Gracia

La Verdad Libera

La Verdad Libera on diciembre 11, 2010

El argumento de los últimos tres números de “Comentarios Eleison” (175 – 177), ha sido no más que motivado por el pintor Francés Paul Gauguin (1848–1903), ya que él no es de ninguna manera el peor de los artistas modernos. Dicho argumento no ha sido que Dios existe, por lo que el arte moderno es mera tontería. Más bien el argumento se centra en que el arte moderno es tontería, por lo tanto Dios existe. Existe una importante diferencia aquí entre descender de la causa al efecto y ascender del efecto a la causa.

Si parto de la existencia de Dios como un hecho y razono desde ahí hasta, por ejemplo, la maldad del arte moderno, la música moderna, las producciones modernas de ópera, etc., primeramente Dios y su existencia no son en sí probadas, y en segundo lugar su religión puede parecer caer sobre nosotros como un cepo a nuestra libertad. Ahora soy yo, y sea lo que yo sea, yo quiero ser libre de escoger el arte que me gusta. Pero aquí viene el Policía de Tránsito supuestamente del Cielo ¿para poner un cepo a esa libertad? ¡No, gracias!

Si por el contrario comienzo de mi propia experiencia del arte moderno, estoy arrancando de lo que directamente sé. Y si mi experiencia de esto es, honestamente, no satisfactoria – no es necesariamente el caso, pero en caso de que así sea – entonces puedo comenzar a cuestionarme porque me siento tan intranquilo frente a aquellos artistas modernos sumamente elogiados. Escucho nuevamente los elogios. Aún no estoy convencido. ¿Por qué no? Porque el arte moderno es feo. Y ¿qué tiene de malo su fealdad? Que carece de belleza. Y si continúo ascendiendo a través de la belleza de, por ejemplo, paisajes o mujeres como se retratan en las piezas de arte, a su belleza en laNaturaleza, a una armonía de partes que se entrelazan a través de toda la creación, mis pensamientos, surgiendo de mi experiencia personal, han hecho una ascensión importante hacia el Creador.

En este último caso El ya no lleva semejanza al policía de tránsito con cepo para las llantas de nuestro automóvil. Por el contrario, lejos de limitar nuestra libertad, parece dejarnos a los seres humanos el libre albedrío para que proclamemos la fealdad por todos lados y para que creemos un mundo sumido en el caos. Tal vez tiene la esperanza de que la fealdad se torne lo suficientemente horrible como para hacernos volver nuestros pensamientos hacia la Verdad y la Bondad. En este punto su religión no parece más un cepo externo a nuestra libertad interna, sino una ayuda de todo lo bueno que tengo en mi para liberarlo de todo lo malo, porque a menos de que yo sea orgulloso tengo que admitir que no todo en mi interior está bien ordenado y en armonía.

En aquel momento la gracia sobrenatural ya no se concibe como una clase de policía que aplasta mi naturaleza por detrás para controlar por fuerza cualquier cosa que yo haga. Por el contrario me parece ser una muy buena amiga que, si lo deseo, permitirá que lo mejor de mí se libere de lo peor, o por lo menos que luche por ello.

Una fuerza motriz detrás del Vaticano II y de la religión Conciliar ¿no fue, y no es aún, el ampliamente compartido sentido de que la Tradición Católica juega el papel de una clase de policía insoportable, como si todos los impulsos naturales fuesen malos? Si, los impulsos de mi naturaleza caída son malos, pero existe necesariamente bondad en nuestra naturaleza abajo del mal, y a esto bueno debe permitírsele respirar, porque desde nuestro interior se sincroniza perfectamente con la verdadera religión de Dios que viene desde fuera de nosotros. Si no, fabrico una falsa religión a partir de mis malos impulsos – como el Vaticano II.

Kyrie eleison.

