Redención

El Libre Albedrio Valorado

El Libre Albedrio Valorado on agosto 11, 2012

En lo que se refiere al drama de las almas que caen al Infierno (y muchas eligen hacerlo: Mt.VII,13; XXII,14), un lector presenta un problema clásico que puede ser resumido brevemente como sigue. O bien Dios quiere que las almas sean condenadas o no lo quiere. Si lo quiere, realmente es cruel. Si no lo quiere y sin embargo ocurre, entonces no es todopoderoso. Entonces ¿es cruel o no es todopoderoso? ¿Cuál de las dos cosas?

Digamos inmediatamente que Dios no manda ningún alma al Infierno. Cada una de las numerosas almas condenadas se lanza ella misma al Infierno por una serie de elecciones que ella ha hecho libremente mientras vivía en la tierra. Dios le había dado la vida, el tiempo y el libre albedrío, así como un gran número de ayudas naturales y gracias sobrenaturales para convencerla a elegir el Cielo, pero si ella las rehusó, Dios entonces la dejó tener lo que quiso, a saber una eternidad sin El. Y esta pérdida de Dios para un alma hecha por Dios solamente para poseer a Dios, es de lejos su sufrimiento más cruel en el Infierno. Así, Dios deseó que el alma hubiera elegido el Cielo (como se ve en I Tim.II, 4), pero El quiso permitir el mal de su elección por el Infierno con el propósito de sacar de este mal un bien mayor.

Observen el uso empleado aquí de las dos palabras “desear” y “querer.” “Querer” algo es mas categórico que solamente “desearlo.” Así, un padre de familia bien puede no desear que su hijo sufra duras experiencias en la vida, pero en vista de todas las circunstancias, él puede querer dejarlo sufrir porque sabe que es la única manera por la cual su hijo aprenderá. De un modo similar en la parábola del Hijo Pródigo, el padre no deseaba dejar a su hijo mas joven salir de la casa y dilapidar su herencia, pero quiso dejarlo hacerlo porque es lo que el padre de hecho hizo, y un bien realmente salió de ello – la vuelta a la casa del hijo ahora arrepentido, un joven mas triste pero mas sabio.

De la misma manera Dios desea que por un lado todas las almas se salven porque por eso las creó y por eso murió para todas en la Cruz, donde una gran parte de su sufrimiento fue precisamente el saber que tantas almas no elegirían aprovechar de su Redención para ser salvadas. ¡Un tal Dios no puede ser de ninguna manera considerado o llamado cruel! Por otro lado, Dios no quiere que todas las almas se salven, si ellas mismas no lo quieren, porque si lo quisiera, todas serían salvadas, porque El es todopoderoso u omnipotente. Pero, dadas todas las circunstancias, esto significaría en realidad despreciar la libre elección de aquellos que, dejados a sí mismos, elegirían no ser salvados, y eso significaría pisotear su libre albedrío. Pero vemos cuan apasionadamente los hombres ellos mismos valoran su libre albedrío cuando observamos como les disgusta recibir órdenes o cuanto les gusta ser independientes. Ellos saben que su libre albedrío es la prueba de que ellos no son simplemente animales o robots. Asimismo Dios, El también, prefiere que su Cielo sea poblado de hombres y no de animales o robots, y por eso El no quiere que todos los hombres sean salvos, si no lo quieren ellos mismos.

Sin embargo, Dios no quiere que las almas sean condenadas porque, otra vez, sería crueldad de su parte. El sólo quiere permitir que ellas se condenen, en vista de las circunstancias que estas almas tendrán así la eternidad de su propia elección, mientras que El tendrá un Cielo de seres humanos y no de animales o de robots.

Así su deseo de salvar todas las almas significa que El no es de ninguna manera cruel, mientras que la condenación de numerosas almas no prueba de su parte una falta de omnipotencia, sino una elección de valorar el libre albedrío de sus criaturas y el placer infinito que El tiene al recompensar con el Cielo, almas que han elegido amarle sobre la tierra.

