infalibilidad

“Anti-Lefebvrismo” – II

“Anti-Lefebvrismo” – II on abril 14, 2018

¿Hay alguna razón por la cual NM (ver los “Comentarios” de la semana pasada), para tratar el problema de los Papas Conciliares, recurre a la dramática solución de declarar que no han sido Papas en absoluto? Parece que lo hay. La Iglesia Católica es humana (una sociedad de seres humanos) y divina (especialmente animada por el Espíritu Santo), y es importante no confundir ambos. Los seres humanos como tales son todos falibles. Sólo Dios es infalible. El error de los católicos que recurren a la solución dramática de NM es que están atribuyendo a los Papas humanos demasiada de la infalibilidad que puede venir sólo de Dios. Tomemos una ilustración de cualquier hogar moderno.

Cuando pongo un conector eléctrico en un enchufe en la pared, la corriente eléctrica no viene del conector, viene de la central eléctrica a través de la pared y del enchufe al conector y cualquier aparato que necesite la corriente eléctrica. La central eléctrica es Dios. La pared y el enchufe son la Iglesia. La corriente es la infalibilidad de la Iglesia, que viene de Dios. El conector son las cuatro condiciones que sólo el Papa puede insertar en el enchufe. Esas condiciones son por supuesto que él 1) hable como Papa 2) para fijar de una vez por todas, 3) un punto de fe o moral 4) con la intención de obligar a todos los católicos a aceptarlo. A través del cumplimiento de las cuatro condiciones, él y sólo él ha asegurado el acceso como ser humano a la infalibilidad divina de la Iglesia. Las cuatro condiciones involucran al Papa. La infalibilidad involucra a Dios.

También por supuesto, este enchufe particular, conocido como el Magisterio Extraordinario de la Iglesia (ME), no es el único acceso de los seres humanos a la infalibilidad de la Iglesia. Acceden a ella mucho más por el Magisterio Ordinario de la Iglesia (MO), que es la Tradición Católica, o, lo que es lo mismo, lo que todos los maestros de la Iglesia, Papas y Obispos en particular, han enseñado por todo el mundo desde que Jesucristo como Dios depositó ese Depósito de la Fe en Su Iglesia, confirmado infaliblemente en los Apóstoles en Pentecostés y transmitido infaliblemente por ellos hasta que murió el último de ellos.

Desde entonces esa doctrina estuvo en manos de seres humanos falibles, a quienes Dios dejó su libre albedrío para enseñar el error si así lo decidían. Pero si alguna vez el error humano puso en duda lo que pertenecía a la doctrina infalible y lo que no, Dios dio a su Iglesia también el Magisterio Extraordinario, precisamente para fijar de una vez por todas lo que pertenece y lo que no pertenece al Magisterio Ordinario. ¡ Así que el MO es al ME como perro a la cola, y no como cola al perro!

El problema de innumerables católicos desde la definición solemne, en 1870, de la infalibilidad de la Iglesia es que ya que el acceso del ME a la infalibilidad de la Iglesia está automáticamente garantizado de una manera que el acceso del MO no lo está, entonces el ME parece superior, y los católicos tienden a exagerar el ME y a transferir al Papa personalmente esa infalibilidad que en realidad pertenece automáticamente sólo a la Iglesia. Esto significa que si el Papa comete errores graves como los de los Papas Conciliares, entonces la única explicación posible es que no son Papas. O, si son Papas, entonces uno debe seguir sus errores. La lógica es buena, pero la premisa es falsa. Los Papas no son tan infalibles. Pueden cometer graves errores, como el Vaticano II y sus Papas Conciliares han demostrado, ¡como nunca antes en toda la historia de la Iglesia! Pero la Iglesia sigue siendo infalible, y por lo tanto sé que la Tradición Católica durará hasta el fin del mundo a pesar de lo peor que cualquier pobre Papa pueda intentar hacer de aquí a entonces.

