liberalismo

La Infalibilidad de La Iglesia – V

La Infalibilidad de La Iglesia – V on mayo 31, 2014

El liberalismo es la guerra a Dios y es la disolución de la verdad. Dentro de la Iglesia de hoy en día lisiada por el liberalismo, el sedevacantismo es una reacción comprensible pero sin embargo atribuye a la autoridad demasiado poder por sobre la verdad. El mundo moderno ha perdido la verdad natural, más aún la verdad sobrenatural, y aquí está el corazón del problema.

Para nuestros propósitos podríamos dividir toda la enseñanza Papal en tres partes. En primer lugar, si el Papa enseña como Papa, sobre Fe o moral, definitivamente y como para obligar en conciencia a todos los Católicos, entonces tenemos su Magisterio Extraordinario (ME para acortar), necesariamente infalible. En segundo lugar, si él no compromete todas las cuatro condiciones pero enseña en conformidad con lo que la Iglesia ha enseñado siempre y en todo lugar, y ha impuesto a los Católicos para que crean, entonces él está participando de lo que es llamado el “Magisterio Ordinario Universal” (MOU para acortar) de la Iglesia, también infalible. En tercer lugar, tenemos el resto de su enseñanza que, si no está en línea con la Tradición, no solamente es falible sino falsa.

A esta altura debería ser claro que el ME es al MOU como la capa de nieve es a la montaña. La capa de nieve no hace a la cima de la montaña, meramente la hace más visible. ME es a MOU como el sirviente es al amo. ME existe para servir al MOU volviendo claro de una vez y por todas lo que pertenece al MOU y lo que no pertenece. Pero lo que hace que el resto de la montaña sea visible, por así decirlo, es que se puede rastrear hacia atrás, hasta Nuestro Señor y sus Apóstoles, en otras palabras, la Tradición. Esa es la razón por la cual cada definición de ME debe esforzarse para demostrar que lo que está siendo definido siempre fue previamente parte de la Tradición. Fue montaña antes que ésta fuera cubierta por la nieve.

A esta altura también debería ser claro que la Tradición le dice a los Papas que enseñar, y no a la inversa. He aquí la base sobre la cual Monseñor Lefebvre fundó el movimiento Tradicional, no obstante es la misma base que, con todo debido respeto, los liberales y los sedevacantistas fallan en asir. Simplemente lean en el Evangelio de San Juan cuan a menudo Nuestro Señor mismo, como hombre, declara que lo que El está enseñando proviene no de El mismo sino de su Padre, por ejemplo: “Mi doctrina no es mía, sino del que me envió” (VII,16), o, “Yo no he hablado por Mí mismo, sino que el Padre, que me envió, me prescribió lo que debo decir y enseñar” (XII,49). Por supuesto nadie en la tierra está más autorizado que el Papa para decirle a la Iglesia y al mundo lo que está en la Tradición, pero él no pue de decirle a la Iglesia o al mundo que hay en la Tradición lo que no hay. Lo que hay en la Tradición es objetivo, ahora de 2,000 años de edad, está por arriba del Papa y le establece límites a lo que el Papa puede enseñar, tanto como el precepto del Padre establecía límites a lo que Cristo como hombre enseñaría.

Entonces, ¿cómo pueden liberales y sedevacantistas a la par reclamar, en efecto, que el Papa es infalible aún fuera de ambos, ME y MOU? Porque ambos exageran el valor de la autoridad en relación a la verdad y entonces ellos no ven más a la autoridad de la Iglesia como el sirviente sino como el amo de la verdad. ¿Y porqué es ello? Porque ambos son hijos del mundo moderno donde el Protestantismo ha desafiado a la Verdad y el liberalismo desde la Revolución Francesa ha estado disolviendo la verdad objetiva. Y, si ya no hay más ninguna verdad objetiva, entonces por supuesto la autoridad puede decir cualquier cosa, lo cual es lo que observamos todo alrededor nuestro, y no queda nada para parar a un Pablo VI o a un Monseñor Fellay de devenir más y más arbitrarios y tiránicos en el proceso.

Santa Madre de Dios, obtén para mí amar, discernir y defender esa Verdad y ese orden provenientes del Padre, ambos sobrenaturales y naturales, a los cuales tu propio Hijo estaba sujeto como hombre, “hasta la muerte y muerte de Cruz.”

