Benedicto XVI

Sinceridad Peligrosa

Sinceridad Peligrosa on agosto 22, 2009

Si Benedicto XVI no es un auténtico destructor de la Iglesia entonces, al igual que sus antecesores Juan XXIII, Paulo VI y Juan Pablo II, por lo menos es responsable de su destrucción. Un excelente análisis de la última Encíclica de Benedicto XVI (disponible en angelqueen.org), realizado por el Padre Peter Scott, suscita nuevamente la crucial problemática: ¿han estado conscientes estos Papas de la destrucción que se está llevando a cabo bajo su responsabilidad? Hablando en términos generales, existen tres respuestas fundamentales.

En primer lugar, liberales y modernistas niegan que exista tal destrucción, por lo que es obvio pensar que los Papas recientes no están conscientes de ser o haber sido, en su tiempo, destructores. A su manera de ver, ellos han sido Papas buenos que no deben de ser culpados, únicamente necesitan ser seguidos por su rebaño. En segundo lugar y por el contrario, los sedevacantistas dicen que estos Papas han sido responsables por la devastación de la Iglesia, que han recibido todos excelente educación, han conocido muy bien la Iglesia pre-Conciliar (siendo todos ellos hombres mayores) y que todos ellos han pronunciado en repetidas ocasiones (en sus años mozos) el intimidante Juramento Anti-Modernista, por lo que no se puede decir que no estuvieron conscientes de la destrucción que han causado. No solamente debemos de culparlos, sino que no podemos por lógica reconocer que hayan podido ser Papas y mucho menos pensar que sea conveniente seguirlos.

En tercer lugar, al igual que el amanecer y el anochecer no son contradictorios o simplemente ilógicos porque mezclan la noche y el día, siendo ambos sucesos reales que ocurren una vez cada 24 horas, así tampoco la postura del Arzobispo Lefebvre y de la Sociedad San Pío X es contradictoria solamente porque es más complicada, cayendo entre las posturas más simples de los liberales y de los sedevacantistas. Por el contrario, esta postura es más real que las otras dos, corresponde mejor a la compleja realidad de estos Papas Católicos liberales. (El Arzobispo Lefebvre solía decir que un Católico liberal es una contradicción ambulante.)

Esta tercera postura contra los liberales sostiene que ciertamente la Iglesia ha sufrido destrucción bajo estos Papas, quienes con su educación, experiencia pre-Conciliar y Juramentos solemnes debieron estar conscientes de ello. Todos deben de ser culpados por faltar a sus responsabilidades fundamentales, aunque el grado exacto de culpa debida solo Dios la sabe.

Sin embargo, contrario a los sedevacantistas, en nuestra extremadamente enferma era moderna, mientras que la ceguera como la de esto Papas es objetivamente reprobable, puede ser subjetivamente más o menos “sincera,” genuina. Por ejemplo, en el seminario Alemán, después de la guerra, el joven José Ratzinger fue expuesto a brillantes e indudablemente carismáticos profesores modernistas quienes debieron enseñarle que la Iglesia Tradicional necesitaba ser, si no destruida, por lo menos cambiada al punto de no ser reconocida, hasta adecuarse al hombre moderno. Y José Ratzinger lo ha creído así desde entonces: la doctrina Tradicional, la Iglesia Tridentina y sus Juramentos solemnes eran buenos, inclusive excelentes para sus tiempos, ¡pero ese tiempo es pasado! ¡Objeción! ¿Acaso no enseño solemnemente Pío X (“Lamentabili” #58) que la Verdad no puede evolucionar? El Cardenal Ratzinger dijo que “Lamentabili” era una excelente enseñanza, ¡pero para el pasado!

De nuevo, solo Dios es juez de la responsabilidad exacta del joven José y de sus maestros de que su mente haya caído en la trampa de la verdad evolutiva, pero lo que es seguro es que una vez que la mente ha caído en esa trampa, solamente con suprema dificultad podrá ser sacada en el entorno actual. Hasta que una señal Divina y/o un Castigo limpien el mundo, los liberales podrán fácilmente vivir en un grave, aunque “sincero,” error.

