Jerarquía de la Iglesia

¿Aliado Benevolente?

¿Aliado Benevolente? on enero 28, 2017

Mons. Athanasius Schneider, originario de Alemania pero ahora Obispo de Astaná en Kazajstán, se ha dado a conocer a los Tradicionalistas en los años recientes por sus muchas declaraciones que por lo menos parecen favorables a la Tradición Católica. Por ejemplo, el año pasado se asoció públicamente con el cuestionamiento de los cuatro Cardenales a la doctrina del Papa Francisco en el documento papal Amoris Laetitia. Cuando él hace mucho para criticar a la Iglesia que oscila hacia la “izquierda”, puede que no entienda o aprecie el ser atacado por la “derecha”, pero es la Verdad que está en juego, no nuestras pequeñas personalidades. Su Excelencia, gracias por tanta verdad que ha tenido Usted el valor de defender abiertamente, pero entienda que la Verdad completa es mucho más fuerte, y más exigente, de lo que piensa. Usted recientemente dio una entrevista a Adelante la Fe. Por favor, no lo tome personal si cito (en cursivas) algunas de sus respuestas y las critico:—

Estoy convencido que en las circunstancias actuales Mons. Lefebvre aceptaría sin dudarlo la propuesta canónica de una prelatura personal”.

Su Excelencia, eso es imposible. Mons. Lefebvre creía, y lo probaba con argumentos de la teología e historia de la Iglesia, que el Vaticano II fue una traición sin precedentes, por parte de las más altas autoridades en la Iglesia, a 1900 años de doctrina inmutable de la Iglesia. Pero la Roma oficial todavía sigue ese concilio objetivamente traidor. Por lo tanto, poner a la FSSPX bajo esta Roma será como poner un zorro a cargo del gallinero. El Arzobispo siempre tuvo la esperanza de que Roma viniera a la derecha. Aún no lo ha hecho.

Mons. Lefebvre era un hombre con un profundo sensus eclessiae, o sentido de Iglesia.

Esto es verdad, porque sobre todo él tuvo una comprensión profunda y clara de la doctrina católica, o enseñanza, que es el corazón de la Iglesia. “Id y ENSEÑAD a todas las naciones”, fue la última instrucción de Jesús a sus Apóstoles (Mat. XXVIII, 20). El Vaticano II traicionó la doctrina católica, por lo que el profundo sentido de Iglesia del Arzobispo lo hizo repudiar ese Concilio. Los Conciliaristas actuales en Roma nunca podrán reconstruir la Iglesia.

Él consagró cuatro obispos en 1988 porque estaba convencido que había un real estado de necesidad. Fue la crisis objetiva que dio origen a la convicción subjetiva, y no al contrario. Nuestro mundo moderno está enfermo mentalmente con el subjetivismo. El Arzobispo era un objetivista.

Si la FSSPX permanece mucho tiempo de forma autónoma canónicamente, sus miembros y seguidores perderán el sentido de la necesidad de sujeto al Papa, y terminarán dejando de ser católicos.

El Papa es Papa para “confirmar a sus hermanos” en la Fe. Ver Lucas XXII, 32. Si él es un Papa Conciliar con su fe corrompida por el Vaticano II, ya no puede dar lo que no tiene. Es por estar sujetos a los Papas Conciliares que incontables católicos desde el Concilio han perdido la verdadera Fe.

Ningún católico puede escoger a cuales Papas estará o no estará sujeto. Dios guía a su Iglesia.

La presente crisis en la Iglesia es sin precedente porque nunca antes en la historia de la Iglesia hubo una serie de Papas desalineados con la Fe verdadera como hemos visto desde el Vaticano II. Esto significa que los Católicos deben – excepcionalmente – juzgar a sus Papas, obispos y sacerdotes. Por esta crisis Dios está purificando Su Iglesia, y cuando la purificación esté completa, Él concederá a Su Iglesia un gran Papa verdaderamente católico.

Le he dicho a Mons. Fellay, nosotros en Roma precisamos de la FSSPX en el gran combate por la pureza de la Fe.

Excelencia, crea que la Roma conciliar hará todo lo posible para completar la corrupción de la Fe de la FSSPX. Ya la FSSPX oficial se ha deslizado lejos de la Fe objetiva del Arzobispo.

Kyrie eleison.

