Justicia

Las Flores Enseñan

Las Flores Enseñan on junio 23, 2012

Si las flores hablan (cf.EC 255), entonces ellas también pueden enseñar: el valor del tiempo, la justicia de Dios, la armonía de la gracia y de la naturaleza.

Por ejemplo, si Dios existe y El no es injusto por hacer que toda la eternidad del alma dependa de las elecciones que ella ha hecho durante una breve vida, aunque haya durado 90 años, entonces resulta lógico que cada momento de esa vida cuenta así como que en cada momento (aunque no siempre con la misma fuerza) Dios nos está atrayendo para unirnos a El por toda la eternidad. Por ello tiene sentido que El esté hablando a través de las flores y de cada otro regalo de su creación puesto que ¿qué alma viva puede verdaderamente decir que no tiene nada ni nadie a quien amar? Aún el más rabioso “ateísta” tiene, digamos, su perro o sus cigarrillos. ¿Y Quien diseñó a los perros y a las plantas de tabaco, y los mantuvo reproduciéndose siempre hasta hoy día?

Así, justo antes de morir, el “ateísta” puede todavía reclamar que al menos a él nunca le habló Dios pero en el instante que muera asirá velozmente que durante cada momento de su vida despierta, Dios ha estado atrayéndole hacia El por medio de una criatura u otra alrededor de él. “¿Soy ahora injusto,” Dios puede preguntarle, “si Yo te condeno por cada momento restante de mi vida siendo que, por cada momento de tu vida, tú me has estado rechazando? Ten lo que elegiste. Aléjate de mí al . . .” (Mt.XXV,41).

Inversamente, vean un alma que ha aprovechado cada momento de su vida para amar al gran y buen Dios detrás de todas las buenas cosas que ha disfrutado, y que además ha reconocido el permiso de su Providencia detrás de todas las cosas malas que no ha gustado. Entonces, ¿Quién necesita ser reconocido o famoso, quien necesita aparecer en los medios o llenar cajones con fotografías de vacaciones, para darle así sentido a su vida? No es extraño que en épocas pasadas las almas talentosas podían enterrar sus talentos en un claustro o monasterio para consagrarlas enteramente al amor de Dios. Pues, de verdad, cada momento de nuestro tiempo tiene inmensurable valor, puesto que sobre cada momento pende para bien o para mal una inmensurable eternidad.

Más aún, el que las flores hablen puede ayudarnos a que tenga sentido otro bien conocido problema: ¿Cómo pueden las almas no Católicas ser condenadas por no tener la Fe Católica siendo que misioneros Católicos nunca llegaron a ellas? Cualquier misterio que allí haya puede al menos ser parcialmente resuelto, humanamente hablando, si uno recuerda que es el mismísimo Dios quien creó las flores y quien instituyó la Iglesia Católica. Así, si la Providencia de Dios nunca permitió que la verdad Católica llegue a los oídos de un alma determinada, sin embargo esa alma no podrá aducir que no conocía nada del verdadero Dios, y puede ser juzgada por aquello que sí conocía, como por ejemplo la belleza de los cielos con nubes, de los amaneceres y de los anocheceres. ¿Es que ella dijo, contemplándolos, tal como lo hizo el pagano Job (Job XIX,25), “Mas yo sé que vive mi Redentor”? ¿O bien dijo ella “Bueno, sí, eso es lindo, pero déjeme ahora visitar a la esposa de mi vecino . . .”?

De hecho, un número de quejas que los hombres tienen hoy contra su Creador se originan aún con los católicos, porque muchos católicos, como todos los demás hoy en día, están desconectados de la naturaleza debido a sus vidas urbanas o suburbanas, y su “espiritualidad” deviene, correspondientemente, artificial. “¡Guay de quien nunca haya amado a un animal!,” alguien dijo. Los niños están cercanos a Dios. Observen cuán naturalmente los niños aman a los animales.

Gran y buen Dios, concédenos verte donde Tú estás, en el fondo de todo y de todos, a cada momento.

Kyrie eleison.

¿Ignorancia Inocente?

