Comentarios Eleison

Admirable Consejero

Admirable Consejero on diciembre 25, 2010

El día de Navidad es un momento propicio para recordar el por qué podemos y debemos regocijarnos por la venida de Nuestro Señor Jesucristo. Él, y sólo Él, puede solucionar todos los problemas verdaderos de los hombres, que existen desde el mismísimo inicio de la humanidad y que hoy en día son más graves que nunca antes.

Esto es debido a que todos los verdaderos problemas de los hombres involucran al pecado. Cualquier desorden meramente material únicamente se torna grave si de alguna manera es espiritual, por ejemplo si una enfermedad física hace a un hombre maldecir o bendecir. Y cualquier cosa espiritual que suceda dentro de mí se torna en un desorden únicamente si de alguna manera es un pecado. Por ejemplo Job lamentaba amargamente sus aflicciones físicas, pero su lamento no era pecaminoso. En cuanto al pecado, es un desorden u ofensa principalmente en contra de Dios, en segundo lugar en contra de sí mismo y únicamente en tercer lugar en contra del prójimo.

Por lo tanto todos los verdaderos problemas de los hombres que no son únicamente problemas materiales, son problemas de los hombres por haber ofendido a Dios. Tenemos un terrible ejemplo en una mujer que ha cometido un aborto. Superficialmente su problema está resuelto. El bebé ya no estará en su camino y su vida vuelve “a la normalidad.” Pero muy dentro de ella, o endurece su corazón (y se une a un mundo que se acerca cada vez más a odiar y suprimir la Navidad), o sabe y admite para sí misma que ha hecho algo sumamente malo. De un modo o del otro, algo en su interior está más o menos desencajado y torcido por el resto de sus días, y muchas mujeres como esta, aún siendo Católicas y al saber por su Fe que Dios las ha perdonado a través de la Absolución sacramental, aún pueden sentirse atormentadas. Ese es el tamaño de la herida que el pecado ha infligido en sus almas. Sin embargo no es el aborto el peor de los pecados. Pecar directamente en contra de Dios es mucho más grave.

¿Pensamientos sombríos para el Día de Navidad? Sí y no. El problema del pecado es sombrío, pero el gozo de saber que este tiene una solución real es igualmente fabuloso. Si la pobre muchacha va a confesarse, casi cualquier sacerdote Católico hará todo lo posible por persuadirla de que si en realidad está arrepentida de su pecado (con un dolor de Pedro y no de Judas Iscariote), entonces a través de la absolución que él le administra, ella no puede dudar que Dios la ha perdonado. Cuantos penitentes salen entonces del confesonario con una sensación de alivio y gozo que de ninguna otra manera pueden obtener, porque la ofensa a Dios estaba en el corazón de su tormento y saben que Dios los ha perdonado.

Y ¿en dónde tomó este gozo su inicio? En la certidumbre de que Dios tomó naturaleza humana de una doncella Judía, vivió en la tierra y nos dio, entre otros tantos sacramentos, el de la Penitencia, obteniendo su fuerza de los méritos de su Pasión y Muerte, que Él soportó únicamente con la ayuda de esa misma virgen y madre. Pero ¿cómo podría haber muerto a menos de que hubiese nacido? Todo comenzó con su nacimiento humano de la Santísima Virgen María – Navidad.

Así es como la solución de todos los problemas más terribles del mundo de mi prójimo y míos propios está disponible. No es de asombrarnos que los Católicos estén tan alegres. Con razón existe un gozo especial disponible aún para los incrédulos en la época Navideña – siempre y cuando no hayan endurecido sus corazones.

Kyrie eleison.

Capitalismo Desplegado

Capitalismo Desplegado on diciembre 18, 2010

El egoísmo no puede construir una sociedad. Ahora bien el dinero representa esencialmente el reclamo de su dueño sobre los servicios del resto de la sociedad. Si entonces el capitalismo debe de ser definido, en algo más que meramente términos económicos, como una manera de organizar una sociedad en donde cada ciudadano tiene que tener la libertad de ganar tanto capital (o dinero como mejor se le conoce) como pueda y quiera, entonces el capitalismo está plagado de contradicciones. Está intentando construir una sociedad, lo que requiere una falta de egoísmo, con fomentar el egoísmo en todos sus miembros.

