sedevacantismo

La Infalibilidad de La Iglesia – III

La Infalibilidad de La Iglesia – III on mayo 17, 2014

Las alocadas palabras y actos del Papa Francisco están al presente conduciendo hacia al sedevacantismo a muchos Católicos creyentes, lo cual es peligroso. La creencia que los Papas Conciliares no han sido y no son Papas puede comenzar como una opinión, pero demasiado a menudo uno observa que la opinión se convierte en un dogma y luego en una artimaña mental acorazada. Pienso que las mentes de muchos sedevacantistas se cierran porque la crisis sin precedente del Vaticano II ha causado a sus mentes y a sus corazones católicos una agonía que halló en el sedevacantismo una solución simple, y ellos no tienen ningún deseo de re-abrir la agonía re-abriendo la cuestión. Así que ellos absolutamente hacen cruzada para que otros se les unan en su simple solución y, haciendo tal cosa, muchos de ellos – no todos – terminan desplegando una arrogancia y una amargura que no son signos ni frutos de un verdadero Católico.

Ahora bien, estos “Comentarios” se han abstenido de proclamar con certeza que los Papas Conciliares hayan sido verdaderos Papas, pero al mismo tiempo han argumentado que los argumentos sedevacantistas de costumbre no son ni concluyentes, ni obligan en conciencia a los Católicos, como algunos sedevacantistas quisieran hacernos creer. Retornemos a uno de sus más importantes argumentos el cual es de la infalibilidad Papal: los Papas son infalibles. Ahora bien, los liberales son falibles y los Papas Conciliares son liberales. Por consiguiente no son Papas.

A esto uno puede objetar que un Papa es ciertamente infalible solamente cuando él compromete las cuatro condiciones del Magisterio Extraordinario de la Iglesia, enseñando 1 como Papa, 2 sobre la Fe o la moral, 3 definitivamente, 4 obligando en conciencia a todos los Católicos. Después de lo cual los sedevacantistas y liberales a la par replican que la enseñanza de la Iglesia es que el Magisterio Ordinario Universal es también infalible, entonces – y aquí está el punto débil en su argumento – siempre que el Papa enseña solemnemente aún fuera de su Magisterio Extraordinario, él debe también ser infalible. Ahora bien, la enseñanza liberal Conciliar es solemne. Por consiguiente debemos devenir o bien liberales o bien sedevacantistas, dependiendo por supuesto en quien está esgrimiendo este mismo argumento.

Pero lo que distingue la enseñanza que pertenece al Magisterio Ordinario Universal de la Iglesia no es la solemnidad con la cual el Papa enseña fuera del Magisterio Extraordinario, sino si lo que él está enseñando corresponde o no a lo que Nuestro Señor, Sus Apóstoles y virtualmente todos sus sucesores, los obispos de la Iglesia Universal, han enseñado en todos los tiempos y en todos los lugares – en otras palabras, si corresponde a la Tradición. Ahora bien, la enseñanza Conciliar (ejemplo libertad religiosa y ecumenismo) está en ruptura con la Tradición. Por consiguiente los Católicos hoy en día no están obligados de hecho a devenir o liberales o sedevacantistas.

Sin embargo, tanto liberales como sedevacantistas perseveran en su exageración de la infalibilidad Papal por razones que no carecen de interés, pero esa es otra historia. De cualquier manera no se entregan fácilmente, y así es que retornan con otra objeción que merece ser respondida. Ambos dirán que argumentar que la Tradición es lo que distingue al Magisterio Ordinario es montar un círculo vicioso. Porque si la autoridad enseñante de la Iglesia, o Magisterio, existe para decir lo que es doctrina de la Iglesia, como lo hace, entonces ¿cómo puede la doctrina católica decir al mismo tiempo lo que es Magisterio? O bien el maestro autoriza lo que se enseña o bien lo que se enseña autoriza al maestro, pero no pueden ambos al mismo tiempo autorizarse mutuamente. Así que argumentar que la Tradición que se enseña autoriza al Magisterio Ordinario que está enseñando, está equivocado, y entonces el Papa es infalible no solamente en su enseñanza Extraordinaria, y entonces debemos devenir sea liberales sea sedevacantistas, ellos concluyen.

El porqué no hay círculo vicioso debe esperar hasta la próxima semana. Es tan interesante como el porqué ambos sedevacantistas y liberales caen en el mismo error sobre la infalibilidad.

Kyrie eleison.