Kyrie eleison.

La Infalibilidad de La Iglesia – III

La Infalibilidad de La Iglesia – III on mayo 17, 2014

Las alocadas palabras y actos del Papa Francisco están al presente conduciendo hacia al sedevacantismo a muchos Católicos creyentes, lo cual es peligroso. La creencia que los Papas Conciliares no han sido y no son Papas puede comenzar como una opinión, pero demasiado a menudo uno observa que la opinión se convierte en un dogma y luego en una artimaña mental acorazada. Pienso que las mentes de muchos sedevacantistas se cierran porque la crisis sin precedente del Vaticano II ha causado a sus mentes y a sus corazones católicos una agonía que halló en el sedevacantismo una solución simple, y ellos no tienen ningún deseo de re-abrir la agonía re-abriendo la cuestión. Así que ellos absolutamente hacen cruzada para que otros se les unan en su simple solución y, haciendo tal cosa, muchos de ellos – no todos – terminan desplegando una arrogancia y una amargura que no son signos ni frutos de un verdadero Católico.

Ahora bien, estos “Comentarios” se han abstenido de proclamar con certeza que los Papas Conciliares hayan sido verdaderos Papas, pero al mismo tiempo han argumentado que los argumentos sedevacantistas de costumbre no son ni concluyentes, ni obligan en conciencia a los Católicos, como algunos sedevacantistas quisieran hacernos creer. Retornemos a uno de sus más importantes argumentos el cual es de la infalibilidad Papal: los Papas son infalibles. Ahora bien, los liberales son falibles y los Papas Conciliares son liberales. Por consiguiente no son Papas.

A esto uno puede objetar que un Papa es ciertamente infalible solamente cuando él compromete las cuatro condiciones del Magisterio Extraordinario de la Iglesia, enseñando 1 como Papa, 2 sobre la Fe o la moral, 3 definitivamente, 4 obligando en conciencia a todos los Católicos. Después de lo cual los sedevacantistas y liberales a la par replican que la enseñanza de la Iglesia es que el Magisterio Ordinario Universal es también infalible, entonces – y aquí está el punto débil en su argumento – siempre que el Papa enseña solemnemente aún fuera de su Magisterio Extraordinario, él debe también ser infalible. Ahora bien, la enseñanza liberal Conciliar es solemne. Por consiguiente debemos devenir o bien liberales o bien sedevacantistas, dependiendo por supuesto en quien está esgrimiendo este mismo argumento.

Pero lo que distingue la enseñanza que pertenece al Magisterio Ordinario Universal de la Iglesia no es la solemnidad con la cual el Papa enseña fuera del Magisterio Extraordinario, sino si lo que él está enseñando corresponde o no a lo que Nuestro Señor, Sus Apóstoles y virtualmente todos sus sucesores, los obispos de la Iglesia Universal, han enseñado en todos los tiempos y en todos los lugares – en otras palabras, si corresponde a la Tradición. Ahora bien, la enseñanza Conciliar (ejemplo libertad religiosa y ecumenismo) está en ruptura con la Tradición. Por consiguiente los Católicos hoy en día no están obligados de hecho a devenir o liberales o sedevacantistas.

Sin embargo, tanto liberales como sedevacantistas perseveran en su exageración de la infalibilidad Papal por razones que no carecen de interés, pero esa es otra historia. De cualquier manera no se entregan fácilmente, y así es que retornan con otra objeción que merece ser respondida. Ambos dirán que argumentar que la Tradición es lo que distingue al Magisterio Ordinario es montar un círculo vicioso. Porque si la autoridad enseñante de la Iglesia, o Magisterio, existe para decir lo que es doctrina de la Iglesia, como lo hace, entonces ¿cómo puede la doctrina católica decir al mismo tiempo lo que es Magisterio? O bien el maestro autoriza lo que se enseña o bien lo que se enseña autoriza al maestro, pero no pueden ambos al mismo tiempo autorizarse mutuamente. Así que argumentar que la Tradición que se enseña autoriza al Magisterio Ordinario que está enseñando, está equivocado, y entonces el Papa es infalible no solamente en su enseñanza Extraordinaria, y entonces debemos devenir sea liberales sea sedevacantistas, ellos concluyen.

