Revelación

La Infalibilidad de La Iglesia – IV

La Infalibilidad de La Iglesia – IV on mayo 24, 2014

Al Cardenal Newman se le atribuye un sabio comentario sobre la definición en 1870 de la infalibilidad del Papa: “Lo dejó como lo encontró.” Ciertamente, esa definición no habrá cambiado en nada el poder del Papa para enseñar infaliblemente, porque pertenece a la naturaleza inmutable de la verdadera Iglesia de Dios que Dios la protegerá del error, al menos cuando su suprema autoridad enseñante está comprometida. Todo tal compromiso es ahora llamado el “Magisterio Extraordinario” de la Iglesia, pero solamente el nombre pudo haber sido nuevo en 1870, tanto como lo fue el nombre de “Magisterio Ordinario Universal.” Si el Vaticano I declaró también este último como siendo infalible, debe haberlo también sido así desde el inicio de la Iglesia. Para discernir las realidades detrás de los dos nombres, retornemos a ese inicio.

Para cuando Nuestro Señor ascendió al Cielo, El había, con su divina infalibilidad, confiado a sus Apóstoles un cuerpo de doctrina que ellos debían transmitir intacto a su Iglesia hasta el fin del mundo (Mt.XXVIII, 19–20), doctrina que todas las almas debían creer bajo pena de condenación (Mc.XVI, 15–16). Este Depósito de la Fe, o Revelación pública, Dios estaba obligado a hacerlo reconocible y accesible a todas las almas de buena voluntad in cuanto obviamente el verdadero Dios nunca podría condenar eternamente un alma por rechazar creer en una mentira. A la muerte del último Apóstol, este Depósito no solamente era infalible sino también estaba completo.

Luego, desde los Apóstoles en adelante, ¿protegería Dios a todos los hombres de Iglesia para que nunca enseñasen error? De ninguna manera. Nuestro Señor nos advirtió de guardarnos de los “falsos profetas” (Mt.VII, 15) y asimismo San Pablo advirtió contra los “lobos voraces” (Hech.XX, 29–30). Pero ¿cómo podía Dios permitir tal peligro para sus ovejas como lo es el de pastores errados? Porque El no quiere para su Cielo ni pastores robots ni ovejas robots, sino pastores y ovejas que, ambos, habrán usado el libre albedrío que El les dio para enseñar o para seguir a la Verdad. Y si una masa de pastores traiciona, El puede siempre suscitar un San Atanasio o un Monseñor Lefebvre, por ejemplo, para asegurar que su Verdad infalible permanezca siempre accesible a las almas.

Sin embargo, ese Depósito estará incesantemente expuesto a los lobos voraces adicionando error a él o sustrayendo verdad de él. Entonces, ¿cómo Dios lo protegerá a pesar de ello? Garantizando que siempre que un Papa compromete todas las cuatro condiciones de su completa autoridad enseñante para definir lo que pertenece a ese Depósito y lo que no, él estará divinamente protegido del error – lo que llamamos hoy en día el “Magisterio Extraordinario” (Noten como este Magisterio Extraordinario presupone al infalible Magisterio Ordinario y no puede agregar a él ni verdad ni infalibilidad sino solamente una mayor certeza para nosotros seres humanos). Pero si el Papa compromete algo menos de todas las cuatro condiciones, entonces su enseñanza será infalible si se corresponde con el Depósito transmitido por Nuestro Señor – hoy en día llamado “Magisterio Ordinario Universal,” pero falible si no está dentro de ese Depósito transmitido, o Tradición. Fuera de la Tradición, su enseñanza puede ser verdadera o falsa.

Así no hay círculo vicioso (ver CE 357 de la semana pasada) porque Nuestro Señor autorizó a la Tradición y la Tradición autoriza al Magisterio. Ciertamente es la función del Papa declarar con autoridad lo que pertenece a la Tradición y él estará divinamente protegido del error si él compromete su completa autoridad para hacer eso, pero él puede hacer declaraciones fuera de la Tradición en cuyo caso él no tendrá tal protección. Ahora bien, las novedades del Vaticano II tales como la libertad religiosa y el ecumenismo están bien alejadas de la Tradición de la Iglesia. Por eso no caen bajo ni el Magisterio Ordinario del Papa ni su Magisterio Extraordinario, y todos los disparates de todos los Papas Conciliares no obligan a Católico alguno a hacerse sea un liberal o un sedevacantista.