Por lo tanto el capitalismo únicamente puede sobrevivir mientras los miembros de la sociedad capitalista aún mantengan los valores pre-capitalistas como lo son el sentido común, la moderación en la búsqueda de hacer dinero y el respeto por el bien común. Pero el capitalismo como se define en el párrafo anterior no hace nada para promover dichos valores pre-capitalistas. Por el contrario, trabaja en contra de ellos, así como el egoísmo trabaja en contra del altruismo. Por lo tanto el capitalismo es un parásito que vive de un cuerpo social, cuyos valores necesarios para su sobrevivencia trabaja para socavar.

Esta contradicción interna de una sociedad construida a partir de la búsqueda por el dinero está llegando a su conclusión devastadora con el estado actual de las finanzas y de la economía mundiales. Especialmente desde el final de la Segunda Guerra Mundial, las naciones del mundo se han empeñado más y más por buscar el dinero para obtener el confort material que ahora se prefiere por encima del confort espiritual que anteriormente daba sentido a sus vidas. Admirando y buscando dinero, se han alegrado de permitirles a los hombres de dinero apoderarse de sus sociedades. Admirados y buscados, los hombres de dinero han tomado para sí siempre más y más dinero y poder. Pues, ¿Qué frenos intrínsecos tienen el dinero o el poder para limitar sus adquisiciones adicionales? Ningunos. Los banqueros se convierten en auténticos gánsteres.

De ahí que, por ejemplo, el invento hace 10 o 15 años de los “derivados,” instrumentos financieros que se traducen en una fortuna en honorarios para los “banksters” (banqueros- gánsteres) quienes los suministran, pero actúan sobre el delicado mecanismo de las finanzas mundiales como armas de destrucción masiva, porque fácilmente fabrican un mundo irreal de deudas colosales y impagables. En este mundo desestabilizado y fraudulento de deuda impagable, un orden aparente se mantiene por los gobiernos, uno detrás del otro, al fabricar de la nada cantidades inmensas de “dinero” para “pagar” la deuda, pero este proceso puede terminar únicamente en una inflación que deja sin uso alguno la moneda en cuestión. Así que ahora toda la moneda mundial, de papel o digital – y por años no se ha contado con otro – está condenada.

Pero el dinero es para la sociedad lo que el aceite lubricante es para un motor. Sin aceite, un motor se atasca y “muere.” Sin dinero en la sociedad, el intercambio se torna mucho más difícil y la actividad comercial puede volverse lenta hasta paralizarse por completo. Si por cualquier de estas razones los camiones de comida no pudiesen funcionar, y tuviéramos una escasez de comida especialmente en las grandes ciudades, ¿qué podría hacer un político para desviar los disturbios por los precios altos de los alimentos y para evitar que los campesinos vengan sobre de él con horquillas? ¡Comenzar una guerra!

La Tercera Guerra Mundial puede no estar muy lejos. ¡Señor, ten piedad!

Kyrie eleison.

La Verdad Libera

La Verdad Libera on diciembre 11, 2010

El argumento de los últimos tres números de “Comentarios Eleison” (175 – 177), ha sido no más que motivado por el pintor Francés Paul Gauguin (1848–1903), ya que él no es de ninguna manera el peor de los artistas modernos. Dicho argumento no ha sido que Dios existe, por lo que el arte moderno es mera tontería. Más bien el argumento se centra en que el arte moderno es tontería, por lo tanto Dios existe. Existe una importante diferencia aquí entre descender de la causa al efecto y ascender del efecto a la causa.

Si parto de la existencia de Dios como un hecho y razono desde ahí hasta, por ejemplo, la maldad del arte moderno, la música moderna, las producciones modernas de ópera, etc., primeramente Dios y su existencia no son en sí probadas, y en segundo lugar su religión puede parecer caer sobre nosotros como un cepo a nuestra libertad. Ahora soy yo, y sea lo que yo sea, yo quiero ser libre de escoger el arte que me gusta. Pero aquí viene el Policía de Tránsito supuestamente del Cielo ¿para poner un cepo a esa libertad? ¡No, gracias!

Si por el contrario comienzo de mi propia experiencia del arte moderno, estoy arrancando de lo que directamente sé. Y si mi experiencia de esto es, honestamente, no satisfactoria – no es necesariamente el caso, pero en caso de que así sea – entonces puedo comenzar a cuestionarme porque me siento tan intranquilo frente a aquellos artistas modernos sumamente elogiados. Escucho nuevamente los elogios. Aún no estoy convencido. ¿Por qué no? Porque el arte moderno es feo. Y ¿qué tiene de malo su fealdad? Que carece de belleza. Y si continúo ascendiendo a través de la belleza de, por ejemplo, paisajes o mujeres como se retratan en las piezas de arte, a su belleza en laNaturaleza, a una armonía de partes que se entrelazan a través de toda la creación, mis pensamientos, surgiendo de mi experiencia personal, han hecho una ascensión importante hacia el Creador.