El porqué no hay círculo vicioso debe esperar hasta la próxima semana. Es tan interesante como el porqué ambos sedevacantistas y liberales caen en el mismo error sobre la infalibilidad.

Kyrie eleison.

Humanizacion Fatal

Humanizacion Fatal on febrero 22, 2014

Algunos Católicos que sostienen que la Sede Apostólica está vacante, protestan firmemente contra los recientes números de estos “Comentarios” pues parecen poner al mismo nivel la herejía universal del liberalismo y la opinión particular del sedevacantismo. Pero, mientras que estos “Comentarios” constantemente atacan la plaga del liberalismo, con seguridad ellos últimamente no han hecho más que argumentar que nadie está obligado a ser sedevacantista, lo cual, considerando qué trampa esterilizante prueba ser el sedevacantismo en algunos casos, es, con seguridad, una toma de posición bien moderada.

Sin embargo, estos “Comentarios” sí mantienen que el sedevacantismo, aunque admirable como un esfuerzo para combatir al liberalismo, es a lo mucho un medio inadecuado para hacerlo porque comparte con los liberales uno de sus errores básicos, a saber, la exageración de la infalibilidad papal. En su meollo, este error nos lleva al corazón de la crisis sin precedente de la Iglesia hoy en día, razón por la cual estos “Comentarios” insistirán en la cuestión, al tiempo de pedir perdón a algunos lectores indebidamente aburridos u ofendidos. La Iglesia toda está en juego y no solamente las sensibilidades de estos o aquellos de sus miembros.

El meollo de este error es la humanidad dando la espalda lenta pero seguramente a lo largo de los últimos 700 años, a Dios, a Su Hijo y a Su Iglesia. En el pico de la Edad Media, los Católicos tenían una Fe clara y fuerte, asiendo la unicidad y exclusividad del Dios objetivo y Su Verdad sin contradicción. Dante no tuvo problema en poner a Papas en su Inferno. Pero a medida que, a lo largo de los siglos, el hombre se puso a sí mismo más y más como el centro de las cosas, así Dios perdió su trascendencia absoluta por encima de todas las criaturas y la verdad se volvió más y más relativa, ya no a la autoridad de Dios, sino, en cambio, a la del hombre.

Dentro de la Iglesia, tomen por ejemplo la 13era de las 17 “Reglas para sentir con la Iglesia” del famoso libro de San Ignacio de Loyola Ejercicios Espirituales, alabado por innumerables Papas desde entonces y sin duda responsable de ayudar a salvar millones de almas. Ignacio escribe: “Para que en todas las cosas lleguemos a la verdad, debemos mantener el principio de creer que lo blanco que yo veo es negro, si la Iglesia Jerárquica así lo determina.” Tal posición podría apoyar la autoridad de los hombres de Iglesia a corto plazo, pero, ¿no corrió el grave peligro de separarla de la verdad a largo plazo?

Porque ciertamente, al final del siglo 19no, el liberalismo se hizo tan fuerte que la Iglesia tuvo que reforzar su propia autoridad por la Definición en 1870 de su Magisterio, operando con todo su poder, a saber: siempre que 1) un Papa 2) define 3) un punto de Fe o de moral 4) de tal manera que obliga en conciencia a toda la Iglesia. Pero pensando demasiado humanamente desde entonces, demasiados Católicos en lugar de relacionar este Magisterio Extraordinario a Dios y a la inmutable Verdad del Magisterio Ordinario de la Iglesia, han tendido a prestar a la persona humana del Papa una infalibilidad que proviene de Dios y que pertenece sólo a Dios. Este proceso humanizante generó una infalibilidad cada vez más excesiva, que casi inevitablemente resultó en el disparatado reclamo de Pablo VI de estar capacitado para remodelar la Tradición de la Iglesia en nombre de un “Solemne Magisterio Ordinario.” La gran mayoría de los Católicos le permitieron salirse con la suya y hasta el día de hoy una masa de ellos están haciéndose liberales día a día siguiendo a los Papas Conciliares mientras que una pequeña minoría de Católicos están impulsados a negar que aquellos responsables de la locura Conciliar puedan ser, en alguna manera, Papas.