SSPX, ¡cuídense de esa “sinceridad” que hace que el error se sienta bien! ¡La Verdad ante todo, sin mentiras ni ambigüedades, aún cuando nuestro mundo enfermo caiga encima de ustedes como una tonelada de ladrillos!

Kyrie eleison.

Dios Dispone

Dios Dispone on agosto 15, 2009

“El hombre propone y Dios dispone.” Si lo que el proverbio dice es cierto, entonces puede ser sensato el moderar, a la luz de las disposiciones de Dios o de la Divina Providencia, el temor que uno pueda tener de las propuestas o intenciones de los hombres. Aún en esta terrible crisis de la Iglesia y del mundo, necesitamos no caer en pánico, porque como podemos encontrar en las líneas de otro proverbio, el Señor Dios escribe recto en los renglones torcidos de los hombres.

Por ejemplo, si la crisis de la Iglesia, corazon de la crisis mundial, fue desatada por el Vaticano II, al propiciar una ruptura sin precedentes en la historia de la Iglesia entre la Verdad Católica y la Autoridad Católica, entonces los Católicos que se adhieren a la Verdad – generalmente “Tradicionalistas” – carecen de Autoridad, mientras que los Católicos que se adhieren a la Autoridad – generalmente la corriente dominante de la Iglesia – carecen de Verdad. Por lo tanto, aquellos “Tradicionalistas” que no han perdido su sentido de Autoridad Católica de alguna manera estan proponiendo o esperando volver a reunirse con ésta, mientras que los Católicos de la corriente dominante que no han perdido por completo su sentido de Verdad Católica (¡un sin fin de personas han perdido hoy en día todo sentido de cualquier verdad!), de alguna manera proponen o esperan poder recuperarla.

Pero ambas intenciones, por buenas que sean, pueden tornarse torcidas. Si por un lado los “Tradicionalistas” buscan agradar al mundo utilizando la ambigüedad, punto de partida clásico del abandono de la Verdad, pueden complacer a los hombres pero ciertamente no agradarán a Dios, quien “detesta toda lengua dolosa” (Proverbios VIII, 13). Por otro lado, si Benedicto XVI está buscando re-incorporar a la Fraternidad San Pío X en la corriente dominante de la Iglesia ecumenica, como si la Tradición fuera meramente una opción entre muchas otras, entonces él también estaría desagradando a Dios por negarse a ver lo absoluto que son las demandas de la Verdad Católica.

Pero aun suponiendo que dichas intenciones sean o se tornen torcidas, Dios seguirá escribiendo rectamente. ¿Acaso no podemos decir que tanto los “Tradicionalistas,” que luchan por mantener su sentido de Autoridad Católica, como este Papa, que lucha por mantener contacto con la Tradición Católica, cada uno a su manera, sirven a Dios en SU preparación de la futura re-unión de la Verdad y la Autoridad? Esa re-unión puede no suceder tan pronto como nos gustaría, pero no necesitamos caer en pánico. Para quien tiene ojos para ver, es evidente como el Señor está trabajando, velando por Su Iglesia.

Sin embargo, ningún Católico debe de permitirse pensar que hay una equivalencia entre el esfuerzo de la Tradición de jalar a la Autoridad hacia la Verdad y el esfuerzo del Santo Padre de acercar la Verdad hacia la Autoridad. La Verdad tiene la prioridad absoluta: “Yo para esto nací, y para esto vine al mundo, para dar testimonio de la verdad,” palabras del Verbo Encarnado (Juan XVIII, 37). La más alta Autoridad de todo lo que existe se subordinó a la Verdad. La Autoridad Mal Aplicada debe de ceder. Por lado suyo la Tradición Verdadera debe permanecer humilde y caritativa, mirando siempre hacia la Autoridad, sin ningunas ilusiones, pero con una esperanza inquebrantabile.

Kyrie eleison.