho alguno que todos los documentos Tradicionales que fueron cuidadosamente preparados fuesen desechados.

Según revelo el Cardenal, el primer objetivo de la Francmasonería en el Concilio era el de deshacer la Misa al alterar el Rito de tal manera que a largo plazo la Intención del celebrante de “hacer lo que la Iglesia siempre ha hecho” se fuera debilitando. Gradualmente el nuevo Rito induciría a los sacerdotes y a los fieles a ver la Misa como una “remembranza” o una “cena sagrada” en lugar de reconocer su sacrificio propiciatorio. El segundo objetivo era el de romper la Sucesión Apostólica a través de un nuevo Rito de Consagración que eventualmente desharía el poder de Ordenación de los obispos. Esto lo haría con una Forma que no automáticamente invalidaría dicho poder pero sería suficientemente ambigua para sembrar la duda, y sobre todo con un nuevo Rito que como un todo, otra vez mas, acabaría por disolver la Intención sacramental del obispo que consagra. Esto tendría la ventaja de romper la Sucesión Apostólica tan delicadamente que nadie siquiera lo notaría. ¿No es a esto exactamente a lo que muchos Católicos creyentes le temen hoy en día?

Sea como sea lo que la “fuente fidedigna” ha revelado, en cualquier caso, los Ritos de la Santa Misa y de la Consagración Episcopal de la Nueva Iglesia corresponden exactamente a los planes Masónicos tal como fueron confesados por el Cardenal. Desde que estos nuevos Ritos fueron introducidos a finales de los 1960’s y principios de los 1970’s, muchos Católicos serios se han negado a creer que puedan ser usados válidamente. ¡Ay! no se invalidan automáticamente (sería mucho más simple si así fuese). ¡Es peor! Su Forma sacramental es lo suficientemente Católica como para persuadir a los celebrantes de que puede ser válidamente utilizada, pero estos nuevos Ritos como un todo son diseñados a ser tan ambiguos y tan sugestivos de interpretaciones no-Católicas como para invalidar al sacramento con el tiempo, por el hecho de corromper la Intención de cualquier celebrante ya sea “obediente” en demasía, o que no vigile y rece lo suficiente.

Tales Ritos suficientemente válidos como para ser aceptados por casi todos los Católicos en el corto plazo, pero también suficientemente ambiguos como para invalidar los sacramentos al largo plazo, constituyen una trampa de una sutileza propiamente satánica. Para evitarlo, los Católicos deben por un lado evitar todo contacto con estos Ritos, pero por el otro lado no deben restarle crédito a sus buenos instintos Católicos por hacer acusaciones teológicas exageradas que distan de la buena Doctrina Católica. No resulta siempre un balance fácil de mantener.

Kyrie eleison.