Magisterio

Papas Falibles

Papas Falibles on septiembre 13, 2014

Ni los liberales ni los sedevacantistas aprecian que se les diga que ellos son como cara y ceca de una misma moneda, pero es cierto. Por ejemplo, ninguno de los dos puede concebir una tercera alternativa. Vean por ejemplo en su Carta a los Tres Obispos del 14 de abril de 2012, como Monseñor Fellay no podía ver una alternativa a su liberalismo que no fuera el sedevacantismo. A la inversa, para muchos sedevacantistas si uno acepta que alguno de los Papas Conciliares ha sido realmente Papa, entonces uno no puede ser sino un liberal, y si uno critica al sedevacantismo, entonces uno promueve el liberalismo. ¡Pero de ninguna manera!

¿Por qué no? Porque ambos están cometiendo el mismo error de exagerar la infalibilidad del Papa. ¿Por qué? ¿Es posible que sea porque ambos son hombres modernos que creen más en personas que en instituciones? ¿Y por qué debe ser esa una característica del hombre moderno? Porque más o menos a partir del Protestantismo en adelante, menos y menos instituciones han verdaderamente buscado el bien común, y más y más algún interés privado tal como el dinero (mi derecho sobre ti), lo cual por supuesto disminuye nuestro respeto por ellas. Por ejemplo, buenos hombres salvaron por un tiempo a la podrida institución moderna bancaria para que no tuviera inmediatamente todos sus perversos efectos, pero los podridos banksters actuales están finalmente mostrando lo que las instituciones malas del sistema bancario de reserva fraccional y de los bancos centrales eran, en sí mismos, desde el principio. El Diablo está en las estructuras modernas gracias a los enemigos de Dios y del hombre.

Entonces es comprensible si los Católicos modernos han tendido a poner demasiada fe en el Papa y demasiada poca en la Iglesia, y aquí está la respuesta a ese lector que me preguntó por que yo no escribo sobre la infalibilidad de la misma manera que lo hacen los manuales clásicos de teología católica. Esos manuales son maravillosos a su manera, pero todos han sido escritos antes del Vaticano II y tienden a asignar al Papa una infalibilidad que pertenece a la Iglesia. Por ejemplo, la cumbre de la infalibilidad es pasible de ser presentada en esos manuales como una solemne definición por parte del Papa, o del Papa con un Concilio, pero de cualquier manera por el Papa. El dilema liberal-sedevacantista ha sido la consecuencia, y además como un castigo por esa tendencia a sobrevalorar la persona y subvalorar la institución porque la Iglesia no es una institución meramente humana.

Pues, primero, el casquete de nieve que es el Magisterio Solemne sobre la montaña que es el Magisterio Ordinario, es su cumbre solamente de una manera muy limitada – es totalmente sostenido por la cumbre rocosa por debajo de la nieve. Y, segundo, por el más autorizado texto de la Iglesia sobre la infalibilidad, la Definición del Concilio verdaderamente católico que fue el Vaticano I (1870), sabemos que la infalibilidad del Papa proviene de la Iglesia y no a la inversa. Cuando el Papa compromete todas las cuatro condiciones necesarias para la enseñanza ex cathedra, entonces, dice la Definición, él posee “aquella infalibilidad de la que el Divino Redentor quiso que gozara su Iglesia en la definición de la doctrina.” ¡Pero por supuesto! ¿De donde más puede provenir la infalibilidad sino de Dios? Los mejores de los seres humanos, y algunos Papas han sido muy buenos seres humanos, pueden ser inerrantes, es decir no cometer errores, pero siempre que tienen el pecado original no pueden ser infalibles como Dios sólo puede serlo. Si ellos son infalibles, la infalibilidad debe provenir a través, pero desde el exterior, de su humanidad, desde Dios que elige concederla a través de la Iglesia católica, y esa infalibilidad necesita ser un regalo solamente momentáneo, por la duración de la Definición.

Por consiguiente, fuera de los momentos ex cathedra de un Papa, nada le impide hablar disparates tal como la nueva religión del Vaticano II. Por consiguiente ni los liberales ni los sedevacantistas necesitan o deben prestar atención a tales disparates porque, como dijo Monseñor Lefebvre, ellos tienen 2000 años de enseñanza Ordinariamente infalible de la Iglesia con lo cual juzgar que son disparates.

Kyrie eleison.

