Arte

Civilización de Seis Peniques

Civilización de Seis Peniques on noviembre 27, 2010

La vida del pintor Francés, Paul Gauguin (1848–1903), se ha plasmado en una película, una serie de televisión, una ópera y por lo menos en dos novelas. Algo en esa vida debe de hablarle al hombre moderno: el agente de bolsa que pone pan en la mesa para una esposa y cinco pequeños hijos y que lo despilfarra todo para convertirse en un artista revolucionario, rechazando a toda la civilización Occidental en una isla distante en el Pacífico Sur. Pero ¿acaso el final agitado de Gauguin no sugiere que pudo no haber encontrado la solución con la que muchas almas sueñan allí?

Una presentación ficticia de la vida de Gauguin se escribió unos 16 años después de su muerte por un conocido escritor Inglés de la primera mitad del siglo XX, W. Somerset Maugham, quien visitó el Pacífico Sur para reunir de primera mano material para el libro titulado “La Luna y Seis Peniques.” Este título para su novela corta basada en Gauguin suena un poco extraño, pero de hecho va directo a la materia. En 1915 había aparecido la obra maestra de Maugham, “Servidumbre Humana,” una novela básicamente autobiográfica. Una crítica acusaba al héroe del libro de estar “tan ocupado anhelando la luna que nunca vio los seis peniques (pequeña moneda Británica de aquellos tiempos en color plateado) a sus pies.” En otras palabras, Maugham deseaba tanto un ideal inalcanzable que se perdía de una menor pero práctica felicidad al alcance de la mano. Maugham replicó, “Si uno busca en el suelo la pequeña moneda, nunca verá hacia arriba y así se perderá de la luna.” En otras palabras, existen cosas superiores en la vida a las monedas de seis peniques.

El uso del contraste entre la luna y la pequeña moneda para el título de su novela muestra claramente lo que pensaba Maugham de Gauguin. La felicidad normal del agente de bolsa de la clase media y padre de familia es la moneda. El despilfarrarla toda para convertirse en artista es la luna. Ahora que nadie suponga que Maugham aprueba el tirar a la basura la vida y la familia. Maugham presenta al artista Strickland, su Gauguin, como un ser horrorosamente egoísta, de corazón duro y cruel. Sin embargo Maugham también lo presenta como un genio que básicamente estaba en lo correcto al tratar de perseguir su vocación artística, cualquiera que fuese el costo en la felicidad de seis peniques del artista mismo o de aquellos a su alrededor.

En otras palabras, dice Maugham, la vida de la mayoría de las personas en la civilización Occidental de la actualidad es una vida de seis peniques. Pero la vida misma vale de hecho mucho más que seis peniques. En el breve tiempo en que a los hombres se les permite vivir en la tierra existe algo mucho más valioso, a tal punto que en su búsqueda un hombre tiene razón, si así fuese necesario, de arrojar cualquier cantidad de peniques al lodo.

En la vida real Gauguin murió, por lo menos póstumamente, siendo un artista famoso y realizado, pero humanamente murió aún inquieto y rebelde. Maugham reproduce ambos, el genio validado y la humanidad frustrada. Pero ¿ha solucionado Maugham el problema sin resolver de Gauguin? ¿Cómo puede la genialidad y la vida oponerse entre sí, y ambas ser humanas? El problema parece haberse esparcido y arraigado. ¿Existe una solución? Espere el “Comentarios Eleison” de la próxima semana.

Kyrie eleison.

Escape Desesperado

Escape Desesperado on noviembre 20, 2010

Actualmente en exposición en Londres (Tate Modern) se encuentra una exhibición de otro de los grandes maestros del arte moderno – si no existe una contradicción entre los términos “grande” y “moderno” – el Francés Paul Gauguin (1848–1903). Los hombres necesitan de imágenes así como necesitan de una visión, de lo que se trata la vida. Hoy en día, la electrónica ampliamente provee las imágenes, pero en los tiempos de Gauguin los pintores aún tenían un impacto enorme.

Nacido en París en 1848, Gauguin, después de múltiples viajes y ocupaciones, se convirtió a la edad de 23 años en agente de Bolsa, y dos años más tarde se casó con una mujer Danesa que le dio cinco hijos en un periodo de diez años. En ese tiempo la pintura era para él únicamente un hobby para el cual tenía talento, pero después de un intento fallido en 1884 de hacer negocio en la capital de Dinamarca, Copenhague, abandonó a su joven familia durante el año siguiente y regresó a Paris para convertirse en artista de tiempo completo.