¿Pero cómo sé que al Papa como Papa le pertenece sólo el acceso privilegiado (cuatro condiciones) a la corriente eléctrica (infalibilidad), y no la corriente misma que pertenece a la pared (la Iglesia)? ¡ Porque la misma definición de infalibilidad de 1870 lo dice! Basta con leer:—cuando el Papa cumple las cuatro condiciones (antes mencionadas), entonces él “posee, por la asistencia divina que le fue prometida en el bienaventurado Pedro, aquella infalibilidad de la que el divino Redentor quiso que gozara su Iglesia en la definición de la doctrina de fe y costumbres”.

Así que los Papas Católicos son libres de cometer errores terribles sin que la Iglesia sea menos infalible.

Kyrie eleison.

Argumento Anti-”Lefebvrista” – I

Argumento Anti-”Lefebvrista” – I on abril 7, 2018

Para atacar a los sacerdotes dominicos franceses de Avrillé por su “Lefebvrismo”, es decir, por su negativa a aceptar que los Papas conciliares desde Pablo VI no han sido Papas en absoluto, un laico francés – el Sr. N. M. – acaba de escribir un artículo acusando a los dominicos de rechazar tres dogmas católicos: que el Papa tiene primacía de jurisdicción sobre la Iglesia universal; que el Magisterio Ordinario Universal de la Iglesia es infalible; que es el Magisterio vivo de la Iglesia el que determina lo que los católicos deben creer. Normalmente tales cuestiones de doctrina pueden dejarse mejor a los expertos en doctrina, pero los nuestros no son tiempos normales. Hoy en día los católicos pueden tener que depender de su propio sentido común católico para decidir tales cuestiones por sí mismos.

Examinemos las tres cuestiones de manera sencilla y práctica. Si quiero aceptar que los Papas han sido verdaderos Papas desde Pablo VI, ¿por qué tendría que negar que el Papa es cabeza de la Iglesia, que la enseñanza normal de la Iglesia es infalible y que el Papa viviente me dice lo que debo creer? Veamos los argumentos de N. M., uno por uno.

En cuanto al primer punto, NM cita el completamente anti-liberal Concilio Vaticano I (1870–1871) en su sentido de que el Papa es la cabeza directa e inmediata de cada diócesis, de cada sacerdote y de cada católico. Si entonces, como todos los Lefebvristas, me niego a obedecerle, estoy negando implícitamente que él sea mi cabeza como católico, así que estoy negando que el Papa sea lo que el Vaticano definió que es. Respuesta: No estoy negando en absoluto que los Papas Conciliares tengan la autoridad para ordenarme como Católico, sólo estoy diciendo que su autoridad Católica no incluye la autoridad para convertirme en un Protestante, como lo haría si yo siguiese sus mandatos en línea con el Vaticano II.

En segundo lugar, NM argumenta que el Vaticano I también afirmó que la enseñanza cotidiana del Papa y de los obispos es infalible. Ahora, si alguna vez tuvimos una enseñanza seria del Papa y los Obispos juntos, fue en el Vaticano II. Si rechazo entonces esa enseñanza, estoy negando implícitamente que el Magisterio Ordinario Universal de la Iglesia sea infalible. Respuesta, no, no lo hago. Reconozco plenamente que cuando una doctrina ha sido enseñada en la Iglesia casi en todas partes, en todos los tiempos y por todos los Papas y Obispos, es infalible, pero si sólo ha sido enseñada en los tiempos modernos por los Papas y Obispos del siglo XX del Vaticano II, entonces es contrario a lo que enseñaron los Papas y Obispos en todos los otros tiempos de la Iglesia, y no me considero obligado a aceptarlo. Mientras acepto la consistencia del MOU de todos los tiempos, rechazo la inconsistencia del “MOU” de hoy en día, que la contradice.