Cueva Bendita

Cueva Bendita on octubre 16, 2010

¡Cuán absurdo es el separar la gracia de la naturaleza! ¡Las dos están hechas una para la otra! ¡Mucho más absurdo es el concebir a la gracia como si esta le hiciera la guerra a la naturaleza! Le hace la guerra al abatimiento de nuestra naturaleza caída, pero no a la naturaleza misma que proviene de Dios, que subyace en ese abatimiento. Por el contrario, la gracia existe para sanar esa naturaleza subyacente a su abatimiento y caídas, para elevarla a alturas divinas para tomar parte de la naturaleza misma de Dios (II Pedro I, 4)

Ahora, la naturaleza sin la gracia puede conducir a la Revolución, pero la naturaleza desdeñosa de la gracia dirige a una falsa “espiritualidad,” por ejemplo al Jansenismo, que también conduce a la Revolución. La gravedad de este error Protestante, el cual sitúa a la gracia en contra de la naturaleza en lugar de en contra del pecado, se me vino a la mente después de un paseo de siete días a Italia en el cual tuve la oportunidad de visitar cuatro sitios montañosos a los cuales cuatro grandes Santos medievales, todos en el Breviario y el Misal, huyeron para estar cerca de Dios – en la naturaleza. Ellos fueron, en orden cronológico, San Benedicto (fiesta el22 de Marzo, Subiaco), San Romualdo (7 de Febrero, Camaldolo), San Juan Gualberto (12 de Julio, Vallombrosa) y San Francisco de Asís (4 de Octubre, la Verna).

De Camaldoli y Vallombrosa, en las alturas de las montañas alrededor de Florencia, dos Órdenes monásticas recibieron su nombre y origen en el siglo XI. En la Verna, en las alturas de los Apeninos Toscanos, San Francisco recibió los estigmas en 1224. Las tres ubicaciones tienen hoy en día un relativamente fácil acceso en autobús o en auto, pero aún están rodeadas por bosque salvaje y están lo suficientemente sobre el nivel del mar que seguramente son tremendamente fríos durante el invierno. Ahí es donde estos Santos huyeron para estar en comunión con Dios, lejos del confort de las ciudades con sus “masas locas,” bastante locas aún en las pequeñas ciudades de esos días.

Tal vez el sitio que más me impacto fue Subiaco, a una hora de viaje en auto al este de Roma, en donde San Benedicto, siendo un joven, paso tres años en una cueva ubicada en un lado de la montaña. Nacido en el 580 A.C., siendo estudiante dejó la corrupción de Roma y huyó a las montañas a la edad de 20 años, algunos dicen que ¡a los 14! – si así fue, ¡vaya adolescente! A partir de los años 1200 A.C., un monasterio a gran escala comenzó a anidarse a unlado de la montaña, alrededor del sitio que este joven convirtió en sagrado. Aún al día de hoy uno puede adivinar lo que encontró ahí en su búsqueda de Dios: nubes y cielo arriba, el torrente susurrando en el valle mucho más bajo, nada más que bosque salvaje en la parte opuesta de la montaña al frente, y por compañía a nadie sino a las aves revoloteando de aquí para allá en el empinado precipicio . . . solo con la Naturaleza . . . la Naturaleza de Dios . . ., ¡sólo con Dios!

Tres años, solo con Dios . . . esos tres años le permitieron a un joven Católico apoderarse de su alma, con Cristo, en la Naturaleza, de tal manera que su famosa Regla Benedictina hizo que el colapsado imperio Romano mutara a una Cristiandad floreciente, hoy en día colapsándose como “civilización Occidental.” ¿En dónde están los jóvenes Católicos de hoy en día que apoderándose nuevamente de sus propias almas, con poseer de nuevo, con Cristo, su naturaleza,salvarán la Cristiandad?

Madre de Dios, ¡inspira a nuestros jóvenes!

Kyrie eleison.