En 1888 pasó nueve semanas pintando junto con Van Gogh en Arlés, pero esto terminó tempestuosamente. De regreso en París no estaba ganando dinero suficiente ni reconocimiento, así es que en 1891 zarpó hacia la región de los trópicos, “para escapar de todo lo artificial y convencional.” El resto de su vida, a excepción de un regreso prolongado a París, la pasó en Tahití y las Islas Marquesas, entonces colonias de la Polinesia Francesa en el Pacífico Sur. Ahí es donde produjo la mayoría de las pinturas que le han dado la fama, pero aún continuaba combatiendo a la Iglesia y al Estado, y únicamente su muerte en 1903 previno que tuviera que cumplir una condena de 3 meses en prisión.

Así como Van Gogh, Gauguin comenzó a pintar en el estilo sombrío y convencional propio del arte hacia el fin del siglo 19. Sin embargo, a similitud de Van Gogh y casi al mismo tiempo, los colores se tornaron mucho más brillantes y el estilo mucho menos convencional. De hecho Gauguin fue el fundador del movimiento Primitivista en el arte, y poco tiempo después de su muerte tuvo una influencia considerable en Picasso, artista brillante pero rebelde también. El Primitivismo significaba el retroceder a las fuentes primitivas porque Europa se sentía desgastada. De ahí el retorno a modelos Africanos y Asiáticos, teniendo como ejemplo notable la obra “Les Demoiselles d’Avignon” de Picasso. Fue también por búsqueda del primitivo que Gauguin huyó a Polinesia en 1891, en donde lamentó la intrusión de los misioneros Católicos, y en donde estudio e incluyó en su arte dioses paganos de la mitología que precedió al Catolicismo, inclusive algunas figuras cuasi-demoníacas.

Pero ¿acaso la visión de las pinturas Tahitianas de Gauguin, que seguramente son sus mejores obras, representan una solución viable a los problemas del decadente Occidente que rechazó y dejó atrás? Uno pudiera pensar que no. Aquellas que hoy en día se exhiben en la muestra del Tate Modern son creativas y coloridas, pero los Tahitianos que pinta, en su mayoría mujeres jóvenes, permanecen un tanto aletargados y aburridos. El Tahití de Gauguin puede ser un escape, pero no es una esperanza. Puede ser que Gauguin haya estado en lo correcto acerca del Occidente en decadencia, pero el paraíso terrenal que fabricó en su arte Polinesio lo dejó inquieto y murió aún en rebeldía. Persiste aún un problema que no ha podido resolver.

Es interesante la versión ficticia de su vida relatada por Somerset Maugham, escritor Inglés bien conocido del Siglo XX. Vea el “Comentarios Eleison” de la próxima semana.

Kyrie eleison.

Arte Moderno – II

Arte Moderno – II on julio 17, 2010

Por su fealdad misma, el arte moderno indica la existencia y bondad de Dios. Después de tres meses (ver CE 144), permitámonos regresar a esta paradoja en la esperanza de que si cualquier alma admite por sentido común la diferencia entre la belleza y la fealdad en el arte, puede permitirse ver además que si Dios no existiese, dicha diferencia tampoco existiría.

La palabra “arte” significa habilidad, o el resultado/producto de la habilidad humana. Puede abarcar las pinturas, dibujos, escultura, la moda en la ropa, la música, la arquitectura, etc. La expresión “arte moderno” usualmente se refiere a pinturas y escultura en particular, creadas desde los inicios de los 1900’s y hasta la fecha por un movimiento de artistas que deliberadamente rechazaban, y aún rechazan, todos los estándares y medidas de hermosura como fue entendida antes del siglo XX. La diferencia entre el arte pre-moderno y moderno es tan real y evidente como la diferencia aquí en Londres entre la clásica Galería Tate en Millbank y el “Tate Modern” (Museo Nacional Británico de Arte Moderno), un museo completamente nuevo, un corto viaje en bote río abajo desde su progenitor en la orilla opuesta del Támesis. Es como si el arte moderno no pueda cohabitar bajo el mismo techo que el arte pre-moderno. Ellos luchan entre sí, tal como las iglesias de estilo clásico lo hacen con la Nueva Misa.