En este último caso El ya no lleva semejanza al policía de tránsito con cepo para las llantas de nuestro automóvil. Por el contrario, lejos de limitar nuestra libertad, parece dejarnos a los seres humanos el libre albedrío para que proclamemos la fealdad por todos lados y para que creemos un mundo sumido en el caos. Tal vez tiene la esperanza de que la fealdad se torne lo suficientemente horrible como para hacernos volver nuestros pensamientos hacia la Verdad y la Bondad. En este punto su religión no parece más un cepo externo a nuestra libertad interna, sino una ayuda de todo lo bueno que tengo en mi para liberarlo de todo lo malo, porque a menos de que yo sea orgulloso tengo que admitir que no todo en mi interior está bien ordenado y en armonía.

En aquel momento la gracia sobrenatural ya no se concibe como una clase de policía que aplasta mi naturaleza por detrás para controlar por fuerza cualquier cosa que yo haga. Por el contrario me parece ser una muy buena amiga que, si lo deseo, permitirá que lo mejor de mí se libere de lo peor, o por lo menos que luche por ello.

Una fuerza motriz detrás del Vaticano II y de la religión Conciliar ¿no fue, y no es aún, el ampliamente compartido sentido de que la Tradición Católica juega el papel de una clase de policía insoportable, como si todos los impulsos naturales fuesen malos? Si, los impulsos de mi naturaleza caída son malos, pero existe necesariamente bondad en nuestra naturaleza abajo del mal, y a esto bueno debe permitírsele respirar, porque desde nuestro interior se sincroniza perfectamente con la verdadera religión de Dios que viene desde fuera de nosotros. Si no, fabrico una falsa religión a partir de mis malos impulsos – como el Vaticano II.

Kyrie eleison.

Arte de Seis Peniques

Arte de Seis Peniques on diciembre 4, 2010

El pintor Francés Paul Gauguin (1848–1903) repudia a la sociedad moderna por el bien del arte, sin embargo el arte que él mismo prefirió por encima de su esposa y de sus cinco niños parece no haberle traído paz (EC 175). El novelista Inglés Somerset Maugham (1874–1965) escribe una versión de la vida de Gauguin algunos años después que parece confirmar el repudio y la falta de paz (EC 176). Pero ¿por qué el artista moderno se encuentra en conflicto con la sociedad que el mismo refleja y quelo respalda? Y ¿por qué el arte moderno que el produce normalmente es tan feo? Y finalmente ¿Por qué la gente persiste en respaldar el arte feo?

El artista como rebelde retorna a los Románticos. El Romanticismo floreció junto con la Revolución Francesa, que no hizo más que estallar en 1789, porque sigue derribando trono y altar desde entonces. Los artistas modernos, reflejando la sociedad en donde viven – inevitable para los artistaspoco a poco repudian siempre más a Dios. Ahora si Dios no existe, entonces ¿no debieron los artistas haber florecido serenamente en su recién fundada libertad lejos de esa ilusión de Dios que ha dominado las mentes de los hombres desde tiempos inmemorables? ¿Pero que vemos? ¿Es el arte moderno sereno? ¿No inclina, por el contrario, al suicidio?

Por otra parte, si Dios existe y si el talento del artista es una regalo de Dios para ser usado para su gloria, como proclamaban incontables artistas en el pasado, entonces el artista sin Dios estará en lucha con su propio regalo, y su regalo estará en guerra con su sociedad, y la sociedad en guerra con su regalo. ¿No es esto lo que observamos a nuestro alrededor, por ejemplo el gran desprecio de los materialistas modernos por todas las artes, bajo la apariencia fingida de respeto?