¿Ignorancia Inocente? on agosto 13, 2011

Un lector hace una pregunta vital: “Si un buen Protestante ha vivido una buena vida mas sin embargo cree firmemente que la Fe Católica está equivocada, por lo que ni siquiera considera ingresar a la Iglesia Católica, ¿puede aún salvarse? La pregunta es vital (del latín “vita,” que significa “vida”) porque es una pregunta de vida o muerte eterna para un número incontable de almas.

Para responder, lo primero que debe decirse es que cada alma que aparezca instantáneamente a su muerte ante el tribunal de Dios será juzgada por Él con una justicia perfecta y una perfecta misericordia. Solo Dios sabe lo más recóndito del corazón de un hombre, lo que un hombre puede esconder aún a sí mismo, sin mencionar a los otros hombres. Los hombres pueden juzgar erróneamente, pero Dios nunca. Por lo tanto el “buen Protestante” será condenado por sus propios actos o salvado por Dios, exactamente de acuerdo a lo que Dios sabe que merece.

Sin embargo resalta a la razón que si Dios quiere que todos nosotros nos salvemos (I Timoteo II, 4) y exige que creamos bajo pena de condenación (Marcos XVI, 16), debe habernos dado el conocimiento de lo que debemos creer y lo que debemos hacer para salvar nuestras almas. Luego entonces, ¿qué es lo que un “buen Protestante” debe creer?

Por lo menos un alma, para ser salva, debe de creer que Dios existe y que premia al bueno y castiga al malvado (Heb. XI, 6). Si un “buen Protestante” que ha llevado una “buena vida” no cree eso, no puede salvarse. Pero muchos teólogos Católicos van más allá y dicen que para ser salvados uno debe también creer en la Santísima Trinidad y en Cristo como Redentor. Si estos teólogos están en lo correcto, entonces podríamos contar muchos más “buenos Protestantes” que no pueden salvar sus almas.

Y Dios puede exigir que ellos crean más de lo que se considera meramente básico, según la cuantía de oportunidades que hayan tenido en su vida para aprender la Verdad que procede de Él. Si son ignorantes del resto de la Fe Católica, ¿es acaso porque nunca se han topado con esta? Puede ser, pero también puede no ser. Yo recuerdo a mi madre relatar con admiración como alguna vez un sacerdote Católico contestó todas las preguntas serias de su padre, “buen Protestante,” pero que yo sepa no se le dio seguimiento alguno. Si entonces los “buenos Protestantes” se han topado, por lo menos una vez, con la verdad Católica, ¿por qué entonces no le dieron seguimiento? Al menos que haya sido presentada de una manera incorrecta, estaban de hecho rechazando la verdad. ¿Podrían haberla rechazado sin culpa alguna? ¿Entonces la rechazaron inocentemente o deliberadamente? Los “buenos Protestantes” fácilmente se consideran inocentes, al igual que todos nosotros, pero ninguno de nosotros puede engañar a Dios.

Sin embargo, también existe aquello que un “buen Protestante” debe de hacer para ser salvado. Él puede no saber todo lo que la Iglesia Católica nos exige en cuanto a moral, pero tiene por lo menos la luz natural de su conciencia innata. Ahora, puede ser realmente difícil con el pecado original y sin ayuda alguna de los sacramentos Católicos el seguir la luz natural de nuestra conciencia, pero si uno la viola seriamente o la deforma, es fácil vivir y morir en pecado mortal, estado en el cual ningún alma puede salvarse. Nuevamente, los “buenos Protestantes” pueden declararse ignorantes de la totalidad de la ley de Dios según un Católico puede conocerla, pero ¿será su ignorancia verdaderamente “invencible,” es decir inocente? Por ejemplo, ¿verdaderamente no sabía, o en realidad no era su deseo saber, que los métodos artificiales de control de la natalidad desagradan seriamente a Dios?

Dios sabe. Dios juzga. Pueda Nuestro Señor tener piedad de todos los “buenos Protestantes” y de todos nosotros.

Kyrie eleison.

