Suma Teológica

Marcellus Initiative

Marcellus Initiative on noviembre 10, 2012

Después de la presentación de los detalles de la “Marcellus Initiative” la semana pasada, establecida para facilitar las donaciones a la causa de un obispo “expulsado,” algunos lectores preguntaron, no sin razón, cuales serían los fines de la “Iniciativa.” Para empezar, cubrirá sus gastos personales de mudanza fuera de Wimbledon, tal vez fuera de Londres, y después para vivir en otra parte. Más allá de esos gastos, la palabra “Iniciativa” fue elegida deliberadamente para dejar opciones abiertas. Sin embargo, es importante que nadie piense que sus donaciones servirán a corto plazo para crear un sustituto de la Fraternidad San Pío X o de un seminario. En los dos casos existen buenas razones para no apresurarse.

En cuanto a una alternativa a la FSPX, debemos aprender las lecciones que se desprenden de su grave crisis actual. La Iglesia católica funciona con la autoridad, desde el Papa hacia abajo, pero nuestro mundo Revolucionario de hoy ha destruido a tal punto el sentido natural de la autoridad, que pocos saben comandar y la mayoría de los hombres obedecen sea poco sea demasiado. Hemos perdido, por así decir, el sentido común campesino que permitía a la autoridad católica funcionar normalmente. Así, al igual que solo Dios pudo restablecer la autoridad de Moisés gracias a un sensacional castigo a los rebeldes (cf. Números XVI), así, en nuestro día, parece cierto que solo Dios podrá restaurar la autoridad del Papa. ¿Será por una “lluvia de fuego,” tal como lo advirtió Nuestra Señora de Akita en Japón en 1973? Sea como sea una intervención divina, la posibilidad inmediata y práctica que queda, son los oasis de Fe, y yo tengo la intención de hacer lo que puedo para atenderlos.

Para la re-apertura de un seminario católico clásico, se aplican argumentos semejantes. No se pueden construir castillos sobre la arena, dice Nuestro Señor (Mt.VII, 26). Y a mi me parece que se está volviendo cada vez más y más difícil formar sacerdotes católicos a partir de los jóvenes modernos. Las cualidades sobrenaturales de fe, buena voluntad y piedad, pueden hacer mucho, pero la Gracia construye sobre lo natural, y los cimientos naturales, tales como un hogar sólido y una educación verdaderamente humana, son cada día más escasos. Por supuesto quedan todavía buenas familias donde los padres han entendido lo que su Religión exige de ellos para poner a sus niños en el camino del Cielo, y donde ellos están haciendo un esfuerzo heroico en este sentido. Pero nuestro mundo perverso se dedica con todas sus fuerzas a destruir cualquier sentido común y decencia natural, sea de género, familia, patria. Aún lo mejor intencionados, los hijos del ambiente social actual permanecen en general más o menos severamente inhabilitados para percibir o seguir un llamado de Dios.

¿Significa eso que Dios ha abandonado su Iglesia o que El tiene la intención de dejarnos sin sacerdotes para mañana? Claro que no. Pero significa sí, que ninguna organización Católica organizada mañana para salvar almas, puede permitirse de no ver como la Iglesia Conciliar y el mundo moderno están ahogando las almas. Significa sí, que los sacerdotes no pueden ya ser formados de ahora en adelante para tener un perfecto conocimiento de la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino, mientras no tengan idea de cómo aplicarla a la vida real de hoy.

A rajatabla las Congregaciones y seminarios de mañana tienen que conservar su asidero a la realidad y no perderse en sueños de cuan “normal” son o deberían ser. ¿Será posible? Con la ayuda de Dios, sí. Pero Dios es Dios, y para la salvación de las almas mañana, puede ser que El ya no recurra más a las Congregaciones o seminarios clásicos de ayer. En cuanto a mi, trataré de seguir Su Providencia en la ordenación de los sacerdotes – o en la consagración de obispos. Se haga la voluntad de Dios.

Kyrie eleison.

¡Esfuércese Más!

¡Esfuércese Más! on noviembre 13, 2010

Un amigo mío que no es Católico y que conozco ya hace más de 50 años me comento recientemente, “¡Como lo envidio, su certeza!” Por ese comentario creo que lo que él quería decirme es que quisiera poder creer lo que los Católicos creen, pero siente que no puede. Me vi tentado a contestarle “¡Se esfuércese más!” pero por las circunstancias opté por quedarme callado.

Sin embargo, mientras que el creer es un acto de la mente y no de la voluntad, para que la mente humana llegue a creer las verdades sobrenaturales de la Fe las cuales están intrínsecamente por arriba de su alcance natural, la mente si necesita ser impulsada por la voluntad. Por lo tanto mientras creer en lo sobrenatural no es un acto de la voluntad, no es posible sin un acto de la voluntad. “Nadie cree en contra de su voluntad,” dice San Agustín. Por eso es que “Esfuércese más” con la voluntad, como consejo para alguien cuya mente no cree, no es tan irracional como pudiera parecer. Tampoco, si las creencias hacia las que la voluntad está apuntando son objetivamente verdaderas, tendremos como resultado de ese consejo el tomar los deseos para la realidad.

Primeramente sin embargo, si un hombre verdaderamente envidia la certidumbre de los creyentes Católicos, debería aplicar su mente a estudiar qué tan razonables son las creencias Católicas. Estas pueden estar por encima de la razón humana, pero no en contra de ella. ¿Cómo podrían estarlo? ¿Cómo podría Dios ser tanto el creador de nuestra razón humana y luego abusar de esta, imponiéndole creencias que le desacatan? Se estaría contradiciendo a sí mismo. Santo Tomás de Aquino en su “Summa Theologiae” muestra constantemente como la fe y la razón son muy distintas, pero están en perfecta armonía la una con la otra.