Madre de Dios, ¡ahora y en la hora de mi muerte ayúdame a amar a tu Hijo y a elegir el Cielo!

Kyrie eleison.

¿Ignorancia Inocente?

¿Ignorancia Inocente? on agosto 13, 2011

Un lector hace una pregunta vital: “Si un buen Protestante ha vivido una buena vida mas sin embargo cree firmemente que la Fe Católica está equivocada, por lo que ni siquiera considera ingresar a la Iglesia Católica, ¿puede aún salvarse? La pregunta es vital (del latín “vita,” que significa “vida”) porque es una pregunta de vida o muerte eterna para un número incontable de almas.

Para responder, lo primero que debe decirse es que cada alma que aparezca instantáneamente a su muerte ante el tribunal de Dios será juzgada por Él con una justicia perfecta y una perfecta misericordia. Solo Dios sabe lo más recóndito del corazón de un hombre, lo que un hombre puede esconder aún a sí mismo, sin mencionar a los otros hombres. Los hombres pueden juzgar erróneamente, pero Dios nunca. Por lo tanto el “buen Protestante” será condenado por sus propios actos o salvado por Dios, exactamente de acuerdo a lo que Dios sabe que merece.

Sin embargo resalta a la razón que si Dios quiere que todos nosotros nos salvemos (I Timoteo II, 4) y exige que creamos bajo pena de condenación (Marcos XVI, 16), debe habernos dado el conocimiento de lo que debemos creer y lo que debemos hacer para salvar nuestras almas. Luego entonces, ¿qué es lo que un “buen Protestante” debe creer?

Por lo menos un alma, para ser salva, debe de creer que Dios existe y que premia al bueno y castiga al malvado (Heb. XI, 6). Si un “buen Protestante” que ha llevado una “buena vida” no cree eso, no puede salvarse. Pero muchos teólogos Católicos van más allá y dicen que para ser salvados uno debe también creer en la Santísima Trinidad y en Cristo como Redentor. Si estos teólogos están en lo correcto, entonces podríamos contar muchos más “buenos Protestantes” que no pueden salvar sus almas.

Y Dios puede exigir que ellos crean más de lo que se considera meramente básico, según la cuantía de oportunidades que hayan tenido en su vida para aprender la Verdad que procede de Él. Si son ignorantes del resto de la Fe Católica, ¿es acaso porque nunca se han topado con esta? Puede ser, pero también puede no ser. Yo recuerdo a mi madre relatar con admiración como alguna vez un sacerdote Católico contestó todas las preguntas serias de su padre, “buen Protestante,” pero que yo sepa no se le dio seguimiento alguno. Si entonces los “buenos Protestantes” se han topado, por lo menos una vez, con la verdad Católica, ¿por qué entonces no le dieron seguimiento? Al menos que haya sido presentada de una manera incorrecta, estaban de hecho rechazando la verdad. ¿Podrían haberla rechazado sin culpa alguna? ¿Entonces la rechazaron inocentemente o deliberadamente? Los “buenos Protestantes” fácilmente se consideran inocentes, al igual que todos nosotros, pero ninguno de nosotros puede engañar a Dios.

Sin embargo, también existe aquello que un “buen Protestante” debe de hacer para ser salvado. Él puede no saber todo lo que la Iglesia Católica nos exige en cuanto a moral, pero tiene por lo menos la luz natural de su conciencia innata. Ahora, puede ser realmente difícil con el pecado original y sin ayuda alguna de los sacramentos Católicos el seguir la luz natural de nuestra conciencia, pero si uno la viola seriamente o la deforma, es fácil vivir y morir en pecado mortal, estado en el cual ningún alma puede salvarse. Nuevamente, los “buenos Protestantes” pueden declararse ignorantes de la totalidad de la ley de Dios según un Católico puede conocerla, pero ¿será su ignorancia verdaderamente “invencible,” es decir inocente? Por ejemplo, ¿verdaderamente no sabía, o en realidad no era su deseo saber, que los métodos artificiales de control de la natalidad desagradan seriamente a Dios?