Prioridad de la Tradición

Prioridad de la Tradición on julio 19, 2014

La palabra “Magisterio”, que viene del latín para “maestro” (“magister”), significa en la Iglesia tanto la autorizada enseñanza de la Iglesia como sus autorizados Maestros. Ahora bien, así como el maestro es superior a lo enseñado, así estos Maestros son superiores al pueblo católico que recibe la enseñanza. Pero los Maestros católicos tienen libre albedrío y Dios los deja libres para errar. Entonces, si ellos yerran gravemente, ¿puede el pueblo hacer frente resueltamente a ellos y decirles, por muy respetuosamente que sea, que ellos están equivocados? La pregunta es contestada por la verdad. Es solamente cuando la mayoría de los hombres han perdido la verdad, como hoy en día, que la pregunta puede devenir confusa.

Por un lado, por cierto Nuestro Señor dotó a Su Iglesia con autoridad enseñante para enseñarnos a nosotros, seres humanos falibles, esa Verdad que es la única que nos pueda llevar al Cielo – “Pedro, confirma a tus hermanos”. Por otro lado, Pedro solamente debía confirmarlos en esa fe que Nuestro Señor le había enseñado – “Pero Yo he rogado por ti, a fin de que tu fe no desfallezca. Y tu, una vez convertido, confirma a tus hermanos” (Lc.XXII,32). En otras palabras, esa fe es la que gobierna a Pedro cuya función es solamente guardarla y expandirla fielmente, tal como fue depositada con él, el Depósito de la Fe, para ser transmitido por siempre como la Tradición. La Tradición le enseña a Pedro quien a su vez enseña al pueblo.

El Vaticano I (1870) dice la misma cosa. Los Católicos deben creer “todas las verdades contenidas en la palabra de Dios o transmitidas por la Tradición” que la Iglesia propone, por medio de su Magisterio Extraordinario o Universal Ordinario, como divinamente reveladas (uno recuerda que sin Tradición en su sentido más amplio, no habría “palabra de Dios” o sea Biblia). Más aún, el Vaticano I dice que este Magisterio está agraciado con la infalibilidad de la Iglesia, pero esta infalibilidad excluye que cualquier novedad sea enseñada. Entonces, la Tradición en su sentido más amplio gobierna lo que el Magisterio pueda decir que ella es y, si bien el Magisterio tiene autoridad para enseñar lo que se halla dentro de la Tradición, no tiene autoridad para enseñar al pueblo nada que se halle fuera de la Tradición.

No obstante, las almas ciertamente necesitan un Magisterio viviente que les enseñe las verdades de la salvación dentro de la Tradición Católica. Estas verdades no cambian así como no cambia Dios ni Su Iglesia, pero las circunstancias del mundo en el cual la Iglesia debe operar están cambiando constantemente y de allí que, de acuerdo a la variedad de estas circunstancias, la Iglesia necesita Maestros vivientes que varíen constantemente la presentación y la explicación de estas verdades invariables. Por consiguiente, ningún Católico razonable refuta la necesidad de los Maestros vivientes de la Iglesia.

Pero, ¿qué pasa si estos Maestros sostienen que algo está dentro de la Tradición cuando no lo está? Por un lado, ellos son hombres letrados, autorizados por la Iglesia para enseñar al pueblo y el pueblo es relativamente ignorante. Por otro lado, está por ejemplo el famoso caso del Concilio de Éfeso (428) donde el pueblo se levantó en Constantinopla para defender la Maternidad divina de la Santísima Virgen María contra el Patriarca herético Nestorio.

La respuesta es que la verdad objetiva está por encima de los Maestros y del pueblo igualmente, de manera que si el pueblo tiene la verdad de su lado, es superior a sus Maestros si los Maestros no tienen la verdad. Por otro lado, si el pueblo no tiene la verdad, no tiene derecho a levantarse contra los Maestros. Breve, si él está en la verdad , tiene el derecho . Si él no está en la verdad, no tiene el derecho. Y, ¿qué es lo que dice si el pueblo está en la verdad o no? Ni los Maestros (necesariamente) ni el pueblo (menos necesariamente aún) sino la realidad, aún cuando los Maestros o el pueblo o ambos, conspiren para sofocarla.

Kyrie eleison.

