Novísimos

El Pensamiento de Benedicto – III

El Pensamiento de Benedicto – III on julio 23, 2011

Después de estudiar las raíces del pensamiento del Papa Benedicto (CE 209), Mons. Tissier en su tracto La Fe Puesta en Peligro por la Razón,procede a estudiar sus frutos. Si ese pensamiento tiene sus raíces principalmente en el subjetivismo sistemático de Kant (1724–1804), los frutos no pueden ser buenos. ¿Cómo pueden de alguna manera las verdades objetivas de la Fe hacerse intrínsecamente dependientes de la participación o reacciones del creyente subjetivo? El Evangelio, el dogma, la Iglesia, la sociedad, Cristo Rey y los Novísimos serán, uno detrás del otro, heridos de muerte.

Comencemos con el Evangelio. Su valor ya no está en contar los hechos históricos de la vida y la muerte de Nuestro Señor, sino en el poder de su narrativa para evocar los problemas existenciales de nuestro propio tiempo. Por ejemplo el que el mismo cuerpo de Nuestro Señor se hubiera unido con su alma humana para salir de la tumba aquella mañana de Pascua no es importante. Lo que importa es el significado moderno detrás de la narrativa: el amor es más fuerte que la muerte, Cristo continúa viviendo por la fuerza del amor y eso garantiza que nosotros también sobreviviremos por amor. Olvidémonos de la realidad, de los hechos. “Todo lo que necesitas es amor.”

El Dogma necesita de igual manera ser purificado del pasado y enriquecido por el presente. Ahora bien, el filósofo moderno Heidegger enseña que la persona es el que se “auto-supera.” Entonces Cristo fue el hombre que se superó tan completamente, que luchó tan totalmente por el infinito más allá de Él, que se realizó a sí mismo hasta el punto de volverse divino. Así es que el dogma de la Encarnación ya no significa que Dios se hizo hombre, ¡sino que el hombre se convirtió en Dios! Del mismo modo la Redención ya no debe de significar que Jesús pagó a su Padre, con su terrible Pasión, la deuda por todos los pecados de los hombres, sino que por su Cruz amó en sustitución de nosotros a Dios como Dios debe de ser amado, y nos llama a hacer lo mismo. El pecado ha dejado de ser una ofensa moral en contra de Dios, es simplemente un egoísmo, una falta de amor. Por lo tanto la Misa no necesita mas ser un sacrificio, y el sacerdote se torna simplemente en el animador de la celebración comunitaria. No tiene que asombrarnos si Benedicto cree en la misa del Novus Ordo.

En cuanto a la Iglesia, ya que la persona que existe es el valor supremo (ver CE 209) y que todas las personas existen por igual, entonces deshagámonos de una Iglesia con desigualdades jerárquicas, y dejemos de ver en la Iglesia Católica la única Arca de Salvación, ya que los seguidores de cada religión son personas existentes. El ecumenismo tiene que reemplazar todos los esfuerzos misioneros Católicos. Además, al convertir a la persona en valor supremo se disolverá la sociedad, subordinando el bien común a los derechos individuales, y se socavará tanto al matrimonio como a la sociedad poniendo a la compañía mutua del hombre y la mujer por encima de los hijos. En cuanto a Cristo Rey, será destronado al conferirle a cada persona tanta dignidad que el Estado debe de proteger los derechos de esta persona a escoger su propia religión.

Finalmente la muerte, de un castigo, se convierte en un remedio para todos nuestros males. El Juicio Particular significa únicamente una recompensa. El infierno no es más que un estado irrevocable de egoísmo de nuestra alma. El cielo será “una eterna nueva inmersión en el infinito ser” – ¿lo que significa qué? – y así consecutivamente. Aquí tenemos una nueva religión, comenta Mons. Tissier, mucho más cómoda – por lo menos aquí abajo – que la religión Católica.

Kyrie eleison.

