Consagraciones episcopales de 1988

El Arzobispo Habla

El Arzobispo Habla on junio 9, 2012

Hasta que el Arzobispo Lefebvre finalmente decidió consagrar obispos para la Fraternidad San Pío X en Junio de 1988, él estaba, como todos los Católicos a partir del Vaticano II, en una encrucijada entre la Verdad Católica y la Autoridad Católica que ese Concilio para seguir al mundo moderno, había separado una de otra. Sin embargo, una vez que él hubo tomado tal decisión, que claramente probó haber sido el salvador de la Tradición Católica, fue como si todo en su cabeza nuevamente cayera en su lugar, y nunca más titubeó hasta su muerte dos años y medio más tarde.

Como ejemplo de su claridad mental, esta es una carta que el Arzobispo escribió el 18 de Agosto de 1988 a Don Tomás Aquinas, el joven Prior del monasterio en Brasil que había sido fundado a partir del monasterio Tradicional Benedictino en el sur de Francia, le Barroux, bajo Don Gérard. Ay, a días de las consagraciones en Ecône, Don Gérard había roto con la Fraternidad San Pío X a fin de integrar su monasterio a la Iglesia Conciliar. Esto es lo que el Arzobispo le escribió a Don Tomás:—

“Cómo lamento que haya tenido que partir antes de los acontecimientos del Barroux(la defección de Don Gérard). Hubiese sido más fácil considerar la situación resultante a causa de la desastrosa decisión de Don Gerard. ( . . .)

Don Gerard en su declaración, expone lo que le es concedido y acepta ponerse bajo la obediencia de la Roma modernista, que permanece en el fondo anti-tradicional, lo que motivó mi alejamiento. El quería al mismo tiempo guardar la amistad y el apoyo de los tradicionalistas, lo cual es inconcebible. El nos acusa de “resistencialismo.” Yo le avisé. Mas su decisión ya estaba tomada hacía mucho tiempo, y él no quiso escuchar nuestros consejos.

Las consecuencias ahora son inevitables. No tendremos más ninguna relación con el Barroux y avisamos a todos nuestros fieles para que no ayuden más a una obra que, de aquí en más, está en manos de nuestros enemigos, de los enemigos de Nuestro Señor y de su Reino Universal. Las Hermanas Benedictinas están angustiadas. Ellas me vinieron a ver.Yo les aconsejé lo que le aconsejo igualmente a Vd.: guardar su libertad y rechazar todo lazo con esta Roma modernista.

Don Gérard usa todos los argumentos para paralizar la resistencia. ( . . .) El Padre Tam le dirá a viva voz lo que yo no escribí. Pido a Nuestra Señora que lo ayude en la defensa de la honra de su Divino Hijo. Que Dios lo bendiga y bendiga a su monasterio. Monseñor Marcel Lefebvre.

Consecuentemente, Don Gérard visitó el monasterio en Brasil para que lo siguiera a él en la Nueva Iglesia, pero el joven Don Tomás valientemente se mantuvo firme y, bajo su guía, el monasterio ha permanecido Tradicional desde entonces. ¡Lo que no aparece en la carta es que el Arzobispo realmente alentó a Don Tomás a agrupar a los monjes fieles de le Barroux y echar a Don Gérard!

Tal era la claridad de mente y de voluntad del Arzobispo a partir del momento de las consagraciones episcopales. Uno se pregunta cómo es posible que algunos de sus hijos puedan ahora querer ponerse a sí mismos “bajo la obediencia de la Roma modernista que permanece en el fondo anti-Tradicional,” o bajo un Papa subjetivista que no tiene comprensión posible de la Tradición Católica objetiva. Tal es el poder de la seducción, en aumento a cada momento, del mundo subjetivista que nos rodea. La locura del subjetivismo se ha vuelto tan normal, tan diseminada, que pocas personas la notan ya. “Nuestra ayuda está en el nombre del Señor.”

Kyrie eleison.