Si Dios existe, de cualquier forma las preguntas presentadas anteriormente son fácilmente contestadas. Primeramente, el artista está en desacuerdo con la sociedad moderna porque el aliento de Dios dentro de sí mismo, que es su talento, sabe que su sociedad es despreciable entre más irreligiosa sea esta. El hecho de que la sociedad lo apoye aún, sin importar su desprecio, la hace simplemente más despreciable. Como comentó alguna vez Wagner cuando su crecida orquesta se traducía en tener que eliminar una fila de asientos en el teatro, “¿Menos oyentes? ¡Tanto mejor!” En segundo lugar, ¿cómo puede un regalo de Dios que se torna en contra de Él producir algo armonioso o bello? Para que cualquier persona pueda considerar el arte moderno como bello, esta debe de voltear el significado mismo de las palabras: “Bello es feo y feo es bello” (Macbeth) – sin embargo, ¿cuándo tan siquiera un artista moderno ha confundido la fealdad por la belleza en una mujer? Y en tercer lugar, la gente moderna persistirá en revertir el significado de las palabras porque le está haciendo la guerra a Dios y no tiene ninguna intención de dejar de hacerla. “Mejor el turbante turco que la tiara del papa,” decían los Griegos justo antes de la caída catastrófica de Constantinopla de 1453. “Mejor Comunismo que Catolicismo,” dijeron Senadores Americanos después de la Segunda Guerra Mundial, y se les concedió su deseo.

En resumen, Wagner, Gauguin y Maugham así como miles de artistas modernos de todo tipo tienen razón en despreciar nuestra Cristiandad de seis peniques, pero la respuesta no está en hacerle más la guerra a Dios con el arte moderno. La respuesta está en dejar de hacerle la guerra a Dios para darle nuevamente la gloria que se le debe, y colocar a Cristo de regreso en la Cristiandad. ¿Cuánta más fealdad se necesitará para que los hombres vuelvan a la tiara y escojan una vez más al Catolicismo? ¿Les bastara con la Tercera Guerra Mundial? Uno puede dudarlo . . .

Kyrie eleison.

Civilización de Seis Peniques

Civilización de Seis Peniques on noviembre 27, 2010

La vida del pintor Francés, Paul Gauguin (1848–1903), se ha plasmado en una película, una serie de televisión, una ópera y por lo menos en dos novelas. Algo en esa vida debe de hablarle al hombre moderno: el agente de bolsa que pone pan en la mesa para una esposa y cinco pequeños hijos y que lo despilfarra todo para convertirse en un artista revolucionario, rechazando a toda la civilización Occidental en una isla distante en el Pacífico Sur. Pero ¿acaso el final agitado de Gauguin no sugiere que pudo no haber encontrado la solución con la que muchas almas sueñan allí?

Una presentación ficticia de la vida de Gauguin se escribió unos 16 años después de su muerte por un conocido escritor Inglés de la primera mitad del siglo XX, W. Somerset Maugham, quien visitó el Pacífico Sur para reunir de primera mano material para el libro titulado “La Luna y Seis Peniques.” Este título para su novela corta basada en Gauguin suena un poco extraño, pero de hecho va directo a la materia. En 1915 había aparecido la obra maestra de Maugham, “Servidumbre Humana,” una novela básicamente autobiográfica. Una crítica acusaba al héroe del libro de estar “tan ocupado anhelando la luna que nunca vio los seis peniques (pequeña moneda Británica de aquellos tiempos en color plateado) a sus pies.” En otras palabras, Maugham deseaba tanto un ideal inalcanzable que se perdía de una menor pero práctica felicidad al alcance de la mano. Maugham replicó, “Si uno busca en el suelo la pequeña moneda, nunca verá hacia arriba y así se perderá de la luna.” En otras palabras, existen cosas superiores en la vida a las monedas de seis peniques.

El uso del contraste entre la luna y la pequeña moneda para el título de su novela muestra claramente lo que pensaba Maugham de Gauguin. La felicidad normal del agente de bolsa de la clase media y padre de familia es la moneda. El despilfarrarla toda para convertirse en artista es la luna. Ahora que nadie suponga que Maugham aprueba el tirar a la basura la vida y la familia. Maugham presenta al artista Strickland, su Gauguin, como un ser horrorosamente egoísta, de corazón duro y cruel. Sin embargo Maugham también lo presenta como un genio que básicamente estaba en lo correcto al tratar de perseguir su vocación artística, cualquiera que fuese el costo en la felicidad de seis peniques del artista mismo o de aquellos a su alrededor.

En otras palabras, dice Maugham, la vida de la mayoría de las personas en la civilización Occidental de la actualidad es una vida de seis peniques. Pero la vida misma vale de hecho mucho más que seis peniques. En el breve tiempo en que a los hombres se les permite vivir en la tierra existe algo mucho más valioso, a tal punto que en su búsqueda un hombre tiene razón, si así fuese necesario, de arrojar cualquier cantidad de peniques al lodo.