Tercero, NM argumenta que el verdadero Papa tiene la autoridad viviente para decirme como católico lo que debo creer hoy en día. Si entonces me niego a creer lo que los Papas conciliares me han dicho que crea, estoy rechazando su autoridad viviente como árbitros de la Fe. Respuesta: no, no lo hago. Estoy usando mis ojos para leer, y mi cerebro dado por Dios para juzgar, que lo que los Papas conciliares me dicen contradice lo que todos los Papas anteriores desde San Pedro me dicen, y prefiero seguir el peso pesado de 261 Papas diciéndome qué creer contra el peso ligero de seis Papas conciliares. “¡Pero luego usted está rechazando la autoridad viva del Papa viviente como árbitro de la Fe!” Sólo porque estoy siguiendo, obedeciendo y sometiéndome a 261 Papas como árbitros de esa Fe, que mis ojos y mi cerebro me dicen que los Papas conciliares no están siguiendo. “¡Pero entonces está respaldando sus propios ojos y cerebro contra el Papa Católico!” Dios me dio ojos y un cerebro que funcionan, y cuando me presente ante Él para ser juzgado, responderé por el uso que de ellos hice.

Está claro que la respuesta de NM al problema de los Papas protestantes, modernizantes y conciliares, es negar que hayan sido Papas. Debe quedar igualmente claro que para el problema, que es muy real, no estoy obligado a adoptar la solución drástica de NM. Tampoco, si me niego a adoptarla, estoy obligado a negar tres dogmas de la Iglesia. La paz sea con NM.

Kyrie eleison.

Infalibilidad de la Iglesia

Infalibilidad de la <u>Iglesia</u> on septiembre 17, 2016

Desde la tierra al Cielo suben problemas. Desde el Cielo a la tierra bajan soluciones. Frecuentemente, un problema católico sólo necesita elevarse para que se vuelva menos problemático. Un ejemplo clásico puede ser el problema de los Papas Conciliares, un problema al cual nos hemos estado enfrentando desde el 2013 como nunca antes, al menos tan brutalmente. Hay de cualquier manera un misterio involucrado, pero si no escalamos suficientemente alto, fácilmente caemos presa de una de las dos tentaciones clásicas: o bien él es el Papa y entonces debo obedecerle, o bien yo no puedo obedecerle entonces él no puede ser Papa. Pero, si yo asciendo por arriba de la humanidad del Papa hacia la divinidad de la Iglesia, entonces me doy cuenta que la llamada infalibilidad Papal es realmente infalibilidad de la Iglesia, lo cual deja mucho más espacio para que este o aquel Papa, o incluso una serie de Papas, sean bastante menos que satisfactorios. Vayamos directo a la definición de infalibilidad de 1870, infalible en sí misma. He aquí el texto con algunas palabras resaltadas y números insertados:—

 . . . . Enseñamos y definimos ser un dogma divinamente revelado que el Romano Pontífice cuando habla ex cathedra –esto es, cuando, cumpliendo su cargo de pastor y doctor de todos los cristianos, 1 define 2 por su suprema autoridad apostólica que 3 una doctrina sobre la fe y las costumbres 4 debe ser sostenida por la Iglesia universal –, por la asistencia divina que le fue prometida en la persona del bienaventurado Pedro, goza de aquella infalibilidad de que el Redentor divino quiso que estuviera provista su Iglesia en la definición de la doctrina sobre la fe y las costumbres; y, por tanto, que las definiciones del Romano Pontífice son irreformables por sí mismas y no por el consentimiento de la Iglesia. Concilio Vaticano I, Ses. IV, Const. de Ecclesiâ Christi, Cap. iv.