La Infalibilidad de La Iglesia – V

La Infalibilidad de La Iglesia – V on mayo 31, 2014

El liberalismo es la guerra a Dios y es la disolución de la verdad. Dentro de la Iglesia de hoy en día lisiada por el liberalismo, el sedevacantismo es una reacción comprensible pero sin embargo atribuye a la autoridad demasiado poder por sobre la verdad. El mundo moderno ha perdido la verdad natural, más aún la verdad sobrenatural, y aquí está el corazón del problema.

Para nuestros propósitos podríamos dividir toda la enseñanza Papal en tres partes. En primer lugar, si el Papa enseña como Papa, sobre Fe o moral, definitivamente y como para obligar en conciencia a todos los Católicos, entonces tenemos su Magisterio Extraordinario (ME para acortar), necesariamente infalible. En segundo lugar, si él no compromete todas las cuatro condiciones pero enseña en conformidad con lo que la Iglesia ha enseñado siempre y en todo lugar, y ha impuesto a los Católicos para que crean, entonces él está participando de lo que es llamado el “Magisterio Ordinario Universal” (MOU para acortar) de la Iglesia, también infalible. En tercer lugar, tenemos el resto de su enseñanza que, si no está en línea con la Tradición, no solamente es falible sino falsa.

A esta altura debería ser claro que el ME es al MOU como la capa de nieve es a la montaña. La capa de nieve no hace a la cima de la montaña, meramente la hace más visible. ME es a MOU como el sirviente es al amo. ME existe para servir al MOU volviendo claro de una vez y por todas lo que pertenece al MOU y lo que no pertenece. Pero lo que hace que el resto de la montaña sea visible, por así decirlo, es que se puede rastrear hacia atrás, hasta Nuestro Señor y sus Apóstoles, en otras palabras, la Tradición. Esa es la razón por la cual cada definición de ME debe esforzarse para demostrar que lo que está siendo definido siempre fue previamente parte de la Tradición. Fue montaña antes que ésta fuera cubierta por la nieve.

A esta altura también debería ser claro que la Tradición le dice a los Papas que enseñar, y no a la inversa. He aquí la base sobre la cual Monseñor Lefebvre fundó el movimiento Tradicional, no obstante es la misma base que, con todo debido respeto, los liberales y los sedevacantistas fallan en asir. Simplemente lean en el Evangelio de San Juan cuan a menudo Nuestro Señor mismo, como hombre, declara que lo que El está enseñando proviene no de El mismo sino de su Padre, por ejemplo: “Mi doctrina no es mía, sino del que me envió” (VII,16), o, “Yo no he hablado por Mí mismo, sino que el Padre, que me envió, me prescribió lo que debo decir y enseñar” (XII,49). Por supuesto nadie en la tierra está más autorizado que el Papa para decirle a la Iglesia y al mundo lo que está en la Tradición, pero él no pue de decirle a la Iglesia o al mundo que hay en la Tradición lo que no hay. Lo que hay en la Tradición es objetivo, ahora de 2,000 años de edad, está por arriba del Papa y le establece límites a lo que el Papa puede enseñar, tanto como el precepto del Padre establecía límites a lo que Cristo como hombre enseñaría.

Entonces, ¿cómo pueden liberales y sedevacantistas a la par reclamar, en efecto, que el Papa es infalible aún fuera de ambos, ME y MOU? Porque ambos exageran el valor de la autoridad en relación a la verdad y entonces ellos no ven más a la autoridad de la Iglesia como el sirviente sino como el amo de la verdad. ¿Y porqué es ello? Porque ambos son hijos del mundo moderno donde el Protestantismo ha desafiado a la Verdad y el liberalismo desde la Revolución Francesa ha estado disolviendo la verdad objetiva. Y, si ya no hay más ninguna verdad objetiva, entonces por supuesto la autoridad puede decir cualquier cosa, lo cual es lo que observamos todo alrededor nuestro, y no queda nada para parar a un Pablo VI o a un Monseñor Fellay de devenir más y más arbitrarios y tiránicos en el proceso.

Santa Madre de Dios, obtén para mí amar, discernir y defender esa Verdad y ese orden provenientes del Padre, ambos sobrenaturales y naturales, a los cuales tu propio Hijo estaba sujeto como hombre, “hasta la muerte y muerte de Cruz.”

Kyrie eleison.

