Gaudium et Spes

Grec – I

Grec – I on marzo 2, 2013

Hace algo más de un año, un pequeño libro de unas 150 páginas fue publicado en Francia. Eso debe ser muy embarazoso para los dirigentes de una cierta Fraternidad religiosa pues él demuestra que los esfuerzos de ellos apuntando a la unión con la Nueva Iglesia se remontan de hecho a muchos años, al menos a los años 1990. Por supuesto, si esos dirigentes están orgullosos de sus esfuerzos, no sentirán ningún tipo de remordimiento, pero si ellos durante años han ocultado estos esfuerzos, hay que desear que, por lo menos a los lectores de este librito, se les abran los ojos.

“Para la Necesaria Reconciliación” fue escrito por un sacerdote de la Nueva Iglesia, el Padre Michel Lelong, sin duda porque él, por lo menos, se muestra abiertamente orgulloso del papel de primer plano que él ha tenido en la tentativa del GREC para llevar a buen término la “necesaria reconciliación” del Vaticano II con la Tradición, o sea de las autoridades Romanas con la Fraternidad San Pío X. Ordenado en 1948 y profundamente implicado en las relaciones interreligiosas incluso aún antes del Concilio Vaticano II, en particular con el Islam, saludó “con alegría y esperanza” (¿suena familiar? –¿Gaudium et Spes?) el Concilio que se esforzaría en adaptar la Iglesia a los tiempos modernos. Uno de sus colaboradores laicos en esta tarea fue un distinguido diplomático francés y alto funcionario gubernamental, Gilbert Pérol, Embajador de Francia en el Vaticano de 1988 a 1992.

Como diplomático profesional y católico practicante, Pérol creía profundamente en la necesidad de reconciliar la FSPX, verdaderamente católica, con el Vaticano, sin duda católico. ¿Cómo pues podría darse la menor oposición entre los dos? ¡Los dos eran Católicos! La oposición no tenía pues por que existir. Por ello en 1995 redactó el esquema de una solución en un texto corto que serviría de carta magna para lo que sería el GREC, un laboratorio parisino de ideas que recibió su nombre a partir de las iniciales del Grupo de Reflexión Entre Católicos. Haciéndose eco del drama de millones de Católicos desgarrados desde los años 1960 entre el Concilio y la Tradición, el texto de Pérol merece un momento de atención.

No siendo él un teólogo, según dice él mismo, él piensa que la situación actual de la Iglesia y del mundo requiere que el problema de las divisiones entre Católicos, después del Concilio, tendría que ser reformulado “en términos totalmente nuevos.” Es más bien como diplomático que él propone que, por un lado, Roma tiene que admitir que ha gravemente maltratado el rito Tridentino de la Misa y tiene que levantar las excomuniones de 1988, mientras que por el otro lado, la FSPX no tiene que rechazar totalmente el Concilio y debe reconocer que Roma es siempre la mas alta autoridad en la Iglesia.

En otras palabras, como diplomático, Pérol proponía que con sólo algunas pequeñas concesiones mutuas, de una parte y de otra, entonces la lucha encarnizada vería esfumarse su aspereza al desaparecer la oposición entre el Concilio y la Tradición, y todos los Católicos podrían de nuevo vivir felices para siempre. De tal manera que él mismo, como millones de otros Católicos, no se verían en la obligación de elegir entre abandonar Roma para salvar a la Tradición o abandonar la Tradición para salvar a Roma. ¡Maravilloso! ¡De vuelta a la zona confortable de los años 1950! Pero los años 1950 se han ido para siempre. Entonces, ¿Dónde está el error en su razonamiento?