Kyrie eleison.

Tenebrosas “Luces”

Tenebrosas “Luces” on abril 28, 2012

Sea que la Fraternidad San Pío X decida o no finalmente pasar por alto el desacuerdo doctrinal para entrar en un acuerdo puramente práctico con las autoridades de la Iglesia Conciliar en Roma, las almas preocupadas por su salvación eterna deben entender tan completamente como sea posible lo que está en juego. En esta coyuntura uno de mis amigos me acaba de mandar una admirable síntesis de lo que es el corazón del asunto:—

“De 2009 a 2011 las llamadas “Discusiones Doctrinales” tuvieron lugar entre los expertos del Vaticano y cuatro teólogos de la Fraternidad San Pío X. Estas discusiones dejaron en claro hasta que punto las autoridades romanas están firmemente adheridas a las enseñanzas del Vaticano II. Este Concilio se esforzó en reconciliar la doctrina Católica con el concepto del hombre tal como fue elaborado por los filósofos de “Las Luces” del siglo XVIII.

“Es así como el Concilio declara que en razón de la dignidad de su naturaleza, la persona humana tiene el derecho de practicar la religión de su elección. En consecuencia la sociedad debe proteger la libertad religiosa y organizar la coexistencia pacífica de las diferentes religiones. Estas están invitadas a participar en un diálogo ecuménico, ya que todas poseen su propia parte de verdad.

“En efecto tales principios niegan que Cristo es verdaderamente Dios y niegan que su Revelación, cuyo depósito está guardado por la Iglesia, debe ser aceptado por todos los hombres y todas las sociedades. De tal manera que la doctrina de la libertad religiosa, tal como está exprimida en el documento Conciliar “Dignitatis Humanae”( # 2), contradice las enseñanzas de Gregorio XVI en “Mirari Vos,” de Pío IX en “Quanta Cura,” de León XIII en “Immortale Dei” y de Pío XI en “Quas Primas.” La doctrina enseñada en la Constitución Dogmática “Lumen Gentium” (# 8), según la cual la Providencia divina utiliza sectas no Católicas como medios de salvación, contradice las enseñanzas de Pío IX en el “Syllabus,” de León XIII en “Satis Cognitum” y de Pío XI en “Mortalium Animos.”

“Estas doctrinas novedosas que junto con muchas otras contradicen las enseñanzas formales y unánimes de los Papas antes del Concilio, pueden solamente ser calificadas, a la luz del dogma Católico, como heréticas.

“Ya que la unidad de la Iglesia descansa sobre la integridad de la Fe, es claro que la Fraternidad San Pío X no puede llegar a ningún tipo de acuerdo – aunque sea solamente “práctico”- con los que sostienen tales doctrinas.”

Cuando mi amigo acusa al movimiento del siglo XVIII de emancipación intelectual conocido como el de “Las Luces” de encontrarse en la raíz del colapso de los hombres de iglesia del siglo XX, apunta esencialmente a lo mismo que Monseñor Lefebvre decía a algunos de sus sacerdotes, medio año antes de morir en 1991: “Más uno analiza los documentos del Vaticano II . . .más uno se da cuenta que se trata . . .de una perversión total del espíritu, de una filosofía totalmente nueva fundada sobre la filosofía moderna, sobre el subjetivismo . . .Es una perversión total de la Revelación, de la Fe, de la filosofía . . .Es verdaderamente aterrador.”

Entonces, ¿Cómo puede uno someter su mente de nuevo a la realidad de Dios? Uno podría volver a posesionarse de las Encíclicas papales mencionadas por mi amigo más arriba, y estudiarlas. Fueron escritas para los obispos, pero los obispos conciliares no son de fiar. Los laicos de hoy deben tomar en mano su propia formación – y su propio Rosario.

Kyrie eleison.

