Hubris

Hibris Increíble

Hibris Increíble on febrero 19, 2011

Los catastrofistas no se vuelven populares, pero si son ministros de Dios, ellos deben de decir la verdad. Hoy en día algunas personas piensan que esos ministros no deberían de preocuparse por la política o la economía. Pero ¿qué hacer si la política se ha convertido en una religión substituta, necesariamente una religión falsa, al poner el hombre en el lugar de Dios? ¿O si la economía (o las finanzas) están a punto de ocasionarles hambre a muchas personas? ¿O es acaso que los ministros de Dios no tienen permitido preguntar, como Aristóteles, cómo es que la gente va a tener una vida virtuosa si ni siquiera tienen satisfechas sus necesidades básicas? ¿No es entonces de importancia para los ministros de Dios el que la gente tenga una vida virtuosa?

Por lo tanto no me disculpo por citar un extraordinario párrafo de un reportero del prestigioso Wall Street Journal quien relata cómo en el verano del 2006, un asesor ejecutivo del entonces Presidente Bush le reprochó por escribir un artículo criticando una antigua directora de comunicaciones de la Casa Blanca. Dice que en aquel entonces el no comprendía por completo lo que el asesor le decía, pero tiempo después se dio cuenta que iba directamente al corazón de la presidencia de Bush. Enseguida las mismas palabras del asesor, como las citó el reportero:—

La gente así como el reportero, le dijo el asesor, forman parte de “lo que llamamos la comunidad basada en la realidad, refiriéndonos a la gente que cree, como ud., que las soluciones emergen del estudio juicioso de la realidad tal como se discierne.” El reportero debe de olvidarse de los viejos principios que proponen respetar la realidad. “Ya no es esa la manera en que funciona el mundo. Ahora somos un imperio y cuando actuamos, creamos nuestra propia realidad – con tanto juicio como se quiere – entonces actuaremos de nuevo creando otras nuevas realidades, que también podrá estudiar, y así es como las cosas se resolverán. Somos actores en la historia . . . y usted, todos ustedes, no tendrán más que estudiar lo que nosotros hacemos.” (Refiérase al sitio www.321 gold.com, Feb 2, “Somos Víctimas de un Golpe de Estado Financiero,” por Catherine Fitts.)

Aquí no soy yo el que moraliza acerca de cómo el mundo moderno vive de la fantasía. Esta es una persona con un alto rango y con acceso a información privilegiada del interior de Washington, jactándose positivamente acerca de cómo el mundo moderno vive de la fantasía. ¿Acaso sus palabras no corresponden exactamente a las fabricaciones, por ejemplo, del 9/11 y de las “armas masivas de destrucción” de Saddam Hussein, “creadas” para justificar políticas que de otra manera serían imposible justificar? La arrogancia mostrada por este desprecio de la realidad como de aquellas personas que respetan esta realidad, lo deja a uno pasmado.

Los Griegos de la era clásica eran paganos sin conocimiento del Dios revelado, pero tenían un entendimiento claro de aquella realidad que es la estructura moral de su universo gobernado, como ellos lo percibían, por los dioses. Cualquier hombre, aún un héroe, que desafiaba esa estructura, como el asesor de Bush, era culpable de “hibris” o de levantarse por encima de su propia condición humana, y sería aplastado como correspondía por los dioses.

Católicos, si piensan que la gracia elimina la naturaleza, más les valdría volver a aprender de los paganos de los viejos tiempos aquellas lecciones de la naturaleza que son necesarias hoy en día más que nunca antes. Vea a Jerjes en Los Persasde Esquilo, a Creonte en la Antígona de Sófocles, a Penteo en Las Bacantes de Eurípides. ¡Ciertamente recen el Santo Rosario, pero también lean los famosos autores clásicos, planten papas y disminuyan sus deudas, ese es mi consejo!

Kyrie eleison.

Marco Moral

Marco Moral on abril 24, 2010

Por su brevedad comprehensiva y su promulgación divina, los diez Mandamientos de la Ley de Dios (Deut. V, 6–21) son la presentación insigne de esa ley natural conocida por cada hombre a través de su conciencia natural, la cual él niega o desafía bajo su propio riesgo. Los “Comentarios Eleison” de la semana pasada afirmaban que esta ley hace sencillo un diagnóstico de los males del arte moderno. De hecho diagnostica una multitud de problemas modernos; más permitámonos esta semana observar la estructura de los diez Mandamientos, como fueron analizados por Sto. Tomás de Aquino en su Suma Teológica 1a 2ae, 100, artículos 6 y 7.

La ley es el ordenamiento de una comunidad por su líder. La ley natural es el ordenamiento que Dios otorga a la comunidad de los hombres con Él mismo, de Él mismo con los hombres. Dios per sé es el centro y objetivo principal de esta comunidad, así es que la “primera tabla de la Ley” presenta los deberes de los hombres para con Dios (1er Mand., no ídolos, 2do Mand. no blasfemias, 3er Mand. Santificarás las Fiestas), mientras que la segunda tabla (Mandamientos 4 al 10) detalla los deberes del hombre para con sus semejantes.

Los primeros tres Mandamientos representan los deberes de lealtad, respeto y servicio en ese mismo orden. Porque así como para un soldado en el ejército, dice Sto. Tomás, la falta de lealtad a su general, o la traición, es peor que la falta de respeto, que a su vez es peor que el fracaso para servirlo, así un hombre hacia Dios debe primeramente no tener otros dioses (1er Mand.), en segundo lugar no deberá de ninguna manera insultarlo a Él o a su nombre (2do Mand.) y en tercer lugar tendra que rendirle el servicio que Él requiere (3er Mand.).

En cuanto a los deberes de un hombre para con sus semejantes (Mandamientos 4 al 10), de importancia primera están sus relaciones con el padre y la madre que le dieron la vida . . . Por lo tanto, la segunda tabla de la Ley está encabezada con el deber de honrar a nuestros padres (4to Mand.). Es tan básico este honor para toda la sociedad humana que sin este la sociedad se desmorona en pedazos, tal y como vemos que está sucediendo a nuestro alrededor hoy en dúa con la “Civilización Occidental” (que sería mejor denominada como “Desintegración Occidental”).

Sto. Tomás continua analizando los seis Mandamientos restantes como se encuentran en un orden descendiente de importancia. El dañar a tu prójimo con tus acciones (Mand. 5 al 7) es peor que dañarlo solamente de palabra (8vo Mand.) que a su vez es peor que únicamente dañarlo de pensamiento (Mand. 9 al 10). Cuando hablamos de dañarlo con acciones, el daño a su persona (5to Mand.) es más grave que dañar a su familia (6to Mand, no adulterio), que a su vez es más grave que el dañar únicamente a su propiedad (7to Mand., no robar). Las acciones dañinas en palabras (8vo Mand., no mentir) son peores que el daño por el solo pensamiento, donde nuevamente la codicia de su matrimonio o familia (9no Mand., no a la concupiscencia de carne) es más grave que la envidia únicamente de su propiedad (10mo Mand., no a la concupiscencia de los ojos).

Sin embargo, el violar todos los diez Mandamientos supone soberbia – los antiguos Griegos lo llamaban “hubris” – a través de la cual me levanto contra el orden de Dios, contra Dios mismo. Para los Griegos, el hubris era la llave de la ruina del hombre. Para nosotros hoy en día, la soberbia universal es la llave de todos los problemas espantosos del mundo, problemas que no tienen solución alguna sin Dios; lo que significa que, desde la Encarnación, sin Nuestro Señor Jesucristo son insolubles. Sagrado Corazón de Jesús, ¡Sálvanos!

Kyrie eleison.