La Infalibilidad de La Iglesia – IV

La Infalibilidad de La Iglesia – IV on mayo 24, 2014

Al Cardenal Newman se le atribuye un sabio comentario sobre la definición en 1870 de la infalibilidad del Papa: “Lo dejó como lo encontró.” Ciertamente, esa definición no habrá cambiado en nada el poder del Papa para enseñar infaliblemente, porque pertenece a la naturaleza inmutable de la verdadera Iglesia de Dios que Dios la protegerá del error, al menos cuando su suprema autoridad enseñante está comprometida. Todo tal compromiso es ahora llamado el “Magisterio Extraordinario” de la Iglesia, pero solamente el nombre pudo haber sido nuevo en 1870, tanto como lo fue el nombre de “Magisterio Ordinario Universal.” Si el Vaticano I declaró también este último como siendo infalible, debe haberlo también sido así desde el inicio de la Iglesia. Para discernir las realidades detrás de los dos nombres, retornemos a ese inicio.

Para cuando Nuestro Señor ascendió al Cielo, El había, con su divina infalibilidad, confiado a sus Apóstoles un cuerpo de doctrina que ellos debían transmitir intacto a su Iglesia hasta el fin del mundo (Mt.XXVIII, 19–20), doctrina que todas las almas debían creer bajo pena de condenación (Mc.XVI, 15–16). Este Depósito de la Fe, o Revelación pública, Dios estaba obligado a hacerlo reconocible y accesible a todas las almas de buena voluntad in cuanto obviamente el verdadero Dios nunca podría condenar eternamente un alma por rechazar creer en una mentira. A la muerte del último Apóstol, este Depósito no solamente era infalible sino también estaba completo.

Luego, desde los Apóstoles en adelante, ¿protegería Dios a todos los hombres de Iglesia para que nunca enseñasen error? De ninguna manera. Nuestro Señor nos advirtió de guardarnos de los “falsos profetas” (Mt.VII, 15) y asimismo San Pablo advirtió contra los “lobos voraces” (Hech.XX, 29–30). Pero ¿cómo podía Dios permitir tal peligro para sus ovejas como lo es el de pastores errados? Porque El no quiere para su Cielo ni pastores robots ni ovejas robots, sino pastores y ovejas que, ambos, habrán usado el libre albedrío que El les dio para enseñar o para seguir a la Verdad. Y si una masa de pastores traiciona, El puede siempre suscitar un San Atanasio o un Monseñor Lefebvre, por ejemplo, para asegurar que su Verdad infalible permanezca siempre accesible a las almas.

Sin embargo, ese Depósito estará incesantemente expuesto a los lobos voraces adicionando error a él o sustrayendo verdad de él. Entonces, ¿cómo Dios lo protegerá a pesar de ello? Garantizando que siempre que un Papa compromete todas las cuatro condiciones de su completa autoridad enseñante para definir lo que pertenece a ese Depósito y lo que no, él estará divinamente protegido del error – lo que llamamos hoy en día el “Magisterio Extraordinario” (Noten como este Magisterio Extraordinario presupone al infalible Magisterio Ordinario y no puede agregar a él ni verdad ni infalibilidad sino solamente una mayor certeza para nosotros seres humanos). Pero si el Papa compromete algo menos de todas las cuatro condiciones, entonces su enseñanza será infalible si se corresponde con el Depósito transmitido por Nuestro Señor – hoy en día llamado “Magisterio Ordinario Universal,” pero falible si no está dentro de ese Depósito transmitido, o Tradición. Fuera de la Tradición, su enseñanza puede ser verdadera o falsa.

Así no hay círculo vicioso (ver CE 357 de la semana pasada) porque Nuestro Señor autorizó a la Tradición y la Tradición autoriza al Magisterio. Ciertamente es la función del Papa declarar con autoridad lo que pertenece a la Tradición y él estará divinamente protegido del error si él compromete su completa autoridad para hacer eso, pero él puede hacer declaraciones fuera de la Tradición en cuyo caso él no tendrá tal protección. Ahora bien, las novedades del Vaticano II tales como la libertad religiosa y el ecumenismo están bien alejadas de la Tradición de la Iglesia. Por eso no caen bajo ni el Magisterio Ordinario del Papa ni su Magisterio Extraordinario, y todos los disparates de todos los Papas Conciliares no obligan a Católico alguno a hacerse sea un liberal o un sedevacantista.

Kyrie eleison.