Ahora bien, el arte moderno en este sentido se caracteriza por su fealdad. El sentido común está de acuerdo en esto con el líder Comunista Kruschev, de quien se dice que comentó en una exhibición de arte moderno en Rusia, “Un burro podría haberlo hecho mejor con su cola.” ¿Y qué es la fealdad? Falta de armonía. En el libro admirable de Arianna Huffington titulado “Picasso, Creador y Destructor,” ella demostró como cada vez que Picasso se enamoró con otra de sus seis (principales) mujeres, sus pinturas más calmadas reflejaban algo de la belleza natural de ellas, pero tan pronto como dejó de amarlas, su furia hacía trizas esa belleza en “obras maestras” de arte moderno. ¡Este patrón se repite en Picasso con la exactitud de un reloj!

Por lo tanto la belleza en el arte viene de la armonía en el alma, aunque sea esta una armonía meramente terrenal, mientras que la fealdad procede de la falta de armonía en el alma, como del odio. Pero la armonía no necesita de la falta de armonía, por el contrario, mientras que la falta de armonía, como lo sugiere la misma palabra, presupone cierta armonía contra la cual está esencialmente librando una batalla. Por lo tanto la armonía precede a la falta de armonía, y cada falta de armonía da testimonio de alguna armonía. Pero más profundamente armonioso que cualquier pintura de mujeres hermosas pueden ser las pinturas de la Madonna, porque la armonía en el alma del artista pintando a la Madre de Dios puede ser mucho más alta y profunda que la armonía inspirada por un simple modelo humano, sin importar cuán bello este sea. ¿Por qué? Porque la belleza de la Madonna se deriva de su cercanía con Dios cuya divina armonía – simplicidad y unidad perfecta – supera infinitamente la armonía humana de las más bellas de las simples creaturas.

Por lo tanto el pobre arte moderno señala la armonía que no tiene, y toda armonía señala a Dios. Por lo tanto, no permitan que la gente recurra a la fealdad de la arquitectura moderna para albergar a la Misa Tridentina. ¡Uno podría adivinar que quien así lo haga, quiere o espera regresar a la falta de armonía de la Misa del Novus Ordo!

Kyrie eleison.

Marco Moral

Marco Moral on abril 24, 2010

Por su brevedad comprehensiva y su promulgación divina, los diez Mandamientos de la Ley de Dios (Deut. V, 6–21) son la presentación insigne de esa ley natural conocida por cada hombre a través de su conciencia natural, la cual él niega o desafía bajo su propio riesgo. Los “Comentarios Eleison” de la semana pasada afirmaban que esta ley hace sencillo un diagnóstico de los males del arte moderno. De hecho diagnostica una multitud de problemas modernos; más permitámonos esta semana observar la estructura de los diez Mandamientos, como fueron analizados por Sto. Tomás de Aquino en su Suma Teológica 1a 2ae, 100, artículos 6 y 7.

La ley es el ordenamiento de una comunidad por su líder. La ley natural es el ordenamiento que Dios otorga a la comunidad de los hombres con Él mismo, de Él mismo con los hombres. Dios per sé es el centro y objetivo principal de esta comunidad, así es que la “primera tabla de la Ley” presenta los deberes de los hombres para con Dios (1er Mand., no ídolos, 2do Mand. no blasfemias, 3er Mand. Santificarás las Fiestas), mientras que la segunda tabla (Mandamientos 4 al 10) detalla los deberes del hombre para con sus semejantes.

Los primeros tres Mandamientos representan los deberes de lealtad, respeto y servicio en ese mismo orden. Porque así como para un soldado en el ejército, dice Sto. Tomás, la falta de lealtad a su general, o la traición, es peor que la falta de respeto, que a su vez es peor que el fracaso para servirlo, así un hombre hacia Dios debe primeramente no tener otros dioses (1er Mand.), en segundo lugar no deberá de ninguna manera insultarlo a Él o a su nombre (2do Mand.) y en tercer lugar tendra que rendirle el servicio que Él requiere (3er Mand.).

En cuanto a los deberes de un hombre para con sus semejantes (Mandamientos 4 al 10), de importancia primera están sus relaciones con el padre y la madre que le dieron la vida . . . Por lo tanto, la segunda tabla de la Ley está encabezada con el deber de honrar a nuestros padres (4to Mand.). Es tan básico este honor para toda la sociedad humana que sin este la sociedad se desmorona en pedazos, tal y como vemos que está sucediendo a nuestro alrededor hoy en dúa con la “Civilización Occidental” (que sería mejor denominada como “Desintegración Occidental”).