Finalmente, personalmente tengo respeto por muchos sedevacantistas, en la medida que ellos creen en la Iglesia y están desesperados por encontrar una solución a un problema infinitamente serio de la Iglesia. Pero, en mi opinión, ellos necesitan mirar más alto y más profundo – la infinita altura y profundidad de Dios mismo.

Kyrie eleison.

Padre Rioult – I

Padre Rioult – I on noviembre 30, 2013

¿Por qué razón no tuvo lugar un levantamiento de los sacerdotes de la Fraternidad San Pío X cuando sus Superiores perdieron el agarre en la doctrina católica, lo que provocó la traición a la obra de Monseñor Lefebvre la cual se volvió perfectamente evidente desde Marzo del año pasado en adelante? El Padre Olivier Rioult, pionero de la “Resistencia” en Francia, dio varias buenas razones el mes pasado en una entrevista accesible en francés en pelagiusasturiensis.wordpress.com El resumen siguiente está libremente adaptado a partir del texto original:—

Básicamente, el pecado original: Mientras que el combate del principio por la Tradición en los años 1970 y 1980 había logrado garantizar la supervivencia de los elementos esenciales de la Fe, los Tradicionalistas se sentaron sobre sus laureles para gozar de sus confortables reductos y se instalaron en una rutina cómoda de la cual les cuesta ahora salir. Ellos han perdido el espíritu del combate de la Fe.

Segundo, esta forma particular del pecado original que es el liberalismo: En el transcurso de los últimos diez años, los Superiores de la Fraternidad han debilitado el combate contra el liberalismo, el error y la falta de modestia. Pero, dejar de nadar contra la corriente es dejarse llevar por ella, y un buen número de sacerdotes de la Fraternidad – no todos, de ninguna manera – se han vuelto más débiles en sus convicciones y en su prédica.

Tercero, el activismo: algunos colegas pueden también dejarse desviar por un ritmo excesivo en sus tareas sacerdotales que no les deja tiempo ni inclinación para leer o estudiar. Transformándose en simples administradores y comunicadores, se debilitan en sus convicciones y en sus prédicas.

Cuarto, el maquiavelismo de Monseñor Fellay: durante años su doble discurso engañó a todos excepto a una minoría de almas clarividentes que no pudieron en absoluto se hacer escuchar. Fue sólo el año pasado que terminó de quitarse la máscara con el “Cor Unum” de Marzo y con su respuesta del 14 de Abril a los tres obispos. Había logrado adormecer a la gran mayoría de los Tradicionalistas (como lo está haciendo de nuevo ahora).

Quinto, el temor a lo desconocido: cuando el mundo todo alrededor suyo se está volviendo loco y usted encuentra un reducto sano y este reducto entonces empieza también a volverse loco, hace falta una fuerza de carácter poco común para enfrentar la realidad en lugar de preferir una ilusión u otra y, ¡cuan grande es el número de ilusiones hoy en dia! Y es así que muchos Sacerdotes se están dando cuenta que están viviendo un drama que exige algunas decisiones crucificantes, pero les hace falta la fortaleza necesaria para lanzarse a lo desconocido.

Y por último, pero no menos importante, los malos Superiores: por supuesto hubo siempre liberales dentro de la Fraternidad como los hubo dentro de la Iglesia oficial, pero siempre que los Superiores se mantengan firmes, ellos pueden conservar el control. Desgraciadamente, cuando en la Iglesia oficial, Juan XXIII y Pablo VI favorecieron el liberalismo por ser ellos mismos liberales, el resultado fue una ola de alta marea, y ahora que los Superiores de la Fraternidad se han vuelto liberales, el liberalismo se extiende a través de la Fraternidad como nunca lo hubiera hecho bajo buenos Superiores, Superiores verdaderos.

Estas razones dadas por el Padre Rioult son todas ciertas, pero ninguna de ellas es más fuerte que la Fe, la cual es “nuestra victoria sobre el mundo” (I Juan V,4). En verdad, se podría decir que estas razones se resumen todas en una falta de una Fe que sea suficientemente fuerte de parte de los sacerdotes, porque están viviendo en un mundo en el cual el agarre en la Verdad de cada alma viva se ha aflojado y, si la Verdad no es cierta, ¿Cómo podrá ser cierta la Fe?