La Infalibilidad de La Iglesia – III

La Infalibilidad de La Iglesia – III on mayo 17, 2014

Las alocadas palabras y actos del Papa Francisco están al presente conduciendo hacia al sedevacantismo a muchos Católicos creyentes, lo cual es peligroso. La creencia que los Papas Conciliares no han sido y no son Papas puede comenzar como una opinión, pero demasiado a menudo uno observa que la opinión se convierte en un dogma y luego en una artimaña mental acorazada. Pienso que las mentes de muchos sedevacantistas se cierran porque la crisis sin precedente del Vaticano II ha causado a sus mentes y a sus corazones católicos una agonía que halló en el sedevacantismo una solución simple, y ellos no tienen ningún deseo de re-abrir la agonía re-abriendo la cuestión. Así que ellos absolutamente hacen cruzada para que otros se les unan en su simple solución y, haciendo tal cosa, muchos de ellos – no todos – terminan desplegando una arrogancia y una amargura que no son signos ni frutos de un verdadero Católico.

Ahora bien, estos “Comentarios” se han abstenido de proclamar con certeza que los Papas Conciliares hayan sido verdaderos Papas, pero al mismo tiempo han argumentado que los argumentos sedevacantistas de costumbre no son ni concluyentes, ni obligan en conciencia a los Católicos, como algunos sedevacantistas quisieran hacernos creer. Retornemos a uno de sus más importantes argumentos el cual es de la infalibilidad Papal: los Papas son infalibles. Ahora bien, los liberales son falibles y los Papas Conciliares son liberales. Por consiguiente no son Papas.

A esto uno puede objetar que un Papa es ciertamente infalible solamente cuando él compromete las cuatro condiciones del Magisterio Extraordinario de la Iglesia, enseñando 1 como Papa, 2 sobre la Fe o la moral, 3 definitivamente, 4 obligando en conciencia a todos los Católicos. Después de lo cual los sedevacantistas y liberales a la par replican que la enseñanza de la Iglesia es que el Magisterio Ordinario Universal es también infalible, entonces – y aquí está el punto débil en su argumento – siempre que el Papa enseña solemnemente aún fuera de su Magisterio Extraordinario, él debe también ser infalible. Ahora bien, la enseñanza liberal Conciliar es solemne. Por consiguiente debemos devenir o bien liberales o bien sedevacantistas, dependiendo por supuesto en quien está esgrimiendo este mismo argumento.

Pero lo que distingue la enseñanza que pertenece al Magisterio Ordinario Universal de la Iglesia no es la solemnidad con la cual el Papa enseña fuera del Magisterio Extraordinario, sino si lo que él está enseñando corresponde o no a lo que Nuestro Señor, Sus Apóstoles y virtualmente todos sus sucesores, los obispos de la Iglesia Universal, han enseñado en todos los tiempos y en todos los lugares – en otras palabras, si corresponde a la Tradición. Ahora bien, la enseñanza Conciliar (ejemplo libertad religiosa y ecumenismo) está en ruptura con la Tradición. Por consiguiente los Católicos hoy en día no están obligados de hecho a devenir o liberales o sedevacantistas.

Sin embargo, tanto liberales como sedevacantistas perseveran en su exageración de la infalibilidad Papal por razones que no carecen de interés, pero esa es otra historia. De cualquier manera no se entregan fácilmente, y así es que retornan con otra objeción que merece ser respondida. Ambos dirán que argumentar que la Tradición es lo que distingue al Magisterio Ordinario es montar un círculo vicioso. Porque si la autoridad enseñante de la Iglesia, o Magisterio, existe para decir lo que es doctrina de la Iglesia, como lo hace, entonces ¿cómo puede la doctrina católica decir al mismo tiempo lo que es Magisterio? O bien el maestro autoriza lo que se enseña o bien lo que se enseña autoriza al maestro, pero no pueden ambos al mismo tiempo autorizarse mutuamente. Así que argumentar que la Tradición que se enseña autoriza al Magisterio Ordinario que está enseñando, está equivocado, y entonces el Papa es infalible no solamente en su enseñanza Extraordinaria, y entonces debemos devenir sea liberales sea sedevacantistas, ellos concluyen.

El porqué no hay círculo vicioso debe esperar hasta la próxima semana. Es tan interesante como el porqué ambos sedevacantistas y liberales caen en el mismo error sobre la infalibilidad.