Ambigüedad Conciliar

Ambigüedad Conciliar on abril 14, 2012

Imagine un soldado de infantería fuerte y bien armado que persiguiendo desenfrenadamente al enemigo se mete en un pantano de arenas movedizas. Eso es lo que le ocurre a un Católico valiente armado con la verdad que se aventura a criticar los documentos del Vaticano II. Ahí uno se encuentra con un pantano de arenas movedizas de ambigüedad, diseñado expresamente para tal fin. Si la religión del hombre hubiera sido abiertamente expuesta por ellos, los Padres Conciliares los hubieran rechazado horrorizados. En cambio, la nueva religión fue hábilmente disfrazada por documentos redactados para permitir dos interpretaciones opuestas. Tomemos un ejemplo claro y crucial.

En la sección 8 de Dei Verbum existe un pasaje sobre la Tradición que Juan Pablo II utilizó para condenar a Monseñor Lefebvre en 1988: “A/ Esta Tradición que viene de los Apóstoles va creciendo en la Iglesia bajo la asistencia del Espíritu Santo. B/ Se produce un crecimiento de la comprensión de las realidades y de las palabras que son transmitidas. Esto ocurre de varios modos: C/ Proviene de la contemplación y del estudio por parte de los creyentes que profundizan estas palabras en sus corazones. D/ Proviene también del sentido íntimo de las cosas espirituales que ellos experimentan. E/ Y proviene de la predicación de los que han recibido, a la par de su derecho de sucesión al apostolado, el seguro carisma de la verdad.”

Ahora bien, la verdadera Tradición Católica es radicalmente objetiva. Así como el sentido común dice que la realidad es objetiva, en el sentido que los objetos son lo que son fuera de nosotros e independientemente de lo que cualquier sujeto pretenda que sean, de igual manera la verdadera Iglesia enseña que la Tradición Católica vino de Dios y es lo que El la ha hecho, así que ningún ser humano puede cambiarla en lo mas mínimo.

He aquí entonces lo que sería la interpretación Católica del pasaje que acabamos de citar: “A/ Con el paso del tiempo hay una profundización en la manera que los Católicos aprehenden las verdades inmutables de la Fe. B/ Los Católicos pueden ver mas profundamente estas verdades, C/ contemplándolas y estudiándolas, D/ adentrándose mas profundamente en ellas, y E/ por los obispos predicando enfoques nuevos de las mismas verdades.” Esta interpretación es perfectamente Católica porque todo el cambio se sitúa en la gente que es la que sí cambia con el tiempo, mientras que ningún cambio se sitúa en las verdades reveladas que forman el Depósito de la Fe, o sea la Tradición.

Pero veamos ahora como el mismo pasaje de Dei Verbum puede ser entendido no objetivamente sino subjetivamente, haciendo que sea el contenido de las verdades el que depende de, y cambia con, los Católicos subjetivos: “A/ La verdad Católica vive y crece con el paso del tiempo porque B/ los Católicos vivientes tienen percepciones que los Católicos del pasado nunca tuvieron ya que C/ los primeros descubren en sus corazones, en su propio interior, verdades recientemente aparecidas, D/ fruto de su experiencia espiritual interna. También, E/ la Verdad Católica crece cuando los obispos predican novedades antes desconocidasporque los obispos no pueden decir ninguna cosa contraria a la verdad (!).” (En otras palabras, tengan Ustedes la religión que les haga sentirse bien, pero asegúrense que “paguen, recen y obedezcan” a nosotros los modernistas).

Ahora aquí está el inmenso problema: si uno acusa a este pasaje de Verbum Dei de promover el modernismo, los Católicos “conservadores” (no conservan casimás que su fe en los hombres de iglesia sin fe) replican inmediatamente que la verdadera interpretación del pasaje es la Católica que hemos señalado más arriba en primer lugar. Pero lo cierto es que cuando Juan Pablo II en Ecclesia Dei Adflicta utiliza este pasaje para condenar a Monseñor Lefebvre y, por lo tanto, a las Consagraciones de 1988, evidentemente pudo haber tomado el pasaje únicamente en su sentido modernista. Tales acciones hablan más fuerte que las palabras.

Estimados lectores, lean el mismo pasaje una y otra vez, y sus dos interpretaciones, hasta que comprendan la ambigüedad diabólica de este calamitoso Concilio.

Kyrie eleison.

