Doctrina Indispensable
Puedo recordar cuando en 1986 el Arzobispo Lefevbre se sorprendía al ver cómo muy pocos seguidores de la Tradición Católica parecían comprender la enormidad de la fiesta-de-amor de todas las religiones en Asís, mas tal es la corrupción de nuestros tiempos: las ideas y la verdad no tienen consecuencia alguna, porque “Todo lo que necesitas es amor.” Lo cierto es que todos nosotros necesitamos, absolutamente, tanto la doctrina como el amor.
La doctrina no es únicamente formulas de palabras. Aquellos que tenemos el inestimable don de la Fe sabemos que de nuestra corta vida en este mundo depende una eternidad de inimaginable dicha u horror en la vida venidera, y sabemos también que este es el destino de todo hombre, lo crean o no, regla a la cual el Limbo para los inocentes que no han sido bautizados es la única excepción. Entonces es evidente que a menos de que Dios sea cruel – ¡deseo vano de muchas pobres almas buscando justificar su rebeldía en contra de Él! – El ofrece a todas las almas a cada momento la luz y la fuerza que necesitan para ganarse el Cielo y evitar el Infierno, si así lo desean. Pero cuando un alma no tiene la Fe ¿qué forma puede tomar esta luz y esta fuerza?
Recurramos a dos no-Católicos para conocer la respuesta. El Dr. Samuel Johnson, gigante Inglés del sentido común del siglo XVIII, dijo “Aquel que odia Londres odia la vida.” En otras palabras, detrás del alboroto de la vida diaria en todos sus detalles cotidianos, un hombre se forja día a día una actitud hacia la vida. También el Conde Leo Tolstoi en su novela épica Guerra y Paz, dice “Aquel que ama la vida, ama a Dios.” En otras palabras, la actitud general de un hombre hacia la vida constituye de hecho una actitud hacia Dios. Claro está que muchas almas modernas negarán vigorosamente que su actitud hacia la vida tiene algo que ver con un Dios “que no existe,” sin embargo Dios no le sostiene menos en su existencia a él y a todas las cosas que lo rodean día con día, y El le da en todo momento el libre albedrío con el cual puede amarle u odiarle a este Dios que está dentro de sí y detrás de todos. Por ejemplo los Comunistas son oficialmente ateos, sin embargo Lenin una vez dijo, “Dios es mi enemigo personal.” Los Comunistas, como tales, odian la vida y odian a Dios.
Entonces ¿cuál es la actitud adecuada hacia la vida y hacia Dios? El Primer Mandamiento lo expone: el amarlo a Él con todo el corazón, la mente y el alma. Pero ¿cómo puedo amar a alguien sin antes tener algún conocimiento de él? La actitud correcta hacia la vida y hacia Dios presupone por lo menos un poco de fe o confianza en la bondad de la vida y/o de Dios. Por lo tanto, cuando las almas iletradas vienen a Nuestro Señor en los Evangelios para pedir un milagro, frecuentemente pone a prueba su “fe,” o la elogia y la recompensa, cuando concede el milagro. ¿Cuál Fe? Fe en Él. ¿Pero quién exactamente es Él?
Eso les corresponde a las almas instruidas formularlo, en la doctrina. Esta doctrina de Dios puede pulirse a través de los años, pero no puede cambiarse, no más de lo que Dios puede cambiarse. Es el corrector continuo de nuestra actitud hacia la vida y hacia Dios, por todo el tiempo que queramos ser inimaginablemente felices y no desdichados para toda la eternidad. La doctrina Católica es verdad. Dios es Verdad. La Verdad es indispensable.
Kyrie eleison.