Entonces lo que la razón humana puede hacer, y lo que mi amigo debería hacer, es construir una rampa natural hacia la Fe sobrenatural, estudiando por ejemplo los argumentos perfectamente razonables que prueban la existencia de Dios, la divinidad del hombre Jesucristo y la divina institución de su Iglesia Católica Romana. Estos argumentos caben perfectamente dentro del alcance de la razón natural, siempre y cuando la voluntad no luche contra de estos, porque la mente aplicada indebidamente nunca reconocerá la verdad enfrente de ella. La voluntad debe de desear la realidad, de otra manera la mente nunca encontrará la verdad. La verdad para nosotros los hombres yace en la conformidad de nuestras mentes con la realidad.

Una vez que el hombre haya hecho todo lo que puede con recta razón y justa voluntad para captar la sensatez de la Fe, aún no tiene la fe sobrenatural que sigue siendo un regalo de Dios. Sin embargo, ¿cómo puede Dios exigir que creamos (bajo la pena de condenación eterna – Marcos.XVI, 16) y aún negarse a darle el regalo de la fe a un alma que ha hecho todo lo que puede con sus poderes naturales – cuidado, a Dios no se le engaña – para prepararse para ese regalo, especialmente si, como es razonable, después de hacer lo que puede hacer, humildemente le solicita a Dios este regalo a través de la oración? Dios se resiste a los orgullosos pero les otorga sus regalos a los humildes (Santiago IV, 6), y deja que le encuentren aquellos que lo buscan con un corazón recto (Deut.IV, 29; Jer.XXIX, 13; Lam.III, 25, y muchas otras citas del Antiguo Testamento).

Querido amigo, lea y ruegue. Es muy probable que la certidumbre sea suya si se esfuerza.

Kyrie eleison.

Marco Moral

Marco Moral on abril 24, 2010

Por su brevedad comprehensiva y su promulgación divina, los diez Mandamientos de la Ley de Dios (Deut. V, 6–21) son la presentación insigne de esa ley natural conocida por cada hombre a través de su conciencia natural, la cual él niega o desafía bajo su propio riesgo. Los “Comentarios Eleison” de la semana pasada afirmaban que esta ley hace sencillo un diagnóstico de los males del arte moderno. De hecho diagnostica una multitud de problemas modernos; más permitámonos esta semana observar la estructura de los diez Mandamientos, como fueron analizados por Sto. Tomás de Aquino en su Suma Teológica 1a 2ae, 100, artículos 6 y 7.

La ley es el ordenamiento de una comunidad por su líder. La ley natural es el ordenamiento que Dios otorga a la comunidad de los hombres con Él mismo, de Él mismo con los hombres. Dios per sé es el centro y objetivo principal de esta comunidad, así es que la “primera tabla de la Ley” presenta los deberes de los hombres para con Dios (1er Mand., no ídolos, 2do Mand. no blasfemias, 3er Mand. Santificarás las Fiestas), mientras que la segunda tabla (Mandamientos 4 al 10) detalla los deberes del hombre para con sus semejantes.

Los primeros tres Mandamientos representan los deberes de lealtad, respeto y servicio en ese mismo orden. Porque así como para un soldado en el ejército, dice Sto. Tomás, la falta de lealtad a su general, o la traición, es peor que la falta de respeto, que a su vez es peor que el fracaso para servirlo, así un hombre hacia Dios debe primeramente no tener otros dioses (1er Mand.), en segundo lugar no deberá de ninguna manera insultarlo a Él o a su nombre (2do Mand.) y en tercer lugar tendra que rendirle el servicio que Él requiere (3er Mand.).

En cuanto a los deberes de un hombre para con sus semejantes (Mandamientos 4 al 10), de importancia primera están sus relaciones con el padre y la madre que le dieron la vida . . . Por lo tanto, la segunda tabla de la Ley está encabezada con el deber de honrar a nuestros padres (4to Mand.). Es tan básico este honor para toda la sociedad humana que sin este la sociedad se desmorona en pedazos, tal y como vemos que está sucediendo a nuestro alrededor hoy en dúa con la “Civilización Occidental” (que sería mejor denominada como “Desintegración Occidental”).

Sto. Tomás continua analizando los seis Mandamientos restantes como se encuentran en un orden descendiente de importancia. El dañar a tu prójimo con tus acciones (Mand. 5 al 7) es peor que dañarlo solamente de palabra (8vo Mand.) que a su vez es peor que únicamente dañarlo de pensamiento (Mand. 9 al 10). Cuando hablamos de dañarlo con acciones, el daño a su persona (5to Mand.) es más grave que dañar a su familia (6to Mand, no adulterio), que a su vez es más grave que el dañar únicamente a su propiedad (7to Mand., no robar). Las acciones dañinas en palabras (8vo Mand., no mentir) son peores que el daño por el solo pensamiento, donde nuevamente la codicia de su matrimonio o familia (9no Mand., no a la concupiscencia de carne) es más grave que la envidia únicamente de su propiedad (10mo Mand., no a la concupiscencia de los ojos).

Sin embargo, el violar todos los diez Mandamientos supone soberbia – los antiguos Griegos lo llamaban “hubris” – a través de la cual me levanto contra el orden de Dios, contra Dios mismo. Para los Griegos, el hubris era la llave de la ruina del hombre. Para nosotros hoy en día, la soberbia universal es la llave de todos los problemas espantosos del mundo, problemas que no tienen solución alguna sin Dios; lo que significa que, desde la Encarnación, sin Nuestro Señor Jesucristo son insolubles. Sagrado Corazón de Jesús, ¡Sálvanos!

Kyrie eleison.