Propuesta de Balance

Propuesta de Balance on abril 19, 2014

“Poned, pues, cuidado en cumplir lo que Yahvé, vuestro Dios, os ha mandado. No declinéis ni a la diestra ni a la izquierda.” Esta instrucción del Señor Dios a ser transmitida por Moisés a los Israelitas (Deut.V, 32) es ciertamente válida para el Pueblo Elegido por Dios en el Nuevo Testamento (Rom.IX,25–26), pero no es tan fácil aplicarla en nuestro propio tiempo cuando el Pastor del Nuevo Testamento está herido y las ovejas están dispersas (Zac.XIII,7). ¿Está el Papa herido tan levemente que los Católicos no precisan tener cuidado en como le obedecen a él? O, ¿está él herido tan gravemente que no puede ser Papa? En cualquiera de los dos casos, las ovejas están dispersas y permanecerán así hasta que Rusia sea consagrada al Corazón Inmaculado de la Virgen.

Mientras tanto, tal como me parece a mi, una carta publicada en el último número del Angelus, la revista oficial de la Fraternidad San Pío X en Estados Unidos, se extravía hacia la izquierda. El Padre S. tiene varias razones para incitar a la FSPX a ponerse ella misma “en las manos . . .del Papa tan pronto como se pueda.” En primer lugar, pensar que los hombres de Iglesia Romanos son destructores intencionales de la Iglesia es sedevacantismo implícito. Pero no preciso ser sedevacantista, implícito o explícito, para acordarme que sus intenciones subjetivas de ninguna manera disminuyen el daño objetivo que ellos han hecho a la Iglesia y harían a la FSPX si ella se pusiera bajo su control. En segundo lugar, para la FSPX es irrealista esperar hasta la conversión completa doctrinal de los Romanos para ponerse en sus manos. Pero una herejía es suficiente para hacer un enemigo de la Fe y el modernismo es la herejía más comprensiva de todas (Pascendi, Pío X). Demasiado contacto con los Romanos ya ha seducido a los líderes de la FSPX.

En tercer lugar, la FSPX debe devolver a Roma tan pronto como se pueda la doctrina y la práctica de la verdadera Fe. Pero aunque Roma fuera todavía solamente medio modernista, tal devolución sería echarle perlas a los puercos (Mt.VII,6). En cuarto lugar, la FSPX ha mantenido su distancia de Roma por tanto tiempo que arriesga perder todo sentido católico de jerarquía, obediencia y autoridad. Pero la verdadera Fe debe ser mantenida a distancia segura de la herejía que lo abraza y comprende todo. Si la herejía no es por mi culpa, Dios puede cuidar mis sentidos católicos por 40 años o más en el desierto, siempre y cuando yo le sea fiel a El, tal como El cuidó a los Israelitas fieles (Ex. – Deut.). Y, en quinto lugar, la tal llamada “Resistencia” está dividiendo y debilitando la verdadera resistencia de la FSPX a la Roma Conciliar. Pero la unidad alrededor de cualquier entendimiento no doctrinal con los modernistas será unidad alrededor del error, fatal para la FSPX de Monseñor Lefebvre. Breve, el Padre S. ha perdido de vista cuan simplemente seductor y mortal para la Fe es el error del modernismo.

Por otro lado, tal como me parece a mi, un sacerdote ahora rechazando mencionar nunca más el nombre del Papa en el Canon de la Misa está en peligro de extraviarse a la derecha. Si veo el peligro mortal que representa el modernismo para la Fe, ciertamente veo el enorme daño objetivo hecho a la Iglesia por los Papas Conciliares. Pero, ¿puedo con certeza decir que no hay absolutamente nada todavía Católico que quede en ellos? Por ejemplo, como el Padre S. diría, ¿no tienen ellos todavía al menos buenas intenciones subjetivas? ¿No han todos ellos al menos pretendido servir a la Iglesia? En ese caso, ¿no puedo celebrar Misa en unión con lo que sea lo que quede de Católico todavía en ellos? La corriente principal de la Iglesia puede estar mortalmente enferma pero yo, al menos, no podría mantener que no hay nada Católico todavía, sea lo que fuere, ocurriendo dentro de ella. No está todavía completamente muerta.

“En las cosas ciertas, la unidad. En las cosas dudosas, la libertad. En todas las cosas, la caridad.”

Kyrie eleison.