Temor Navideño

Temor Navideño on diciembre 26, 2009

Así es que el Día de Navidad ha llegado y se ha ido una vez más, recordándonos el gozo inmenso que Nuestro Señor trajo al mundo entero a través de Su Encarnación y Nacimiento, pero especialmente a su Madre. Por fin ella lo abraza seguro en sus brazos en donde tiende a Él como cualquier madre humana, pero en donde ella también le adora como su Dios. ¡Ay, Dios mío!, cualquiera que tenga la mínima noción de la religión ¿no puede lamentarse de cómo el mundo a nuestro alrededor se aprovecha del gozo, pero en gran medida se olvida del Dios?

A este respecto, el gozo de la Navidad hoy en día se asemeja a la sonrisa del “Gato Rizón” de “Alicia en el País de las Maravillas,” especialmente en las naciones capitalistas (pero Pío XI observaba ya en 1931 que el capitalismo se estaba extendiendo a través del mundo – encíclica “Quadragesimo Anno,” 103 -104). Los lectores de esta obra literaria recordarán como la sonrisa del Gato aún podía ser vista cuando el resto del Gato ya había desaparecido. La substancia puede irse, pero los efectos permanecen, a lo menos por algún tiempo. La creencia en el Divino Niño está siendo disuelta constantemente, gracias, especialmente, al Vaticano II; sin embargo, el gozo navideño permanece. Esto es debido en parte a que Dios, en su suprema generosidad, conmemora cada año el Nacimiento de su Hijo entre los hombres con un caudal de gracias actuales a las cuales muchas almas responden siendo más gentiles de lo que usualmente son en cualquier otra temporada del año. Pero también se da este gozo por el simple hecho de que a la gente le gusta gozar, lo cual es poco fiable.

Porque, mientras la adoración verdadera de Dios sigue despareciendo y con ella cualquier entendimiento de lo que la venida del Salvador significó, es decir la posibilidad de entrar a nuestra felicidad eterna. Así el gozo de la Navidad está siendo reducido al comercialismo y la parranda que todos conocemos. La sonrisa no podrá sobrevivir al Gato indefinidamente. Aún los sentimientos más gozosos no podrán sobrevivir indefinidamente sin su objeto. Si Jesucristo no es Dios, por lo menos el real y único Salvador de la humanidad, ¿por qué habríamos entonces de sentir gozo por su nacimiento? Gusto muchísimo de mis sentimientos gozosos, pero si están basados en sí mismos, tarde o temprano se colapsarán, dejando tras ellos únicamente un sabor amargo de desilusión. Puede ser que me encanten los sentimientos de Navidad, pero si estoy reaccionando a mis emociones en lugar de lo en que éstos están basados, me estoy encaminando a uno u otro colapso de mis emociones.

He aquí la diferencia entre sentimentalismo y sentimientos. Nuestro Señor estaba lleno de sentimientos, cuando por ejemplo se encontró con la viuda de Naim, afligida por la muerte de su único hijo que estaba siendo llevado a la tumba (Lucas, VII, 11–15), pero no había en Él ni siquiera la mínima sentimentalidad (ni, digo yo, en el “Poema del Uomo-Dio”), porque Nuestro Señor nunca buscaba los sentimientos por sí mismos. Sus sentimientos siempre estuvieron basados directamente en un objeto real, por ejemplo la pena de la viuda, lo que en su mente forjó una imagen vívida de cómo sería la desolación de su propia Madre cuando Él mismo sería cargado a la tumba.

El subjetivismo es la plaga de nuestros tiempos. Según eso, un hombre rechaza la realidad objetiva para poder entonces re-estructurarla como a él le gusta subjetivamente dentro de sí mismo. El subjetivismo es el corazón y el alma del neo-modernismo que hoy en día está desolando a la Iglesia. Y el subjetivismo, al cortar la relación entre la mente y el objeto exterior, necesariamente engendra sentimentalismo en el corazón, porque saca del corazón todo objeto externo que pueda servir como base de sus sentimientos. La Navidad de los capitalistas terminará siendo disuelta por el sentimentalismo. O los hombres regresan al Dios verdadero, a Nuestro Señor Jesucristo y a la verdadera importancia de su Nacimiento, o el colapso de algunos de nuestros sentimientos más gozosos, los de la Navidad, se ponen en riesgo al dejar lo poco que queda de la “Civilización Occidental” con un motivo más como fundamento de esta amargura que está empujándola a su suicidio.