Se encuentra justo en el principio cuando él dice que no es teólogo. Es cierto, puede no haber sido un teólogo profesional, pero todo Católico debe ser un teólogo amateur, o, mejor dicho, debe conocer su catecismo, porque es solamente a la luz de su doctrina que él puede juzgar cuestiones de Fe. Cuando Nuestro Señor nos advirtió que hay que discernir entre los corderos y los lobos (Mt.VII,15–20) ¡no se dirigía solamente a los teólogos profesionales! Así, Pérol renunciando a la “teología” en favor de la diplomacia, constituye un ejemplo más de la incapacidad del hombre moderno de aprehender la importancia de la doctrina. Esta incapacidad es la lección más importante que hay que sacar de este librito sobre el GREC.

Kyrie eleison.

¿Condena Demorada?

¿Condena Demorada? on octubre 30, 2010

Después de varios números recientes de “Comentarios Eleison” que enfatizaron la importancia de la doctrina (CE 162, 165–167, 169), un lector pregunta si no sería sin embargo más sabio el demorar la condena del Vaticano II, con base en que ni las autoridades en Roma ni los Católicos en su mayoría están listos para aceptar que el Concilio es doctrinalmente tan malo como la Fraternidad de San Pío X, siguiendo las enseñanzas del Arzobispo Lefebvre, dice que es. En realidad, es mucho peor.

El gran problema doctrinal con los documentos del Vaticano II no es que son abierta y claramente heréticos. De hecho su “letra,” opuestamente a su “espíritu,” puede parecer Católica, al punto que el Arzobispo Lefebvre, quien estuvó directamente involucrado en todas las cuatro Sesiones del Concilio, firmó todos a excepción de los dos últimos y peores de estos documentos, “Gaudium et Spes” y “Dignitatis Humanae.” Sin embargo, esa “letra” está sutilmente contaminada con el “espíritu” de la nueva religión centrada en el hombre, hacia la cual los Padres del Concilio se inclinaban, y que está corrompiendo a la Iglesia desde entonces. Si el Arzobispo pudiera emitir su voto nuevamente hoy en día acerca de los 16 documentos, uno se pregunta si con la sabiduría de una visión retrospectiva votaría por siquiera uno de estos.

Los documentos son entonces ambiguos, interpretables según la letra como Católicos en su mayor parte, pero envenenados según el espíritu con modernismo, la más perniciosa de todas las herejías de la Iglesia, dijo San Pío X en la encíclica “Pascendi.” Así es que, por ejemplo, si los Católicos “conservadores,” por “lealtad” a la Iglesia, defienden los documentos, ¿qué es exactamente lo que están conservando? El veneno y su habilidad para seguir corrompiendo la Fe Católica de millones de almas, así colocándolos en el camino hacia la eterna condenación.

Todo esto me recuerda de un convoy Aliado cruzando el Atlántico con suministros vitales para los Aliados en la Segunda Guerra Mundial. Un submarino enemigo logró salir a la superficie justamente en medio del perímetro de defensa de los barcos, por lo que tenía la libertad de torpedearlos uno tras del otro, mientras que los destructores de los Aliados continuaban a la caza del submarino a fuera del perímetro externo, ¡sin tan siquiera imaginar que podría estar adentro! El Demonio se encuentra así entre los documentos del Vaticano II, y está torpedeando la salvación eterna de millones de almas, gracias a que está tan bien encubierto en esos documentos.

Ahora imaginemos un navegante con mirada penetrante a bordo de uno de los barcos de comerciantes en el convoy que ha notado la discreta pero delatora estela del esnórkel del submarino. El grita, “¡El submarino está adentro!,” pero nadie lo toma en serio. ¿Debería entonces esperar y mantenerse callado, o debería de gritar “¡Peligro!” y seguir gritando hasta que por fin el capitán se dé cuenta del daño mortal?

La FSSPX debe de gritar acerca del Vaticano II, y seguir gritando sin cesar, porque miles de almas están en un mortal e incesante peligro. Para entender ese peligro, ciertamente difícil de entender en teoría, lea el libro del Padre Álvaro Calderón acerca de los documentos del Vaticano II titulado: “Prometeo: la Religión del Hombre.”

Kyrie eleison.