Humanizacion Fatal

Humanizacion Fatal on febrero 22, 2014

Algunos Católicos que sostienen que la Sede Apostólica está vacante, protestan firmemente contra los recientes números de estos “Comentarios” pues parecen poner al mismo nivel la herejía universal del liberalismo y la opinión particular del sedevacantismo. Pero, mientras que estos “Comentarios” constantemente atacan la plaga del liberalismo, con seguridad ellos últimamente no han hecho más que argumentar que nadie está obligado a ser sedevacantista, lo cual, considerando qué trampa esterilizante prueba ser el sedevacantismo en algunos casos, es, con seguridad, una toma de posición bien moderada.

Sin embargo, estos “Comentarios” sí mantienen que el sedevacantismo, aunque admirable como un esfuerzo para combatir al liberalismo, es a lo mucho un medio inadecuado para hacerlo porque comparte con los liberales uno de sus errores básicos, a saber, la exageración de la infalibilidad papal. En su meollo, este error nos lleva al corazón de la crisis sin precedente de la Iglesia hoy en día, razón por la cual estos “Comentarios” insistirán en la cuestión, al tiempo de pedir perdón a algunos lectores indebidamente aburridos u ofendidos. La Iglesia toda está en juego y no solamente las sensibilidades de estos o aquellos de sus miembros.

El meollo de este error es la humanidad dando la espalda lenta pero seguramente a lo largo de los últimos 700 años, a Dios, a Su Hijo y a Su Iglesia. En el pico de la Edad Media, los Católicos tenían una Fe clara y fuerte, asiendo la unicidad y exclusividad del Dios objetivo y Su Verdad sin contradicción. Dante no tuvo problema en poner a Papas en su Inferno. Pero a medida que, a lo largo de los siglos, el hombre se puso a sí mismo más y más como el centro de las cosas, así Dios perdió su trascendencia absoluta por encima de todas las criaturas y la verdad se volvió más y más relativa, ya no a la autoridad de Dios, sino, en cambio, a la del hombre.

Dentro de la Iglesia, tomen por ejemplo la 13era de las 17 “Reglas para sentir con la Iglesia” del famoso libro de San Ignacio de Loyola Ejercicios Espirituales, alabado por innumerables Papas desde entonces y sin duda responsable de ayudar a salvar millones de almas. Ignacio escribe: “Para que en todas las cosas lleguemos a la verdad, debemos mantener el principio de creer que lo blanco que yo veo es negro, si la Iglesia Jerárquica así lo determina.” Tal posición podría apoyar la autoridad de los hombres de Iglesia a corto plazo, pero, ¿no corrió el grave peligro de separarla de la verdad a largo plazo?

Porque ciertamente, al final del siglo 19no, el liberalismo se hizo tan fuerte que la Iglesia tuvo que reforzar su propia autoridad por la Definición en 1870 de su Magisterio, operando con todo su poder, a saber: siempre que 1) un Papa 2) define 3) un punto de Fe o de moral 4) de tal manera que obliga en conciencia a toda la Iglesia. Pero pensando demasiado humanamente desde entonces, demasiados Católicos en lugar de relacionar este Magisterio Extraordinario a Dios y a la inmutable Verdad del Magisterio Ordinario de la Iglesia, han tendido a prestar a la persona humana del Papa una infalibilidad que proviene de Dios y que pertenece sólo a Dios. Este proceso humanizante generó una infalibilidad cada vez más excesiva, que casi inevitablemente resultó en el disparatado reclamo de Pablo VI de estar capacitado para remodelar la Tradición de la Iglesia en nombre de un “Solemne Magisterio Ordinario.” La gran mayoría de los Católicos le permitieron salirse con la suya y hasta el día de hoy una masa de ellos están haciéndose liberales día a día siguiendo a los Papas Conciliares mientras que una pequeña minoría de Católicos están impulsados a negar que aquellos responsables de la locura Conciliar puedan ser, en alguna manera, Papas.

Finalmente, personalmente tengo respeto por muchos sedevacantistas, en la medida que ellos creen en la Iglesia y están desesperados por encontrar una solución a un problema infinitamente serio de la Iglesia. Pero, en mi opinión, ellos necesitan mirar más alto y más profundo – la infinita altura y profundidad de Dios mismo.

Kyrie eleison.

