discusiones doctrinales

Y Si en Algun Momento . . .

Y Si en Algun Momento . . . on septiembre 26, 2009

 . . . Y si en algún momento llegara a existir una discusión entre Roma y la Sociedad de San Pío X en donde pareciera que están llegando a un “acuerdo práctico” no-doctrinal entre ellos, entonces todos los Católicos que desean salvar sus almas se verían en la necesidad de estudiar detenidamente este “acuerdo” – especialmente las letras pequeñas – para poder ver quien quedará como responsable a futuro de nombrar a el líder o líderes, y a sus sucesores, en la FSSPX aprobada por Roma.

Podría otorgársele cualquier título que satisficiera a alguna de las dos partes “Superior General” o “Prelado Personal” o “Capellán General de las Galeras” (personaje de título y categoría de nobleza) – el nombre no tendría importancia. Lo crucial estaría en ¿quién sería responsable de tomar las decisiones? y ¿quién designaría a la persona responsable de hacer estas decisiones? ¿Sería este nombrado por el Papa o por la Congregación del Clero, o por cualquier dirigente Romano, o seguiría siendo nombrado independientemente de Roma desde dentro de la FSSPX como hasta ahora, a través de una elección sometida a unos 40 sacerdotes principales de la FSSPX por un período de 12 años (la próxima elección se llevará a cabo en el 2018)? Pero ¿que le habría dado este “acuerdo” a Roma si no les otorgara el control de nombrar al líder de la FSSPX?

La historia de la Iglesia Católica está plagada con ejemplos de la batalla entre los amigos y enemigos de Dios – normalmente La Iglesia y El Estado, respectivamente, pero ¡ya no! – que luchan por el control de designar a los obispos Católicos. Como cualquier inteligente amigo o enemigo de la Iglesia bien lo sabe, los obispos son la llave de su futuro. (Como el Arzobispo Lefebvre solía decir, desafiando las tonterías del democratismo actual, son los obispos los que forman a la gente Católica y no la gente la que forma a los obispos.)

Un ejemplo clásico de esta lucha es el Concordato Napoleónico de 1801 a través del cual el recientemente creado Estado Francés francmasónico se aseguró de adquirir un grado significativo de control sobre la elección de los obispos en la Iglesia en Francia Rápidamente todos los obispos pre-revolucionarios, que aún eran demasiado Católicos, fueron hechos a un lado y la Iglesia firmemente se encaminaba al Vaticano II. De modo semejante, cuando en 1905 los Francmasones rompieron toda unión del Estado Francés con la Iglesia, siendo mejor el poder perseguirla, el heroico Papa Pío X se beneficiaba de su indeseada nueva independencia de ese Estado para designar, y él mismo consagrar, a un grupo de nueve obispos. Su viril Catolicismo de ellos asustó tanto a los Francmasones que tan pronto como Pío X murió, se apresuraron a volver y renegociar una cierta comunión entre el Estado y la Iglesia si solo pudieran recuperar el control del nombramiento de los obispos Franceses – y el Vaticano II estaba de nuevo en marcha.

El patrón se repitió en 1988 cuando la fe heroica y la valentía del Arzobispo Lefevbre por si solas salvaron a la FSSPX consagrando a cuatro obispos aún teniendo la desaprobación explícita de la Roma Conciliar. Los mismos zorros Conciliares pueden hoy en día “poner en oferta la tienda” para recobrar así el control de los cuatro “patitos feos” de la FSSPX y de sus sucesores potenciales – ¡los patitos son un exquisito bocado para zorros hambrientos! ¡Dios bendiga al Padre Schmidberger y al Obispo Fellay y a todos los sucesores que mantendrán esa independencia Católica durante todo el tiempo necesario mientras Roma se encuentre fuera de su sentido Católico!

Kyrie eleison.

Discusiones Difíciles – III

Discusiones Difíciles – III on septiembre 19, 2009

Dos objeciones al principio mismo de que la Fraternidad de San Pio X ingrese en las discusiones doctrinales que probablemente se suscitarán pronto con las autoridades de la Iglesia en Roma, ayudarán a enmarcar la naturaleza, objetivo y limitaciones de dichas discusiones. La primera objeción dice que la Doctrina Católica no está sujeta a discusión. La segunda dice que ningún católico debe atreverse a discutir con representantes del Papa, como si estuviera con él en pie de igualdad Ambas objeciones aplican en circunstancias normales, pero las circunstancias actuales no son normales.

En lo que se refiere a la primera objeción, es claro que la doctrina Católica que no se cambia y no se puede cambiar no está sujeta a discusión. El problema es que el Vaticano II emprendió exactamente el cambio de dicha doctrina. Por ejemplo ¿puede, o debe un Estado católico tolerar la práctica pública de religiones falsas? La Tradición Católica dice que “puede,” pero únicamente para evitar un mal mayor o lograr un bien mayor. El Vaticano II dice “debe,” bajo toda circunstancia. Pero si Jesucristo es evidentemente el Verbo encarnado, nada más que el “puede” es verdad. Por el contrario, si el “debe” es verdad, entonces Jesucristo no es más necesariamente reconocido como Dios. El “puede” y el “debe” están tan distantes de sí como Jesucristo siendo Dios por naturaleza divina o por elección humana, es decir, entre que Jesús sea, o no sea, objetivamente, ¡Dios!