En este texto vemos claramente las famosas cuatro condiciones para que el Papa esté hablando infaliblemente, pero también vemos que siguen inmediatamente las palabras aquí resaltadas que parecen no ser notadas frecuentemente, pero que dejan bien en claro de dónde proviene la infalibilidad del Papa: no proviene de él mismo sino de la Iglesia. Hagamos una comparación familiar de la vida moderna, a partir de un ama de casa que enchufa su plancha eléctrica en un tomacorriente en la pared. Para que la plancha se caliente, ella debe enchufarla en el tomacorriente, pero la electricidad que luego calentará su plancha obviamente no viene de ella misma, el ama de casa, sino de la central eléctrica local.

Para que una definición Papal sea infalible, el Papa debe enchufar las cuatro condiciones en la Iglesia, por así decirlo, y él es la única y sola persona en la tierra que puede hacer tal cosa, razón por la cual se llama “infalibilidad Papal”, pero la protección infalible del error que entonces él obtiene, no proviene de él mismo sino del Espíritu Santo a través de la Iglesia, un tanto como la electricidad no proviene del ama de casa sino de la central eléctrica a través del tomacorriente. Y entonces así como el ama de casa puede tener todo tipo de cualidades o defectos personales, pero siempre y cuando ella ponga el enchufe de la plancha en el tomacorriente, éstos defectos no hacen ninguna diferencia para que su plancha se caliente o no, igualmente el Papa puede ser un Santo o mucho menos que un Santo, pero si él está debidamente nombrado o elegido como Papa, entonces a partir del momento que él compromete las cuatro condiciones, su definición estará necesariamente libre de error.

Lo que esto significa es que siempre que el Papa no involucre esas cuatro condiciones, estrictamente hablando él puede decir absurdos, tal y como el resto de nosotros, sin que la Iglesia cese de ser infalible. Y, de hecho, su Infalibilidad Ordinaria es mucho más importante que esta Infalibilidad Extraordinaria de definiciones Papales, tal como números previos de estos “Comentarios” buscaron ilustrar con otra comparación familiar, aquella entre una montaña y su pico nevado (ver CEs 343 y 344, del 8 y 15 de Febrero de 2014). El pico nevado puede proveer mayor visibilidad pero para ser visibile donde es visto, depende totalmente del tamaño de la montaña por debajo de él. Entonces, una vez que llevamos el problema a las alturas, no es tan importante para la Iglesia si los Papas Conciliares están fuera de su juicio. Podemos sufrir aquí abajo por los Papas falibles, pero la Santa Madre Iglesia permanece serenamente infalible.

Kyrie eleison.

Papas Falibles

Papas Falibles on septiembre 13, 2014

Ni los liberales ni los sedevacantistas aprecian que se les diga que ellos son como cara y ceca de una misma moneda, pero es cierto. Por ejemplo, ninguno de los dos puede concebir una tercera alternativa. Vean por ejemplo en su Carta a los Tres Obispos del 14 de abril de 2012, como Monseñor Fellay no podía ver una alternativa a su liberalismo que no fuera el sedevacantismo. A la inversa, para muchos sedevacantistas si uno acepta que alguno de los Papas Conciliares ha sido realmente Papa, entonces uno no puede ser sino un liberal, y si uno critica al sedevacantismo, entonces uno promueve el liberalismo. ¡Pero de ninguna manera!

¿Por qué no? Porque ambos están cometiendo el mismo error de exagerar la infalibilidad del Papa. ¿Por qué? ¿Es posible que sea porque ambos son hombres modernos que creen más en personas que en instituciones? ¿Y por qué debe ser esa una característica del hombre moderno? Porque más o menos a partir del Protestantismo en adelante, menos y menos instituciones han verdaderamente buscado el bien común, y más y más algún interés privado tal como el dinero (mi derecho sobre ti), lo cual por supuesto disminuye nuestro respeto por ellas. Por ejemplo, buenos hombres salvaron por un tiempo a la podrida institución moderna bancaria para que no tuviera inmediatamente todos sus perversos efectos, pero los podridos banksters actuales están finalmente mostrando lo que las instituciones malas del sistema bancario de reserva fraccional y de los bancos centrales eran, en sí mismos, desde el principio. El Diablo está en las estructuras modernas gracias a los enemigos de Dios y del hombre.