Dios sabe. Dios juzga. Pueda Nuestro Señor tener piedad de todos los “buenos Protestantes” y de todos nosotros.

Kyrie eleison.

El Pensamiento de Benedicto – III

El Pensamiento de Benedicto – III on julio 23, 2011

Después de estudiar las raíces del pensamiento del Papa Benedicto (CE 209), Mons. Tissier en su tracto La Fe Puesta en Peligro por la Razón,procede a estudiar sus frutos. Si ese pensamiento tiene sus raíces principalmente en el subjetivismo sistemático de Kant (1724–1804), los frutos no pueden ser buenos. ¿Cómo pueden de alguna manera las verdades objetivas de la Fe hacerse intrínsecamente dependientes de la participación o reacciones del creyente subjetivo? El Evangelio, el dogma, la Iglesia, la sociedad, Cristo Rey y los Novísimos serán, uno detrás del otro, heridos de muerte.

Comencemos con el Evangelio. Su valor ya no está en contar los hechos históricos de la vida y la muerte de Nuestro Señor, sino en el poder de su narrativa para evocar los problemas existenciales de nuestro propio tiempo. Por ejemplo el que el mismo cuerpo de Nuestro Señor se hubiera unido con su alma humana para salir de la tumba aquella mañana de Pascua no es importante. Lo que importa es el significado moderno detrás de la narrativa: el amor es más fuerte que la muerte, Cristo continúa viviendo por la fuerza del amor y eso garantiza que nosotros también sobreviviremos por amor. Olvidémonos de la realidad, de los hechos. “Todo lo que necesitas es amor.”

El Dogma necesita de igual manera ser purificado del pasado y enriquecido por el presente. Ahora bien, el filósofo moderno Heidegger enseña que la persona es el que se “auto-supera.” Entonces Cristo fue el hombre que se superó tan completamente, que luchó tan totalmente por el infinito más allá de Él, que se realizó a sí mismo hasta el punto de volverse divino. Así es que el dogma de la Encarnación ya no significa que Dios se hizo hombre, ¡sino que el hombre se convirtió en Dios! Del mismo modo la Redención ya no debe de significar que Jesús pagó a su Padre, con su terrible Pasión, la deuda por todos los pecados de los hombres, sino que por su Cruz amó en sustitución de nosotros a Dios como Dios debe de ser amado, y nos llama a hacer lo mismo. El pecado ha dejado de ser una ofensa moral en contra de Dios, es simplemente un egoísmo, una falta de amor. Por lo tanto la Misa no necesita mas ser un sacrificio, y el sacerdote se torna simplemente en el animador de la celebración comunitaria. No tiene que asombrarnos si Benedicto cree en la misa del Novus Ordo.

En cuanto a la Iglesia, ya que la persona que existe es el valor supremo (ver CE 209) y que todas las personas existen por igual, entonces deshagámonos de una Iglesia con desigualdades jerárquicas, y dejemos de ver en la Iglesia Católica la única Arca de Salvación, ya que los seguidores de cada religión son personas existentes. El ecumenismo tiene que reemplazar todos los esfuerzos misioneros Católicos. Además, al convertir a la persona en valor supremo se disolverá la sociedad, subordinando el bien común a los derechos individuales, y se socavará tanto al matrimonio como a la sociedad poniendo a la compañía mutua del hombre y la mujer por encima de los hijos. En cuanto a Cristo Rey, será destronado al conferirle a cada persona tanta dignidad que el Estado debe de proteger los derechos de esta persona a escoger su propia religión.

Finalmente la muerte, de un castigo, se convierte en un remedio para todos nuestros males. El Juicio Particular significa únicamente una recompensa. El infierno no es más que un estado irrevocable de egoísmo de nuestra alma. El cielo será “una eterna nueva inmersión en el infinito ser” – ¿lo que significa qué? – y así consecutivamente. Aquí tenemos una nueva religión, comenta Mons. Tissier, mucho más cómoda – por lo menos aquí abajo – que la religión Católica.