Distintas “Iglesias”

Distintas “Iglesias” on diciembre 1, 2012

Hoy reina mucha confusión acerca de la identidad de la verdadera Iglesia de Nuestro Señor aquí en la tierra, y acerca de los diversos nombres que se le aplican. Claro, la gran parte de la confusión actual proviene del mayor problema de la Iglesia de hoy, que es el diabólico Concilio Vaticano Segundo (1962–1965). Tratemos de desenredar algo de esta confusión.

“Iglesia” proviene del griego Ekklesia y del latín Ecclesia, “asamblea.” “Nuestro Señor reunió alrededor de El una sociedad de hombres que Le reconocían por Su Maestro: he aquí lo que El llamó Su Iglesia” (Bossuet).

“Iglesia Católica” significa para muchos un edificio, pero principalmente el grupo de personas que comparten en el mundo entero (katholos en griego significa “universal”) una misma Fe, un mismo conjunto de Sacramentos y una misma Jerarquía, los tres elementos habiendo sido establecidos por el Dios Encarnado, Nuestro Señor Jesucristo, durante su vida en la tierra hace 2000 años. Pero, a partir de este grupo inicial de creyentes tal como lo instituyó Nuestro Señor, de cuando en cuando otros grupos se han separado sin dejar por ello de pretender que ellos eran la verdadera Iglesia de Cristo. Entonces, ¿cómo voy a saber yo cual es Su verdadera Iglesia?

“Iglesia de Cristo” es la que posee las cuatro Notas exclusivas que permiten reconocerla. 1 Una – por encima de todo por la unicidad de la Fe con la cual Nuestro Señor quiso unificar a Su Iglesia y no fundar otras iglesias (cf.Jn.XVII,21–23: “A fin de que todos sean uno”). 2 Santa – Nuestro Señor fundó su Iglesia para conducir a los hombres al Dios Santísimo y a Su Santo Cielo (cf. Mt.V, 48: “Sed vosotros perfectos . . .”). 3 Católica – Nuestro Señor fundó su Iglesia para todos los hombres de todos los territorios y de todas las épocas (cf. Mt.XXVIII, 19: “Id pues y enseñad a todos los pueblos”). 4 Apostólica – Nuestro Señor fundó su Iglesia como una monarquía, para ser gobernada por el Apóstol San Pedro y sus sucesores (cf. Mt.XVI, 18: “Tu eres Pedro y sobre esta piedra [petra en griego] edificaré mi Iglesia”). Donde estén estas cuatro Notas, ahí está la verdadera Iglesia de Cristo. Donde falten, no se trata de la Iglesia de Cristo.

“Iglesia Conciliar” significa la Iglesia Católica centrada en Dios tal como cae y sigue cayendo desde hace 50 años bajo la desviación del Concilio Vaticano Segundo, centrado en el hombre. El Conciliarismo (como se puede llamar el error destilado del Vaticano II) tiene con la verdadera Iglesia de Cristo la misma relación que la podredumbre que afecta a una manzana podrida tiene con la manzana misma que está pudriendo.Tal como la podredumbre ocupa la manzana, depende de la manzana, no puede existir sin la manzana, y es, sin embargo, totalmente diferente de la manzana (como lo incomible es diferente de lo comible), así el Conciliarismo centrado en el hombre ocupa de tal manera la Iglesia de Cristo que muy poco de la Iglesia queda sin estar más o menos podrido; sin embargo el Conciliarismo es tan diferente del Catolicismo que uno puede decir verdaderamente que la Iglesia Conciliar ya no es más la Iglesia Católica. Pero la Iglesia Católica es visible. ¿No es la Iglesia Conciliar también visible?

“Iglesia visible” (o “concreta”) significa todos los edificios, jerarcas y fieles de la Iglesia que podemos ver con nuestros ojos. Pero decir que la Iglesia Católica es visible, luego que la Iglesia visible es la Iglesia católica, es tan “infantil” (palabra de Mons. Lefebvre para este error) como decir que todos los leones son animales, luego todos los animales son leones. La única parte de la Iglesia visible que es católica es la que es una, santa, universal y apostólica. Lo demás son variedades de podredumbre visible.