La Infalibilidad de La Iglesia – II

La Infalibilidad de La Iglesia – II on febrero 15, 2014

Mucho necesita decirse sobre la infalibilidad de la Iglesia, especialmente para corregir ilusiones originadas (por error) a partir de la Definición de la infalibilidad Papal en 1870. Hoy en día, por ejemplo, los sedevacantistas y liberales piensan que sus posiciones son totalmente opuestas pero, ¿paran ellos por un momento para ver cuán semejantemente ellos piensan? – Mayor: Los Papas son infalibles. Menor: los Papas Conciliares son liberales. Conclusión liberal: debemos devenir liberales. Conclusión sedevacantista: no pueden ser Papas. El error no está ni en la lógica ni en la Premisa Menor. Solamente puede ser un malentendido, por parte de ambas partes, sobre lo que es la infalibilidad en la Mayor. Una vez más, el hombre moderno pone autoridad por encima de verdad.

Dios Eterno es Verdad en sí misma, absolutamente infalible. En el tiempo creado, por medio de su Hijo Encarnado, El instituyó su Iglesia con una doctrina para la salvación de las almas. Proviniendo de El, esa doctrina solamente puede ser inerrante, pero para mantenerla libre de los errores de los hombres de Iglesia humanos a los cuales se la confiaría, Su Hijo les prometió el “espíritu de verdad” para guiarlos “por siempre” (Jn. XIV,16–17). Pues realmente, sin una tal garantía, ¿cómo podía Dios requerir de los hombres, so pena de condenación eterna, creer en Su Hijo, en Su doctrina y Su Iglesia (Mc. XVI,16)?

Sin embargo, aún de Sus hombres de Iglesia, Dios no arrebatará ese libre albedrío para errar que El les otorgó a ellos. Y El permitirá que esa libertad vaya tan lejos como ellos lo deseen, sin llegar a que hagan Su Verdad inaccesible a los hombres. Eso llega lejos, e incluye un número de Papas altamente deficientes en la historia de la Iglasia, pero el alcance de Dios llega aún más lejos que la maldad de los hombres (Is.LIX,1–2). En el Vaticano II, por ejemplo, el error de la Iglesia llegó bien lejos, sin que Dios, sin embargo, permitiera a Su Iglesia ser totalmente defectible en lo que hace a su presentación a los hombres de la Verdad inerrante proviniendo de Su propia infalibilidad. Aún los Papas Conciliares han dicho muchas verdades católicas al lado de sus errores Conciliares.

Pero, ¿cómo entonces puedo yo, un alma simple, distinguir entre sus verdades y sus errores? En primer lugar, si yo estoy realmente buscándolo a Dios con un corazón recto, El me guiará a El, como la Biblia dice en muchos lugares. Y, en segundo lugar, la doctrina de Dios siendo tan inmutable como Dios mismo, debe ser la doctrina que encuentro que (casi todos) Sus hombres de Iglesia han enseñado y transmitido en (casi) todos los lugares y en (casi) todos los tiempos, mejor conocida como Tradición. Desde el principio de la Iglesia esa transmisión ha sido la piedra de toque más segura de lo que Nuestro Señor, El mismo, enseñó. A lo largo de las épocas, la Tradición inerrante ha sido el trabajo de millones de hombres de Iglesia. Ha sido eso por lo cual Dios dotó a Su Iglesia como un todo y no solamente a los Papas, con la guía del infalible Espíritu Santo.

Aquí está, por así decirlo, la torta de la infalibilidad de la Iglesia sobre la cual se ponen las solemnes Definiciones de los Papas que son no más que su glaseado, precioso y necesario, pero el pico de la infalibilidad de la Iglesia y no su mole montañosa. Noten que primeramente las Definiciones por el Magisterio Extraordinario de los Papas existieron no solamente desde 1870, sino desde el principio de la Iglesia. Y que no existieron para hacer verdadera a la Tradición sino meramente para hacer cierto lo que pertenecía a la Tradición y lo que no, cada vez que lo erróneo del hombre lo había hecho incierto. Percibiendo la verdad, Monseñor Lefebvre rectamente prefirió la Tradición inerrante a los Papas gravemente errantes. Nunca habiéndolo entendido a él, así como todos los liberales modernos no percibiendo la verdad, sus sucesores están en el proceso de preferir los errantes Papas a la inerrante Tradición. Subestimando la verdad y sobrestimando los Papas, los sedevacantistas totalmente repudian a los errantes Papas, y pueden estar tentados de abandonar a la Iglesia enteramente. ¡Señor, tened piedad!

Kyrie eleison.