Kyrie eleison.

Delincuencia sin Semejanza – II

Delincuencia sin Semejanza – II on noviembre 28, 2009

“Comentarios Eleison” de la semana pasada se comprometió a demostrar que el Vaticano II fue diseñado para invalidar los sacramentos de la Iglesia introduciendo Ritos sacramentales cuya deliberada ambigüedad corrompería, en el largo plazo (“después de 50 años,” comentaba el Cardenal Lienart en su lecho de muerte), la Intención sacramental indispensable de los Ministros. Pero el Vaticano II tendrá que esperar hasta la próxima semana. Esta semana necesitamos analizar con detenimiento el mecanismo de la intención humana para poder entender que el Ministro sacramental necesita tener en su cabeza una idea fundamentalmente sana de lo que la Iglesia es y hace.

Cuando un ser humano tiene la intención de algo, o pretende lograr alguna meta, necesita primero tener en su cabeza la idea de la meta que quiere alcanzar. De hecho, nadie puede perseguir una meta sin tener en principio la idea de ésta en su cabeza, y se puede perseguir esta meta solamente a través de la idea que se tiene de la misma. Pero las ideas dentro de la cabeza de una persona pueden o no corresponder a la realidad que impera fuera de su cabeza. Si su idea corresponde a la realidad, puede entonces alcanzar su meta. Si no corresponde, puede alcanzar su idea pero no alcanzará su meta.

Tomemos por ejemplo un padre de familia que tiene la intención de hacer felices a sus hijos, pero cuya idea de cómo lograr esto es a través de relajar toda clase de disciplina en su casa. ¡Dios mío!, la indisciplina hace a los niños infelices, no felices, así es que cuando el papá relaja la disciplina, logra dicha relajación pero no la felicidad de los pequeños. Él alcanzó su idea pero no alcanzó la realidad, porque su idea estaba desconectada de la realidad.

Ahora, para que un sacramento sea válido, el Ministro (obispo, sacerdote o laico) debe tener la intención de “hacer lo que la Iglesia hace,” como fue explicado la semana pasada, para lograr poner su acción instrumental debajo de la acción primordial de Dios, única fuente de toda gracia sacramental. Así es que antes de que él administre el sacramento, tiene que tener una idea de lo que “la Iglesia hace,” lo que requiere una idea previa de lo que la Iglesia es. Por lo tanto, si sus ideas de lo que la Iglesia es y hace no corresponden a las realidades Católicas, ¿cómo puede tener la intención de hacer lo que la Iglesia verdadera hace, y por lo tanto, cómo puede administrar sacramentos verdaderos? Si por ejemplo este Ministro cree verdaderamente que la Iglesia es una clase de “Club para Creyentes Sentimentalistas,” o que la Misa es el picnic de esa comunidad y el Bautismo el rito de iniciación para pertenecer a este Club, puede entonces alcanzar su objetivo de realizar el picnic o la iniciación, pero lo que realizará nunca podrá ser una Misa o un Bautismo Católico.

Ahora bien uno podria objectar que tiene un ministro semejante la intención implícita de “hacer lo que la Iglesia hace y siempre ha hecho,” pero su Intencion sacramental no sale necessariamente valida. Por ejemplo, de acuerdo a la “hermenéutica (interpretación) de la continuidad” que reina desde ahora dentro de la Nueva Iglesia, no tiene que verse ninguna ruptura entre la Iglesia Católica y la Nueva Iglesia, ni entre la Santa Misa y el picnic; sólo tiene que existir ¡un desarrollo armónico! Así es que la intención de celebrar la Santa Misa excluyendo el picnic, o la de disfrutar del picnic excluyendo a la Santa Misa, serían la misma intención, supuestamente de realizar ¡”Misapicnics”! Dicha “hermenéutica” puede reconciliar cosas que son, en realidad, ¡irreconciliables! Pero, ¿puede alguien que tenga esta “hermenéutica” en su cabeza, realizar sacramentos en realidad válidos? Como dicen los Norteamericanos “¡Ve tu a saber!” Sólo Dios sabe.