“Iglesia oficial” significa la Iglesia en cuanto está conducida por, y siguiendo a, sus jerarcas visibles. Debido a que éstos son hoy mayormente Conciliares, la “Iglesia oficial” es ampliamente Conciliar y no católica, según su conformidad o no con las cuatro Notas. Similarmente, la “Iglesia actual” significa la Iglesia oficial de hoy en cuanto a que está opuesta al pequeño rebaño “Tradicionalista.” Sin embargo, que nadie vaya a decir que no queda nada de las Notas “una, santa, universal o apostólica” permaneciendo en la Iglesia “actual,” ni tampoco que todo o todos en el pequeño rebaño “Tradicionalista” evidencien las cuatro Notas. Trigo y cizaña crecen siempre mezclados en la Iglesia de Cristo (cf. Mt.XIII, 24–30).

Kyrie eleison.

El Ecumenismo de Benedicto – II

El Ecumenismo de Benedicto – II on abril 7, 2012

Como en cualquier controversia provocada por las terribles ambigüedades del Vaticano II, probar o tratar de refutar lo que el Dr. Wolfgang Schüler expone en su libro “Benedicto XVI y cómo la Iglesia se ve a sí misma” podría llevar largo tiempo y eruditos artículos. Sin embargo, su línea principal de argumentación es suficientemente clara y bien vale la pena presentarla a los lectores de los “Comentarios Eleison” para ayudarles a ver claramente en medio de tanta confusión. En este sentido, las comparaciones, si bien tienen sus limites, sí que pueden ayudar.

Un todo puede estar compuesto de partes según dos maneras diferentes: como un árbol viviente o como una pila de monedas. O bien el todo es primario y las partes son secundarias como en el caso de un árbol, o bien las partes son primarias y el todo es secundario como en el caso de una pila de monedas. El árbol como un todo es primario porque sus partes como las ramas pueden ser cortadas, pero el árbol continúa viviendo su vida como árbol y origina nuevas ramas mientras que las ramas cortadas pierden su vida y se transforman en algo totalmente diferente como un leño o una silla. Al contrario, cada moneda separada de su pila de monedas permanece exactamente tal como era en la pila y solamente si suficientes monedas son separadas de la pila, es entonces la pila que desaparece.

Ahora bien, tomada como un todo, la Iglesia Católica ¿es mas como el árbol o como la pila de monedas? La Iglesia Católica es esa sociedad especial de seres humanos que están unidos en esa sociedad por tres cosas: la Fe, los sacramentos y la jerarquía. A las tres es Dios mismo quien les da la vida. La Fe es una virtud sobrenatural de la mente que sólo Dios puede dar. Los sacramentos usan elementos materiales como el agua y el aceite, pero lo que los hace sacramentos es la gracia sobrenatural que ellos llevan y que solamente proviene de Dios. Del mismo modo, la jerarquía está compuesta de seres humanos naturales, pero si ellos no están movidos por Dios nunca podrán por ellos mismos guiar exitosamente las almas hacia el Cielo.

De allí que la Iglesia Católica sea mas como un árbol viviente que como una pila de monedas aunque sean de oro. Porque, así como todo organismo vivo tiene en sí mismo un principio de vida que le da su existencia y su unidad, así la Iglesia Católica tiene en sí misma primariamente a Dios mismo y secundariamente a su jerarquía, que le dan su existencia y unidad. Cuando lo que era una parte de la Iglesia se separa de la jerarquía por un cisma o de la Fe por una herejía, deja de ser Católica y pasa a ser otra cosa, tal como los Ortodoxos cismáticos o los Protestantes heréticos. Si bien es cierto que los creyentes Ortodoxos pueden haber conservado sacramentos válidos, sin embargo, ya que no están más unidos al Vicario de Cristo en Roma, nadie en sus cabales puede llamarlos Católicos.

Pero ahora llega el Vaticano II. Y cambia la concepción de la Iglesia tal como era, a saber la de un árbol viviente o de una viña (Sáegún propia comparación de Nuestro Señor: Jn. XV, 1–6) a la de una pila de monedas de oro. A causa de su deseo de abrir la Iglesia al mundo moderno, los hombres de Iglesia Conciliares empezaron por esfumar las fronteras de la Iglesia (L.G.8). Eso les permitió pretender que existen elementos de la Iglesia di Cristo más allá de los límites visibles de la Iglesia Católica (U.R.3), como las monedas de oro separadas de su pila. Y dado que una moneda de oro permanece una moneda de oro, entonces ellos podían pretender a renglón seguido (U.R.3) que lo que eran elementos de salvación dentro de la Iglesia permanecen como tales también afuera de la Iglesia. De allí innumerables almas sacan la conclusión natural de que yo ya no necesito mas ser un Católico para llegar al Cielo. Esto es el desastre del ecumenismo Conciliar.