Entonces, ¿Cuál es la manera más sencilla de reforzar nuestro propio agarre en la Verdad, lo que necesitamos absolutamente hacer en las circunstancias locas de hoy día? En mi opinión:—

“Vigilad y rezad, vigilad y rezad,

Quince Misterios cada día.”

Kyrie eleison.

¿Liberales Inocentes?

¿Liberales Inocentes? on febrero 23, 2013

Hace cuatro semanas los “Comentarios Eleison” contestaron afirmativamente a la pregunta sobre si el liberalismo es tan horrible como se supone que es: implícitamente el liberalismo es la guerra contra Dios. Quedaba la pregunta sobre si los muchos liberales que niegan ser liberales están en lo cierto cuando lo niegan. La respuesta es seguramente que todos nosotros hoy estamos tan inmersos en el liberalismo que pocos de nosotros nos damos cuenta hasta que punto lo somos.

El liberalismo en su sentido más amplio es el hombre que se libera a sí mismo de la ley de Dios, lo que un hombre hace cada vez que comete un pecado. Luego en este sentido más amplio todo pecador es un liberal y así quienquiera admite que él es un pecador debe admitir que es un liberal en este sentido amplio. Sin embargo, una cosa es romper la ley de Dios mientras uno sigue admitiendo que Dios es Dios y que su ley es su ley. Tal pecador es solamente un liberal práctico. Es cosa muy diferente romper la ley de Dios a la par que uno va negando que Dios sea Dios o que su ley sea su ley. Tal liberal en principio encarna el liberalismo de los tiempos modernos.

Entra en escena con la Revolución Francesa de 1789. La carta magna de esa Revolución, la Declaración de los Derechos Humanos, fue efectivamente una declaración de la independencia del hombre frente a Dios. De ahora en más, aún cuando cualquier hombre obedeciese a la ley de Dios, lo haría sólo en virtud de su propia elección y no en virtud de la obediencia a cualquier mandato o mandamiento de Dios. En esa aparente obediencia él no estaría comportándose como un liberal en la práctica, pero en el fondo, en todo lo que él haría, sería un liberal en principio. Este es el liberalismo moderno del cual los Católicos de hoy acusan a menudo a sus adversarios. ¿Acaso estos adversarios tienen razón como para negar casi en todos los casos ser liberales? Subjetivamente, si. Objetivamente, no.

Subjetivamente, sí, porque desde 1789 los hombres han sido impregnados cada vez más profundamente de los falsos principios de la Revolución, al punto de que si se les acusa de liberarse de la ley de Dios, ellos pueden sinceramente replicar, “¿Que ley? ¿Qué Dios? ¿De que me está Usted hablando?” Hasta este extremo han sido aparentemente borrados de las mentes, Dios y su ley. Pero, objetivamente, no, porque Dios y su ley ciertamente no han dejado de existir, y profundamente en su interior aún los hombres modernos lo saben. Es “inexcusable” decir que El no existe (Rom.I,20), y Su ley está escrita en el corazón de todos los hombres (Rom.II,15), no importa lo que puedan decir con la boca para afuera. El “sinceramente” que se acaba de mencionar necesita las comillas – no vale mas que lo que vale frente al tribunal de Dios.

Entonces, ¿pueden estos líderes de la Fraternidad San Pío X que están actualmente tratando de mezclar la Fraternidad con la Iglesia Conciliar, negar que son liberales? Subjetivamente no hay duda de que están persuadidos que están haciendo lo mejor que pueden para la Iglesia, pero, objetivamente, están buscando sin arrepentimiento poner la obra contra-Revolucionaria de Mons. Lefebvre bajo el control del intento de los dirigentes de la Iglesia que se esfuerzan en hacer triunfar la Revolución liberal de una vez por todas. Estos líderes dicen que debemos reunirnos con la Iglesia visible porque ella es la Iglesia católica, pero no es la visibilidad lo que la hace católica, sino el hecho de tener la Fe apostólica. Así, la “iglesia” Anglicana también es visible en todo el territorio inglés, pero eso no la hace católica. Y los líderes actuales no pueden ignorar hasta que punto falsifican y suprimen las palabras del Arzobispo pretendiendo hacerlas corresponder a su propia visión de la Iglesia, fingiendo así que esa era la posición del Arzobispo.