La Autoridad de los Varones

La Autoridad de los Varones on mayo 28, 2011

Dos hombres jóvenes, inciertos de casarse, me suplicaron el otro día que escribiera un manual acerca de cómo los hombres deben de comportarse como hombres. Su solicitud fue realmente un llanto de angustia: “¿Cuándo debemos de ser amables con las mujeres y cuándo debemos ser firmes? ¡Ya no lo sabemos!” En años pasados la respuesta a esa pregunta era mero sentido común para cualquier varón, pero la autoridad hoy en día ha sido tan desarraigada por la propaganda liberal que el problema de ejercerla dentro del matrimonio puede explicar en parte por qué hoy en día muchos jóvenes prefieren simplemente vivir juntos que casarse. Lo que a continuación se presenta no es un manual, pero por lo menos podrá indicar a nuestros dos mosqueteros la dirección correcta.

San Pablo dice: “Doblo mis rodillas al Padre de nuestro Señor Jesucristo del cual es nombrada toda la parentela en los cielos y en la tierra” (Efesios III, 14,15). En otras palabras, toda la paternidad o autoridad entre las creaturas de Dios se modela a raíz de la paternidad y autoridad de Dios mismo, de la cual se deriva. Así como uno de los personajes de Dostoyevski dice, “Si Dios no existe, entonces no tiene ningún sentido para mi ser oficial de ejercito.” Por lo tanto es evidente que si los hombres destierran a Dios de sus sociedades, como sucede hoy en día en todo el mundo, entonces toda la autoridad es desarraigada radicalmente. En el individuo, la razón será incapaz de gobernar a las pasiones, en la familia el padre será incapaz de controlar su hogar y en el Estado la democracia vendrá a parecer la única forma legítima de gobierno, lo que no es para nada en la realidad.

Ahora, al observar la vida diaria dentro de una familia, ¿quién puede negar que los varones sean más fuertes que las mujeres en el uso de la razón, mientras que las mujeres son más fuertes que los varones en la intuición y en el sentimiento? Vean cualquier comedia en la TV si lo dudan. Los sentimientos tienen su lugar importante en la vida y al igual que nuestras esposas, no deben de ser menospreciados mas deben de ser también controlados, guiados, porque vienen y van, son inestables y como tal no son una guía confiable a la acción. Por el contrario si la razón discierne lo que es objetivamente verdad y justo, se estabiliza por el hecho de que la verdad y la justicia objetivas están por encima de cualquier individuo o de sus sentimientos. Por lo tanto, la razón puede escuchar a los sentimientos, pero debe de gobernarlos. Es por eso que los hombres tienen, como hombres, una autoridad natural poseída solo excepcionalmente por las mujeres, quienes tienen otras cualidades. Esa es la razón por la cual el hombre es naturalmente la cabeza de la familia y del hogar, mientras que la mujer naturalmente es su corazón.

Pero el liberalismo que gobierna el mundo moderno disuelve todo sentido de verdad o de justicia objetivas. Al hacerlo, priva a la razón de su objeto y de su ancla objetiva en una realidad superior e independiente del sujeto que razona. Siendo la razón la prerrogativa de los hombres, el liberalismo golpea a los hombres antes de golpear a las mujeres, cuyos instintos femeninos no dependen de la razón. De igual modo el liberalismo corta la autoridad de los hombres que baja desde lo que está por encima de ellos, en última instancia la Verdad y Justicia divinas, y hace que el uso de autoridad se vuelva fácilmente arbitrario.

Por lo tanto, muchachos, en todas sus relaciones con hombres o mujeres, busquen ser auténticos y justos, y vuelvan a Dios para obtener la ayuda necesaria para discernir dónde están la verdad y la justicia entre tanta mentira e injusticia y tanto uso arbitrario de la autoridad en nuestro alrededor hoy en día. Entonces actúen de acuerdo a su discernimiento y serán capaces de reconstruir su autoridad varonil desde arriba, en un mundo que trata de cortarla desde abajo. En pocas palabras, “Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura” (Mateo VI, 33).

Kyrie eleison.