Momento Decisivo

Momento Decisivo on marzo 10, 2012

Hablando en Estados Unidos el mes pasado acerca de las relaciones Roma-Fraternidad San Pío X, el Superior General dijo que algún acuerdo práctico entre las dos sería posible si Roma aceptara la Fraternidad San Pío X tal como es, y citó a Monseñor Lefebvre cuando decía a menudo que tal arreglo podría ser aceptable. Sin embargo, Monseñor Fellay sí añadió que la última vez que Monseñor Lefebvre dijo eso fue en 1987. Esta pequeña precisión es altamente significativa y merece ser analizada, especialmente para la generación mas joven que puede no estar familiarizada con el drama histórico de las Consagraciones Episcopales de 1988.

De hecho, el drama de los dramas, sin el cual la Fraternidad San Pío X nunca hubiera existido, fue el Concilio Vaticano II (1962–1965), en el cual la gran mayoría de los obispos Católicos del mundo se alistaron en esta reconciliación de la Iglesia con el mundo moderno (este “aggiornamiento”) y así divorciaron su autoridad Católica de la Verdad de la Tradición Católica. Desde ese momento en adelante, los Católicos tuvieron que elegir entre la Autoridad y la Verdad. Hasta hoy día, si ellos eligen la Autoridad, se ven obligados a anhelar la Verdad, y si eligen la Verdad, deben sin embargo añorar su reunión con la Autoridad. Monseñor Lefebvre eligió la Verdad, razón por la cual, para defenderla, fundó la Fraternidad San Pío X en 1970, pero durante todo el tiempo posible hizo todo lo que estaba en su poder para sanar todo distanciamiento de la Autoridad, esforzándose por obtener de Roma la aprobación de su Fraternidad. Por ello Monseñor Fellay puede decir que hasta 1987 Monseñor Lefebvre repetidamente deseó y trabajó para un arreglo práctico con Roma.

Sin embargo, en 1987 Monseñor Lefebvre tenía 82 años. Tenía previsto que sin sus propios obispos, el combate de la Fraternidad San Pío X por la Tradición, iba a terminar. Devenía urgente obtener de Roma por lo menos un obispo, pero Roma frenó tal cosa, seguramente porque sabía muy bien que la Fraternidad San Pío X sin su propio obispo moriría de lenta agonía. El firme frenazo dado por el entonces Cardenal Ratzinger en Mayo de 1988 al proyecto mencionado, le hizo ver claramente a Monseñor Lefebvre que la Roma neo-modernista no tenía la mas mínima intención de proteger o de aprobar la Tradición Católica. Entonces, el tiempo de la diplomacia había llegado a su fin, y siguió adelante con las Consagraciones Episcopales, diciendo a partir de ese momento que debía ser doctrina o nada. A partir de ese momento el preludio absolutamente necesario para cualesquiera fueren los contactos entre Roma y la Fraternidad San Pío X, dijo, sería una profesión de Fe por parte de Roma sobre los grandes documentos anti-liberales de la Tradición Católica, por ejemplo, Pascendi, Quanta Cura,etc.

Y por eso, como lo sugirió Monseñor Fellay el 2 de Febrero, nunca mas hasta su muerte en 1991, se escuchó a Monseñor Lefebvre decir que algún acuerdo práctico sería posible o deseable. El mismo había ido tan lejos como pudo para obtener de la Autoridad los requisitos mínimos para la Verdad. Incluso una vez sugirió que en Mayo de 1988 había ido demasiado lejos. Pero a partir de ese momento nunca aflojó ni se comprometió, y apremiaba a todo aquel que lo escuchara a seguir la misma línea.

¿Ha cambiado la situación desde entonces? ¿Volvió Roma a la profesión de la Fe de siempre? Uno lo podría pensar cuando Monseñor Fellay nos informa en el mismo sermón que Roma había modificado su dura posición del 14 de Septiembre, yse declara ahora ella misma dispuesta a aceptar la Fraternidad San Pío X tal cual es. Pero uno necesita solamente acordarse de Asís III y de la Neo-beatificación de Juan Pablo II, para sospechar que detrás de esta repentina benevolencia de los hombres de Iglesia de Roma hacia la Fraternidad descansa muy verosímilmente la confianza que ellos tienen en que la euforia por la reanudación de los mutuos y prolongados contactos, diluirá, disminuirá y eventualmente disolverá la obstinada resistencia de la Fraternidad San Pío X a su Nueva Iglesia de ellos. ¡Ay de mí!

“Nuestro socorro está en el nombre del Señor.”