Debemos ahora analizar más detalladamente estos textos del Vaticano II antes de considerar los esfuerzos del Papa Benedicto para integrar el ecumenismo que divide a la Iglesia con la doctrina Católica que la unifica.

Kyrie eleison.

Peligro Grave

Peligro Grave on marzo 31, 2012

El deseo de algunos sacerdotes dentro de la Fraternidad San Pío X de buscar un acuerdo práctico con las autoridades de la Iglesia sin un acuerdo doctrinal parece ser una tentación recurrente. Durante años Monseñor Fellay como Superior General de la Fraternidad rehusó esta idea, pero cuando dijo en Winona el 2 de Febrero que Roma aceptaría a la Fraternidad tal como es y que está dispuesta a satisfacer “todas las demandas de la Fraternidad . . .a nivel práctico,” parecería que Roma presenta una vez más la misma tentación.

Sin embargo, muchos de vosotros estarán enterados de las últimas noticias de Roma, y, a menos que el Vaticano esté jugando una partida de naipes con la Fraternidad San Pío X, Roma anunció el viernes pasado, 16 de marzo, que había encontrado la respuesta de Monseñor Fellay de enero a su Preámbulo Doctrinal del 14 de septiembre del año pasado “no suficiente para superar los problemas doctrinales que se hallan en la base de la fractura entre la Santa Sede y la Fraternidad.” Y el Vaticano dió a la Fraternidad San Pío X un mes para “clarificar su posición” y evitar “una ruptura con consecuencias dolorosas e incalculables.”

Pero,¿que pasa si Roma deja súbitamente de exigir la aceptación del Concilio y de la legitimidad de la Nueva Misa? Si Roma fuera súbitamente a decir: “Bien. Lo hemos pensado mejor. Retornen a la Iglesia tal como ustedes lo han pedido. Les daremos la libertad de criticar al Concilio tanto como lo quieran y la libertad de celebrar exclusivamente la Misa Tridentina. ¡Pero entren pues!” De parte de Roma podría ser una jugada muy astuta pues, ¿como podría la Fraternidad rechazar semejante ofrecimiento sin parecer incoherente y llena de ingratitud? Y, sin embargo, bajo pena de no poder sobrevivir, la Fraternidad tendría que rehusarlo. ¿De no poder sobrevivir? Palabras muy fuertes. Pero existe al respecto un comentario de Monseñor Lefebvre.

El 5 de mayo de 1988, firmó con el entonces Cardenal Ratzinger el Protocolo (borrador provisional) de un acuerdo práctico Roma-Fraternidad. El 6 de mayo se retractó de su firma (provisoria). El 13 de Junio, Monseñor Lefebvre dijó: “Con el Protocolo del 5 de Mayo, íbamos a una pronta muerte. No hubiéramos sobrevivido un año. Hasta el presente, la Fraternidad se mantiene unida, pero con este protocolo nos hubiéramos visto obligados a multiplicar los contactos con ellos, hubiera habido una división en el interior de la Fraternidad, todo hubiera sido causa de división” (énfasis nuestro). “Hubieran acudido nuevas vocaciones a causa de nuestra unión con Roma, pero, tales vocaciones no hubieran tolerado ningún desacuerdo con Roma – lo que hubiera provocado una división. En la situación actual, las vocaciones se filtran ellas mismas antes de venir con nosotros” (lo que es todavía el caso en los seminarios de la Fraternidad).

Y, ¿porque una tal división? (La discordia entre las nuevas vocaciones sería solamente un ejemplo entre incontables otros). Evidentemente, porche el Protocolo del 5 de Mayo hubiera significado un acuerdo práctico asentado sobre un desacuerdo doctrinal radical entre la religión de Dios y la religión del hombre. Monseñor Lefebvre continuaba, “Ellos están arrastrándonos hacia el Concilio . . .mientras que de nuestro lado, conservando cuidadosamente nuestras distancias lejos de ellos, estamos salvando la Fraternidad y la Tradición” (énfasis nuestro). ¿Por qué entonces Monseñor Lefebvre buscaba antes concretar tal acuerdo? Monseñor continuaba: “Hemos hecho un esfuerzo honesto para conservar la Tradición permaneciendo en la Iglesia oficial. Resultó que fue imposible. Ellos no han cambiado, sino para peor.”