Kyrie eleison.

Dos Arrepentimientos

Dos Arrepentimientos on mayo 21, 2011

Un lector de “Comentarios Eleison” me preguntó hace varios meses que es lo que hace la diferencia entre el arrepentimiento de Judas Iscariote arrojando al suelo sus 30 monedas de plata a los pies de las autoridades del Templo (Mateo XXVII,3) y el de Pedro que lloró amargamente cuando cantó el gallo (Mateo XXVI,75). Algunos párrafos del Poema del Hombre-Dios de María Valtorta (1897–1961) responden muy bien a su pregunta. Nuestro Señor (si de hecho es el – “En cosas inciertas, libertad”) comenta aquí acerca de la visión que acaba de regalarle de las últimas horas de Judas Iscariote. El texto Italiano está ligeramente adaptado:—

“Si, la visión es horrenda, pero no inútil. Demasiadas personas piensan que lo que hizo Judas no fue tan grave. Algunos inclusive van más allá y dicen que fue meritorio, porque sin él la Redención no hubiese sucedido y así es que encontró justificación delante de Dios. En verdad te digo que si el Infierno no hubiera existido ya perfectamente equipado con tormentos, habría sido creado aún más eternamente horrendo para Judas, porque entre los pecadores condenados, él es el más condenado de todos, y su condenación no será aliviada nunca en toda la eternidad.”

“Es cierto que mostró remordimiento por su traición, y eso pudo haberlo salvado si hubiese tornado su remordimiento en arrepentimiento. Pero él no quería arrepentirse, y así es que en adición a su primer crimen de traición, sobre el cual – debido a mi debilidad amorosa – yo habría podido tener misericordia, siguió blasfemando y resistiéndose a todo impulso de gracia que le suplicaba a travésde cada trazo y memoria de mí en su última huida desesperada por aquí y por allá en Jerusalén, lo que incluyeel encuentro con mi Madre y sus palabras tan dulces. Se resistió a todo. El quería resistirse. Así como quería traicionarme. Así como quería maldecirme. Así como quería matarse a sí mismo. Lo que quiere un hombre es lo que cuenta. Para bien o para mal.”

“Cuando alguien cae sin realmente quererlo, yo lo perdono. Por ejemplo Pedro. El me negó. ¿Por qué? Él mismo no sabía por qué lo hizo. ¿Acaso era un cobarde? No. Mi Pedro no era un cobarde. En el Jardín de Getsemaní desafío a todo el grupo de guardias del Templo para cortar la oreja de Malco en mi defensa, poniendo en riesgo su vida por hacerlo. Luego huyó. Sin tener la voluntad de hacerlo. Después me negó tres veces pero, lo repito, sin tener la voluntad de hacerlo. Por el resto de su vida logró quedarse en el camino manchado de sangre de la Cruz, mi camino, hasta que murió el mismo en la cruz. Siguió siendo mi muy buen testigo hasta que fue matado por su inquebrantable fe. Yo defiendo a mi Pedro. Sus huidas y sus negaciones fueron los últimos momentos de su debilidad humana. Pero la voluntad de su naturaleza superior no estaba detrás de esas acciones. Sobrecargada por su debilidad humana, esta se adormeció. Tan pronto despertó, no quería permanecer en pecado, quería ser perfecta. Inmediatamente lo perdoné. La voluntad de Judas estaba dirigida hacia la dirección opuesta . . .”

Al final del Poema del Hombre-Dios Nuestro Señor (si es que es Él – Yo pienso que si lo es) dicta a María Valtorta las siete razones por las cuales concedió esta larga serie de visiones de su vida al mundo moderno. La primera razón fue hacer revivir en las mentes de los fieles las enseñanzas fundamentales de la Iglesia, en las que el modernismo había hecho estragos. ¿Suena justo? La séptima razón fue – – “para dar a conocer el misterio de Judas,” es decir, cómo un alma que recibió tantos dones de Dios pudo caer tan bajo.

Kyrie eleison.