Kyrie eleison.

Humanizacion Fatal

Humanizacion Fatal on febrero 22, 2014

Algunos Católicos que sostienen que la Sede Apostólica está vacante, protestan firmemente contra los recientes números de estos “Comentarios” pues parecen poner al mismo nivel la herejía universal del liberalismo y la opinión particular del sedevacantismo. Pero, mientras que estos “Comentarios” constantemente atacan la plaga del liberalismo, con seguridad ellos últimamente no han hecho más que argumentar que nadie está obligado a ser sedevacantista, lo cual, considerando qué trampa esterilizante prueba ser el sedevacantismo en algunos casos, es, con seguridad, una toma de posición bien moderada.

Sin embargo, estos “Comentarios” sí mantienen que el sedevacantismo, aunque admirable como un esfuerzo para combatir al liberalismo, es a lo mucho un medio inadecuado para hacerlo porque comparte con los liberales uno de sus errores básicos, a saber, la exageración de la infalibilidad papal. En su meollo, este error nos lleva al corazón de la crisis sin precedente de la Iglesia hoy en día, razón por la cual estos “Comentarios” insistirán en la cuestión, al tiempo de pedir perdón a algunos lectores indebidamente aburridos u ofendidos. La Iglesia toda está en juego y no solamente las sensibilidades de estos o aquellos de sus miembros.

El meollo de este error es la humanidad dando la espalda lenta pero seguramente a lo largo de los últimos 700 años, a Dios, a Su Hijo y a Su Iglesia. En el pico de la Edad Media, los Católicos tenían una Fe clara y fuerte, asiendo la unicidad y exclusividad del Dios objetivo y Su Verdad sin contradicción. Dante no tuvo problema en poner a Papas en su Inferno. Pero a medida que, a lo largo de los siglos, el hombre se puso a sí mismo más y más como el centro de las cosas, así Dios perdió su trascendencia absoluta por encima de todas las criaturas y la verdad se volvió más y más relativa, ya no a la autoridad de Dios, sino, en cambio, a la del hombre.

Dentro de la Iglesia, tomen por ejemplo la 13era de las 17 “Reglas para sentir con la Iglesia” del famoso libro de San Ignacio de Loyola Ejercicios Espirituales, alabado por innumerables Papas desde entonces y sin duda responsable de ayudar a salvar millones de almas. Ignacio escribe: “Para que en todas las cosas lleguemos a la verdad, debemos mantener el principio de creer que lo blanco que yo veo es negro, si la Iglesia Jerárquica así lo determina.” Tal posición podría apoyar la autoridad de los hombres de Iglesia a corto plazo, pero, ¿no corrió el grave peligro de separarla de la verdad a largo plazo?

Porque ciertamente, al final del siglo 19no, el liberalismo se hizo tan fuerte que la Iglesia tuvo que reforzar su propia autoridad por la Definición en 1870 de su Magisterio, operando con todo su poder, a saber: siempre que 1) un Papa 2) define 3) un punto de Fe o de moral 4) de tal manera que obliga en conciencia a toda la Iglesia. Pero pensando demasiado humanamente desde entonces, demasiados Católicos en lugar de relacionar este Magisterio Extraordinario a Dios y a la inmutable Verdad del Magisterio Ordinario de la Iglesia, han tendido a prestar a la persona humana del Papa una infalibilidad que proviene de Dios y que pertenece sólo a Dios. Este proceso humanizante generó una infalibilidad cada vez más excesiva, que casi inevitablemente resultó en el disparatado reclamo de Pablo VI de estar capacitado para remodelar la Tradición de la Iglesia en nombre de un “Solemne Magisterio Ordinario.” La gran mayoría de los Católicos le permitieron salirse con la suya y hasta el día de hoy una masa de ellos están haciéndose liberales día a día siguiendo a los Papas Conciliares mientras que una pequeña minoría de Católicos están impulsados a negar que aquellos responsables de la locura Conciliar puedan ser, en alguna manera, Papas.

Finalmente, personalmente tengo respeto por muchos sedevacantistas, en la medida que ellos creen en la Iglesia y están desesperados por encontrar una solución a un problema infinitamente serio de la Iglesia. Pero, en mi opinión, ellos necesitan mirar más alto y más profundo – la infinita altura y profundidad de Dios mismo.

Kyrie eleison.