Kyrie eleison.

¿Obispos Válidos?

¿Obispos Válidos? on octubre 31, 2009

La semana pasada apareció una confirmación sorprendente de la posición balanceada de la Fraternidad Sacerdotal San Pio X, acerca de la validez de los sacramentos de la Nueva Iglesia, en una “fuente fidedigna.” Parece ser que la Francmasonería, vieja enemiga de la Iglesia, planeo el invalidar los sacramentos Católicos a través de la Revolución Conciliar, no buscando la alteración de su Forma en sí, resultando inmediatamente inválidos, sino a través de la ambigüedad de su Rito como un todo, debilitando a largo plazo la Intención sacramental necesaria del Ministro.

Esta “fuente fidedigna” se trata de un francés quien lo escucho en persona de un viejo y venerable sacerdote que le comentó algo de lo que el Cardenal Lienart, en su lecho de muerte, le había confesado. Sin duda temiendo las llamas del Infierno, el Cardenal le suplicó al sacerdote que lo revelara al mundo, liberándolo así del secreto de Confesión. De hecho, desde entonces el sacerdote actuó discretamente en público, pero en privado comunicaba más abiertamente lo que el Cardenal le había revelado acerca del plan de tres puntos de la Francmasonería para la destrucción de la Iglesia. Sea que el Cardenal se había integrado o no a la Francmasonería a la edad muy precoz de 17 años, de todas formas le había servido muy fielmente cuando a los dos días después de la inauguración del Vaticano II desvió el rumbo del Concilio, demandando sin derecho alguno que todos los documentos Tradicionales que fueron cuidadosamente preparados fuesen desechados.

Según revelo el Cardenal, el primer objetivo de la Francmasonería en el Concilio era el de deshacer la Misa al alterar el Rito de tal manera que a largo plazo la Intención del celebrante de “hacer lo que la Iglesia siempre ha hecho” se fuera debilitando. Gradualmente el nuevo Rito induciría a los sacerdotes y a los fieles a ver la Misa como una “remembranza” o una “cena sagrada” en lugar de reconocer su sacrificio propiciatorio. El segundo objetivo era el de romper la Sucesión Apostólica a través de un nuevo Rito de Consagración que eventualmente desharía el poder de Ordenación de los obispos. Esto lo haría con una Forma que no automáticamente invalidaría dicho poder pero sería suficientemente ambigua para sembrar la duda, y sobre todo con un nuevo Rito que como un todo, otra vez mas, acabaría por disolver la Intención sacramental del obispo que consagra. Esto tendría la ventaja de romper la Sucesión Apostólica tan delicadamente que nadie siquiera lo notaría. ¿No es a esto exactamente a lo que muchos Católicos creyentes le temen hoy en día?

Sea como sea lo que la “fuente fidedigna” ha revelado, en cualquier caso, los Ritos de la Santa Misa y de la Consagración Episcopal de la Nueva Iglesia corresponden exactamente a los planes Masónicos tal como fueron confesados por el Cardenal. Desde que estos nuevos Ritos fueron introducidos a finales de los 1960’s y principios de los 1970’s, muchos Católicos serios se han negado a creer que puedan ser usados válidamente. ¡Ay! no se invalidan automáticamente (sería mucho más simple si así fuese). ¡Es peor! Su Forma sacramental es lo suficientemente Católica como para persuadir a los celebrantes de que puede ser válidamente utilizada, pero estos nuevos Ritos como un todo son diseñados a ser tan ambiguos y tan sugestivos de interpretaciones no-Católicas como para invalidar al sacramento con el tiempo, por el hecho de corromper la Intención de cualquier celebrante ya sea “obediente” en demasía, o que no vigile y rece lo suficiente.

Tales Ritos suficientemente válidos como para ser aceptados por casi todos los Católicos en el corto plazo, pero también suficientemente ambiguos como para invalidar los sacramentos al largo plazo, constituyen una trampa de una sutileza propiamente satánica. Para evitarlo, los Católicos deben por un lado evitar todo contacto con estos Ritos, pero por el otro lado no deben restarle crédito a sus buenos instintos Católicos por hacer acusaciones teológicas exageradas que distan de la buena Doctrina Católica. No resulta siempre un balance fácil de mantener.

Kyrie eleison.