En la vida real Gauguin murió, por lo menos póstumamente, siendo un artista famoso y realizado, pero humanamente murió aún inquieto y rebelde. Maugham reproduce ambos, el genio validado y la humanidad frustrada. Pero ¿ha solucionado Maugham el problema sin resolver de Gauguin? ¿Cómo puede la genialidad y la vida oponerse entre sí, y ambas ser humanas? El problema parece haberse esparcido y arraigado. ¿Existe una solución? Espere el “Comentarios Eleison” de la próxima semana.

Kyrie eleison.

Escape Desesperado

Escape Desesperado on noviembre 20, 2010

Actualmente en exposición en Londres (Tate Modern) se encuentra una exhibición de otro de los grandes maestros del arte moderno – si no existe una contradicción entre los términos “grande” y “moderno” – el Francés Paul Gauguin (1848–1903). Los hombres necesitan de imágenes así como necesitan de una visión, de lo que se trata la vida. Hoy en día, la electrónica ampliamente provee las imágenes, pero en los tiempos de Gauguin los pintores aún tenían un impacto enorme.

Nacido en París en 1848, Gauguin, después de múltiples viajes y ocupaciones, se convirtió a la edad de 23 años en agente de Bolsa, y dos años más tarde se casó con una mujer Danesa que le dio cinco hijos en un periodo de diez años. En ese tiempo la pintura era para él únicamente un hobby para el cual tenía talento, pero después de un intento fallido en 1884 de hacer negocio en la capital de Dinamarca, Copenhague, abandonó a su joven familia durante el año siguiente y regresó a Paris para convertirse en artista de tiempo completo.

En 1888 pasó nueve semanas pintando junto con Van Gogh en Arlés, pero esto terminó tempestuosamente. De regreso en París no estaba ganando dinero suficiente ni reconocimiento, así es que en 1891 zarpó hacia la región de los trópicos, “para escapar de todo lo artificial y convencional.” El resto de su vida, a excepción de un regreso prolongado a París, la pasó en Tahití y las Islas Marquesas, entonces colonias de la Polinesia Francesa en el Pacífico Sur. Ahí es donde produjo la mayoría de las pinturas que le han dado la fama, pero aún continuaba combatiendo a la Iglesia y al Estado, y únicamente su muerte en 1903 previno que tuviera que cumplir una condena de 3 meses en prisión.

Así como Van Gogh, Gauguin comenzó a pintar en el estilo sombrío y convencional propio del arte hacia el fin del siglo 19. Sin embargo, a similitud de Van Gogh y casi al mismo tiempo, los colores se tornaron mucho más brillantes y el estilo mucho menos convencional. De hecho Gauguin fue el fundador del movimiento Primitivista en el arte, y poco tiempo después de su muerte tuvo una influencia considerable en Picasso, artista brillante pero rebelde también. El Primitivismo significaba el retroceder a las fuentes primitivas porque Europa se sentía desgastada. De ahí el retorno a modelos Africanos y Asiáticos, teniendo como ejemplo notable la obra “Les Demoiselles d’Avignon” de Picasso. Fue también por búsqueda del primitivo que Gauguin huyó a Polinesia en 1891, en donde lamentó la intrusión de los misioneros Católicos, y en donde estudio e incluyó en su arte dioses paganos de la mitología que precedió al Catolicismo, inclusive algunas figuras cuasi-demoníacas.

Pero ¿acaso la visión de las pinturas Tahitianas de Gauguin, que seguramente son sus mejores obras, representan una solución viable a los problemas del decadente Occidente que rechazó y dejó atrás? Uno pudiera pensar que no. Aquellas que hoy en día se exhiben en la muestra del Tate Modern son creativas y coloridas, pero los Tahitianos que pinta, en su mayoría mujeres jóvenes, permanecen un tanto aletargados y aburridos. El Tahití de Gauguin puede ser un escape, pero no es una esperanza. Puede ser que Gauguin haya estado en lo correcto acerca del Occidente en decadencia, pero el paraíso terrenal que fabricó en su arte Polinesio lo dejó inquieto y murió aún en rebeldía. Persiste aún un problema que no ha podido resolver.

Es interesante la versión ficticia de su vida relatada por Somerset Maugham, escritor Inglés bien conocido del Siglo XX. Vea el “Comentarios Eleison” de la próxima semana.

Kyrie eleison.