Sto. Tomás continua analizando los seis Mandamientos restantes como se encuentran en un orden descendiente de importancia. El dañar a tu prójimo con tus acciones (Mand. 5 al 7) es peor que dañarlo solamente de palabra (8vo Mand.) que a su vez es peor que únicamente dañarlo de pensamiento (Mand. 9 al 10). Cuando hablamos de dañarlo con acciones, el daño a su persona (5to Mand.) es más grave que dañar a su familia (6to Mand, no adulterio), que a su vez es más grave que el dañar únicamente a su propiedad (7to Mand., no robar). Las acciones dañinas en palabras (8vo Mand., no mentir) son peores que el daño por el solo pensamiento, donde nuevamente la codicia de su matrimonio o familia (9no Mand., no a la concupiscencia de carne) es más grave que la envidia únicamente de su propiedad (10mo Mand., no a la concupiscencia de los ojos).

Sin embargo, el violar todos los diez Mandamientos supone soberbia – los antiguos Griegos lo llamaban “hubris” – a través de la cual me levanto contra el orden de Dios, contra Dios mismo. Para los Griegos, el hubris era la llave de la ruina del hombre. Para nosotros hoy en día, la soberbia universal es la llave de todos los problemas espantosos del mundo, problemas que no tienen solución alguna sin Dios; lo que significa que, desde la Encarnación, sin Nuestro Señor Jesucristo son insolubles. Sagrado Corazón de Jesús, ¡Sálvanos!

Kyrie eleison.

Arte Moderno – I

Arte Moderno – I on abril 17, 2010

¿Por qué el arte moderno es tan feo? ¿Tiene que ser tan feo? ¿Será que los artistas de la actualidad no pueden hacer algo lindo? Y ¿por qué cuando realizan algo “lindo” se cataloga normalmente como arte de segunda o de tercera clase, sentimental y de algún modo no auténtico? Dichas preguntas recurrentes se formulan por un pintor como Van Gogh, de quien hablamos la semana pasada, un precursor del arte moderno. Estas preguntas tienen respuestas fáciles si Dios y el alma humana son reales. No tienen una respuesta razonable si el Dios espiritual y el alma espiritual son ficción del hombre auto-engañador.

Si Dios es, aunque invisible, el real “Padre Todopoderoso, Creador de todas las cosas visibles e invisibles,” por lo tanto Él creó el alma humana invisible, más íntimamente unida en la concepción a un cuerpo visible para constituir a cada ser humano que ha existido o existirá. Su objetivo al crear creaturas con una razón espiritual, y por lo tanto con libre albedrío, es su propia gloria extrínseca (no intrínseca), la cual aumenta con cada ser humano que usa ese libre albedrío para amar y servir a Dios en esta vida así como para merecer a su muerte ser inmensamente feliz con Dios, dándole a Él gloria sin fin en la vida venidera.

Y ¿cómo es que el hombre ama y sirve a Dios en esta vida? Obedeciendo sus mandamientos (Juan XV,10) que constituyen la estructura moral del bien y del mal para todos los actos humanos, una estructura que los hombre pueden desafiar pero no evadir. Si de hecho la desafían, ellos mismos se colocarán más o menos en una desarmonía radical con Dios, con su prójimo y con sí mismos, porque Dios creó ese marco no arbitrariamente sino en perfecta armonía con su propia naturaleza y la naturaleza humana obligada por Él para actuar dentro de él.

Ahora el arte podrá ser definido en su sentido más amplio como cualquier confección de materiales (por ejemplo pinturas, palabras, notas musicales, etc.) sobre la cual el hombre hace un esfuerzo especial para comunicar a otros hombres lo que él tiene en su mente y en su corazón. Así es que si la mente y el corazón pertenecen a un alma que en cualquier momento debe estar en armonía, en un mayor o menor grado, con esa estructura moral establecida por Dios para todos sus actos, entonces cualquier producto artístico que proceda de esa alma está obligado a reflejar la armonía objetiva o la desarmonía dentro de este. Y ahora estamos ya en la postura de contestar nuestras preguntas originales.

El arte moderno es tan feo porque todas las almas modernas pertenecen a una sociedad mundial que cae día a día más profundamente en la apostasía, de tal manera que un gran e influyente número de estas almas están en guerra con Dios, consciente o inconscientemente. Los productos artísticos de almas inmersas en dicho medio ambiente pueden únicamente reflejar su falta de armonía interna con Dios, con su prójimo y con sí mismos, razón por la cual son feos. Algo genuinamente hermoso podrá aflorar únicamente de alguna armonía genuina que aún permanezca en sus almas. El arte artificialmente “bonito” procede de un anhelo sin armonía de fingir armonía, lo que explica el porqué el efecto será siempre, de alguna manera, falso o sentimental, no auténtico y catalogado como arte de segunda o de tercera.