¿Acaso cambiaron desde 1988? Muchos pensarían que si, sólo para peor todavía.

Kyrie eleison.

El Ecumenismo de Benedicto – I

El Ecumenismo de Benedicto – I on febrero 25, 2012

Un estudio valioso sobre el ecumenismo conciliar escrito por un cierto Dr. Wolfgang Schüler apareció hace algunos años en Alemania. En su “Benedicto XVI y Como la Iglesia se Concibe a sí Misma,” él demuestra que el ecumenismo desencadenado por el Vaticano II ha transformado la comprensión que la Iglesia tiene de Ella misma, y él prueba mediante una serie de citas textuales que José Ratzinger como sacerdote, como Cardenal y como Papa ha fomentado esta transformación de una manera perfectamente coherente, desde la época del Concilio hasta el día de hoy. Y es seguro que no tiene vergüenza de haberlo hecho.

Siguiendo un orden lógico – lo cual nos tomará mas de un “Comentario Eleison”- veamos primero la verdadera concepción que la Iglesia tiene de Ella misma y después con la ayuda del Dr. Schüler, como esta concepción fue cambiada por el Concilio y como Benedicto XVI ha fomentado de un modo consistente este cambio. Finalmente sacaremos las conclusiones que se imponen para los Católicos que desean conservar la Fe verdadera.

La verdadera Iglesia Católica siempre se consideró Ella misma como un todo orgánico, una sociedad una, santa, católica y apostólica, constituida por seres humanos unidos por la Fe, los sacramentos y la jerarquía Romana. Esta Iglesia es tan una que ninguna pieza puede ser arrancada o sacada sin que ella deje de ser Católica (cf.Jn.XV, 4–6). Por ejemplo, esta Fe que es el primer elemento constitutivo del creyente Católico, no puede ser creída a pedacitos: debe ser mantenida toda junta (por lo menos implícitamente) o, en caso contrario, sencillamente no existe. Y la razón para ello es que yo creo en los dogmas de la Fe Católica únicamente por la autoridad de Dios revelante, de tal manera que si yo dejo de creer en uno solo de los dogmas, estoy rechazando la autoridad de Dios que los garantiza a todos; en tal caso aún cuando yo crea en todos los otros dogmas, mi creencia ya no descansa sobre la autoridad de Dios sino que se apoya solamente en mi propia elección.

De hecho la palabra “hereje” viene de la palabra griega “elegir” (hairein), porque siendo que la creencia del hereje descansa únicamente sobre su propia elección, por eso mismo ha perdido la virtud sobrenatural de la Fe, de suerte que aunque él rechace uno sólo de los dogmas de Fe, ya no es Católico. En una cita famosa San Agustín dice: “En mucho estás conmigo, en poco no estás conmigo, pero a causa de este poco en el cual no estás conmigo, lo mucho en que estás conmigo no te sirve para nada.”

Por ejemplo, un Protestante puede creer en Dios, incluso puede creer en la divinidad del hombre Jesús de Nazaret, pero si él no cree en la Presencia Real de Dios, cuerpo, sangre, alma y divinidad, bajo las apariencias de pan y vino despues de su consagración en la Misa, entonces tiene un concepto profundamente diferente y deficiente del amor de Jesucristo, y del Dios en el cual cree. ¿Puede entonces decirse que el verdadero Protestante y el verdadero Católico creen en el mismo Dios? El Vaticano II dice que uno sí lo puede decir, y sobre la base de creencias que supone mas o menos compartidas entre los Católicos y todos los no-Católicos, el Vaticano II construye su ecumenismo.

Al contrario, el Dr. Schüler ilustra mediante varias comparaciones que lo que puede parecer como una misma creencia, cuando en realidad forma parte de dos diferentes credos, no es la misma creencia en absoluto. He aquí una ilustración: ¡las moléculas de oxígeno mezcladas con nitrógeno son idénticas a las moléculas de oxígeno combinadas con hidrógeno. Sin embargo son tan diferentes en los dos casos como el aire que respiramos (O +4N) es diferente del agua que bebemos (H2O)! Argumento que se completará en futuros comentarios.

Kyrie eleison.