El Pensamiento de Benedicto – I

El Pensamiento de Benedicto – I on julio 9, 2011

El “Comentario Eleison” del 18 de Junio prometió cuatro números del “Comentario” que mostrarían lo “desorientado” que está el Papa Benedicto XVI en su “manera de pensar.” De hecho presentan un resumen del precioso tratado acerca de su pensamiento, escrito hace dos años por Mons. Tissier de Mallerais, uno de los cuatro obispos de la Fraternidad de San Pío X. El tracto del obispo, La Fe Puesta en Peligro por la Razón, le llama “sin pretensiones,” pero de hecho expone bien el problema fundamental del Papa – como creer en la Fe Católica de manera tal que no se necesiten excluir los valores del mundo moderno -. El tracto muestra que esa manera de creer necesariamente está desorientada, aún si el Papa de alguna manera aún cree.

Se divide en cuatro partes. Después de una importante Introducción a la “Hermenéutica de la Continuidad” de Benedicto XVI, Mons. Tissier revisa brevemente las raíces filosóficas y teológicas del pensamiento del Papa. En tercer lugar expone sus frutos para el Evangelio, para el dogma, para la Iglesia y la sociedad, para el Reinado de Cristo y para los Novísimos. Concluye con un juicio moderado de la Fe “renovada” del Papa, bastante crítico pero en su totalidad respetuoso. Empecemos con una síntesis de la Introducción:

El problema básico para Benedicto XVI, como para todos nosotros, es el choque entre la Fe Católica y el mundo moderno. Por ejemplo, el ve que la ciencia moderna es amoral, que la sociedad moderna es secular y la cultura moderna multi-religiosa. El especifica que este choque se da entre la Fe y la Razón, entre la Fe de la Iglesia, y la Razón tal como se concibió a partir de la Ilustración del siglo XVIII. Sin embargo, el está convencido de que estas pueden y deben ser interpretadas de manera que se puedan unir armoniosamente. De ahí su participación intensa en el Vaticano II, un Concilio que también intentó reconciliar la Fe con el mundo actual. Mas los Tradicionalistas dicen que el Concilio falló debido a que sus mismos principios son irreconciliables con la Fe. De ahí la “Hermenéutica de la Continuidad” del Papa Benedicto, un sistema de interpretación para demostrar que no existe ruptura entre la Tradición Católica y el Vaticano II.

Los principios de la “hermenéutica” de Benedicto se remontan a un historiador Alemán del siglo XIX, Wilhelm Dilthey (1833–1911). Dilthey sostenía que debido a que las verdades se presentan en la historia, pueden ser entendidas únicamente en su historia, y las verdades humanas no pueden ser entendidas sin el involucramiento del sujeto humano contemporáneo en esa historia. Así es que para trasladar la esencia de las verdades pasadas al presente, uno necesita quitarle todos los elementos que pertenezcan al pasado, hoy en día irrelevantes, y reemplazarlos con elementos de importancia para el presente que se vive. Benedicto aplica a la Iglesia este doble proceso de purificación y enriquecimiento. Por una parte la Razón necesita purificar a la Fe de sus errores pasados, por ejemplo su absolutismo, mientras por otra parte la Fe necesita lograr que la Razón modere sus ataques a la religión y recuerde que sus valores humanos, libertad, igualdad y fraternidad, se originaron todos en la Iglesia.

El gran error del Papa en esto es que las verdades de la Fe Católica, sobre las cuales se fundó la civilización Cristiana y sobre las cuales sus restos débiles aún descansan, tienen sus orígenes de ninguna manera en la historia humana sino en el seno del Dios inmutable. Son verdades eternas, desde la eternidad, para la eternidad. “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán,” dice Nuestro Señor (Mateo XXIV,35). Ni Dilthey ni, aparentemente, Benedicto XVI puede concebir verdades más allá de la historia humana y por encima de todo su condicionamiento.

Si el Papa piensa que al hacer dichas concesiones a la Razón sin fe, atraerá a sus adeptos hacia la Fe, que lo piense de nuevo. ¡Simplemente despreciaran a la Fe aún más! En el próximo número, las raíces filosóficas y teológicas del pensamiento de Benedicto.

Kyrie eleison.