La Infalibilidad de La Iglesia – I

La Infalibilidad de La Iglesia – I on febrero 8, 2014

Probablemente el principal problema de los sedevacantistas es la infalibilidad de la Iglesia (los Papas Conciliares son horriblemente falibles, entonces, ¿cómo pueden ellos ser Papas?). Sin embargo, la infalibilidad necesita ser considerada por más razones que simplemente para aliviar al sedevacantismo. El problema moderno de preferir la autoridad a la verdad es vasto.

“Infalibilidad” significa inhabilidad para errar o para caer en el error. El Concilio Vaticano Primero definió en 1870 que el papa no podía errar cuando estaban presentes cuatro condiciones: él debe (1) estar hablando como Papa, (2) en una cuestión de Fe o de moral, (3) de una manera definitoria, y (4) con la clara intención de obligar en conciencia a toda la Iglesia. Cualquiera de estas enseñanzas pertenecen a lo que se llama el Magisterio “Extraordinario” del Papa, porque por un lado los Papas raramente comprometen todas las cuatro condiciones y por otro lado ellos enseñan muchas otras doctrinas que no pueden errar o estar equivocadas porque ellas han sido siempre enseñadas por la Iglesia y, por consiguiente, ellas pertenecen a lo que el Vaticano I llamó “Magisterio Universal Ordinario” de la Iglesia, también infalible. La pregunta es, ¿cómo se relaciona el Magisterio Extraordinario del Papa con el Magisterio Ordinario de la Iglesia?

La Santa Madre Iglesia enseña que el Depósito de la Fe, o Revelación pública, estaba completo a la muerte del último Apóstol vivo, digamos alrededor del 105 d.C. Desde entonces no se ha agregado ninguna verdad más, ni puede ser agregada, a ese Depósito o cuerpo de verdades reveladas. Entonces ninguna definición “extraordinaria” puede agregar una iota de verdad a ese Depósito, solamente agrega, en beneficio de los creyentes, certeza a alguna verdad ya perteneciente al Depósito, pero cuya pertenencia no había sido suficientemente clara con antelación. En un orden cuádruple viene en primer lugar una REALIDAD objetiva independiente de cualquier mente humana, tal como el hecho histórico de la Madre de Dios habiendo sido concebida sin pecado original. En segundo lugar viene la VERDAD en cualquier mente que esté en conformidad con esa realidad. Únicamente en tercer lugar viene la DEFINICIÓN infalible cuando un Papa compromete todas las cuatro condiciones para definir tal verdad. Y en cuarto lugar surge a partir de esa definición, la CERTEZA con respecto a esa verdad para los creyentes. Así, considerando que la realidad genera a la verdad, una Definición meramente crea certeza con respecto a esa verdad.

Pero la realidad y su verdad ya pertenecían al Magisterio Ordinario porque no existe la menor duda que un Papa haya jamás definido infaliblemente una verdad fuera del Depósito de la Fe. Por consiguiente, el Magisterio Ordinario es al Magisterio Extraordinario como el manantial es al arroyo ¡y no como el arroyo es al manantial! El problema es que la Definición de 1870 dio tal prestigio al Magisterio Extraordinario que el Magisterio Ordinario empezó a palidecer en comparación, al punto que los Católicos, aún teólogos, rasguñan para fabricar para él una infalibilidad como la del Magisterio Extraordinario. Pero eso es tontería:El Magisterio Extraordinario presupone el Magisterio Ordinario, existiendo solamente para dar certeza (4) a una verdad (2) ya enseñada por el Magisterio Ordinario.

Se puede ilustrar el punto con el pico nevado de una montaña. De ninguna manera la montaña depende de la nieve, excepto para que la haga más visible de lo que ya lo es. Por el contrario, la nieve depende completamente de la montaña para estar donde ella, la nieve, está. De manera similar, el Magisterio Extraordinario no hace más que hacer que el Magisterio Ordinario sea más claramente o más ciertamente visible. A medida que el invierno se adentra, así la capa de nieve desciende. A medida que la caridad se enfría en tiempos modernos, así más definiciones del Magisterio Extraordinario pueden devenir necesarias, pero eso no las hace la perfección del Magisterio de la Iglesia. Por el contrario, ellas señalan una debilidad por parte de los creyentes en cuanto a su asimiento de las verdades de su Fe. Cuanto más sano es el hombre, menos píldoras precisa.

La próxima semana, la aplicación tanto al sedevacantismo como a la presente crisis de la FSPX.

Kyrie eleison.