Entonces es comprensible si los Católicos modernos han tendido a poner demasiada fe en el Papa y demasiada poca en la Iglesia, y aquí está la respuesta a ese lector que me preguntó por que yo no escribo sobre la infalibilidad de la misma manera que lo hacen los manuales clásicos de teología católica. Esos manuales son maravillosos a su manera, pero todos han sido escritos antes del Vaticano II y tienden a asignar al Papa una infalibilidad que pertenece a la Iglesia. Por ejemplo, la cumbre de la infalibilidad es pasible de ser presentada en esos manuales como una solemne definición por parte del Papa, o del Papa con un Concilio, pero de cualquier manera por el Papa. El dilema liberal-sedevacantista ha sido la consecuencia, y además como un castigo por esa tendencia a sobrevalorar la persona y subvalorar la institución porque la Iglesia no es una institución meramente humana.

Pues, primero, el casquete de nieve que es el Magisterio Solemne sobre la montaña que es el Magisterio Ordinario, es su cumbre solamente de una manera muy limitada – es totalmente sostenido por la cumbre rocosa por debajo de la nieve. Y, segundo, por el más autorizado texto de la Iglesia sobre la infalibilidad, la Definición del Concilio verdaderamente católico que fue el Vaticano I (1870), sabemos que la infalibilidad del Papa proviene de la Iglesia y no a la inversa. Cuando el Papa compromete todas las cuatro condiciones necesarias para la enseñanza ex cathedra, entonces, dice la Definición, él posee “aquella infalibilidad de la que el Divino Redentor quiso que gozara su Iglesia en la definición de la doctrina.” ¡Pero por supuesto! ¿De donde más puede provenir la infalibilidad sino de Dios? Los mejores de los seres humanos, y algunos Papas han sido muy buenos seres humanos, pueden ser inerrantes, es decir no cometer errores, pero siempre que tienen el pecado original no pueden ser infalibles como Dios sólo puede serlo. Si ellos son infalibles, la infalibilidad debe provenir a través, pero desde el exterior, de su humanidad, desde Dios que elige concederla a través de la Iglesia católica, y esa infalibilidad necesita ser un regalo solamente momentáneo, por la duración de la Definición.

Por consiguiente, fuera de los momentos ex cathedra de un Papa, nada le impide hablar disparates tal como la nueva religión del Vaticano II. Por consiguiente ni los liberales ni los sedevacantistas necesitan o deben prestar atención a tales disparates porque, como dijo Monseñor Lefebvre, ellos tienen 2000 años de enseñanza Ordinariamente infalible de la Iglesia con lo cual juzgar que son disparates.

Kyrie eleison.

La Infalibilidad de La Iglesia – IV

La Infalibilidad de La Iglesia – IV on mayo 24, 2014

Al Cardenal Newman se le atribuye un sabio comentario sobre la definición en 1870 de la infalibilidad del Papa: “Lo dejó como lo encontró.” Ciertamente, esa definición no habrá cambiado en nada el poder del Papa para enseñar infaliblemente, porque pertenece a la naturaleza inmutable de la verdadera Iglesia de Dios que Dios la protegerá del error, al menos cuando su suprema autoridad enseñante está comprometida. Todo tal compromiso es ahora llamado el “Magisterio Extraordinario” de la Iglesia, pero solamente el nombre pudo haber sido nuevo en 1870, tanto como lo fue el nombre de “Magisterio Ordinario Universal.” Si el Vaticano I declaró también este último como siendo infalible, debe haberlo también sido así desde el inicio de la Iglesia. Para discernir las realidades detrás de los dos nombres, retornemos a ese inicio.