Sin embargo las autoridades Romanas de hoy en día claman que la doctrina del Vaticano II no representa ruptura alguna con el dogma Católico, sino su evolución continua. A no ser que – ¡Dios no lo permita! – la FSSPX también esté abandonando el dogma Católico, no pretende discutir con estas autoridades si Jesús es Dios, tampoco someter a discusión la doctrina Católica, por el contrario, espera persuadir a cualquier Romano que quiera escuchar que la doctrina del Vaticano II se opone gravemente a la Doctrina Católica. Con respecto a esto, aún cuando el éxito de la FSSPX resulte mínimo, ésta consideraría aún que era su deber dar testimonio de la Verdad.

Pero los Romanos pueden responder diciendo “Nosotros representamos al Papa. ¿Cómo es que se atreven a discutir con nosotros?” Esta es la segunda objeción, y para todos aquellos que piensan que la Roma Conciliar está en la Verdad, esta objeción parece válida Pero es la Verdad la que hace a Roma y no Roma la que hace la Verdad. Nuestro Señor en repetidas ocasiones declara en el Evangelio de San Juan que su doctrina no es de él, sino de su Padre (Juan VII, 16). Y si Jesús no tiene la facultad de cambiar la Doctrina Católica, mucho menos está en el poder de su Vicario el cambiarla, es decir ¡en la capacidad del Papa! Si entonces el Papa, por el libre albedrío que Dios le dio, decide apartarse de la Doctrina Católica, hasta ese punto ha abandonado su estatus Papal, y únicamente hasta ese punto – sigue siendo Papa – él y/o sus representantes se colocan por debajo de quienquiera permanezca fiel a la Doctrina del divino Maestro.

Por lo tanto, cualquier católico que se adhiera a la Verdad adquiere el mismo estatus que el Papa habrá puesto de lado, en la medida en que se separe de la Verdad. Así como dijo el Arzobispo Lefebvre cuando estaba ante las autoridades Romanas que lo interrogaban por su desacuerdo con el papa Paulo VI, “¡Soy yo el que debería estar interrogándolos a ustedes!” El defender la Verdad de Dios Padre es el orgullo y la humildad, la vocación y la gloria de la pequeña FSSPX del Arzobispo. Si las discusiones con Roma significaran el más mínimo peligro de la FSSPX de ser infieles a esta vocación, es ahí cuando no deberían de haber discusiones.

Kyrie eleison.

Discusiones Dificiles – II

Discusiones Dificiles – II on septiembre 5, 2009

¿Cuál es el resultado más favorable que uno puede esperar y la peor consecuencia que uno puede temer, de las “discusiones doctrinales” que en teoría están programadas para dar inicio en el otoño de este año en Roma entre la Iglesia oficial y la Sociedad de San Pio X? En práctica, el abismo doctrinal entre el Conciliarismo de Roma y el Catolicismo de la Sociedad es tan fundamental (¿puede o no puede 2 y 2 dar como resultado 4 y también 5?) que podría ser que las “discusiones” ni siquiera den inicio. Sin embargo, suponiendo que los representantes de Roma y de la Sociedad se sienten a dialogar, uno enfrente del otro, ¿qué se puede esperar?

A menos de que un estupendo milagro de Dios esté por ocurrir, humanamente hablando no existe esperanza de que los Romanos abandonen su devoción al Vaticano II, ese Concilio cuyas epístolas mezclan la religión de Dios y del hombre mientras que su espíritu es sin duda la religión del hombre. Por más de 40 años los sacerdotes que controlan Roma han estado poseídos por la convicción de que la religión de Dios necesita adaptarse al hombre moderno, y no hay nada que indique que estén colectivamente aproximándose a abandonar su letal “combinazione,” sino por el contrario. Por ejemplo, revisen la última Encíclica del Papa, “Caridad en la Verdad.”

Por lo tanto, lo más que podemos esperar de los Romanos es que muchos de ellos reaccionen positivamente, probablemente en privado, a la Verdad Católica que les sea presentada por la FSSPX – ¡ojalá puedan salvar sus almas! La FSSPX por lo menos será testigo de la Verdad en la cima de la Iglesia, en donde tiene más importancia, y aún cuando a esas alturas hiciere algún bien, por mínimo que parezca, aún se podría esperar que a partir de las “discusiones” haya una puerta abierta que se presente después a todos los Católicos de buen corazón, una cuenta ilimitada que los ayude a reafirmar su entendimiento de dicha doctrina por la cual los Católicos son Católicos, fortaleciendo su sentido común Católico, natural y sobrenaturalmente, de que 2 y 2 es igual a 4 y solamente 4.

Lo que podemos temer por el contrario es que esta primacía de la doctrina pueda ser poco clara en medio de los encantos del otoño Romano. “Aquel que se acuesta con perros Romanos termina por levantarse con pulgas moradas,” dice un proverbio (inventado por un amigo). La tentación para la FSSPX, especialmente si Roma presenta tanto la vara de renovada condenación como la zanahoria de reconocimiento puesta enfrente de la nariz del aún despreciado burrito, será la de “planear” sobre este abismo doctrinal y conformarse con un “acuerdo práctico” por el cual la FSSPX, siendo muy benevolentes con Benedicto XVI, sería concedida un estatus jurídico dentro de la Iglesia oficial a cambio de, por lo menos, un entendimiento implícito de detener el ataque a su Conciliarismo.

Sin embargo, cualquier entendimiento de este tipo representaría el principio del fin, no de la defensa de la FE pero si de su defensa por parte de la FSSPX, porque como era bien sabido por el Comunismo tradicional, uno nunca debe luchar contra los Católicos en asuntos de doctrina, en donde ciertamente los Católicos son más fuertes. Más bien, su estrategia se centraba en proponer cualquier tipo de consenso práctico por medio del cual los Católicos pasarían por alto la doctrina y simplemente cooperarían activamente con los Comunistas. Como era bien sabido por los Comunistas, el resto se daría por sí solo . . . .

Kyrie eleison.