Esta manera de pensar es la razón por la cual existe una confusión casi sin esperanza en la Iglesia de hoy. ¿Qué se necesitará para que los sacerdotes vuelvan a ver a los gatos como gatos y no como perros, y a reconocer a los perros como perros y no como gatos? ¡O un milagro sobrenatural o un cataclismo natural!

Kyrie eleison.

Delincuencia sin Semejanza – I

Delincuencia sin Semejanza – I on noviembre 21, 2009

Para hacer resaltar una vez más la delincuencia sin semejanza del Concilio Vaticano Segundo (1962–1965), dos semanas no serán demasiadas para responder a la objeción razonable de un lector al argumento de “Comentarios Eleison” de hace tres semanas (31 de octubre). Dicho argumento sostenía que los Ritos sacramentales de la Iglesia Conciliar, introducidos por el post-Concilio, son de tal naturaleza que a largo plazo invalidarán los sacramentos de la misma, debido a que fueron diseñados para que a través de su ambigüedad puedan erogar la Intención sacramental del Ministro (sea obispo, sacerdote o laico), sin la cual no puede haber sacramento.

El lector se objetó tomando como base la enseñanza clásica de la Iglesia que dice que las fallas personales del Ministro sacramental, aún su falta de Fe, pueden ser compensados por la Fe de la Iglesia en cuyo nombre él está suministrando el sacramento (cf. Summa Theologiae, 3a, LXIV, 9 ad 1). Siendo así – un ejemplo clásico – un Judío que no posee en lo más mínimo la Fe Católica puede, sin embargo, válidamente bautizar a un amigo en su lecho de muerte siempre y cuando el Judío sepa que la Iglesia Católica realiza algo cuando bautiza, y tenga la intención de realizar esa misma cosa que la Iglesia realiza. Esta Intención de hacer lo que la Iglesia hace lo demuestra al pronunciar las palabras y al hacer las acciones establecidas en el Rito de la Iglesia para el sacramento del bautismo.

Por lo tanto, argumentaba nuestro lector, la Iglesia Conciliar puede haber corrompido la fe del Ministro Católico, pero la Iglesia Eterna compensará cualquier falta de su fe, y los sacramentos que él administre seguirán siendo válidos. Para lo cual, la primera parte de la respuesta a la objeción es que si los Ritos sacramentales de la Iglesia Conciliar atacaran únicamente la fe del Ministro, la objeción sería válida, pero si también socavan su Intención sacramental, entonces no habrá sacramento alguno.

Otro ejemplo clásico debería de dejar este asunto muy en claro. Para que el agua fluya a través de una tubería de metal, sin importar si la tubería está hecha de oro o de plomo, ésta necesita estar conectada a la llave del agua, cualquiera que sea el caso. El agua es la gracia sacramental. La llave es la fuente principal de esa gracia, Dios per se. La tubería es el instrumento, llamado el Ministro sacramental, a través de cuyas acciones la gracia del sacramento fluye de Dios. El oro o el plomo representan la santidad o falta de santidad del Ministro. Por lo tanto, la validez del sacramento no depende de la fe personal o de la falta de fe del Ministro, pero si depende de que él se conecte a la fuente principal de la gracia sacramental que es Dios.

Esta conexión la realiza precisamente con la Intención de hacer lo que la Iglesia hace. Por medio de esa Intención se pone como instrumento en las manos de Dios para que Dios vierta la gracia sacramental a través de él. Sin esa Intención Sacramental él y su fe pueden ser de oro o de plomo, pero estara desconectado de la llave. Falta por demostrar la semana que entra cómo el Vaticano II fue diseñado para poder corromper no solo la fe del Ministro, sino también cualquier Intención sacramental que éste pudiera tener.

Kyrie eleison.