Para cuando Nuestro Señor ascendió al Cielo, El había, con su divina infalibilidad, confiado a sus Apóstoles un cuerpo de doctrina que ellos debían transmitir intacto a su Iglesia hasta el fin del mundo (Mt.XXVIII, 19–20), doctrina que todas las almas debían creer bajo pena de condenación (Mc.XVI, 15–16). Este Depósito de la Fe, o Revelación pública, Dios estaba obligado a hacerlo reconocible y accesible a todas las almas de buena voluntad in cuanto obviamente el verdadero Dios nunca podría condenar eternamente un alma por rechazar creer en una mentira. A la muerte del último Apóstol, este Depósito no solamente era infalible sino también estaba completo.

Luego, desde los Apóstoles en adelante, ¿protegería Dios a todos los hombres de Iglesia para que nunca enseñasen error? De ninguna manera. Nuestro Señor nos advirtió de guardarnos de los “falsos profetas” (Mt.VII, 15) y asimismo San Pablo advirtió contra los “lobos voraces” (Hech.XX, 29–30). Pero ¿cómo podía Dios permitir tal peligro para sus ovejas como lo es el de pastores errados? Porque El no quiere para su Cielo ni pastores robots ni ovejas robots, sino pastores y ovejas que, ambos, habrán usado el libre albedrío que El les dio para enseñar o para seguir a la Verdad. Y si una masa de pastores traiciona, El puede siempre suscitar un San Atanasio o un Monseñor Lefebvre, por ejemplo, para asegurar que su Verdad infalible permanezca siempre accesible a las almas.

Sin embargo, ese Depósito estará incesantemente expuesto a los lobos voraces adicionando error a él o sustrayendo verdad de él. Entonces, ¿cómo Dios lo protegerá a pesar de ello? Garantizando que siempre que un Papa compromete todas las cuatro condiciones de su completa autoridad enseñante para definir lo que pertenece a ese Depósito y lo que no, él estará divinamente protegido del error – lo que llamamos hoy en día el “Magisterio Extraordinario” (Noten como este Magisterio Extraordinario presupone al infalible Magisterio Ordinario y no puede agregar a él ni verdad ni infalibilidad sino solamente una mayor certeza para nosotros seres humanos). Pero si el Papa compromete algo menos de todas las cuatro condiciones, entonces su enseñanza será infalible si se corresponde con el Depósito transmitido por Nuestro Señor – hoy en día llamado “Magisterio Ordinario Universal,” pero falible si no está dentro de ese Depósito transmitido, o Tradición. Fuera de la Tradición, su enseñanza puede ser verdadera o falsa.

Así no hay círculo vicioso (ver CE 357 de la semana pasada) porque Nuestro Señor autorizó a la Tradición y la Tradición autoriza al Magisterio. Ciertamente es la función del Papa declarar con autoridad lo que pertenece a la Tradición y él estará divinamente protegido del error si él compromete su completa autoridad para hacer eso, pero él puede hacer declaraciones fuera de la Tradición en cuyo caso él no tendrá tal protección. Ahora bien, las novedades del Vaticano II tales como la libertad religiosa y el ecumenismo están bien alejadas de la Tradición de la Iglesia. Por eso no caen bajo ni el Magisterio Ordinario del Papa ni su Magisterio Extraordinario, y todos los disparates de todos los Papas Conciliares no obligan a Católico alguno a hacerse sea un liberal o un sedevacantista.

Kyrie eleison.

La Infalibilidad de La Iglesia – III

La Infalibilidad de La Iglesia – III on mayo 17, 2014

Las alocadas palabras y actos del Papa Francisco están al presente conduciendo hacia al sedevacantismo a muchos Católicos creyentes, lo cual es peligroso. La creencia que los Papas Conciliares no han sido y no son Papas puede comenzar como una opinión, pero demasiado a menudo uno observa que la opinión se convierte en un dogma y luego en una artimaña mental acorazada. Pienso que las mentes de muchos sedevacantistas se cierran porque la crisis sin precedente del Vaticano II ha causado a sus mentes y a sus corazones católicos una agonía que halló en el sedevacantismo una solución simple, y ellos no tienen ningún deseo de re-abrir la agonía re-abriendo la cuestión. Así que ellos absolutamente hacen cruzada para que otros se les unan en su simple solución y, haciendo tal cosa, muchos de ellos – no todos – terminan desplegando una arrogancia y una amargura que no son signos ni frutos de un verdadero Católico.