Ansiedad Sedevacantista – II

Ansiedad Sedevacantista – II on febrero 1, 2014

1 O bien uno acepta a los Papas Conciliares en todo (como los liberales – ¡Dios no lo permita!) o bien uno los rechaza en todo (como los sedevacantistas). Aceptarlos parcialmente sí y parcialmente no, es escoger y elegir lo que uno aceptará tal como lo hizo Lutero y como lo hacen todos los herejes (del griego “electores”).Eso es cierto si uno escoge y elige de acuerdo a su propia elección personal, pero no es cierto si, como Monseñor Lefebvre, uno juzga de acuerdo con la Tradición Católica, la cual se encuentra en el tesoro de 2000 años de documentos magisteriales de la Iglesia. En ese caso, uno está juzgando de acuerdo con 260 Papas contra unos meros seis, pero eso no prueba la invalidez de estos seis.

2 Pero los Papas Conciliares han envenenado la Fe, y han puesto en peligro la salvación eterna de millones sobre millones de Católicos. Eso es contrario a la indefectibilidad de la Iglesia. En la crisis Arriana del siglo 4to, el Papa Liberio puso en peligro la Fe al condenar a San Atanasio y respaldar a los obispos Arrianos del Este. Por un cierto tiempo la indefectibilidad de la Iglesia no estuvo más asegurada por intermedio del Papa sino de su aparente adversario. Sin embargo ello no significó que Liberio no fuera Papa ni que Atanasio fuera Papa. Del mismo modo, la indefectibilidad de la Iglesia hoy en día pasa a través de los seguidores fieles de la línea tomada por Monseñor Lefebvre, lo cual no necesariamente significa que Pablo VI no era Papa.

3 Lo que los obispos del mundo enseñan, en unión con el Papa, es el Magisterio Ordinario Universal de la Iglesia, el cual es infalible. Ahora bien, durante los últimos 50 años los obispos del mundo en unión con los Papas Conciliares han enseñado el disparate Conciliar. Por consiguiente estos Papas no pueden haber sido verdaderos Papas. Si el Magisterio Ordinario de la Iglesia fuera a apartarse de la Tradición y oponerse a ésta, no sería ya más “Ordinario” sino, más bien, de lo más extraordinario, porque la doctrina de la Iglesia no admite novedades, siendo el “Universal” tanto en el tiempo como en el espacio. Ahora bien, la doctrina Conciliar sale de lejos afuera de la Tradición (por ejemplo la libertad religiosa y el ecumenismo). Por consiguiente la doctrina propia del Concilio no cae bajo el Magisterio Ordinario Universal y ella no puede servir para probar que los Papas Conciliares no eran Papas.

4 El Modernismo es “la síntesis de todas las herejías” (San Pío X). Los Papas Conciliares han sido todos modernistas “públicos y manifiestos,” es decir herejes de una naturaleza tal que San Roberto Belarmino declaró que no podían ser miembros de la Iglesia, menos aún su cabeza. Vean el “Comentario” de la semana pasada. Las cosas eran mucho más claras, o sea “públicas y manifiestas,” en los días de San Belarmino, que lo son hoy en día en medio de la reinante confusión de mentes y corazones. La herejía objetiva de los Papas Conciliares (es decir lo que dicen y hacen) es pública y manifiesta pero no lo es su herejía subjetiva o formal (es decir su intención consciente y resuelta de negar lo que ellos reconocen como siendo el inmutable dogma católico). Y probar su herejía formal solamente puede ser hecho por una confrontación con la autoridad doctrinal de la Iglesia, por ejemplo la Inquisición o Santo Oficio, llámese como se quiera (“Con cualquier nombre, una rosa olería igualmente dulce,” dice Shakespeare). Pero el Papa es él mismo la autoridad doctrinal más alta de la Iglesia, por encima y por detrás de la Congregación para la Doctrina de la Fe. ¿Cómo entonces puede él probarse a sí mismo y acusarse de pertenecer a tal clase de hereje que lo vuelve incapaz de ser jefe de la Iglesia?

5 ¡Pero en ese caso la Iglesia está en un barullo sin salida!De nuevo, vean el “Comentario” de la semana pasada. Las mentes humanas están hoy en día tan universalmente embarulladas que solamente Dios puede desenmarañar tal barullo. En todo caso esta objeción puede más bien tener el mérito de probar que solo El debe intervenir (¡y pronto!) más que tratar de probar que los embarullados Papas no son Papas. Paciencia. Dios nos está poniendo a todos a prueba y El tiene perfectamente todo el derecho de hacerlo.

Kyrie eleison.