Delincuencia sin Semejanza – II

Delincuencia sin Semejanza – II on noviembre 28, 2009

“Comentarios Eleison” de la semana pasada se comprometió a demostrar que el Vaticano II fue diseñado para invalidar los sacramentos de la Iglesia introduciendo Ritos sacramentales cuya deliberada ambigüedad corrompería, en el largo plazo (“después de 50 años,” comentaba el Cardenal Lienart en su lecho de muerte), la Intención sacramental indispensable de los Ministros. Pero el Vaticano II tendrá que esperar hasta la próxima semana. Esta semana necesitamos analizar con detenimiento el mecanismo de la intención humana para poder entender que el Ministro sacramental necesita tener en su cabeza una idea fundamentalmente sana de lo que la Iglesia es y hace.

Cuando un ser humano tiene la intención de algo, o pretende lograr alguna meta, necesita primero tener en su cabeza la idea de la meta que quiere alcanzar. De hecho, nadie puede perseguir una meta sin tener en principio la idea de ésta en su cabeza, y se puede perseguir esta meta solamente a través de la idea que se tiene de la misma. Pero las ideas dentro de la cabeza de una persona pueden o no corresponder a la realidad que impera fuera de su cabeza. Si su idea corresponde a la realidad, puede entonces alcanzar su meta. Si no corresponde, puede alcanzar su idea pero no alcanzará su meta.

Tomemos por ejemplo un padre de familia que tiene la intención de hacer felices a sus hijos, pero cuya idea de cómo lograr esto es a través de relajar toda clase de disciplina en su casa. ¡Dios mío!, la indisciplina hace a los niños infelices, no felices, así es que cuando el papá relaja la disciplina, logra dicha relajación pero no la felicidad de los pequeños. Él alcanzó su idea pero no alcanzó la realidad, porque su idea estaba desconectada de la realidad.

Ahora, para que un sacramento sea válido, el Ministro (obispo, sacerdote o laico) debe tener la intención de “hacer lo que la Iglesia hace,” como fue explicado la semana pasada, para lograr poner su acción instrumental debajo de la acción primordial de Dios, única fuente de toda gracia sacramental. Así es que antes de que él administre el sacramento, tiene que tener una idea de lo que “la Iglesia hace,” lo que requiere una idea previa de lo que la Iglesia es. Por lo tanto, si sus ideas de lo que la Iglesia es y hace no corresponden a las realidades Católicas, ¿cómo puede tener la intención de hacer lo que la Iglesia verdadera hace, y por lo tanto, cómo puede administrar sacramentos verdaderos? Si por ejemplo este Ministro cree verdaderamente que la Iglesia es una clase de “Club para Creyentes Sentimentalistas,” o que la Misa es el picnic de esa comunidad y el Bautismo el rito de iniciación para pertenecer a este Club, puede entonces alcanzar su objetivo de realizar el picnic o la iniciación, pero lo que realizará nunca podrá ser una Misa o un Bautismo Católico.

Ahora bien uno podria objectar que tiene un ministro semejante la intención implícita de “hacer lo que la Iglesia hace y siempre ha hecho,” pero su Intencion sacramental no sale necessariamente valida. Por ejemplo, de acuerdo a la “hermenéutica (interpretación) de la continuidad” que reina desde ahora dentro de la Nueva Iglesia, no tiene que verse ninguna ruptura entre la Iglesia Católica y la Nueva Iglesia, ni entre la Santa Misa y el picnic; sólo tiene que existir ¡un desarrollo armónico! Así es que la intención de celebrar la Santa Misa excluyendo el picnic, o la de disfrutar del picnic excluyendo a la Santa Misa, serían la misma intención, supuestamente de realizar ¡”Misapicnics”! Dicha “hermenéutica” puede reconciliar cosas que son, en realidad, ¡irreconciliables! Pero, ¿puede alguien que tenga esta “hermenéutica” en su cabeza, realizar sacramentos en realidad válidos? Como dicen los Norteamericanos “¡Ve tu a saber!” Sólo Dios sabe.

Esta manera de pensar es la razón por la cual existe una confusión casi sin esperanza en la Iglesia de hoy. ¿Qué se necesitará para que los sacerdotes vuelvan a ver a los gatos como gatos y no como perros, y a reconocer a los perros como perros y no como gatos? ¡O un milagro sobrenatural o un cataclismo natural!

Kyrie eleison.