El Pensamiento de Benedicto – II

El Pensamiento de Benedicto – II on julio 16, 2011

Si se divide en cuatro partes el estudio de Mons. Tissier acerca del pensamiento de Benedicto XVI, entonces la segunda parte presenta sus raíces filosóficas y teológicas. Al analizar la filosofía primeramente, Mons. está siguiendo la gran Encíclica “Pascendi” de Pío X. Si una botella de vino está sucia por dentro, el mejor de los vinos que se vierta dentro de esta se echará a perder. Si la mente de un hombre se desconecta de la realidad, como sucede con la filosofía moderna, entonces aún la Fe Católica filtrada a través de esta mente estará desorientada, porque ya no se dejará orientar por la realidad. He aquí el problema de Benedicto.

Así como su antecesor, Pío X, el Obispo atribuye la responsabilidad principal de este desastre de las mentes modernas al filósofo Alemán de la Ilustración, Immanuel KANT (1724 – – 1804), quien finalizó el sistema de anti-pensamiento, prevaleciente hoy en día en todos lados, el cual excluye a Dios del discurso racional. Porque si, como lo aseveraba Kant, la mente no puede saber nada del objeto excepto lo que pueda ser percibido por los sentidos, entonces la mente es libre de reconstruir la realidad detrás de las apariencias sensibles tal como le guste, la realidad objetiva se desprecia como imposible de conocer, y el subjetivismo reina supremo. Si el sujeto necesita de Dios y postula su existencia, muy bien. De otra manera, por así decirlo, ¡Dios no tiene suerte!

Mons. Tissier presenta entonces a cinco filósofos modernos, todos lidiando con las consecuencias de la locura subjetivista de Kant que pone las ideas por encima de las realidad y lo subjetivo sobre lo objetivo. Los dos más importantes para el pensamiento de este Papa pueden ser Heidegger (1889–1976), uno de los padres del existencialismo, y Martin Buber (1878–1965), uno de los principales exponentes del personalismo. Si las esencias son desconocidas (Kant), entonces solamente queda la existencia. Ahora el ente existente más importante es la persona, constituido para Buber por el intersubjetivismo, o la relación “Yo-Tu” entre personas subjetivas, que para Buber abre la vía hacia Dios. Por lo tanto el conocimiento del Dios objetivo dependerá del involucramiento subjetivo de la persona humana. ¡Vaya cimientos más inseguros para ese conocimiento!

Sin embargo este involucramiento del sujeto humano será la clave para el pensamiento teológico de Benedicto, influenciado primeramente, escribe Mons., por la célebre Escuela de Tubinga en Alemania. Fundada por J.S. von Drey (1777–1853), esta escuela sostenía que la historia se mueve por el espíritu de la era en constante movimiento, y este espíritu es el Espíritu de Cristo. Por lo tanto la Revelación de Dios ya no es el Depósito de la Fe terminada a la muerte del último Apóstol, y hecha simplemente más explícita a medida que pasa el tiempo. Por el contrario, tiene un contenido en constante evolución al cual contribuye el sujeto receptor. Así es que la Iglesia de cada era juega un papel activo y no solo pasivo en la Revelación, y le da a la Tradición pasada su significado actual. ¿Empieza a sonar esto conocido? ¿Como la hermenéutica del Dilthey? Ver CE 208.

Así es que para Benedicto XVI Dios no es un objeto aparte, ni meramente objetivo, él es personal, un “Yo” que intercambia con cada “Tu” humano. La Escritura y la Tradición si vienen objetivamente del divino “Yo,” pero por otro lado el “Tu” viviente y móvil debe constantemente reinterpretar la Escritura, y ya que la Escritura es muy importante para la Tradición, entonces la Tradición debe también tornarse dinámica por el involucramiento del sujeto, y no quedarse solamente estática, como la Tradición “fijista” de Arzobispo Lefebvre. Similarmente la teología debe de ser subjetivizada. La Fe debe de ser una “experiencia” personal de Dios, y aún el Magisterio debe dejar de ser meramente estático.

“Maldito el hombre que confía en el hombre” dice Jeremías (XVII, 5).

Kyrie eleison.