Hermanas Asediadas
Hermanas Asediadas on mayo 1, 2010
Dos Hermanas que dan clases en la misma escuela para niñas me escribieron recientemente, una de ellas casi intimidada, la otra esperanzada. No hay duda de que la Hermana Intimidada también tiene esperanza, mientras que la Hermana Esperanzada también está intimidada, esto debido a que los Católicos deben cerrar sus ojos para no quedar intimidados por la suave apostasía que sigilosamente nos aprieta cada vez más y más, mientras que tienen que estar perdiendo su Fe para perder la Esperanza que la acompaña.
La Hermana Intimidada escribe, “El mundo agarra a nuestras niñas fuertemente.” Habiendo estado ausente de su propio país durante tres años, cuando volvió encontró que “El cambio en la mentalidad de nuestras niñas es perceptible. Luchamos por mantener principios y buenas costumbres.” Créanme, esta escuela está rodeada y apoyada por padres de familia Católicos adheridos a la Tradición, tiene una inscripción en constante aumento y muchos padres realizan serios sacrificios para asegurar que sus hijas recibirán su enseñanza en ella. Sin embargo, he aquí una Hermana que nos habla desde adentro de algo otro que está en constante aumento, y es la mentalidad problemática de las niñas.
Esto se debe a que toda nuestra sociedad Occidental se está apartando de Dios y porque el hombre, como decía Aristóteles, es un animal social y no solamente individuo o familiar. Por lo tanto un niño o una niña puede tener padres buenos, una familia buena, hasta una escuela buena, pero si la sociedad fuera de casa y de la escuela no comparte los valores Católicos por los que se lucha en el interior, entonces los niños y las niñas, especialmente a partir de la adolescencia, sentirán el empuje anti-Católico y estarán sometidos a una mayor o menor presión para “dejarse llevar por la corriente.” Hoy en día esa presión es severa, hasta el punto de intimidar a la Hermana buena, porque cualquier buen educador actualmente se siente como si estuviera parado a la orilla del mar, intentando impedir que la marea suba. Pero por lo menos la Hermana tiene sus ojos bien abiertos y no se engaña a sí misma al pensar que la educación de las niñas solucionará todos sus problemas, así como los padres pueden estar tentados a pensar.
Sin embargo, no hay duda que también comparte el optimismo relativo de la Hermana Esperanzada, quien me cuenta en su carta que cuando las niñas montan una obra de teatro en la escuela, la gente que viene de afuera “se admira de que las niñas puedan memorizar líneas y líneas, y también de que el resto de las alumnas que asisten al espectáculo miran y escuchan, en lugar de jugar con sus teléfonos celulares.” Continúa diciendo que “Cuando escuchas comentarios de ese tipo, te das cuenta de lo que se ha podido lograr, sin saber cómo, y puedes dar las gracias por ello.”
En pocas palabras, como Santa Juana de Arco decía, corresponde a nosotros dar la batalla y a Dios dar la victoria. La Providencia nos reparte una mano de cartas que puede no siempre gustarnos, pero depende de nosotros el jugar lo mejor que podamos. Me recuerda también de la respuesta intrépida que le dio Evelyn Waugh a una mujer que se quejaba de que él era muy malo aún siendo Católico. “Señora,” respondió, “Usted no tiene idea de lo inmensamente más malo que yo sería si no fuese Católico. Sin la ayuda sobrenatural, difícilmente sería un ser humano.”
Kyrie eleison.