Ahora bien, estos “Comentarios” se han abstenido de proclamar con certeza que los Papas Conciliares hayan sido verdaderos Papas, pero al mismo tiempo han argumentado que los argumentos sedevacantistas de costumbre no son ni concluyentes, ni obligan en conciencia a los Católicos, como algunos sedevacantistas quisieran hacernos creer. Retornemos a uno de sus más importantes argumentos el cual es de la infalibilidad Papal: los Papas son infalibles. Ahora bien, los liberales son falibles y los Papas Conciliares son liberales. Por consiguiente no son Papas.

A esto uno puede objetar que un Papa es ciertamente infalible solamente cuando él compromete las cuatro condiciones del Magisterio Extraordinario de la Iglesia, enseñando 1 como Papa, 2 sobre la Fe o la moral, 3 definitivamente, 4 obligando en conciencia a todos los Católicos. Después de lo cual los sedevacantistas y liberales a la par replican que la enseñanza de la Iglesia es que el Magisterio Ordinario Universal es también infalible, entonces – y aquí está el punto débil en su argumento – siempre que el Papa enseña solemnemente aún fuera de su Magisterio Extraordinario, él debe también ser infalible. Ahora bien, la enseñanza liberal Conciliar es solemne. Por consiguiente debemos devenir o bien liberales o bien sedevacantistas, dependiendo por supuesto en quien está esgrimiendo este mismo argumento.

Pero lo que distingue la enseñanza que pertenece al Magisterio Ordinario Universal de la Iglesia no es la solemnidad con la cual el Papa enseña fuera del Magisterio Extraordinario, sino si lo que él está enseñando corresponde o no a lo que Nuestro Señor, Sus Apóstoles y virtualmente todos sus sucesores, los obispos de la Iglesia Universal, han enseñado en todos los tiempos y en todos los lugares – en otras palabras, si corresponde a la Tradición. Ahora bien, la enseñanza Conciliar (ejemplo libertad religiosa y ecumenismo) está en ruptura con la Tradición. Por consiguiente los Católicos hoy en día no están obligados de hecho a devenir o liberales o sedevacantistas.

Sin embargo, tanto liberales como sedevacantistas perseveran en su exageración de la infalibilidad Papal por razones que no carecen de interés, pero esa es otra historia. De cualquier manera no se entregan fácilmente, y así es que retornan con otra objeción que merece ser respondida. Ambos dirán que argumentar que la Tradición es lo que distingue al Magisterio Ordinario es montar un círculo vicioso. Porque si la autoridad enseñante de la Iglesia, o Magisterio, existe para decir lo que es doctrina de la Iglesia, como lo hace, entonces ¿cómo puede la doctrina católica decir al mismo tiempo lo que es Magisterio? O bien el maestro autoriza lo que se enseña o bien lo que se enseña autoriza al maestro, pero no pueden ambos al mismo tiempo autorizarse mutuamente. Así que argumentar que la Tradición que se enseña autoriza al Magisterio Ordinario que está enseñando, está equivocado, y entonces el Papa es infalible no solamente en su enseñanza Extraordinaria, y entonces debemos devenir sea liberales sea sedevacantistas, ellos concluyen.

El porqué no hay círculo vicioso debe esperar hasta la próxima semana. Es tan interesante como el porqué ambos sedevacantistas y liberales caen en el mismo error sobre la infalibilidad.

Kyrie eleison.