La triste verdad es que estos liberales nunca entendieron cual era realmente el combate del Arzobispo. Mientras él estaba con vida, ellos estaban fascinados, como tantos de nosotros, por su carisma católico, pero nunca entendieron la Fe del Arzobispo, Fe que era para su carisma lo que la raíz es para el fruto. Ellos amaron el fruto – démosles el crédito por eso a ellos – pero a pocos años de su partida, el fruto sin la raíz empezó a marchitarse y morir. Era inevitable que, a menos de haber entendido la fe del Arzobispo, ellos iban a convertir la Fraternidad del Arzobispo en la suya propia que haría de los enemigos de la fe “nuestros nuevos amigos en Roma.” Eso es lo que hemos visto y que estamos viendo. ¡Que el Cielo venga en nuestra ayuda!

Kyrie eleison.

La Oracion de Santa Teresa

La Oracion de Santa Teresa on febrero 2, 2013

Es extraordinario ver a que punto Dios está hoy perdido para la gran mayoría de las almas alrededor nuestro. Es en El que cada uno de nosotros “vivimos y nos movemos y existimos” (Hech.XVII,28). Sin El no podemos ni levantar un dedo, pensar un solo pensamiento ni realizar cualquier acción naturalmente buena, menos aún cualquier acción sobrenaturalmente buena. Todo lo que podemos hacer por nosotros mismos, sin El, es pecar y, aún así, la acción pecaminosa como acción proviene de Dios; sólo lo que en ella es pecaminoso proviene de nosotros mismos, porque lo que la hace pecaminosa no es en sí mismo un ser positivo sino un defecto de ser, una privación voluntaria de ser.

Sin embargo, la mayoría de las almas alrededor nuestro lo tratan a Dios como si El no existiera, o, en el caso de que sí realmente El existe, es como si no tuviera importancia. Es verdaderamente un estado de cosas increíble. Empeora día a día. No puede durar. Solamente puede ser comparado con el estado de la humanidad en el tiempo de Noé. La corrupción de los hombres en aquel tiempo era tal (Gen.VI,11–12) que, a menos que Dios les quitara el uso de su mas preciado privilegio, su libre-albedrío – ¡ysimplemente vean como la mayoría de los hombres reaccionan cuando uno trata de forzarlos a hacer algo! – el único camino entonces que los hombres le dejaron a Dios para salvar un número importante de almas, fue infligir un castigo universal, durante el cual, no obstante, tuvieran tiempo de arrepentirse. Ese fue el Diluvio, un evento histórico corroborado por una masa de evidencias geológicas.

Del mismo modo hoy, el único camino que la humanidad le está dejando a Dios para salvar todavía un número importante de almas del horror de condenarse a sí mismas para la eternidad, es seguramente un castigo universal. Tal como en el tiempo de Noé, la misericordia de Dios hace prácticamente seguro que al enorme número de almas, sino a todas, les será dado el tiempo y el conocimiento necesarios para salvarse a sí mismas si ellas lo desean. Y después, muchas del gran número que habrán sido salvadas (¡Ay!, no la mayoría) reconocerán que solamente aquel castigo las salvó de ser arrastradas con la corrupción actual, todo el camino hacia abajo hasta el Infierno.

Con todo, será fácil estar espantado por la explosión de la justa ira de un Dios majestuoso. Desde kilómetros y kilómetros de distancia, los Israelitas estaban aterrados por la demostración de Su poder en la cima del Monte Sinaí (Exod.XX,18). En nuestros propios tiempos será bueno recordar la famosa oración de Santa Teresa de Avila:

Nada te turbe,

Nada te espante,

Todo se pasa,

Dios no se muda.

La paciencia

Todo lo alcanza.

Quien a Dios tiene

Nada le falta.

Sólo Dios basta.

Sagrado Corazón de Jesús, toda la confianza de la que soy capaz, la pongo en Ti. ¡Ayuda a mi falta de confianza!

Kyrie eleison.