Por otro lado si Dios, y el alma inmortal que viene de Él y que tiene que tender a Él, son meras ficciones, entonces no existe una razón por la cual la belleza no deba ser fea y la fealdad, bella. Esa es la manera de pensar de los artistas modernos, pero desde el momento en que yo reconozco que un artefacto feo de éstos es de hecho feo, estoy reconociendo implícitamente que existe un marco, no suyo, que ellos están desafiando.

Kyrie eleison.

La Popularidad de Van Gogh

La Popularidad de Van Gogh on abril 10, 2010

En la exhibición reciente del artista moderno de origen holandés, Vincent Van Gogh, cerca ya de su fecha de cierre en la Real Academia de Artes en Londres, han habido filas continuas de gente que esperaba por horas para ingresar. ¿Cómo se puede explicar dicha popularidad? Ciertamente Van Gogh es moderno sin ser demasiado moderno, una combinación que les atrae a muchas almas ansiosas hoy en día de hallarle algún sentido al mundo loco que los rodea, pero ciertamente hay en él una combinación aún más atractiva – él es religioso sin ser religioso – ¡religión para los apóstatas!

Nació en Holanda en 1853, el hijo mayor de un pastor Protestante. Casi por tres cuartas partes de su corta vida únicamente pensaba en dedicarse al servicio de la religión, porque no fue sino hasta la edad de 27 años que descubrió su extraordinario talento y vocación como artista. Sin embargo, desde entonces, se dedicó con religiosa intensidad al dominio del dibujo y de la pintura, para tener la capacidad de expresar a través del arte lo que no había podido expresar en una forma abiertamente religiosa. Ha dicho, “En toda naturaleza, en los árboles por ejemplo, veo una expresión y un alma.”

Él logró que esa alma fuera casi tangible en la pintura seleccionada por la Real Academia para su folleto de la Exhibición, “Hospital de San Remy.” Troncos de árboles entretejidos apuntan hacia el cielo al follaje obscuro que se extiende en cima del edificio de color amarillo brillante del hospital, y que se entrelaza con el cielo azul marino arriba de él. Las pocas figuras humanas parecen insignificantes en medio de lo que es pintado como un torbellino dinámico de la Naturaleza, cuyo dramatismo está acentuado por el esquema de colores brillantes de la pintura, típico de Van Gogh. La misma dinámica es aún más visible en su famosa pintura “Noche Estrellada” (no incluida en esta Exhibición), en donde el paisaje, los cipreses, montañas, estrellas y cielo parecen estar todosinterconectados en una danza de un ritmo salvaje, en colores amarillos y violetas, pareciendo hacer a todo el cosmos que gire.

Ambas pinturas fueron realizadas durante los últimos cinco años,muy productivos, de Van Gogh, entre su mudanza a Paris a principios de 1886 y su muerte en Francia en el verano de 1890. A uno puede no gustarle el arte moderno, a uno puede no gustarle Van Gogh, pero nadie puede negar que sus pinturas de este periodo representan una reacción profundamente humana e individual alo que Wordsworth llamaba “la sublime noción de una simpar omnipresencia”en el mundo de la Naturaleza que rodea a la humanidad. ¿Qué otra cosa puede considerarse arte? Solamente, mientras que al inicio del siglo 19 esa “sublime omnipresencia” haya inspirado al poeta Inglés para “reflejarse en la tranquilidad,” por el contrario para el final de aquel siglo apostatante el artista Holandés, que también había abandonado la religiónpatente, encontraba en élla belleza pero poca paz, lo que lo hace bastante más compasivo con nuestra más agitada época.

¡Es una lástima! Van Gogh pagó un alto precio por reconocer casi el primer movimiento en la Naturaleza sin identificar al Primer Motor. El movimiento sin el Motor inmóvil, el dinamismo feroz sin el Rey de la Paz, terminaron por abrumarlo, y murió de un tiro que el mismo se dio en el pecho. Divino Señor, ten piedad,ten piedad de millones y millones de almas que te sienten y te necesitan, pero que no pueden – o no quieren – encontrarte. ¡Solo Tú sabes cuán peligrosa es su religión irreligiosa sin Ti!

Kyrie eleison.